Dingxi, de Calvario a tierra de promisión


Por YU JIE

Otrora tierra devastada, mísera y declarada inhabitable por la FAO, la localidad de Dingxi, ubicada en la norteña provincia de Gansu, se empina hoy sobre sus resecas raíces en un esfuerzo sobrehumano por protagonizar un milagro ecológico.

AL menos ese es el talante que reina en este terruño engastado en el curso superior del río Amarillo desde 1983. Ese año, el gobierno central lo incluyó entre los siete territorios clave del país para la conservación del agua. Y es que la presencia o ausencia del preciado líquido determinará que el futuro de Dingxi sea el de un desierto inhóspito o, con suerte, el de una región incorporada al carro del desarrollo nacional. Ni más ni menos.

Parcelas escalonadas de Maying

En los últimos 30 años, arrinconado por la áspera meseta de Loess, Dingxi registra una precipitación anual promedia del orden de los 386,6 mm, lo que queda muy por debajo de los 1673,8 mm de la evaporación anual promedia en la región en los últimos 17 años. Agréguese a ello que de sus fuentes naturales brota un agua salobre y alcalina, inservible por igual para el consumo humano y la agricultura. Todo esto en medio de un paisaje donde la vegetación ha brillado por su ausencia durante siglos. Por consiguiente, y en plena carrera por ganar la batalla a la ingrata naturaleza, los agricultores protagonizaban un constante círculo vicioso al aplicar los métodos más primitivos de siembra. De tal modo se garantizaba el constante deterioro del medio ambiente. Con tales premisas, a nadie extraña el ambiente paupérrimo que por mucho tiempo matizó los días de los lugareños de esta zona, donde coinciden siete distritos, con una extensión total de 20.300 km² y cerca de 2,96 millones de habitantes.

Cuentan que al fallecido primer ministro de China, Zhou Enlai, se le saltaron las lágrimas no más poner pie allí. No en balde el actual celo de las autoridades por designar a Dingxi como punto de partida para su campaña nacional de apoyo a las zonas más empobrecidas de China.

Pugna por acabar con el círculo vicioso

Ganado de Nanshan

Transcurridos 22 años de la puesta en práctica del plan estatal, ya hay frutos. Durante la sesión anual de este año para analizar la labor del gobierno en la Asamblea Popular Nacional, en marzo pasado, la delegación de Gansu informó al primer ministro Wen Jiabao que en 2004 Dingxi había logrado un nuevo récord en la producción de cereales, y que gracias al aumento en los ingresos de los campesinos locales, casi todas las familias rurales podían ahora instalar un televisor en sus hogares.

Quien haya conocido el pasado reciente de Dingxi, no puede menos que maravillarse: ¿Cómo se logró esta mejoría en lo que una vez fue el calvario de China?

Papas con valor de joyas

Antiguo paso de la urbe Dingxi

A ambos lados de la autopista que conduce a Dingxi se extienden campos de papas, hierbas medicinales, alfalfa y otros cultivos económicos. Este verdor inusitado ha ido sustituyendo gradualmente la aridez de antaño.

Pero más sorprendente aún es el paisaje urbano: los modernos puentes a desnivel, las hermosas plazas públicas, las amplias avenidas y las tiendas abarrotadas de mercancías. De un extremo a otro de la calle cuelga un cartel rojo donde se lee: “Pueblo de las papas de China”.

Basta mencionar el nombre del tubérculo para que a Liu Yongcheng, campesino del poblado de Lujiagou, la boca se le distienda en una sonrisa de oreja a oreja. El año pasado sus sembradíos de papas le rindieron casi 6.000 yuanes de ingresos. En el pasado, los agricultores sólo cultivaban las papas para alimentar a sus familias. Hoy, sin embargo, dicho cultivo ha devenido sumamente lucrativo, al punto que entre la población local se le equipara a lingotes de oro. Las papas de Dingxi se han traducido en flamantes casas para los labriegos, quienes además disponen de variados aparatos electrodomésticos y hasta minúsculos automóviles para el campo.

Actualmente Dingxi puede elaborar 300.000 toneladas de almidón de papa al año. La Compañía Tierra Dorada ha importado tecnología de Holanda para establecer una línea de producción de papas fritas. Según el gerente de la compañía, sus productos se venden incluso en Beijing, Wuhan, Chongqing y otras provincias vecinas. Para el futuro se proponen convertirse en proveedores de las cadenas de comida rápida Kentucky Fried Chicken (KFC) y Mc Donald’s. Por ahora ya hay clientes en Shanghai, Wuhan y Chongqing.

