JUNIO
2005


Ciudades como libros

Por QIAO TIANBI y LUO YUANJUN

 
Reencuentro de los pilotos de China y Estados Unidos que combatieron juntos contra la invasión japonesa
El 28 de junio de 1940 los aviones japoneses bombardearon Chongqing, causando numerosas víctimas en un túnel de refugio
Yan´an en guerra de resistencia antijaponesa
A solicitud del Museo de la Fuerza Aérea de Estados Unidos, el Gobierno local de Yunnan regaló la apisonadora de piedra utilizada unos 60 años atrás para construir un aeropuerto militar estadounidense en Kumning

Shanghai: sufrimiento y amor universales

En los años 30 del siglo XX, los japoneses veían en Shanghai a la más deslumbrante metrópolis internacional de Asia Oriental, por cuyo conducto podían tocar la civilización occidental. Allí concentró el naciente imperio nipón su comercio, navegación y manufactura, después de la Primera Guerra Mundial, en momentos en que la populosa urbe china albergaba a unos 50.000 residentes extranjeros, de los que cerca de 30.000 eran japoneses.

El 31 de agosto de 1937 hubo choques armados entre China y Japón, como parte de la campaña bélica Songhu, que duró más de dos meses e involucró a casi un millón de soldados de ambas partes. En el clímax de los enfrentamientos, China vio sucumbir a una división (cerca de 1.500 soldados) por día, según recoge el libro de memorias del General He Yingqin, quien afirmó: “Perdimos 85 divisiones y tuvimos unos 330.000 bajas”. Al final, la parte japonesa logró ocupar a Shanghai, al precio de unos 50.000 militares de su bando. El famoso periodista Cao Juren escribió al respecto: “Al principio de la batalla, la comunidad internacional daba por sentada la incapacidad de China para resistir el ataque militar de Japón”. Pero la campaña de Songhu cambió totalmente los puntos de vista. Evans Carlson, enviado especial del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, le escribió a éste en los siguientes términos: “No podía concebir que el pueblo chino estuviera más unido que nunca en momento tan crucial. Durante los casi diez años que he permanecido en China, nunca había presenciado tal espíritu de solidaridad entre quienes luchan por una misma causa”.

A pesar del revés, que hacía de los propios shanghaineses refugiados en su tierra, la urbe no perdió su glamour ni su hospitalidad. Continuó siendo hasta 1941 refugio para miles de judíos europeos, quienes desde 1933 escapaban a la represión. Más de 30.000 se concentraron allí. Al recordar ese capítulo, el judío George Reinisch dijo: “En aquel entonces los refugiados judíos entraban masivamente a Shanghai, a un ritmo de mil personas por mes. Muchos de ellos no tenían ni un centavo al llegar a la ciudad. Pero el milagro es que todos sobrevivimos. Pienso que esto se debe a la benevolencia y fraternidad del pueblo chino”.

Kunming: leyenda de un norteamericano

Kunming, ciudad situada en la zona fronteriza suroeste del país, ha ganado el apelativo de Ciudad Primaveral en virtud de su posición geográfica, que le permite gozar de un clima templado y un florecimiento perenne. Desde tiempos antiguos, la ciudad ha sido puerta abierta hacia el sudeste de Asia y Asia meridional. Después de que Vietnam y las ciudades costeras chinas quedaran ocupadas por Japón, la carretera Yunnan-Birmania, que partía de Kunming, se convirtió en la única ruta segura que conectaba a China con el resto del mundo.

Durante la guerra de resistencia antijaponesa, muchas empresas y universidades del interior se retiraron a Kunming, ciudad de retaguardia, donde prosperaron la economía y la cultura locales. Las tres famosas universidades chinas, de Beijing, Tsinghua y Nankai, reestructuraron y establecieron conjuntamente la Universidad Unificada de Xinan, que fue cuna de talentos y baluarte de democracia durante los nueve años que se mantuvo activa. Entre los 88 académicos graduados de ésta, cabe mencionar a Li Zhengdao y Yang Zhenning, ambos, ganadores de sendos Premios Nobel. La guerra antijaponesa convirtió a Kunming en una ciudad legendaria, halo mágico que también hizo de un norteamericano común y corriente un personaje de leyenda.

En mayo de 1937, Claire Chenault, de 47 años de edad y capitán jubilado del ejército estadounidense, llegó a Shanghai tras cruzar el océano en barco. Venía invitado por la primera dama Soong Mei Ling (Sra. Chiang Kaishek) para entrenar a pilotos chinos. En un principio se proponía permanecer tres meses en China. Sin embargo, un año después, llegaba a Kunming para establecer una academia de aviación en la que enseñaría los métodos al uso en su país. Para completar el claustro enroló a unos 200 soldados voluntarios de Estados Unidos. Su esposa Anna C. Chenault (Chen Xiangmei) recordaba que, aunque entonces no había guerra entre Estados Unidos y Japón, los pasaportes de los 200 soldados los identificaban como músicos, estudiantes, empleados bancarios, etc.”

