Aldea con memoria de elefante

Por YUAN PEIDE

Transcurridos 1.700 años de la muerte de Zhuge Liang (181-234), los descendientes de este destacado estratega chino mantienen vivo su recuerdo conservando su apellido, que además denomina a la aldea donde decidieron asentarse, en la sureña provincia de Zhejiang.

CUENTAN que, tras abandonar la provincia de Shandong, donde surgió su linaje, los descendientes de Zhuge Liang fueron a dar a una hermosa localidad de Zhejiang, en el sur, en la cual encontraron las condiciones ideales para prosperar. La decisión no tuvo nada de caprichosa. Para mudarse, uno de los miembros del clan, llamado Zhuge Dashi, aplicó todos sus conocimientos en materia de Fengshui y Ba Gua (Ocho Diagramas). Después de muchos recorridos e investigaciones, se decidió por un sitio enclavado entre colinas y rodeado de serenidad y hermosura. Más tarde, valiéndose de la teoría de Ba Gua, que, dicho sea de paso, había heredado de su antepasado Zhuge Liang, diseñó la distribución de viviendas y la colocación de defensas armadas en el mismo alrededor de 1340.

En la actualidad, la localidad dispone de 18 salones, 18 pozos y 18 calles principales, que apenas han cambiado su fisonomía en 600 años. Las casas antiguas pero bien conservadas, datan en su mayor parte de las dinastías Ming y Qing (1368-1911). Entre los inmuebles se incluye el Salón de la Gran Justicia, rebautizada hoy como Casa Conmemorativa de Zhuge Liang. Se encuentra allí también el Templo del Primer Zhuge. En atención a la historia que atesora, los arqueólogos lo consideran "re-liquia viva" desde 1996.
En este poblado, cerca del 80% de sus 5.000 habitantes, distribuidos en 1.200 familias, pertenecen al clan Zhuge. En 1993, se registraron 16 mil descendientes de Zhuge Liang en todo el país. Cerca de una cuarta parte vive en esta aldea.

Las disposiciones de las arquitecturas y calles de la aldea Zhuge se corresponden en detalles con los Ocho Diagramas. La configuración un tanto cóncava del terreno ha determinado el despliegue ra-diado de sus casas alrededor de un estanque, repartidas en ocho calles en bloques. En las afueras, hay ocho colinas que forman una barrera natural alrededor de la aldea. Las singulares condiciones naturales se suman al estupendo diseño humano para conformar un gráfico perfecto de los Ocho Diagramas. Sin la guía de un lugareño, o un profesional, el forastero de seguro se perderá entre los complicados laberintos. Dicen que una vez un ladrón tuvo la mala suerte de entrar al poblado, pero no pudo salir. Quedó atrapado.

En el poblado de Zhuge, el buen estado de las arquitecturas antiguas y otras reliquias causan el asombro de los expertos. Es casi un milagro que en 700 años, durante los cuales China pasó por tres dinastías y un sinnúmero de turbulencias, desastres naturales y desórdenes sociales, esas constru-cciones quedaran incólumes. En 1925, las tropas de dos caudillos locales combatieron en las inme-diaciones, pero ni una sola bomba o bala cayó en la aldea. Durante la Segunda Guerra Mundial, unidades del ejército japonés pasaron por la zona sin siquiera reparar en la presencia de ella. La única pérdida hasta el presente fue una casa destruida por una bomba que lanzó la aviación nipona.
Buen funcionario o médico

La aldea mantiene dos conme-moraciones, de acuerdo con el ca-lendario chino, de especial trascendencia: el 14 del cuarto mes, día del nacimiento de Zhuge Liang, y el 28 del octavo mes, día de su muerte. Para la ocasión, además de solemnes ceremonias, tienen lugar animadas ferias y espectáculos de ópera tradicional al aire libre.

Los visitantes suelen recibir un trato muy cordial y lleno de con-fianza. No es raro charlar libremente con los habientes en sus patios lle-nos de flores, donde muchos crían renos o abejas.

"Ser buen funcionario o buen médico" es el consejo de Zhuge Liang que ha pervivido por espacio de generaciones. No en balde abundan los mismos en la aldea, donde es común ver a comerciantes en hierbas medicinales. Personas nacidas allí administran hoy 200 farmacias de medicina tradicional china en todo el país. Una vez enriquecidos en otros lugares, los exitosos empresarios, regresan con las ganancias a su pueblo natal para dedicarlas a embellecer sus hogares. Es una tradición local competir por decorar las casas. Hay quienes han gastado una fortuna trayendo desde lejos ladrillos exquisitamente tallados.

Los medicamentos herbarios elaborados por las familias Zhuge gozan de alta fama por su calidad. En el poblado hay 17 familias dedicadas por largo tiempo a este sector, que su antecesor se encargó de desarro-llar, como bien ha quedado recogido en los museos de la localidad.

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