Dingxi dedica tres millones de mu (= 0,0667 ha.) de tierra a las papas, ocupando el primer lugar en la provincia de Gansu, como una de las tres bases más importantes de China. Numerosos expertos chinos y extranjeros coinciden en que Dingxi cuenta con condiciones ideales para este cultivo.

Más sembrados lucrativos

Pagoda Wenfeng

El cultivo de papas y hierbas medicinales ocupa el 60 por ciento de toda la tierra sembrada de Dingxi. En 1.200 mil mu se cultivan más de 300 especies de hierbas medicinales, que rinden una cosecha de de 150 mil toneladas, o 10 por ciento del total nacional. La producción de la angélica china, por citar un caso, acapara aquí el 70 por ciento nacional y el 90 por ciento provincial; en cuanto a la producción de dangsheng (Codonopsis pilusulao), Dingxi ostenta el 40 por ciento del total doméstico y el 70 por ciento del total provincial.

Dingxi es hoy por hoy el mayor centro de distribución de hierbas medicinales en el noroeste de China, con un 20 por ciento del mercado nacional. Pero también cultiva flores, verduras, cereales y fomenta la cría de ganado y aves de corral. Hasta el presente registra 10,7 millones de cabezas de ganado y de aves de corral y se ha constituido en productor importante de carne en la provincia de Gansu. Se ha otorgado asimismo notable impulso a la cría natural de pollos en la montaña de Guangnanshan, por cuyas faldas deambulan unos 4,8 millones de ejemplares.

Finalmente, en lugar de usar la tierra indiscriminadamente como en el pasado, para obtener más granos y leña, los campesinos de Dingxi han adoptado un modo de producción y una forma de vida que armonizan con la naturaleza. Para ello excavan hoyos de metano, utilizan la energía solar y se decantan por prácticas agrícolas más intensivas. ¿El resultado? El medio ambiente se ha restaurado gradualmente en poco tiempo. Los bosques y las áreas verdes comienzan a pespuntear el paisaje.

Trenes especiales a Xinjiang

Wu Guanzheng (izquierda sentado), miembro permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China y Secretario de la Comisión Central de Control Disciplinario, en inspección laboral en Dingxi

Como en muchas otras zonas rurales de China, en Dingxi sobra la mano de obra, por lo que la emigración ha sido parte inseparable del paisaje local. La gente se iba a recoger algodón en la cercana provincia de Xinjiang aunque, como bien reconocen algunos, no había garantía de que les pagaran un salario justo después de romperse las espaldas durante toda una temporada.

Pero antes de la cosecha de 2002, el gobierno local de Dingxi estableció contacto con su contraparte de Xinjiang, para negociar las condiciones laborales de sus trabajadores. Después organizaron a 60.000 campesinos y los enviaron en 17 trenes especiales a Xinjiang, encabezados por varios funcionarios. Zhang Shuanghuan, uno de los campesinos que a menudo marchaba a esa provincia, afirma: "Antes, el mayor dolor de cabeza era conseguir el boleto de tren y protegerse de que en el viaje no le robaran a uno el dinero ganado. El actual tren especial es seguro y rápido. Además, cada uno de nosotros cuenta con seguros de accidentes."

En el primer semestre de 2005, Dingxi capacitó a 71.000 trabajadores urbanos y rurales, y exportó 434.000 jornaleros, quienes produjeron 620 millones de yuanes de ingreso. "Manejamos la exportación de trabajadores como una industria" dice Shi Jing, secretaria del comité municipal del Partido Comunista en Dingxi. Con el tiempo, se ha transitado del envío de trabajadores sin alto nivel de adiestramiento al de técnicos y obreros capacitados, aplicando por otra parte mecanismos más organizados. Además de Xinjiang, Dingxi ha establecido relaciones laborales con las zonas industriales de Beijing, Zhejiang y Guangdong.

No hay cambio sin renovación mental

Todos estos logros serían apenas un sueño sin el cambio radical que se ha operado en los métodos de dirección. Durante largo tiempo fracasaron una tras otra las iniciativas para mejorar las condiciones de vida. Se llegó incluso a la pesimista conclusión de que Dinxgi no tenía remedio. Hoy se puede echar la vista atrás y exclamar que valió la pena el esfuerzo. La miseria de siglos ha comenzado a retroceder.

"Donde hay voluntad, mueren las dificultades, no importa cuán pobre sea el área" sentencia la secretaria del partido Shi Jing. La gente de Dingxi trabajó incansablemente por más de una década para sacarse de encima la empecinada rémora de la pobreza. Para 1999, un año antes de lo planificado, la localidad lograba su meta de abastecerse de alimentos y vestimentas básicos. El Calvario devino jardín.

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