Un misionero protestante en la Gran Marcha

--Sólo dos personas no chinas fueron testigos de excepción en La Gran Marcha. Rudolph Alfred Bosshardt fue una de ellas.

Por nuestro reportero RONG YE

Marchando con los integrantes del Ejército Rojo a través de las escarpadas montañas de la oriental provincia china de Guizhou, hace 70 años, se encontraba un extranjero de pelo claro y ojos grises. Su nombre era Rudolf Alfred Bosshardt, misionero protestante nacido en Gran Bretaña, de padres suizos. El otro extranjero involucrado en este acontecimiento fue Otto Braun, conocido en chino como Li De, un táctico alemán.

En los años 30, China se vio desgarrada por el conflicto entre los militares del Kuomintang (KMT), o Partido Nacionalista, y los miembros del Partido Comunista de China (PCC). En 1934, el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos, encabezado por el PCC, logró pasar entre las formaciones nacionalistas y comenzar un desplazamiento estratégico de las áreas sur y norte del río Yangtsé, hacia Yan’an, en el noroeste de China. Allí estableció bases revolucionarias. Más de 100.000 soldados del Ejército Rojo se sumaron a la Gran Marcha, que en el transcurso de dos años pasó por 14 provincias. Bosshardt fue llevado con el Sexto Cuerpo de Ejército por 560 días en su viaje de 2.500 millas, a través de las cinco provincias de Guizhou, Sichuan, Hubei, Hunan y Yunnan. Su libro The Restraining Hand: Captivity for Christ in China (La mano que sujeta: un cristiano prisionero en China) en el cual describió sus experiencias como cautivo, fue publicada en Londres, en noviembre de 1936, un año antes de la aparición de Estrella Roja sobre China, del periodista estadounidense Edgar Snow.

El encuentro con el Ejército Rojo

Alfred Bosshardt viajó a Zunyi, en Guizhou, sudoeste de China, para ejercer su labor proselitista cristiana en 1923. Después de casarse con Rose Piaget, en 1931, fue transferido a la iglesia de Zhenyuan, en Guizhou.

El 1 de octubre de 1934, Bosshardt y su esposa volvían de una conferencia con un grupo de otros misioneros cuando se dieron de bruces con miembros del Sexto Cuerpo de Ejército -- vanguardia del Ejército Rojo en la Gran Marcha. Los soldados, que nunca antes habían visto un extranjero, sospecharon que los esposos eran espías imperialistas, por lo que decidieron capturarlos y enviarlos al mando central.

Hasta el momento en que los soldados del Ejército Rojo devolvieron a Bosshardt y su esposa todas las pertenencias que les habían requisado, incluyendo algunos dólares de plata, ambos habían pensado que los mismos eran bandidos. Los soldados les explicaron que eran parte del Ejército Rojo de Obreros y Campesinos. Cuando los uniformados proporcionaron a Bosshardt y su esposa una cama y silla para dormir, mientras ellos lo hacían en el suelo húmedo, el misionero comprendió que podía confiar en ellos.

Más adelante, el Sexto Cuerpo de Ejército permitió que Rose, la esposa, se marchara, pero lo retuvieron a él. Bosshardt era médico y misionero, por lo cual, calcularon sus captores, podría ayudarles a obtener los medicamentos que tanto necesitaban.

Tras sus intentos infructuosos por escapar, Bosshart debió arrostrar todas las vicisitudes de la marcha. Cuando el Sexto Cuerpo de Ejército tomó la vieja capital distrital de Huangping, él encontró un mapa francés de la provincia de Guizhou en una iglesia. Junto con Xiao Ke, el comandante de la tropa, quien tras la fundación de la República Popular China fue ascendido a general, Bosshardt tradujo al chino todos los topónimos principales de las montañas, aldeas y ríos. Ambos emplearon 10 o más horas en esta labor, la cual permitió que entre el misionero y el comandante chino surgiera un entrañable afecto.

Xiao Ke evocaría más adelante este momento, al decir que "este misionero extranjero ayudó a traducir el mapa, y también proporcionó la información topográfica que resultó vital para decidir en qué dirección debía marchar el ejército. Nuestras tropas dependieron particularmente del mapa al moverse desde Guizhou, en el este, hasta Hunan, en el oeste". Bosshardt también quedó impresionado por la energía contagiosa y el entusiasmo incontenible de Xiao Ke, que en aquella época contaba con 25 años de edad.

El 12 de abril de 1936, Bosshardt fue finalmente liberado por el Ejército Rojo, tras lo cual marchó a Kunming, capital provincial de Yunnan.

