¿La bolsa o la vida?

- jóvenes atrapados por la insalubridad laboral

Por LU RUCAI

  El fallecimiento de Chen Yifei (izquierda) reaviva las preocupaciones sobre el Síndrome de la Fatiga Crónica

Son pocos los que prestan atención al mantenimiento de la salud

CON el fallecimiento del famoso artista chino Chen Yifei, el 10 de abril de 2005, la sociedad china cobró nueva conciencia del fenómeno de la “muerte por exceso de trabajo”. El pintor y próspero empresario, residente en ese momento en Shanghai, tenía 59 años al morir de gastrorragia.

En enero, dos profesores de Tsinghua, una de las mejores universidades del país, murieron a la prematura edad de 36 y 46 años. Wang Junyao, director del grupo artístico que llevaba su nombre, sólo contaba con 38 años al perder la vida, en octubre del año pasado.

Detrás de todas estas muertes subyace un factor común: la fatiga inducida por una carga laboral insoportable, que a la larga pasa cuenta a la salud, y que resulta irreversible si, como ocurrió con los mencionados, no se procura una inmediata atención facultativa.

Lo ocurrido ha reavivado los debates en torno al denominado Síndrome de la Fatiga Crónica (SFC). Varias encuestas arrojan que los jóvenes y los adultos de edad mediana con frecuencia padecen de problemas de salud, y que sólo una pequeña proporción de ellos presta la atención adecuada al estado de su organismo.

Carga pesada

A sus 30 años, Zhang Liang funge como jefe de proyectos de una cibercompañía mediana. Durante el feriado de una semana del pasado 1° de mayo, no dejó de trabajar un solo día. A quienes se quedan en el puesto de trabajo, la compañía los compensa triplicándoles la paga habitual. Para Zhang, quedarse en la oficina significó dejar de descansar y ausentarse del lado de su novia. Pero no había nada que discutir: “Acabo de comprar una nueva casa y pago mensualmente 3.000 yuanes por el crédito bancario. Por si fuera poco, la nueva casa está lejos de mi compañía, por lo que ya necesito también un coche. No hay otra opción que hacer horas extras”. Zhang gana 7.000 yuanes al mes, un salario alto para la media china, pero también vive bajo una intensa presión. Sus amigos cercanos, según cuenta, pasan por una situación similar. Hoy todo cuesta, ya sea la casa, el matrimonio, el coche, la crianza de los hijos. Sobre todo para los jóvenes recién empleados quienes, dada sus limitaciones financieras, deben echar el bofe para poseer lo que necesitan. Así las cosas, para Zhang ya es costumbre hacer horas extras. Y no le basta. Ahora anda detrás de un trabajo a media jornada.

Lo que sucede a Zhang y sus amigos no es nada inusual en estos días. Según un estudio reciente del Centro de Investigaciones Sociales del Diario de la Juventud de China, el 66,5por ciento de los jóvenes del país siente una presión muy grande, el 3,7 por ciento siente poca presión, y sólo 0,3 por ciento no siente ninguna.

“Creo que he envejecido mucho en los últimos años, y ya me es difícil controlar las emociones,” afirma Zhang Liang, que se siente incómodo por lo exaltado de su ritmo de vida. Las quejas de su novia sobre el deterioro de su temperamento le compulsaron a ver a un médico. La conclusión del galeno le puso sobre ascuas: su cuerpo estaba sometido a una carga demasiado intensa; o reajustaba su ritmo laboral y de vida o enfermaría sin remedio. El Síndrome de la Fatiga Crónica le estaba acechando.

A principios de 2005, 3.206 personas se examinaron en el Centro de Salud del Hospital de Medicina Tradicional China (MTC). De ese total, 67,3 por ciento sufría del síndrome. Entre ellos, 62 por ciento son hombres y 38 por ciento mujeres. La mayoría oscila entre 25 a 35 años y 35 a 45 años, respectivamente.

Una interrogante: ¿Por qué el hombre sufre más presión que la mujer?

