JUNIO
2005


China y el BID:¿a la enésima va la vencida?

Por LU RUCAI

Enrique Iglesias, presidente del BID, durante una visita al Instituto de América Latina de la Academia china de Ciencias Sociales Zhang Jingde
Conferencia de prensa de la 42ª Asamblea Anual del BID en Santiago de Chile

Más de una década ha transcurrido desde que, en 1993, China solicitara su entrada al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), sin que hasta ahora haya indicios de una pronta incorporación al mismo. El país mantiene sus aspiraciones, confiando en que sus apremios no queden para las calendas griegas.

Del 10 al 12 de abril de 2005, el BID celebró su 46 Asamblea Anual en la isla de Okinawa, Japón. Desde 1991, y por décimoquinta ocasión, China participó en esta reunión en calidad de observador. La República de Corea, que el año pasado compartió igual estatus con China, consiguió finalmente este año la condición de país miembro del BID, mientras China quedaba, una vez más, a la espera.

El BID se fundó en 1959, con el propósito declarado de ser una organización financiera multinacional que otorga fondos para proyectos de desarrollo económico y social en América Latina y el Caribe. Entre sus fundadores estuvieron 20 países (19 latinoamericanos y EE.UU.), mientras que hoy ya pertenecen a la entidad 47 miembros, incluidos 28 países de América Latina y 19 de otras latitudes. La República de Corea es el tercer país asiático que gana su entrada al BID, después de Japón e Israel.

En 2004, China reiteró su solicitud de 1993, momento en que recibió la habitual respuesta de que para ingresar al banco, éste último debe hacer patente su deseo de aumentar el número de sus accionistas, lo cual no resulta plausible, a menos que la entidad desee obtener más capital. Otra posibilidad es la de sustituir a un miembro activo que se retira, abandonando sus acciones. La oportunidad de China pareció vislumbrarse con la desintegración de Yugoslavia en los años de 90 del siglo pasado, tras lo cual Bosnia- Herzegovina abandonó sus acciones.

En la actualidad, el BID es el mayor banco regional de desarrollo del mundo y constituye la principal fuente de financiamiento multilateral en América Latina y el Caribe. En esta región, el banco organiza los esquemas de inversión y licitación de proyectos, a la vez que influye sobre las políticas económicas del área. Cuando se haga miembro del BID, China contará con la potestad de intervenir en la licitación de proyectos financiados por la organización y participar en contratos de construcción y abastecimiento de equipos y maquinarias.

En la asamblea anual del presente año chocaron las posiciones de la República de Corea y muchos países latinoamericanos, que favorecen la participación de China en el BID, con las de Japón y EE.UU., que se oponen a la incorporación. Sadakazu Tanigaki, ministro de Finanzas de Japón, sostuvo que China no podía incorporarse al BID sin previa aprobación de todos los países latinoamericanos y caribeños. Por su parte, John Taylor, subsecretario de Finanzas de EE.UU., opinó que, tal como hizo en su momento la República de Corea, China debe pagar primero todos sus adeudos con instituciones prestatarias internacionales. Dada la premisa de que la entrada al BID debe contar con el apoyo del 80 por ciento de las acciones, EE.UU., con 30 por ciento del total de acciones, tiene el poder para torpedear la incorporación de China.

Conflictos de intereses

En tiempos recientes, se han intensificado en gran medida las relaciones económicas entre los países latinoamericanos y China, gracias a la complementaridad en el comercio. Según estadísticas, el flujo comercial entre China y América Latina alcanzó en 2004 un récord de 26.800 millones de dólares, para un aumento del 50,4 por ciento, en relación con el año anterior. En el mismo año, el Presidente chino Hu Jintao visitó Chile, Argentina, México y Brasil, donde firmó cerca de 40 protocolos de cooperación. China invertirá en América Latina decenas de miles de millones de dólares en un término de diez años. En 2003, América Latina absorbió mil millones de dólares de capital chino, monto que constituyó el 36,5 por ciento del total de inversiones extranjeras en la región. Muchos países latinoamericanos, entre ellos Brasil y Argentina, creen que la incorporación de China al BID fomentará el comercio entre las partes.