En 1941, el presidente Roosevelt promovió en el congreso la aprobación de una propuesta para proveer de aviones a China y autorizar a los pilotos del ejército y la fuerza naval estadounidenses a participar en los cuerpos de voluntarios en China (Brigada de aviadores voluntarios norteamericanos de la Fuerza Aérea de China). En julio, llegó a China el primer grupo, formado por 110 pilotos y 150 mecánicos y médicos, después de hacer múltiples escalas en el camino. Los pilotos, con viejos aviones y enfrentando a veces escasez de combustible, vencieron a los rivales japoneses, mejor equipados. Los voluntarios se encargaban de transportar material de guerra, proteger las carreteras y combatir a japoneses en el aire, empeños en los que se anotaron una victoria tras otra, para satisfacción de los chinos, quienes llamaban a los aviones estadounidenses “tigres voladores.” De ahí la denominación que recibió el ejército voluntario como “equipo de tigres voladores”. Claire Chenault fue promovido a comandante de aviación de Estados Unidos en China, en la categoría de general de brigada.

En aquel entonces los japoneses controlaban los puertos y el sistema de transporte, con lo cual mantenían a China virtualmente aislada del exterior. Para transportar material, los aviones estadounidenses debían sobrepasar una elevación al sur de los Himalayas, cuya forma remedaba el lomo de un camello. Durante los tres años y tres meses, Claire Chenault y sus compañeros transportaron 800.000 toneladas de material militar para el ejército norteamericano en China.

Hasta el fin de la guerra de resistencia antijaponesa, el equipo de los tigres voladores dirigido por Chenault y la décimocuarta división aérea norteamericana destruyeron 2.600 aviones japoneses, a la vez que hundían y averiaban barcos enemigos con un total de más de 2,2 millones de toneladas y aniquilaban a unos 66.700 soldados japoneses. La proporción de bajas entre este equipo y los japoneses fue increíblemente de 1 por 80.

El primero de agosto de 1945, al regresar a Estados Unidos desde Chongqing, el automóvil donde viajaba Claire Chenault (propiedad de Chiang Kaishek) fue rodeado por la multitud, que lo hizo desviarse por las calles ondulantes durante horas hasta llegar a la plaza central, donde colgaban pancartas, banderas de seda y se exponían preciosos objetos de jade, así como pinturas tradicionales, obsequios todos de los chinos para el héroe extranjero. Alguien de la multitud le dijo:“Junto a Marco Polo, usted ha sido el extranjero que más ha ganado el corazón de los chinos.”En 1958, Chenault falleció en Estados Unidos, a los 67 años de edad. Soong Mei Ling, a quién el piloto siempre admiró, participó en su funeral, que tuvo lugar en el cementerio militar de Washington.

Yan´an: estrella roja sobre China

Localizada en el curso medio del Río Amarillo, en el noroeste de China, Yan´an está protegida por tres montañas y a su vera se entrecruzan dos ríos. Fue un lugar de importancia estratégica en la historia de China. Durante la guerra de resistencia contra Japón, fue cuartel general de la comandancia para la guerra antijaponesa. De 1935 a 1948 fue sede del Comité Central del Partido Comunista de China. En la década de los 30 del siglo XX quedó gravemente destruida. Edgar Snow, primer periodista occidental que hizo entrevistas en las zonas rojas de China, escribió: ciudad de regulares dimensiones y destruida por los bombardeos japoneses, Yan´an atrae como imán a miles de patriotas jóvenes, intelectuales y campesinos. En comparación con Chongqing, otro centro de lucha contra la agresión, Yan'an cuenta con un aire más limpio y más fresco.

En sus crónicas Snow reveló la flexibilidad de carácter de los yananeses, y la multiplicidad de formas con que lograban alejar la monotonía. Durante la guerra, el Partido Comunista de China fundó gran cantidad de bases en zonas pobres, otorgando mandatos a diversas fuerzas políticas, promoviendo de paso la producción local, disminuyendo impuestos y unificando a todos los sectores contra la invasión japonesa. Con gran visión, Mao Zedong consideraba que el Partido Comunista y el Kuomintang deberían formar un frente unificado antijaponés y predijo que la guerra antijaponesa sería una guerra duradera para toda la nación, y que a la larga China obtendría la victoria.

Según los reportajes de Edgar Snow, cada soldado tenía una vieja manta, un uniforme y un gorro semirroto. Fueron ellos los que asestaron los golpes más demoledores al enemigo japonés, constituyéndose en firme pilar de la guerra antijaponesa. En agosto de 1940, el Octavo Ejército del Partido Comunista lanzó ataques masivos en las principales carreteras de transporte y fortalezas dominados por japoneses en el norte de China. La campaña, emprendida por 100 regimientos comunistas, duró tres meses y medio y forzó la retirada de las tropas japonesas de Shanxi septentrional. Durante la campaña los ejércitos regulares y milicianos locales lucharon en 1.800 grandes y pequeñas batallas, en las cuales aniquilaron a 25.000 enemigos y capturaron a otros 18.000. Esta fue la mayor campaña dirigida por el Partido Comunista detrás de las líneas japonesas. Snow consideraba que los soldados chinos estaban dotados de inagotable energía y eran la esperanza de la nación china.


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