Por un Beijing más humano en tiempo de Olimpíadas


Por nuestro reportero LUO YUANJUN

Frente a un movimiento olímpico plagado por el comercialismo y el abuso de sustancias prohibidas, los organizadores chinos de los Juegos de 2008 en Beijing intentan nadar a contracorriente. Para ello enarbolan la consigna de "Olimpiadas Humanistas," evocando el legado cada vez menos citado de Pierre de Coubertin

 

AL despuntar el 28 de julio, una brigada de la construcción de Beijing se encaminó al hutong (callejón popular) del barrio de Dongcheng, con la encomienda de echar abajo varios edificios condenados. Su empeño demoledor, empero, dejó un sólo sobreviviente entre los escombros: La antigua residencia de Zuo Zongtan, un destacado funcionario de la dinastía Qing, que en las postrimerías del siglo XIX lideró el Movimiento de Occidentalización en China.

La excepción hecha con este inmueble no es mera casualidad. Tampoco el afán con que comienzan a protegerse los contados siheyuan (residencia de patio cuadrangular) que van quedando en la ciudad. Estos cuidados son parte integral de una estrategia restauradora que la capital estrena de cara al acontecimiento más trascendental que China haya acogido en los últimos tiempos: los Juegos Olímpicos de 2008. Y este es el mensaje que trasladan asimismo las palabras de Bi Jianyu, funcionario de la Oficina de Conservación de Reliquias, cuando afirma: "Los siheyuan y los hutong fueron elementos esenciales del Viejo Beijing, y como tales encarnan sus valores humanistas, históricos y culturales."

Cada teja y ladrillo de la vetusta residencia de Zuo es una reliquia, y por tanto, quedan bajo protección de la municipalidad.

¿Es posible una Olimpíada humanista?

Cuando Beijing anunció al mundo los detalles de sus preparativos para el verano de 2008, destacó que dichos juegos estarán marcados por los principios del cuidado al medio ambiente, la aplicación de los avances científico-tecnológicos y el espíritu humanista de los mismos.

 

Ma Zhongliang, investigador de la Sociedad de Ciencias Sociales de Beijing, argumenta sobre el último de estos aspectos cuando sostiene que "una Olimpíada humanista implica enfatizar el espíritu humano a la hora de asumir el desarrollo integral y armonioso de la sociedad."

Por su parte, Wang Hongchun, director del Instituto de Investigaciones sobre Desarrollo Social y Económico, considera que el factor humanista aplicado al movimiento olímpico se identifica en cuatro aspectos diversos. El primero consiste en promover la esencia primigenia de las lides olímpicas, de modo que los atletas, el público y la población china en general comprendan su impacto positivo. El segundo implica respaldar la antiquísima y espléndida cultura nacional, de modo que el resto del mundo obtenga una mejor comprensión sobre el país sede. El tercero conlleva la ampliación de intercambios entre las culturas del Oriente y el Occidente a través del idioma universal del deporte. Y en cuarto lugar, ensalzar la armoniosa relación que existe entre mente y cuerpo, el ser humano y el medio ambiente, el ser humano y la sociedad. El humanismo es la fuerza motriz que guía la conservación de nuestro medio ambiente, así como el desarrollo de la ciencia y la tecnología. Es, por tanto, el núcleo de los tres principios antes expresados, que sirven de inspiración a la organización de los Juegos de 2008.

 

Se trata, en resumen, de promover la educación cultural. El fundador del olimpismo, el barón Pierre de Coubertin, concebía este movimiento como una filosofía de la vida que exalta y equilibra en un todo las mejores cualidades del cuerpo, la voluntad y la mente. Pero según se comercializa el deporte olímpico hoy, abundan los deportistas y organizadores a quienes sólo mueve el interés por los beneficios materiales. Bajo este apremio, el espíritu humanista de los juegos sufre y se deteriora. Las Olimpíadas de la actualidad encaran todo tipo de mezquindades, incluidos los atletas conquistados por la fiebre del oro, que se aventuran en el mundo de los anabolizantes para ganar a toda costa, deslumbrados por la nueva avalancha comercialista.

A esta situación se trata de poner coto, al menos simbólico, con la prioridad humanista que defienden los organizadores beijineses. Las culturas que acudan a Beijing en 2008, contarán con una ocasión excepcional de comunicarse entre ellas y con los anfitriones, en un toma y daca mutuamente enaltecedor.

Humanismo práctico

 

Parte de este impulso es la campaña beijinesa para preservar el patrimonio cultural local. En sus más de 3.000 años de historia, Beijing ha cultivado una magnífica y singular civilización. Desde 1987, la UNESCO ha agregado a sus Patrimonios de La Humanidad seis sitios de la capital china, a saber, la Ciudad Prohibida, El Sitio de Zhoukoudian, la Gran Muralla, el Palacio de Verano, el Templo del Cielo, y las Tumbas Ming.

En mayo de 2000, cuando las aspiraciones beijinesas de sede olímpica se encontraban en una etapa decisiva, la municipalidad destinó 330 millones de yuanes ($39,8 millones) para restaurar 100 sitios culturales e históricos. Este proyecto, en el cual se hace evidente el sustrato humanista, servirá para dar una mejor imagen de la urbe como protectora de su legado histórico-cultural.

De hecho, la ciudad no ha esperado por las restauraciones para vincular sus monumentos a la magna cita deportiva. El emblema de los juegos se presentó en el Templo del Cielo, por donde se paseó ya la antorcha olímpica, en un recorrido que también abarcó a la Ciudad Prohibida y el Palacio de Verano.

Al comenzar 2005, el comité organizador de los juegos diseñó un documento que contiene el Plan de Acción de las Olimpíadas Humanistas. El mismo contiene cuatro directivas para crear conciencia entre los beijineses sobre la importancia de mejorar el cuidado del legado cultural de la ciudad, proteger su entorno natural, promover la movilización social y el adiestramiento de voluntarios, incluidas tareas que permitan a los habitantes de la urbe asumir sus tareas de anfitriones ante los visitantes que vendrán de los cuatro puntos cardinales en 2008.

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