Por tradición, los hombres chinos han cargado con más responsabilidades sociales y familiares que las féminas. La cultura china estima que en el diapasón de responsabilidades del hombre debe caber cualquiera cosa, desde su propia moralidad y la armonía familiar, hasta la paz de su país y de todo el mundo. Otra razón reside en las diferentes formas en que se aborda la presión, según se trate de un paciente femenino o masculino. La cultura tradicional exige que “los varones no hagan evidentes sus sentimientos, ni muestren emoción en el rostro, ya sea de alegría o ira”. Por eso, cuando tienen preocupaciones, optan por tragárselas y no confiar en nadie más que en sí mismos. Como contraste, las mujeres son más abiertas en sus emociones, pueden hablar de sus problemas con sus padres, amigos, o recurren a las lágrimas como fuente de alivio.

Dinero primero, y después la vida

Yang Zhaoxu es profesor del Centro de Salud Ciji de Beijing. A su modo de ver, la mayoría de los chinos descuida la importancia del estado del cuerpo. Hay una minoría que sí repara en este detalle y cuenta con ciertos conocimientos al respecto, aunque por limitaciones en el tiempo disponible tampoco ha avanzado mucho. Este último grupo suele estar formado por intelectuales o los de cuello blanco.

En abril de 2005, el Centro de Investigaciones Sociales del Diario de la Juventud de China y la Compañía Limitada de Inteligencia de la Televisión Central (CCTV) emprendieron una investigación conjunta con 1.218 personas, de las cuales el 34,4 por ciento trabaja menos de 8 horas diarias; el restante 65,6 por ciento trabaja más de 8 horas, y de ellas 20 por ciento sobrepasa las 10 horas. ¿Por qué tanto esfuerzo? La investigación muestra que el 82 por ciento trabajará más de 15 horas si el salario es suficiente. Esto ocurre sobre todo en el grupo de 20 a 40 años. El 75,1 por ciento entiende que una persona puede morir por SFC, mientras que 18 por ciento cree que esa tragedia se puede evitar. Este resultado es muy similar a lo que piensa Zhang Liang, quien objetaron franqueza: “Para qué salud si no tengo dinero?” Su actitud refleja el pensamiento de muchos jóvenes. Por su parte, las personas de edad mediana, que ya han cosechado éxitos en sus empeños, comprenden cuán reñida se ha tornado la competencia ahora que han entrado a la palestra los jóvenes, en una sociedad en acelerada transformación. Por consiguiente, se ven obligados a trabajar mucho y más para mantener su posición.

Los actuales cambios sociales vienen empujados en gran medida por el pensamiento de la más joven generación. Por espacio de cuatro años el Instituto de Psicología de la Academia de Ciencias de China estudió a 10.000 personas de diversas procedencias sociales y edades, a quienes interrogó sobre tensiones y problemas psicológicos en el período de transformación social. Según este estudio, los comprendidos en el grupo de 20 a 30 años sienten más presión. “Esto es muy normal,” dice Lu Shizhen, vicepresidente de la Universidad Juvenil de Ciencias Políticas de China, “Cuando un país está reajustando su estructura, los jóvenes siempre reciben las mayores influencias”. En el presente, el grueso de las prestaciones sociales va en beneficio de los mayores, como son las políticas para facilitar las compras de casas y el tratamiento médico.

En cuanto a los jóvenes, desde que se incorporan a la sociedad, deben encarar responsabilidades como trabajo, búsqueda de su media naranja, la casa, la crianza de los hijos y la participación en varias actividades sociales. Al mismo tiempo, tienen que resolver los problemas derivados de su falta de experiencia.

Bajo nivel de conciencia sobre salud

“Hace algún tiempo, la gente no compraba vivienda hasta que contaba con un depósito suficiente, pero, generalmente, para tener ese depósito, gastaba toda su vida trabajando. Por eso, cuando al fin conseguía la casa, apenas la disfrutaba un tiempo. En el presente se sigue manteniendo la misma actitud ante la salud. Cuando se está jóven, se persigue el dinero a expensas de la alud, y cuando llegue a viejo querrá comprar salud con dinero,” se lamenta el profesor Yang Zhaoxu.

