Percepción latina de la danza callejera china

Por ANGEL LA ROSA MILANO*

LAS actividades recreativas proporcionan a los individuos el descanso físico y mental tan necesario para compensar la exigencia del trabajo y demás responsabilidades cotidianas; para lograr el equilibrio vital. Y, son, además, hechos culturales que revelan información valiosa sobre la personalidad de las gentes y de los pueblos que las cultivan.

En mi condición de extranjero en China (venezolano y, por tanto, latino-caribeño), me he sentido atraído, entre otros aspectos de la cultura china, por algunas de sus formas de esparcimiento colectivo. Y aunque la intención de este modesto artículo no es entrar en profundidades antro-pológicas, si me permitiré sugerir que las actividades recreativas grupales del pueblo chino están impregnadas, como es de suponerse, de algunos de los sistemas de creencias y valores de la cultura china, como el taoísmo y el confucionismo, entre otros.

Una de las manifestaciones lúdicas colectivas del pueblo chino que más cautiva mis sentidos son, definitivamente, sus "bailes de calle", materialización de la musicalidad ostentada por la cultura china. Esas danzas callejeras, generalmente ejecutadas por personas de la tercera edad en parques, plazas, calles, estacionamientos, terrenos baldíos y en casi cualquier espacio disponible de las urbes y poblados chinos, son viva expresión de una herencia musical milenaria.

Yo mismo pertenezco a una cultura marcadamente musical. Bailar es parte esencial de mi vida; lo hago desde que tengo uso de razón, o ¡tal vez desde mucho antes! En el Caribe, de donde vengo, "los bebés bailan antes de caminar". Tal vez de ahí surja mi natural afinidad con la musicalidad intrínseca de la cultura china, reflejada en sus bailes de calle, así como en incontables géneros bailables tradicionales con una edad de siglos y hasta de milenios. Esa musicalidad está presente también en bailes más contemporáneos como el baile chino de "tres pasos", y en el gran interés de la dinámica sociedad china actual por los bailes populares extranjeros.

Mi atracción por las danzas callejeras chinas tiene otra justificación. Mi abuelo paterno - su alma fiestera descanse en paz - promotor del folklore de mi país y animador de las fiestas carnestolendas de su ciudad natal en la costa nororiental de Venezuela, me legó su herencia de cariño por las comparsas de carnaval venezolanas, las cuales guardan gran similitud con las danzas de calle chinas.

Sin duda, esas danzas de calle me han proporcionado algunas de las experiencias más gratificantes en estos tres años en China. Son muchas las veces que he sido sorprendido por los bailadores callejeros de numerosas comunidades de Beijing y otras ciudades del país, que en su mayoría son jóvenes eternos de la tercera edad, que se entregan con pasión al ritual de la danza co-lectiva.

La filosofía "mente sana en cuerpo sano" está muy difundida en este país asiático. Esto yo ya lo había percibido muchos años atrás, en los clásicos de kung fu del celuloide chino y, posteriormente, en el año 1990, cuando visité China por pri-mera vez y quedé fascinado con la imagen de los chinos, especialmente los ancianos, practicando "tai chi" por doquier. Actualmente, lo percibo cuando los veo ejercitándose, ma-yormente en grupo, en los parques acondicionados con aparatos de ejercicios, y también cuando disfruto los pintorescos bailes de calle. Y es que los bailadores se entregan a su pasatiempo predilecto con el misticismo y la disciplina propios de las artes marciales y los ejercicios físicos.

Los bailes colectivos, al igual que otras actividades de índole social, deportiva, educativa y cultural practicadas en grupo, fomentan la unidad y la integración en las comunidades donde se realizan, incluyendo aspectos técnicos como la coordinación coreográfica, y aspectos humanos como la camaradería y el trabajo en equipo.
La globalización y la acelerada modernización de la sociedad china plantean serios desafíos a la permanencia de las tradiciones culturales. Los gigantescos edificios que pululan a diario en las grandes metrópolis chinas son símbolo de una modernidad inexorable, y los bailes de calle chinos - realizados en medio de esos rascacielos - simbolizan una tradición que se niega a morir, defendida por los bailadores callejeros, quijotes de la cultura china.

Las danzas de calle son componente esencial de la identidad cultural china. En ellas descubro la armonía taoísta y el espíritu unificador del confusionismo. Y aunque enfrentadas al desafío impuesto por la globalización y la modernización, siguen vibrando al ritmo de su milenaria herencia musical.

Cuando veo a los bailadores de calle chinos en su hermosa fiesta de danza, al son de tambores y plati-llos, entro en una dimensión mágica donde no existe el espacio-tiempo; donde se entrecruzan mi cultura y la cultura china. En ese instante descubro que a pesar de las distancias, tenemos mucho en común. Más aún, percibo una relación estrecha entre algunas tradiciones culturales de nuestros respectivos pueblos y su vocación pacífica. Y hora, más que nunca, es imperioso que todos los pueblos de buena voluntad se reúnan en las calles del mundo a bailar en una sola danza de paz.

*Master en Política Internacional, Universidad de Beijing Traductor Inglés-Español, CCTV

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