China
y el BID:¿a la enésima va la vencida?
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Enrique
Iglesias, presidente del BID, durante una visita al
Instituto de América Latina de la Academia
china de Ciencias Sociales Zhang Jingde
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Conferencia
de prensa de la 42ª Asamblea Anual del BID en
Santiago de Chile
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Más de una década ha transcurrido desde que,
en 1993, China solicitara su entrada al Banco Interamericano
de Desarrollo (BID), sin que hasta ahora haya indicios de
una pronta incorporación al mismo. El país
mantiene sus aspiraciones, confiando en que sus apremios
no queden para las calendas griegas.
Del 10 al 12 de abril de 2005, el BID celebró su
46 Asamblea Anual en la isla de Okinawa, Japón. Desde
1991, y por décimoquinta ocasión, China participó
en esta reunión en calidad de observador. La República
de Corea, que el año pasado compartió igual
estatus con China, consiguió finalmente este año
la condición de país miembro del BID, mientras
China quedaba, una vez más, a la espera.
El BID se fundó en 1959, con el propósito
declarado de ser una organización financiera multinacional
que otorga fondos para proyectos de desarrollo económico
y social en América Latina y el Caribe. Entre sus
fundadores estuvieron 20 países (19 latinoamericanos
y EE.UU.), mientras que hoy ya pertenecen a la entidad 47
miembros, incluidos 28 países de América Latina
y 19 de otras latitudes. La República de Corea es
el tercer país asiático que gana su entrada
al BID, después de Japón e Israel.
En 2004, China reiteró su solicitud de 1993, momento
en que recibió la habitual respuesta de que para
ingresar al banco, éste último debe hacer
patente su deseo de aumentar el número de sus accionistas,
lo cual no resulta plausible, a menos que la entidad desee
obtener más capital. Otra posibilidad es la de sustituir
a un miembro activo que se retira, abandonando sus acciones.
La oportunidad de China pareció vislumbrarse con
la desintegración de Yugoslavia en los años
de 90 del siglo pasado, tras lo cual Bosnia- Herzegovina
abandonó sus acciones.
En la actualidad, el BID es el mayor banco regional de
desarrollo del mundo y constituye la principal fuente de
financiamiento multilateral en América Latina y el
Caribe. En esta región, el banco organiza los esquemas
de inversión y licitación de proyectos, a
la vez que influye sobre las políticas económicas
del área. Cuando se haga miembro del BID, China contará
con la potestad de intervenir en la licitación de
proyectos financiados por la organización y participar
en contratos de construcción y abastecimiento de
equipos y maquinarias.
En la asamblea anual del presente año chocaron las
posiciones de la República de Corea y muchos países
latinoamericanos, que favorecen la participación
de China en el BID, con las de Japón y EE.UU., que
se oponen a la incorporación. Sadakazu Tanigaki,
ministro de Finanzas de Japón, sostuvo que China
no podía incorporarse al BID sin previa aprobación
de todos los países latinoamericanos y caribeños.
Por su parte, John Taylor, subsecretario de Finanzas de
EE.UU., opinó que, tal como hizo en su momento la
República de Corea, China debe pagar primero todos
sus adeudos con instituciones prestatarias internacionales.
Dada la premisa de que la entrada al BID debe contar con
el apoyo del 80 por ciento de las acciones, EE.UU., con
30 por ciento del total de acciones, tiene el poder para
torpedear la incorporación de China.
Conflictos de intereses
En tiempos recientes, se han intensificado en gran medida
las relaciones económicas entre los países
latinoamericanos y China, gracias a la complementaridad
en el comercio. Según estadísticas, el flujo
comercial entre China y América Latina alcanzó
en 2004 un récord de 26.800 millones de dólares,
para un aumento del 50,4 por ciento, en relación
con el año anterior. En el mismo año, el Presidente
chino Hu Jintao visitó Chile, Argentina, México
y Brasil, donde firmó cerca de 40 protocolos de cooperación.