Al preguntarse por qué los chinos no se someten con regularidad al examen físico, Yang Zhaoxu opina que existen al menos tres causas. Primero, hay una falta de conciencia general sobre la salud entre la populación. Para una población tan descomunal como la china, existen limitados hospitales. Hay contados centros especiales para el examen físico, los cuales, dicho sea de paso, no son bien aceptados en todas partes. La mayoría de sus clientes son los de cuello blanco, que aceptan lo nuevo con mayor ductilidad. Otro factor: los mayores y los de edad mediana están acostumbrados a la asistencia social para el cuidado de la salud. Por tanto, la estructura vigente tras la reforma del sistema médico los ha alejado de los centros asistenciales, y rara vez acuden a ellos, pues se niegan a pagar los costos. Súmese a ello que muchos jóvenes confían demasiado en su estado físico, ignorantes de que la insalubridad cotidiana se traducirá a la larga en algún mal grave. La III Investigación Estatal de Servicios Médicos muestra que sólo el 14,8 por ciento de los mayores de 15 años realiza ejercicios físicos en su tiempo libre.

Otra carga adicional para la juventud es la psicológica. Los chinos suelen prestar menos atención al estado psicólogo que al físico. Una investigación realizada por del Diario de la Juventud de China muestra que de 1.129 personas, el 43,1 por ciento encara las presiones escuchando música, el 40,4 por ciento charlando con sus familiares y amigos, el 27,3 por ciento escribiendo un diario, y el 31,2 por ciento simplemente soportará la presión a pelo. En cuanto a la consulta psicológica, todavía no es aceptada en todas partes.

Vacaciones obligatorias

Los funcionarios públicos que trabajan en departamentos gubernamentales de diferentes niveles tampoco disfrutan de buena salud. Según un informe del Centro de Salud y Seguro Social de la provincia de Henan, en 2003 y 2004, 15.000 funcionarios públicos se sometieron a reconocimiento en el centro. De ellos, 32 por ciento padece de problemas cervicales y lumbares, y 18 por ciento de hígado grasiento. En Beijing, más de 40 por ciento de los funcionarios sufre de sobrepeso; en la ciudad de Nanjing, provincia de Jiangsu, el porcentaje de funcionarios con padecimientos llega al 40 por ciento; y en la ciudad Wenzhou, provincia de Zhejiang, 70 por ciento de sus 30 mil funcionarios se encuentran en un estado insalubre.

Al conocer los resultados del informe sobre la salud de los funcionarios públicos, Li Chengyu, director de la provincia de Henan, enfatizó la necesidad de aplicar a escala regional el sistema de vacaciones sanitarias para los funcionarios públicos. Más tarde, un decreto emitido por el gobierno provincial, se exigió que a partir de 2005 los directores de diferentes niveles den el ejemplo tomando vacaciones, a la vez que promueven el hábito entre sus subordinados. En la ciudad de Suzhou, provincia de Jiangsu, junto al sueldo habitual se proporciona un subsidio especial a los funcionarios públicos de vacaciones. A fin de año, los funcionarios que no hayan estado de vacaciones no tendrán acceso al subsidio y deberán abstenerse de ser candidatos a funcionarios de modelos. Es la primera vez que en China se vincula el descanso vacacional con la calificación de los funcionarios públicos.

Según las estadísticas, sólo 20 por ciento de las personas que tienen acceso a vacaciones retribuidas las disfrutan en realidad. Por ejemplo, entre los trabajadores de la prensa de Shanghai, sólo 6,9 por ciento toma todos los días de descanso, según la ley del país; 21,2 por ciento lo hace de manera parcial y 64 por ciento se abstiene por completo del descanso. Aunque hay quienes están en desacuerdo con el sistema de vacaciones obligatorias para los funcionarios públicos, crece el número de adeptos a otorgar prioridad al cuidado físico de la persona. Al fin y al cabo, nadie es eterno.

n