El
magisterio como acto de amor
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Entrevista a la profesora de lengua española Cen
Chulan
Por
YAO BEI
En
mis años de estudiante en la Universidad de Estudios
Extranjeros de Beijing, recibí clases de Visión
y Audición por un año con la profesora Cen
Chulan. Aunque sólo compartí 12 meses con
ella, nunca he olvidado su imponente presencia de respetable
dama de andar recto y entusiasmo desbordado en la voz. Después
de empezar a trabajar para China Hoy, y sobre todo, al tener
la oportunidad de viajar al extranjero y conocer a chinos
de ultramar, descubrí que la profesora Cen es una
figura famosa entre casi todos los que han estudiado español
en China. Sus huellas han quedado indelebles asimismo en
varios artículos que se conservan en los archivos
de nuestra revista, de la cual se confiesa fiel lectora.
Hoy les propongo una mirada a la vida de esta mujer, que
ha hecho del magisterio y la difusión de la cultura
hispana el norte de su existencia.
China
Hoy: ¿Cuándo
comenzó a dedicarse a la enseñanza de la lengua
española? ¿Qué le ha hecho dedicarle
su vida? ¿Cómo evalúa el ambiente en
que desarrolló su actividad en sus comienzos y en
qué se diferencia de la actualidad?
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Cen
Chulan: Me convertí en profesora asistente de
español en febrero de 1953, después de graduarme
de la facultad de francés de la Universidad de Estudios
Extranjeros de Beijing. Sin embargo, no fue una elección
propia, pues me la asignaron los directores de la Universidad.
En agosto de 1952 se celebró por primera vez en Beijing
la Conferencia de Paz de Asia y la Región del Pacífico.
Pero en aquel entonces muy contadas personas hablaban algo
de español en todo el país. A consecuencia,
los directores eligieron a varios estudiantes de la facultad
de francés para estudiar español. Yo fui una
de ellos. Después de dos semanas de capacitación
intensiva, serví de intérprete a la delegación
de Chile. Cuando volví a la universidad, a finales
de 1952, se había establecido la facultad de español,
por directiva del entonces primer ministro Zhou Enlai. Meng
Fu, nuestro maestro del curso de capacitación, era
el único profesor de español, y otros tres
graduados de francés incluida yo, pasamos a ser profesores
asistentes. En febrero de 1953, admitimos a los primeros
24 alumnos. Al año siguiente, se matriculó
el segundo grupo y llegó la primera profesora extranjera,
la Sra. Delia Venturelli de Chile.
En los
primeros dos años nuestros materiales didácticos
se reducían a dos libros de texto obsequiados por
la ex Unión Soviética, un libro de gramática
y un diccionario de español-inglés, propiedad
personal del Sr. Meng Fu. Más adelante, la Universidad
nos autorizó a utilizar una vieja grabadora, la única
que había en el centro. El profesor Meng Fu tenía
muy alto nivel de inglés, pero el español
lo había aprendido de modo autodidacta cuando fungía
como diplomático en países latinoamericanos.
Por lo tanto, durante las clases solíamos tener muchas
confusiones, como no poder distinguir la diferencia entre
esto y este, o entre hiciera
e hiciese. Afortunadamente, un año después
contamos con la ayuda de la Sra. Venturelli, y más
tarde, en 1954, llegaron Ataúlfo Melendo y María
Lecea, dos profesores de España. Sin embargo, como
se adoptó el método tradicional enseñanza,
el nivel oral de los alumnos no era ideal.
Hoy
en día, la situación es totalmente diferente.
Contamos ya con miles de graduados de español, entre
los cuales sobresalen decenas de catedráticos y centenares
de profesores. A partir de la década de los 80, empezamos
a cultivar a los posgraduados y desde la década de
los 90, a los doctorados. Aparte de series de manuales sobre
traducción oral, traducción escrita, gramática,
redacción práctica, literatura de España
y de América Latina, también elaboramos casetes,
cintas y CDs. Nuestros 50 años de experiencias los
resumimos también en un modo de enseñanza
muy adaptable a los alumnos chinos, lo que tiene buen efecto
didáctico. Todos los graduados están capacitados
para su trabajo.