China invertirá en América Latina decenas
de miles de millones de dólares en un término
de diez años. En 2003, América Latina absorbió
mil millones de dólares de capital chino, monto que
constituyó el 36,5 por ciento del total de inversiones
extranjeras en la región. Muchos países latinoamericanos,
entre ellos Brasil y Argentina, creen que la incorporación
de China al BID fomentará el comercio entre las partes.
Sin embargo, China y América Latina también
tienen conflictos económicos estructurales. Ambas
partes están en vías de desarrollo, lo que
significa que existe tanto complementariedad como competencia
en sus estructuras de producción, señala
Yang Zhimin, subdirector de la Oficina de Economía
del Instituto de Estudios de América Latina de China,
Algunos países latinoamericanos perciben una
amenaza para sus empresas en el hecho de que China obtenga
inversiones directas latinoamericanas, con las consiguientes
afectaciones para los niveles de empleos en la región;
por otro lado, la conquista por parte de China del mercado
de EE.UU. también dañaría las exportaciones
de América Latina, afectando la balanza de pagos
internacionales de esa zona geográfica. En
consecuencia, algunos países latinoamericanos no
apoyarían la incorporación de China al BID.
Tanto Japón como EE.UU. avizoran una amenaza en
el fortalecimiento de las relaciones económicas entre
China y América Latina. Para Washington, una mayor
influencia de China en América Latina y el Caribe
se traducirá en impedimento a sus intereses, en una
región a la que tradicionalmente ha considerado su
traspatio. También Tokio teme que China, rival asiático
en la competencia, le dipute su preeminencia en América
Latina.
Juntos para ganar
Las exigencias estadounidenses de que China comience por
pagar todas sus deudas a instituciones prestatarias internacionales
han generado diversas reacciones entre los expertos chinos.
Para Ba Shusong, subdirector del Instituto de Finanzas del
Centro de Estudios del Desarrollo del Consejo de Estado,
El BID es una organización financiera multilateral
establecida entre gobiernos regionales, la cual se dedica
principalmente a ofrecer préstamos a empresas latinoamericanas.
China nunca ha pedido préstamo alguno al BID, pues
suele acudir ante el Banco Mundial para tales menesteres.
De esta manera, es irrazonable exigirle a China que pague
primero las deudas internacionales para incorporarse al
BID, porque se trata de dos aspectos sin conexión
entre sí. Como país en desarrollo,
es muy normal que China solicite préstamos al Banco
Mundial, para apoyar su desarrollo económico. Eso
no significa que China no tenga capacidad de ayudar al desarrollo
de los países latinoamericanos, de acuerdo
con Yang Zhimin. Hasta la fecha, China ha invertido 28 millones
de dólares en el Banco Caribeño de Desarrollo,
y planea invertir 10.000 millones de dólares en Brasil.
Además, China proyecta colocar más de miles
de millones de dólares en la construcción
de carreteras y otras infraestructuras de América
Latina.
No son pocos, por otro lado, los que ven un filón
favorable en la entrada de China al BID. Los países
no latinoamericanos no pueden usar fondos de este banco,
pero sí participar en la licitación de proyectos.
Obtener una licitación de proyectos en países
latinoamericanos significa compartir materias primas e intereses
que a la larga pueden coadyuvar al desarrollo económico
de todos los que participan en las transacciones. Tal perspectiva
resulta atractiva en extremo para China, que se empeña
en convencer a los latinoamericanos de que ella no es su
rival. Al decir de Enrique Iglesias, presidente del BID,
Como uno de los principales compradores en América
Latina, China está llamada a desempeñar un
importante papel de inversor en el mercado latinoamericano,
al cual también espera exportar sus productos. Por
consiguiente, no se puede pasar por alto la dinámica
relación que existe entre China y América
Latina en lo concerniente a importación, exportación
e inversión. Durante su visita a China, después
de la asamblea anual de BID, Enrique Iglesias reiteró
su actitud optimista respecto a la incorporación
de China al BID, así como su vivo interés
en que Beijing se incorpore al BID. Desde su óptica,
todo lo que China precisa hacer es sentarse a negociar con
EE.UU. para resolver las actuales divergencias.
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