“no debemos ser nuestros propios enemigos”

- Entrevista con Julio A. Millán

Por HE QI y SUN FUMIN

Convencido de que el diálogo y la concertación son la vía idónea para imponerse a cualquier situación adversa, el economista y empresario mexicano Julio A. Millán llama a la comunidad empresarial de su país a no encerrarse en sí misma, y a abrirse a la cooperación económica con China.

“¿Cómo podemos colaborar con los chinos?,” se pregunta Julio Millán. Y para no dejar la interrogante flotando en el aire, él mismo propone la respuesta: “Los chinos, se sabe, son muy prácticos. En consecuencia, sugiero que los mexicanos creemos junto con ellos nuevas líneas de producción para programas y tecnologías biológica y espacial. Debemos ser socios de cooperación. Pero lo más importante es que México diseñe un programa abarcador de intercambio económico y de colaboración a largo plazo con China, y que firme con ese país, sin ningún temor, nuevos tratados comerciales”.

Quien así habla lo hace con conocimiento de causa, basada en buena medida en su bien ganada fama de “cerebro y alma del mundo empresarial mexicano”. Su amplio currículo incluye estudios sobre análisis económico, comercio exterior y eficiencia productiva en la Universidad Autónoma de México (UNAM), Inglaterra, Japón y Estados Unidos. Es asimismo autor de obras especializadas. En la actualidad funge como presidente de la junta directiva de varias empresas importantes, además de haberlo hecho con anterioridad en la comisión de asuntos exteriores de la Asociación de Empresarios Mexicanos, y en la Comisión Bilateral de Relaciones Empresariales con Japón, Corea del Sur, Hong Kong y China.

Para convertir el desafío en oportunidad

Julio A. Millán retoma la idea y concluye que “El Tratado de Libre Comercio (de Norteamérica) ya no sirve; debemos crear un convenio (con China) que nos una y que nos permita invertir y participar juntos, con materias primas disponibles, en la producción, para desarrollar nuestros mercados y abrir mercados en terceros países. Si lo comprendemos bien, lo llevamos a la práctica y logramos éxitos, China podría convertirse en un motor de gran potencia para impulsar la economía mexicana”.

Con este mismo talante pragmático, Millán asume la denominada “Amenaza China”, tan socorrida en Occidente. Comienza por reiterar lo inevitable del despegue económico chino, para de inmediato desestimar la categoría de “amenaza”. Cuando hay tantas voces mexicanas clamando por medidas drásticas contra la avalancha de productos chinos, él prefiere sopesar la situación desde una perspectiva menos apasionada, optando por una racionalidad a largo plazo. Obviamente, aclara, en lo inmediato China se erige en desafío, pero México debe aprovechar a ese país para aumentar la competitividad de sus productos nacionales, manteniendo su mercado, sobre todo en Estados Unidos.

El quid de la cuestión, enfatiza, es que los mexicanos no debemos ser nuestros propios enemigos. “Si no somos creativos y nos encerramos en nosotros mismos, seríamos nuestros enemigos. Lo primero que debemos hacer es comprendernos mutuamente y, al mismo tiempo, crear un ambiente social (en México) en el cual los ciudadanos, economistas y sociólogos mexicanos puedan entenderse”.

China como la palma de su mano

La confianza con que Millán se refiere a las perspectivas de cooperación con China está avalada por largos años de contacto con el gigante asiático. En 1972, integró la comitiva empresarial que viajó a Beijing junto al entonces presidente mexicano Luis Echeverría, pionero en el acercamiento entre ambos países. En 1980, firmó a nombre de su gobierno el primer convenio de cooperación económica con China, dándose posteriormente a la tarea de fomentar con todo entusiasmo el intercambio y desarrollo comercial bilaterales. Ha visitado China en repetidas ocasiones, haciéndose acompañar con frecuencia de muchos otros empresarios mexicanos, o incitándoles a seguir su ejemplo. No en balde se ha ganado la calificación de “empresario mexicano conocedor de China y viejo amigo del pueblo chino” entre los integrantes del cuerpo diplomático chino acreditado en México.

Desde su óptica, el empresariado mexicano se siente alentado por los deseos expresos de China de incrementar su comercio e inversión en México y fortalecer su apoyo al intercambio y cooperación con empresas mexicanas medianas y pequeñas.

Esto a pesar de que, como muchos conocen, a la sombra de la actual globalización económica, los dos países se han convertido en agudos rivales en lo referente a algunos sectores de producción, debido a las similitudes de sus estructuras económicas y de comercio exterior. Numerosos empresarios mexicanos de escala mediana y pequeña se sienten amenazados por los productos chinos, por lo que reaccionan pidiendo al gobierno que adopte estrictas medidas antidumping. Estas han sido puestas en práctica a lo largo de los últimos diez años. Reflejo de dicha situación fue el agónico proceso de negociación bilateral entre China y México para la incorporación de la primera a la OMC. El capítulo mexicano constituyó el último y más difícil tramo del diálogo que, al fin, condujo a la entrada china a la entidad mundial.

Recuento de un éxito

Visto con frecuencia como voz discordante en medio del coro de voces críticas, Julio A. Millán no deja de alabar y sorprenderse del vertiginoso ritmo de crecimiento económico chino de los pasados 25 años. China, explica el especialista, constituye ejemplo de desarrollo para el mundo. Su proceso en ese sentido se puede resumir en tres puntos básicos: Primero, la elevación de la eficiencia productiva, que atravesó primero por la fase de la industria de trabajo intensivo (años 80), para luego llegar a la segunda (años 90) con el impulso a las industrias de diversas tecnologías y capitales intensivos. Segundo, el mejoramiento continuo del nivel educativo. A pesar de que el nivel salarial de China es más bajo que el de otros países, su nivel de educación es relativamente alto. A saber, los trabajadores ingresan a escuelas de capacitación técnica, los jóvenes reciben educación superior y cada día son más los chinos que salen al extranjero para perfeccionar sus estudios. Ese país está preparando a 800.000 ingenieros, cifra impresionante para los mexicanos. Y tercero, el acercamiento a los principales mercados internacionales.

Según su análisis, la meta china a mediano plazo es ocupar en forma total los mercados mundiales de confecciones y electrónica. Los chinos, intuye Millán, tienen muy claros sus objetivos y no dejan espacio a la improvisación. Destaca el economista que, como parte de este empeño, China no descuida su mercado interior, lo que responde a los principios que rigen su reestructuración económica. Gracias a las decisiones correctas en este sentido, explica, el país asiático obtuvo 330.000 millones de dólares en capital foráneo durante 10 años de 1990 a 2000. El éxito de la inversión directa en China se debe a que el gobierno se ha empeñado a fondo por reducir las trabas burocráticas, apoyar los fondos financieros y la construcción de infraestructura.

Tras encomiar la importancia que para el mundo ha tenido la incorporación china a la OMC, Millán admite asimismo que la posición de líder de México en el mercado estadounidense, en los sectores de confecciones y automovilístico, se verá amenazada en lo inmediato, como también habrá dificultades en el mercado interno mexicano de talabartería. Como contrapeso, indica, la apertura de fábricas procesadoras de productos electrónicos en México con mano de obra barata también actuará como imán para las empresas de China. Por ello, concluye, China no sólo significa un desafío para México, sino también una oportunidad valiosa. Todo es cuestión, cabe agregar, de saber aprovecharla.

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