CH:
¿Hasta
qué punto la enseñanza de español ha
definido el rumbo de su vida? ¿Cuán diferente
sería ésta si hubiera optado, por ejemplo,
por la diplomacia?
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Cen:
Al graduarme de la Universidad, quería trabajar en
el área de asuntos exteriores, para viajar por todo
el mundo. Por la experiencia que tuve en la Conferencia
me parecía muy interesante el trato con los extranjeros.
No quería hacerme profesora. Me parecía una
ocupación árida, a lo que se sumaba el dolor
de cabeza de no poder responder a los constantes por
qué de los alumnos. Sin embargo, los jóvenes
de los años de 50 teníamos alto fervor revolucionario
y creíamos que la necesidad de la patria era la nuestra.
Por tanto, obedeciendo al llamado de la patria, empecé
a dedicarme al magisterio y poco a poco comencé a
amar la profesión. Desde 1953 hasta hoy, en 52 años
de labor, he participado en la preparación de miles
de estudiantes de español, entre los cuales descuellan
cinco viceministros, 26 embajadores, decenas de estudiosos
y numerosos directores de departamento relacionados con
el español. A veces me escriben, otras nos coincidimos
en el extranjero. En algunas cartas, me llamaron Maestra
Benefactora, y en el extranjero me han deparado trato
de huésped más distinguida. Siempre me he
sentido orgullosa y feliz por tener tantos alumnos distribuidos
por todo el mundo. En la adolescencia, estudié francés
en Vietnam. Tuve decenas de condiscípulos en el cursillo.
Después de graduarnos, nos fuimos dispersando por
el mundo. Algunos están en Francia, EE.UU., Canadá
y otros en países latinoamericanos. La mayoría
vive a sus anchas, y no pocos se han hecho millonarios.
Sin embargo, todos envidian a dos de los graduados: uno
es Chen Xinji, conocido ortopedista de Canadá, y
la otra soy yo, la profesora Cen. Dicen que mi vida tiene
sentido porque mi trabajo contribuye a la construcción
de la patria. Cuando mis estudiantes eran enviados al extranjero
para asumir el cargo de embajador o de consejero, y se encontraban
a mis antiguos compañeros de estudio, solían
invitarlos a las actividades de la embajada y les llamaban
cariñosamente Tíos, o sea Hermanos
de la Maestra.
Soy
repatriada de Vietnam y por las relaciones de parentesco
en ultramar, no pude trabajar en el Ministerio de Asuntos
Exteriores, como quise en los años 50 y 60. Sin embargo,
durante estos 52 años en la pedagogía, también
he tenido muchas oportunidades de hacer intercambios entre
el extranjero y China, sobre todo en aspecto cultural. Los
amigos extranjeros me llamaban cariñosamente Embajadora
Folklórica.
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Aparte
de tener múltiples oportunidades de contribuir a
las conferencias internacionales que tienen lugar tanto
en el extranjero como en el país, he tenido el honor
de fomentar el establecimiento de relaciones cooperativas
entre la Universidad Autónoma de Madrid, la Universidad
Pedagógica de Chile y la Universidad de Estudios
Extranjeros de Beijing. Gracias a ello, nuestros alumnos
pueden ir a estudiar en estos centros de enseñanza
superior, que gozan de prestigio en sus respectivos países.
Además, también coordiné los viajes
de conocidos estudiosos hispanohablantes para dar conferencias
en China. De los 19 a los 49 años de edad, trabajé
de intérprete para los especialistas de la facultad,
lo que permitió establecer una profunda amistad con
profesionales de diferentes países, como España,
Colombia, Perú, Chile, México, etc, con quienes
aún mantengo relaciones. Amo el magisterio, que tanta
alegría, felicidad y orgullo me ha deparado.
CH:
¿Cuántos
países de habla española ha visitado?
Cen:
He viajado por España, México, Cuba, Colombia,
Venezuela y Argentina. Cada uno tiene sus singularidades.
Todos me gustan. España es el país que he
frecuentado decenas de veces por motivos de estudio, trabajo,
visitas personales, o para participar en conferencias internacionales.
