Recordar
para no reincidir
Cada vez que los chinos recordamos la guerra librada contra
la ocupación japonesa, 60 años atrás,
no podemos evitar sentirnos sobrecogidos por el dolor. En
los 14 años transcurridos del 18 de septiembre de
1931 al 15 de agosto de 1945, China se convirtió
en un paisaje devastado. Además de sufrir 35 millones
de muertes, casi una décima parte de la población
total china, el país tuvo cerca de 600.000 millones
de dólares en pérdidas materiales. China fue
uno de los campos de batalla de la conflagración
bélica mundial donde se libraron las batallas más
cruentas, por lo que debió pagar un alto precio para
alcanzar la victoria. Las crueldades que el fascismo japonés
impuso al pueblo chino sólo serían superadas
por el trato deparado por los Nazis a los judíos.
Los invasores japoneses consideraban al pueblo chino tan
arcaico que apostaron a que podrían conquistarlo
en apenas tres meses. Sin embargo, los atacados demostraron
perseverancia y fuerza inquebrantables. Al evocar ese espíritu
de resistencia, Li Zongren, famoso general de la Guerra
Antijaponesa, afirmó: Para proteger la patria,
los soldados chinos, a pesar de estar en notable desventaja
logística con respecto al enemigo, no retrocedieron
una pulgada y demostraron un espíritu combativo de
un dramatismo sin precedentes. A este empeño
contribuyeron en gran medida los esfuerzos del Partido Comunista
de China, que a la sazón nucleó al pueblo
en un frente único hasta obtener la victoria final.
Al tiempo que recababa apoyo de la comunidad internacional,
China no escatimaba esfuerzos para ayudar a otros países.
Con el fin de aliviar la presión que sufrían
las Fuerzas Aliadas en el frente de combate del Sudeste
de Asia, China envió 100.000 soldados a Birmania,
entonces ocupada por Japón. Xue Wentao, viejo soldado
enviado rememora así aquellos días: Éramos
tan atrevidos y activos hasta que el propio general Joseph
Warren Stillwell se vio obligado a dictar una orden, conminándonos
a no marchar al frente a menos que se nos designara.
El pueblo chino logró imponerse a las calamidades
de la guerra. Tras la contienda, China recuperó su
independencia, librándose de la sociedad semicolonial
y semifeudal que le impuso la conquista de las Ocho Potencias
Occidentales Aliadas a partir de 1840. Durante los 14 años
de la guerra contra Japón, más de un millón
500 mil japoneses murieron en los campos de combate de China,
lo que equivale al 70 por ciento de los japoneses muertos
en la II Guerra Mundial. El mundo ha reconocido el papel
jugado por China en la victoria aliada de la II Guerra Mundial.
Al decir del ex presidente de EE.UU. Theodore Roosevelt,
si no hubiera sido por China, o si China hubiera sido derrotada,
Japón podría haber conquistado pronto Australia,
la India
.. y los Aliados hubieran sufrido más
pérdidas. China constituyó un eslabón
imprescindible en la estrategia aliada y fue uno de los
países fundadores de la ONU.
El canciller de Alemania, Gerhard Schroeder, afirma que
recordar la guerra, las matanzas étnicas y los crímenes
bélicos constituyen un deber moral. Al respecto dice:
Tenemos que resistir con firmeza cualquier intento
de disminuir la importancia de los crímenes de guerra
y los traumas que la conflagración acarreó
al pueblo alemán, y la idea de trasladar el foco
de atención de los criminales a las víctimas
de la guerra. Estas palabras se ajustan con exactitud
a la actual postura de Japón, negado a cal y canto
a asumir sus responsabilidades en la agresiva y sangrienta
campaña militar que desató contra otros.
Estas dolorosas memorias nos deben servir de acicate para
no olvidar el pasado y esforzarnos por mantener un mundo
de paz, libertad, justicia y respeto mutuo.
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