La mano que sujeta

Tras su llegada a Kunming, Bosshardt comenzó a compilar un libro con el diario que había llevado durante la marcha. Con 288 páginas y el título de The Restraining Hand: Captivity for Christ in China, el volumen fue publicado por Hodder y Stoughton en Londres, en noviembre de 1936. Era el primer libro sobre la Gran Marcha que se publicaba en Occidente. En él, Bosshardt registró las semejanzas que había encontrado entre el cristianismo y el comunismo, como fuerzas superiores a los propios seres humanos que los asumían. Dividida en 12 capítulos, la obra describe verazmente la agonía experimentada desde el arresto, pasando por el cautiverio, el hambre y la sed padecida por él y sus compañeros, así como el cumplimiento eventual de la promesa del Ejército Rojo de ponerlo en libertad.

A las dificultades mencionadas, Bosshardt agregó la comprensión y la amistad mutuas que finalmente se desarrollaron entre él y las tropas del Ejército Rojo. Durante sus 560 días de marcha, el misionero fue testigo de primera mano de la disciplina estricta del ejército, de su valor en las batallas, y de la ayuda que dieron a los pobres. Los principios del Marxismo-Leninismo llevados a la práctica por los líderes y sus hombres hacían de aquella tropa un soviet móvil.

Como primera descripción en inglés sobre la Gran Marcha, el libro desató una comprensible conmoción en la opinión pública, por lo que fue reeditado en tres ocasiones, convirtiéndose en referencia obligada para los estudiosos sobre China.

El manuscrito original del libro se perdió durante la guerra, por lo que en 1973, a sugerencia de sus editores, Alfred Bosshardt reescribió su relato y lo publicó con el título de The Guiding Hand: Captivity and Answered Prayers in China (La mano guía: cautiverio y deseos cumplidos en China).

Una amistad inolvidable

En octubre de 1936, Bosshardt y su esposa regresaron a Gran Bretaña a reunirse con sus familiares. Durante este período Bosshardt asistió a varias reuniones, en las cuales contó sobre su experiencia en la Gran Marcha. Los medios británicos divulgaron sus discursos con el comentario: "El Sr. Bosshardt mencionó el entusiasmo increíble del Ejército Rojo, su aspiración a un mundo nuevo y su fe inquebrantable".

En 1939, Bosshardt fue enviado al distrito de Panxian, provincia de Guizhou, por una organización religiosa internacional, para que fungiera como comisionado. Además de realizar el trabajo de misionero, también practicó la medicina y dirigió una escuela allí. En su tiempo libre estudió la medicina herbaria china, con la ayuda de un libro inglés sobre homeopatía. En los primeros tiempos tras la liberación de Panxian, Bosshardt ayudó a tratar a soldados heridos del Ejército Popular de Liberación de China (EPL). De 1948 a 1949, dirigió la escuela primaria de Ming'en en Panxian, la cual tenía más de 50 estudiantes, la mayoría de ellos eran hijos de chinos cristianos y pobres.

En 1951 volvió a Gran Bretaña. Fue el último misionero occidental en abandonar la provincia de Guizhou.

En 1984, el general Xiao Ke mencionó a Bosshardt durante una entrevista con un periodista estadounidense, y luego procuró conocer su paradero en Inglaterra. A principios de 1985, los diplomáticos chinos ubicaron finalmente al ex misionero en los suburbios de Manchester, ya con 88 años de edad. En mayo de 1986, el general Xiao Ke solicitó a Ji Chaozhu, embajador chino en Gran Bretaña, que visitara a Bosshardt y le entregara una carta. Decía la misiva: "Aunque hemos estado separados por medio siglo, la ayuda que me brindó para traducir del francés aquel mapa hace 50 años está grabada con tinta indeleble en mi memoria. Ahora que ambos tenemos edades tan avanzadas sería difícil reencontrarnos. Le deseo buena salud y una vida prolongada". Bosshardt se emocionó al recibir esta carta, junto a una copia del álbum de fotos del EPL. Dijo a sus amigos: "En esta etapa de mi vida, me encanta que me llamen viejo amigo del pueblo chino".

A finales de 1987, un periodista del Diario del Pueblo destacado en Gran Bretaña se entrevistó con Bosshardt en su casa, donde el mobiliario evocaba sus tiempos en China, incluidos un mantel, una linterna palaciega, un calendario, y varios cuadros. En aquella época ya Bosshardt pasaba de 90 años, pero su mente seguía siendo aguda y su memoria buena. Habló de su experiencia legendaria en la Gran Marcha y de su amistad inolvidable hacia el pueblo chino. Alfred Bosshardt falleció en 1993. Sus experiencias sobre la Gran Marcha han pasado a ser parte de la memoria mundial sobre el surgimiento de la Nueva China.

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