Me impresionan y encantan su cultura, arte, lugares turísticos
y su gente calurosa. México es un país de
antigua civilización. Lo exótico de su cultura
indígena me fascina. Colombia es el segundo mayor
exportador mundial de flores. La vegetación de allí
es bellísima. La ciudad de Caracas, en Venezuela,
es una de las capitales más agradables del mundo.
La temperatura promedio anual es de unos 20°C. Y Buenos
Aires, la capital de Argentina, es una ciudad moderna al
estilo europeo. Cuenta con la calle más larga del
mundo. En La (hermosa ) Habana, Cuba - aunque estuve allí
en sólo dos ocasiones(semanas), sin tiempo para mucho-,
me sorprendió el fervor patriótico del pueblo
cubano, que me dejó una impresión indeleble.
Quisiera tener la oportunidad de visitar otros países
hispanohablantes.
CH:
¿Cuándo se retiró? y ¿cómo
han sido sus días de jubilación?
Cen:
Me retiré en 1996, pero no interrumpí la labor
pedagógica en la facultad hasta 2000, año
en que fui contratada por la Corporación Nacional
de Petróleo de China para ir a Caracas, con la misión
de capacitar a sus ingenieros en la lengua. Al regresar
a la patria, a finales de 2002, acepté la invitación
de la Universidad Nocturna para impartir clases, la cual
está subordinada a la Universidad de Estudios Extranjeros
de Beijing. Como ves, no puedo detener mis pasos, ni mi
pasión por la enseñanza; tampoco separarme
de mis alumnos.
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El español
está de moda en China. Nuestra facultad de español
en la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing admite
todos los años entre cuatro a seis alumnos de la
capital, pero siempre hay de 400 a 500 candidatos. Además,
cada dos o tres días recibo llamadas en casa, pidiéndome
recomendar a intérpretes o profesores de español,
o traductores para salir al extranjero, acompañar
a delegaciones extranjeras, capacitar a técnicos
o hacer traducciones escritas. Tengo la impresión
de que mi casa se ha convertido en centro de colocaciones.
A los antiguos 12 centros superiores donde se impartía
esta lengua se han sumado recientemente 10 universidades
o institutos distribuidos en Beijing, Jilin, Jinan, Xiangtan,
Chengdu, Shenzhen, Dalian y Hong Kong. También cabe
mencionar los numerosos cursillos de capacitación
del idioma en las grandes ciudades, o en los yacimientos
petrolíferos de Daqing, Shengli y Liaohe, entre otros.
Pienso
que el calor con que se acoge hoy el español en China
tiene mucho que ver con el ritmo de las relaciones culturales
y económicas cada día más estrechas
entre los países de habla española y China.
CH:
¿Podría
contar la anécdota que más le ha impresionado
en medio siglo de enseñanza?
Cen:
Mi mayor impresión siempre ha sido atestiguar
cómo crece mi alumno. Un ejemplo típico es
el del niño campesino pobre que se hizo embajador
de China. Cuando entró en nuestra facultad, con 18
años de edad, sólo tenía nivel de escuela
primaria. El maestro de chino les exigió escribir
una composición, pero él no sabía qué
era composición. Para él, el estudio
del español era como aprender una lección
caída del cielo. Cuando intenté enseñarle
la pronunciación de dónde, repetía
dada. Sin embargo, se dedicó en cuerpo
y alma al estudio, día y noche. Cuando cuatro años
después se graduó, sus notas se habían
elevado de 2 a 5, la máxima calificación en
el examen final. Al mismo tiempo, su nivel de idioma chino
y caligrafía habían progresado considerablemente.
Fue el primero entre los 45 graduados de aquella promoción,
que se convirtió en embajador. Siempre pongo su ejemplo
para estimular a mis alumnos.
Durante
la entrevista, conozco que el marido de la profesora Cen
es ingeniero electrónico, quien le ha ayudado mucho
en su labor docente. Hace disquetes, VCD, copias de vídeos
y de casetes para sus clases de español. Su hijo
es corresponsal acreditado en España del conocido
periódico deportivo de China Semanal Deportivo. Ha
sido uno de los organizadores de las visitas de Real Madrid
a China. Sus nietas nacieron en Madrid y hacen sus estudios
allí. Según su abuela, son ellas media españolas.
Tal vez todos que tienen relaciones con la profesora Cen
se involucrará al español.
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