Weihai,
un mundo de leyendas
Por
QI WEI y QU NING
Weihai, ciudad marina en la provincia de Shandong, es a
los ojos de muchos un paraíso de leyendas. Para sustentar
tal afirmación se citan sus paisajes costeros y montañosos
de ensueño, los cuales rivalizan con la belleza despampanante
de sus bosques protegidos a la orilla del mar, sus parques
litorales, sus construcciones únicas, y sus numerosas
islas, que pespuntean el Mar Amarillo. Por si fuera poco,
la localidad acoge la base infantil de cine y televisión
de la Televisión Central de China (CCTV, en inglés),
la cual insufla un aire fantástico a la ciudad.
En el mar está la esencia de Weihai. La línea
costera representa un tercio del total de la provincia de
Shandong y una decimaoctava parte de la del país.
La montaña Chengshantou, conocida como el extremo
del cielo, se ubica en el oriente de la península
de Shandong, lugar por donde es posible contemplar más
temprano la salida del sol en todo el territorio continental.
Según leyendas antiguas, este sitio acoge a una pléyade
de deidades. El primer emperador de la dinastía Qin,
llamado Qin Shihuang, estuvo allí en 219 a.n.e. y
210 a.n.e., para rendir homenaje al sol y buscar el elixir
de la larga vida. La impronta de su paso por el lugar se
exhibe hoy en forma de reliquias culturales. En el año
94 a.n.e. el emperador Wudi de Han (157-87 a.n.e.) inspeccionó
el sitio con iguales motivaciones y construyó el
Templo de Chengshan y compuso el famoso Canto Chiyan. En
la actualidad, Chengshantou es lugar de interés turístico
conocido en todo el país.
Al hablar de las islas del Mar Amarrillo, no se puede dejar
de mencionar la de Liugong, que se erige como la más
representativa del conjunto insular. Su nombre se debe a
una leyenda, según la cual hace varios cientos de
años vivía en la isla un viejo matrimonio
apellidado Liu. Año tras año, la pareja de
ancianos ayudaba a los pescadores, orientándoles
en la navegación. Con posterioridad, se construyó
un templo a la memoria de los Liu. A partir de entonces,
todas las tripulaciones marinas que han pasado por la isla,
a la cual los navegantes bautizaron como Liugong, han atracado
para poner un incensario en el templo. La isla, con una
superficie de 3,15 kilómetros cuadrados, se sitúa
a 12,1 millas de la zona urbana de la ciudad de Weihai.
Aquí nació la primera marina de guerra de
la historia moderna china. La isla se dio a conocer en 1894,
durante los combates marítimos contra la invasión
japonesa. Hay quienes afirman que aún hoy se pueden
escuchar, cabalgando sobre la brisa marina, los gritos y
consignas, entre solemnes y tristes, que lanzaron los héroes
de ayer, poco antes de inmolarse al proyectar su embarcación
contra los buques de guerra nipones, en misión suicida.
Hoy en día, la isla es zona turística de categoría
4 A a escala nacional.
Y hay más. El Lago de los Cisnes constituye otro
atractivo. Se trata de una albufera de unos cinco kilómetros
cuadrados de superficie, pegada a la montaña Chengshantou.
Cada noviembre, miles de cisnes se desplazan desde el lago
Baikal de Siberia y desde los pastizales de Bayanbulak,
en Xinjiang, hasta aquí, para invernar. Deslumbra
y conmueve por igual ver a los cisnes volando entre el cielo
azul y el verde pasto, o divirtiéndose junto al agua
del lago y la nieve.
Las montañas de Weihai, para ser justos, son aún
más bellas. La Shengjing, por ejemplo, es considerada
cuna de la escuela Quanzhen del taoísmo de China.
Bosques tupidos, valles profundos, y altos y escarpados
picos incrustados entre ramilletes de nubes, dotan a estas
alturas de una atmósfera sagrada y fantástica.
Entre los puntos más interesantes se destacan las
inscripciones budistas grabadas en un peñasco, y
una piedra gigantesca que semeja una escultura de Lao Zi.
Por su parte, la montaña Juyu, al lado de la Shengjing,
está envuelta en una mayor aureola de magia. Cuenta
la leyenda que las piedras del lugar saben bailar. El fenómeno
se explica, en la lógica cartesiana, por las condiciones
geológicas especiales del lugar, que hacen a las
piedras adquirir formas diversas, entre ellas figuras de
animales, pájaros y seres humanos, lo cual es posible
notar a simple vista. La montaña ha devenido asimismo
parque de esculturas naturales de piedra.
El nombre antiguo de Weihai era Weihaiwei. Por espacio
de 32 años, a partir de 1898, pasó a ser protectorado
obtenido a la fuerza por Gran Bretaña. La localidad
figura entre los siete hijos del poema Canto de los siete
hijos, del famoso poema patriótico del siglo XIX.
Los siete hijos se refieren a igual cifra de lugares ocupados
por los imperialistas en la historia moderna china, a saber,
Macao, Hong Kong, Taiwan, Weihaiwei, la bahía de
Guangzhou, Kowloon, Lüshun y Dalian. A la presencia
de dicho protectorado obedece la singular fisonomía
de la ciudad actual. El primer campo de golf del país
lo construyeron los británicos en 1902, en la isla
de Liugong. Hoy día, el Campo de Golf Pan-China constituye
el mayor desafío a los jugadores en toda Asia, pues
cada yarda se instala a la orilla del mar.
Weihai contiene asimismo nueve de las 14 fuentes termales
de la península de Shandong. Las fuentes geotérmicas
cuentan con numerosos elementos, y son las más representativas
en la provincia en cuanto a la temperatura y el nivel mineral
del agua. La fuente Baoquantang, en particular, que se ubica
en el casco urbano de la ciudad, contiene un tipo de agua
marina único dentro y fuera del país.
Todos los que han estado en Weihai y han tenido contactos
con sus montañas, mar, islas, fuentes y paisajes
urbanos, reconocen que se trata del lugar más conveniente
para la vida del ser humano.
Aunque se encuentra en el extremo oriental de la península,
no es difícil llegar a Weihai. En un mapa nacional,
es posible ubicarla entre Beijing y Shanghai. A la misma
se llega desde estas dos ciudades tras una hora en avión,
o luego de cuatro o cinco horas en coche o tren desde Jinan.
Además, Weihai es la ciudad más cercana a
la República de Corea, de la que le separan de 94
millas marítimas, lo que facilita el traslado entre
ambos países. Alrededor de la ciudad, existen dos
aeropuertos a los que se llega en una hora en coche, y otro
aeropuerto un poco más lejos, al que es posible acceder
tras un recorrido de dos horas en automóvil. Los
tres ofrecen servicios de vuelos charter que llegan a varias
ciudades surcoreanas.
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