Nación
de obesos
Por
QIAO TIANBI
–Siguiendo el acelerado
ritmo de desarrollo del país, los chinos cambian sus hábitos
alimentarios. Son muchos los que hoy tienen que zafarse
el cinturón ante la avalacha de tantas libras de más.
En China la proporción
entre el sobrepeso y la obesidad es de 3:1, mientras en
los países desarrollados dicha ecuación registró
1:1. Los pasados de peso probablemente se convertirán
en obesos, lo cual constituye una tendencia preocupante
en el país. Estas son las palabras de Chen
Junshi, jefe del Centro del Control y Prevención
de Padecimientos Cardiovasculares y miembro de la Academia
de Ingeniería de China.
Según la Encuesta
de Salud y Nutrición de los Habitantes de China (CHNS,
China Health and Nutrition Survey) del año 2002,
entre los adultos se ha resgistrado una tasa del sobrepeso
de 22,8% y 7,1% de obesidad, o lo que es igual, 200 y 60
millones de personas, para una quinta parte de los 1.000
millones personas pasadas de peso y 300 millones de obesos
de todo el mundo, según cifras de la Organización
Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, en 1988 una encuesta
similar reveló sólo un 6% de sobrepeso y 0,6%
de obesidad entre los adultos. En 20 años, los chinos,
antes considerados entre los más delgados del mundo,
engordaron rápidamente.
Los estudiosos atribuyen
la subida del peso de los chinos al brusco cambio del modo
de vida y el régimen alimenticio, ocasionado por
el veloz crecimiento de la economía del paÍs.
De acuerdo con los especialistas en nutrición y seguridad
alimentaria, una vida sana depende de mantener una alimentación
balanceada y hacer ejercicios físicos, algo de lo
cual carece la rutina diaria de muchos chinos
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Adiós a la mesa tradicional
La encuesta dio a conocer también que, como promedio,
los chinos visitan de dos a tres veces al mes los expendios de
comida rápida occidental. Estos tienen parte de la culpa
por la actual obesidad de los chinos, pero la veloz expansión
de los Mcdonalds y KFC en el país sigue demostrando
la enorme transformación de la estructura de la alimentación
en China. El tradicional régimen alimenticio local, basado
principalmente en cereales y verduras, con muy pocas carnes, era
considerado conveniente y favorable para la salud de los chinos.
Hoy, sin embargo, el mismo se va sustituyendo por una dieta cargada
de contenido graso.
En
2002, los habitantes urbanos absorbieron de cereales y verduras
47% de la energía necesaria, por debajo de la proporción
racional de 55% a 65%. En los 50 años pasados, la energía
que los chinos obtuvieron de los cárnicos aumentó
en tres veces. De acuerdo con datos de CHNS en ese año,
27% de la energía que los chinos consumieron provino de
alimentos grasos, porcentaje que incluso alcanzó al 30%
entre el 60% de los habitantes urbanos. En otro país asiático,
Corea del Sur, los habitantes absorben de la comida grasosa sólo
19% de la energía, más bajo que en las zonas rurales
de China (25%). En China, los hábitos aimentarios de 70%
del sector urbano y 40% del rural, no se corresponden con la norma
establecida por la OMS, que es de un máximo de 30% de energía
proveniente de la grasa y 10% de productos animales.
En la actualidad, la comida que los chinos consumen es
demasiado delicada y occidentalizada. Ha mejorado nuestra alimentación,
pero han empeorado las costumbres. De la desnutrición pasamos
al desequilibrio nutricional, manifiesta Huang Mingda, secretario
general de la Alianza Internacional contra Padecimientos Derivados
de la Obesidad, y Jefe Ejecutivo del Centro de Cooperación
Tecnológica del Instituto de Medicina Tradicional China.
Pese a consumir más carne en la actualidad, los chinos
siguen manteniendo un nivel metabólico más bajo
que los occidentales. Ello explica que muchos chinos, después
de emigrar a países de Occidente, corran mayor riesgo de
contraer enfermedades cardiacas que los lugareños. Engordo
hasta con el agua es una excusa que suele oírse entre
los obesos, pero tal situación significa que existe un
problema de metabolismo, finaliza Huang.
Vivir en la pereza
Una
prueba realizada en EE.UU. muestra que la nueva generación
estadounidense engorda con mayor facilidad que sus predecesores,
pero no por los alimentos, sino por su modo de vida, pues dedican
más tiempo a los juegos de computadores. Este resultado
se hace eco de la reciente conclusión de estudios epidémicos,
según los cuales los cambios en el modo de vida, resultados
de variaciones en el hábitat del ser humano, constituyen
importante causa de la obesidad a nivel mundial.
