Los lamentos de Meng Jiangnü derriban la Gran Muralla


Por WU KAI

LA Gran Muralla es una obra maestra defensiva china con más de dos mil años de historia. En torno a ella circulan muchas leyendas, entre las cuales sobresale una, por lo que significa en términos de fidelidad para los chinos: la de la joven Meng Jiangnü, cuyos lamentos derribaron los sólidos muros de la vetusta construcción.

 

Meng Jiangnü era una chica muy guapa. Estando en el jardín de su casa un día, vio llegar a un hombre que, tras saltar los muros de la obra entonces en construcción, intentaba escapar al trabajo forzado. Ambos se enamoraron y decidieron casarse. Pero cuando tenía lugar la boda, su marido fue capturado de nuevo por funcionarios de la corte que había ordenado construir la Gran Muralla. Desde entonces no se volvió a saber nada del desdichado Fan Xiliang, que así se nombraba el cónyuge. En una noche de otoño, Meng Jiangnü soñó que su marido le decía: “Me muero de frío”. Al día siguiente, la desposada decidió ir en su busca. Cargó con las ropas de su marido y caminó hacia la Gran Muralla, a la cual llegó tras un penoso recorrido. Una vez allí algunos amigos de Fan Xiliang, que procedían de la misma aldea, le comunicaron que éste había muerto, vencido por la bestial carga de trabajo, y que había sido enterrado en la Gran Muralla. Muy triste, Meng Jiangnü lloró durante tres días. El primer día, sus lágrimas atrajeron ráfagas de viento y una tormenta desde las montañas. Al segundo día, el cielo se oscureció. Al tercero, las montañas se estremecieron. La muralla empezó a caer.

Desde esta roca la subrida Meng Jiangnü se arrojó al mar Huo Jianying

Los funcionarios lo informaron al emperador Qing Shihuang, quien acudió al lugar. Pese a sentirse agraviado por las acciones de Meng Jiangnü, el soberano quiso nombrarla concubina, deslumbrado por su belleza. Ella aceptó con tres condiciones: primero, que se enterrara debidamente a su marido; segundo: que se le construyera una tumba; y tercero: que se levantara un monumento a todos los muertos en el trabajo. Qin Shihuang cumplió sus deseos. Entonces Meng Jiangnü, considerando que había vengado la muerte de su esposo, se lanzó al mar. La memoria de aquella valiente chica se conserva hoy en un templo erigido a unos siete km. al este de la costa de Shanhaiguan, en el extremo oriental de la Gran Muralla.

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