Sin embargo, China y América Latina también tienen conflictos económicos estructurales. “Ambas partes están en vías de desarrollo, lo que significa que existe tanto complementariedad como competencia en sus estructuras de producción”, señala Yang Zhimin, subdirector de la Oficina de Economía del Instituto de Estudios de América Latina de China, “Algunos países latinoamericanos perciben una amenaza para sus empresas en el hecho de que China obtenga inversiones directas latinoamericanas, con las consiguientes afectaciones para los niveles de empleos en la región; por otro lado, la conquista por parte de China del mercado de EE.UU. también dañaría las exportaciones de América Latina, afectando la balanza de pagos internacionales de esa zona geográfica.” En consecuencia, algunos países latinoamericanos no apoyarían la incorporación de China al BID.

Tanto Japón como EE.UU. avizoran una amenaza en el fortalecimiento de las relaciones económicas entre China y América Latina. Para Washington, una mayor influencia de China en América Latina y el Caribe se traducirá en impedimento a sus intereses, en una región a la que tradicionalmente ha considerado su traspatio. También Tokio teme que China, rival asiático en la competencia, le dipute su preeminencia en América Latina.

Juntos para ganar

Las exigencias estadounidenses de que China comience por pagar todas sus deudas a instituciones prestatarias internacionales han generado diversas reacciones entre los expertos chinos. Para Ba Shusong, subdirector del Instituto de Finanzas del Centro de Estudios del Desarrollo del Consejo de Estado, “El BID es una organización financiera multilateral establecida entre gobiernos regionales, la cual se dedica principalmente a ofrecer préstamos a empresas latinoamericanas. China nunca ha pedido préstamo alguno al BID, pues suele acudir ante el Banco Mundial para tales menesteres. De esta manera, es irrazonable exigirle a China que pague primero las deudas internacionales para incorporarse al BID, porque se trata de dos aspectos sin conexión entre sí”. “Como país en desarrollo, es muy normal que China solicite préstamos al Banco Mundial, para apoyar su desarrollo económico. Eso no significa que China no tenga capacidad de ayudar al desarrollo de los países latinoamericanos”, de acuerdo con Yang Zhimin. Hasta la fecha, China ha invertido 28 millones de dólares en el Banco Caribeño de Desarrollo, y planea invertir 10.000 millones de dólares en Brasil. Además, China proyecta colocar más de miles de millones de dólares en la construcción de carreteras y otras infraestructuras de América Latina.

No son pocos, por otro lado, los que ven un filón favorable en la entrada de China al BID. Los países no latinoamericanos no pueden usar fondos de este banco, pero sí participar en la licitación de proyectos. Obtener una licitación de proyectos en países latinoamericanos significa compartir materias primas e intereses que a la larga pueden coadyuvar al desarrollo económico de todos los que participan en las transacciones. Tal perspectiva resulta atractiva en extremo para China, que se empeña en convencer a los latinoamericanos de que ella no es su rival. Al decir de Enrique Iglesias, presidente del BID, “Como uno de los principales compradores en América Latina, China está llamada a desempeñar un importante papel de inversor en el mercado latinoamericano, al cual también espera exportar sus productos. Por consiguiente, no se puede pasar por alto la dinámica relación que existe entre China y América Latina en lo concerniente a importación, exportación e inversión”. Durante su visita a China, después de la asamblea anual de BID, Enrique Iglesias reiteró su actitud optimista respecto a la incorporación de China al BID, así como su vivo interés en que Beijing se incorpore al BID. Desde su óptica, todo lo que China precisa hacer es sentarse a negociar con EE.UU. para resolver las actuales divergencias.

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