La tasa de disposición de televisores por área
permite calcular el volumen de ejercicios físicos que se
hacen en la misma. Cuanto mayor sea la primera así disminuirá
el segundo. En 1994, China registró una tasa de 80%, cifra
que en 2004 fue de 126%. Cada día más chinos se
convierten en lo que los estadounidenses denominan coach potato,
o telespectadores adictos y acrítcos. La Encuesta de la
Salud y Nutrición de los Habitantes Chinos del año
2002 arroja que más de la mitad de los trabajadores permanecen
de pie o sentados por largo tiempo durante las jornadas laborales
y caminan muy poco. En sus tiempos libres, también se dedican
a diversiones inactivas, como ver la televisión. En las
ciudades 24,6% de los habitantes tiene por costumbre hacer ejercicios
y en las zonas rurales, sólo 10%. A diferencia de los países
occidentales, China cuenta con un mayor número de ciudadanos
de la tercera edad dedicados a hacer ejercicios a menudo que de
jóvenes.
Este modo de vivir, caracterizado por exceso de alimentos y poco
movimiento, también marca el desarrollo de adolescentes
y jóvenes. En 2005, un análisis efectuado entre
100 mil alumnos de todo el país arrojó que dos terceras
partes de los estudiantes practican actividades deportivas menos
de una hora al día, y que una cuarta parte no hace ningún
ejercicio cada día. En los pasados 20 años, la resistencia
y calidad corporales de los adolescentes y jóvenes chinos
presentó un continuo deterioro, como se pudo apreciar en
sus índices de velocidad, explosión y fuerza, mientras
que la tasa de obesidad y sobrepeso expuso un incremento sucesivo,
que registró respectivamente 5,6% y 17,6% entre los menores
de 18 años.
La mejor prueba de la influencia del modo de vida es que en las
ciudades grandes de China es mayor el número de gordos.
La encuesta dio por resultado también que en los municipios
grandes las tasas de sobrepeso y obesidad son de 30% y 12,3%,
respectivamente. Beijing es la ciudad más desarrollada
de China, mientras se conoce también como una de las ciudades
de mayor tasa de obesidad en el mundo. En la ciudad, 45% de sus
habitantes padece de sobrepeso u obesidad. Todavía en la
década de los 80, los beijineses lucían cuerpos
apropiados. En aquel entonces, Beijing era descrito por los reporteros
extranjeros como reino de bicicletas y los ciudadanos solían
ir a la escuela o al trabajo en sus ciclos. Actualmente hay tres
millones de autos en la ciudad y a muchos no les importa esperar
dentro de sus coches por una hora o más a que terminen
los habituales atascos del tráfico.
China necesita una revolución de la salud
Según las tradiciones de China, la gordura marchaba pareja
a la riqueza, y lo cierto es que antaño u hogaño,
los gordos han sido casi siempre un producto de la afluencia material.
No obstante, ya hay quienes la perciben como sinónimo de
riesgo.
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Como nación de abundante oferta gastronómica, China
otorga mucha importancia a la comida, a la cual se considera vehículo
de especial trascendencia para la comunicación interpersonal.
Sin embargo, los consumidores chinos suelen atender más
al aroma, presencia y sabor de un plato que a su efecto nutritivo.
En la actualidad, el país tiene casi 620 millones de personas
que padecen de exceso de peso o desequilibrio nutricional, relación
que está pasando de las altas capas sociales a las medias
y bajas. En la década de los 80, muchos graduados en la
especialidad de nutrición pública se vieron obligados
a procurarse medios de vida distintos a su carrera, por no encontrar
empleo. Hoy, cuando la cifra de nutricionistas en el ámbito
nacional llega 4 mil, sube la demanda de sus servicios y se pronostica
que en un futuro cercano se requerirán al menos 4 millones.
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En 2005, Wang Longde, viceministro de Salud Pública, manifestó:
Los chinos necesitamos una total revolución en nuestro
régimen alimentario, para regresar a la tradicional y saludable
estructura, aumentar las especies requeridas por el cuerpo y mantener
el equilibrio entre la absorción y el consumo. La
promoción del mejoramiento de la nutrición pública
ha llamado tanta atención del Gobierno que por primera
vez fue incluida en el Programa del Desarrollo Social y Económico
del Estado.
Según el profesor Huang Mingda, el desinterés de
los chinos por actividades deportivas tiene que ver con la carencia
de instalaciones y condiciones, pero en especial con lo inconveniente
que resulta para tantos chinos instalar en sus vidas un horario
de práctica deportiva, en momentos en que aumenta el cansancio
derivado de las presiones de vida y trabajo.
De cualquier modo, el dicho de que más vale invitar
a sudar que a comer se hace cada día más popular
entre los chinos, que comienzan a comprender que la conservación
de la buena salud bien vale un capricho de menos.
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