Tibet: mito y realidad

 

 
   

En septiembre del 2005 se cumple el 40° aniversario de la fundación de la región autónoma del Tibet. En consideración a la efeméride, nuestra revista publica una serie de reportajes sobre esta región y su pueblo.–La Red.

PARA chinos residentes en el interior del país y extranjeros por igual, el Tíbet constituye un crisol donde se funden una naturaleza y una cultura de fascinante unicidad. Como bien ha señalado Jambyang Norbu, un erudito tibetano residente en el extranjero, cada ser humano que conoce algo de esta tierra de maravillas, crea en su imaginación su propio Tíbet, convirtiéndole en un “Shangri-La” donde medio ambiente, creación artística y fe religiosa forman una inefable trinidad.

Pero aunque el llamado “Techo del mundo” está sobre las nubes, sigue siendo cuna de mortales, de los que se cuentan ya unos 2,74 millones de habitantes, 92 por ciento de ellos tibetanos, repartidos sobre 1,2 millones de km2. Eso a rasgos generales.

El Tíbet ha sido parte del territorio chino desde el siglo XIII, bajo jurisdicción de la administración central. A través de la historia, todos los gobiernos del país han concedido a dicha zona una mayor autonomía con respecto a otras partes de China, tomando en cuenta sus particularidades geográficas y culturales. Desde su fundación en 1949, la República Popular China ha mantenido los principios tradicionales de administrar una nación unida de etnias múltiples, en concordancia con lo cual estableció en 1965 la región autónoma del Tíbet.

Dicho territorio tiene una economía natural relativamente cerrada. Con la Dinastía Yuan (1271-1368), la administración central comenzó a otorgar generosos apoyos financieros a la región, en forma de subvenciones y regalos. La inversión del Gobierno de la República Popular China ha excedido el de cualquier gobierno previo. A saber, desde 1965, se han otorgado 87.586 millones de yuanes, 94,9 por ciento de los cuales ha procedido de las arcas centrales del Estado. Gracias a esta ayuda, el Tíbet ha conseguido un desarrollo bastante rápido, y bajo el influjo de tales apoyos su economía natural de marcado tinte latifundista está transitando hacia una economía de mercado.

A estos efectos y desde 1980, el Gobierno Central ha celebrado cuatro foros del trabajo en el Tíbet, con el fin de estimular su economía. De 1984 a 1994, la región ha contando con el apoyo central y de nueve provincias y municipios para establecer 43 proyectos, con una inversión total de 480 millones de yuanes. De 1994 a 2001, se emprendieron otros 62 proyectos de inversión, por valor de 4.860 millones de yuanes. Durante este período, 15 provincias, ministerios y comisiones que mantenían relaciones de cooperación con el Tíbet, le transfirieron 716 proyectos de asistencia por más de 3.160 millones de yuanes. Entre 2001 y 2005, el gobierno central subvencionó planes en Tíbet por 37.900 millones de yuanes e invirtió 312 millones de yuanes en 117 proyectos. Además, otras zonas del país emprendieron 71 proyectos por 1.062 billones de yuanes.

El año 2000 señala un hito en la historia tibetana reciente. Es a partir de entonces que el pueblo tibetano comienza a librarse de la pobreza y a disponer de suficiente alimento y vestimenta. Entusiasmado con las positivas perspectivas que hoy se avizoran, Qamba Puncog, presidente de la región autónoma, pronostica que el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de este año sobrepasará los mil dólares, o sea 8.270 yuanes. Hace 40 años, el PIB era de 241 yuanes.

Háblese de religión tibetana y el escucha se siente arrobado por el encanto que la práctica de la fe entraña en el Techo del Mundo. En otras épocas, empero, la religión servía al poder teocrático que determinaba el rumbo político de la región, creando una cierta armonía, sí, pero también conflictos y separatismo, como bien señala el estudioso estadounidense Melvyn C. Goldstein, en su obra A History of Modern Tíbet, 1913-1951: The Demise of the Lamaist State. Dicha situación trajo aparejados todo tipo de desastres para el Tíbet en el siglo XX. Donggar Lobsang Chinlair (1927-1997), un Buda Viviente y conocido erudito, manifestó que dicho régimen teocrático, que integraba el Lamaísmo y el Estado, “era como llama de lámpara tratando de arder cuando se acaba el aceite”.

Con su política de libertad de credo, el Gobierno chino ha hecho volver el sentido verdadero de la creencia tibetana. Después de realizar estudios de campo en el Tibet, Goldstein y su equipo de colaboradores señalaron: “El Tíbet no sólo ha sido escenario de notables progresos en la economía, sino que también ha visto un renacimiento cultural y religioso. Hoy los tibetanos gozan de libertad de religión, pueden celebrar sus ritos en sus tiendas, visitar templos e invitar a los lamas y Budas Vivientes a su residencia para recibir la prédica budista o la bendición de los monjes”. Nada de esto sería posible sin la subvención financiera del Gobierno. En los últimos 40 años, el gobierno ha dedicado 300 millones de yuanes para mantener y reabrir más de 1.400 templos. De las arcas estatales salen caca año de cuatro a cinco millones de yuanes para proteger las antigüedades del Tibet. De 1989 a 1994, el Gobierno Central dedicó 55 millones de yuanes y una gran cantidad de oro y plata a mantener el Palacio de Potala, al cual se considera “milagro en la historia de la protección de las construcciones antiguas”. Desde el 2001, se han otorgado 330 millones de yuanes a la protección de la segunda etapa del Palacio de Potala y el mantenimiento del Palacio Norbulingka y el Monasterio de Sakya. Se ha mantenido asimismo el sistema de reencarnación del Buda Viviente, una tradición del Budismo Tibetano. Más de 30 Budas Vivientes han reencarnado en los pasados 40 años.

Según Sutra, la percepción en Budismo queda sujeta a tres fases: la primera le permitirá ver las montañas y las aguas tales y como son; la segunda, hará que dichas vistas se adapten al estado emocional del individuo; y la última fase permitirá al espectador una contemplación especial de los picos y las fuentes sólo si se es dueño de un corazón en paz con el alma del individuo. Esta teoría vale también para conocer esta tierra maravillosa, que pide a gritos que la asuman con un corazón limpio y libre de prejuicios.

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