Pasión canina de Wang Bing y Bang Bang

Por GUO HONGYUAN

 

En la calle de Beijing de hoy día no es difícil encontrar tiendas especializdas para mascotas

 

“Antes consideraba una tontería mayúscula el que alguien tratara a un animal de compañía como si fuera un hijo, pero ahora trato a mi perro en esos términos, sin importarme lo que digan los demás,” así habla Wang Bing, dueña de un perro de cinco años, al insistir en que su familia se compone de tres miembros: su esposo, ella y su perro Bang Bang. “Cuando lo trajeron a mi casa, recuerda enternecida, Bang Bang apenas tenía un mes de nacido y era más pequeño que el puño de mi esposo.” Ese día Wan Bing conoció el amor a primer ladrido.

Muchos chinos experimentaron un flechazo similar en los años 90 del pasado siglo, cuando numerosas familias urbanas comenzaron a abrir sus puertas y corazones a todo tipo de mascotas, con especial interés en los perros. Hoy por hoy, éstos ostentan el cetro como reyes absolutos entre las mascotas citadinas. Tan considerable y repentino fue el flujo de animalitos caseros –sobre todo de chuchos- que en 1995, la Administración de Seguridad Pública de Beijing trató de ordenar un tanto la casa, poniendo por el cielo las tarifas para otorgar licencias de cría de perros en zonas urbanas.

Los desembolsos llegaron hasta cinco mil yuanes en el primer año, -equivalente a más de 600 dólares, para cubrir el registro de identidad del perro y gastos de vacunación-, suma que se reducía a la mitad en años subsiguientes. Aunque el ingreso familiar de Wang Bing y su esposo es de poco más de 3 mil yuanes al mes -el salario de cada uno es inferior a la paga promedio de la ciudad, que ya se acerca a los 2.300 yuanes mensuales-, los dos no dudaron un minuto en pagar los cinco mil yuanes para legalizar la presencia de su mascota. “No quiero que mi perro sea un indocumentado, expuesto a que la patrulla policial se lo lleve en cualquier momento”, enfatiza la dueña de Bang Bang.

Según la Administración de Seguridad Pública de Beijing, hasta fines de 2003, el 10 por ciento de los beijineses estaban criando perros. Dichas familias, en su mayor parte, son de ingresos medios o bajos, e incluyen a los desempleados y los adultos de la tercera edad sin compañía. Para muchos dueños, las mascotas constituyen un ser en el cual depositan el cariño, y hasta el amor, que no han recibido de sus prójimos.

Una encuesta del Fondo Internacional de Bienestar Animal (FIBA) indica que el 98,5 por ciento de los dueños de perros, adquieren sus mascotas por razones sentimentales. Además, las personas de bajos ingresos –por debajo de 3.000 yuanes al mes - ocupan el 57 por ciento en la estadística.

En octubre de 2004, entró en vigor el nuevo Reglamento sobre la Cría de Perros de Beijing. La misma dispone un pago de mil yuanes (casi $125, una considerable reducción con respecto a 1995) para el otorgamiento de permiso, cifra que baja en un 50 por ciento a partir del segundo año. “El nuevo reglamento sirve para controlar y reducir la presencia de perros indocumentados, a la vez que contiene cláusulas más específicas y detalladas sobre la cría de perros,” afirma un comentarista de prensa.

Pero a la par que implica un apoyo emocional para tantas familias, la avalancha de mascotas trae aparejado como mal inevitable un sinnúmero de problemas ambientales y sociales. Con la cría de perros urbanos se multiplicaron las disputas entre vecinos, sobre todo los que viven con serios problemas de espacio vital en los llamados hutongs (callejones), y que de por sí ya se sentían tensos al tener que convivir tan apretados. Las lógicas molestias derivadas de la presencia animal en sitios como estos han derivado con frecuencia en riñas, muchas de las cuales terminaron en demandas ante los tribunales, o en llamadas constantes a la policía. En la primera mitad de 2003, la enfermedad contagiosa más perjudicial de China era la hidrofobia.

“La raíz de los problemas que causan los perros hay que ubicarla en los dueños, por falta de sentido de responsabilidad y de conocimiento sobre cómo educar a sus mascotas”, comenta un responsable de la Administración de Seguridad Pública. Para paliar la situación se ha puesto en marcha en los barrios capitalinos el proyecto “Dueños Responsables,” que promueve conferencias, foros y juntas de dueños. Con tal empeño se persigue que quienes posean perros dominen técnicas para educar a sus animales, lo cual determina en el mejor cuidado del ambiente público y la relación armoniosa entre vecinos.

Como complemento, la Administración de Seguridad Pública organiza cursillos gratuitos para el adiestramiento de los perros.

Otro lado oscuro del tema es el aumento notable en las cifras de perros y gatos callejeros. En el mercado negro, un cachorro sólo cuesta $5. La baja en los precios ha determinado que muchos dueños no lo piensen dos veces para deshacerse de sus mascotas cuando, por cualquier razón, deciden no seguir criándolos. “Tener mascotas implica muchas responsabilidades, por eso hay que considerar bien esta decisión,” dice Lu Di, directora de la Asociación Protectora de Animales Pequeños de China.

Hay otros que, sin embargo, sí parecen tomar muy a pecho la presencia en casa de un animalito de compañía. Wang Bing es una de ellas. Al respecto estima: “Los perros son el mejor reflejo de sus dueños. Nunca imaginé que cuidar de ellos requeriría de tanto tiempo y paciencia, pero no me arrepiento. Creo que, de algún modo, Bang Bang y yo estábamos predestinados a querernos. Por eso doy tanto valor al tiempo que pasamos juntos. Las alegrías que me ha deparado ya son parte inseparable de mi vida.”

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