MARZO
2005


La impronta de la literatura

latinoamericana sobre una generación de chinos

Por LU RUCAI

En el año 2003, los libros Novelas Latinoamericanas del siglo XX, y Reseña de la historia ideológica de América Latina fueron publicados por la Editorial del Pueblo de Yunnan, como continuación a la Colección literaria de América Latina. Zhang Yafei, un apasionado lector, salió de inmediato a comprar los dos libros mencionados. Después de leerse Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, se había aficionado a la literatura de esa zona geográfica, desconocida para la mayoría de los chinos. A partir de entonces, ha coleccionado casi todos los volúmenes literarios latinoamericanos que la mencionada casa editorial ha publicado hasta la fecha, unos 60 en total. Con frecuencia, Zhang navega por el sitio web BBS, foro sobre literatura latinoamericana, donde comparte con otros cibernautas el placer que le produce de leer buenas novelas al estilo de Conversación en La Catedral (del peruano Mario Vargas Llosa).  Más importante aun, a través de Internet puede intercambiar información sobre ediciones de obras literarias latinoamericanas sobresalientes con otros aficionados, y quizás hasta obtener libros de viejo a cambio de efectivo o mediante intercambio.

La entrada de la literatura latinoamericana en China

Desde los años 60 del siglo XX, los más influyentes escritores latinoamericanos publicaron una sucesión de nuevas obras, que por sus características específicas y frecuencia de aparición dieron lugar a lo que se denominó “boom” literario de América Latina. En el año 1982, el colombiano Gabriel García Márquez ganó el premio Nobel en literatura, momento a partir del cual el “boom” – o lo que quedaba del mismo - alcanza un nuevo apogeo y comienza a influir con inusitada fuerza en China. En ese mismo año, salen a la luz las traducciones de Novelas medianas y cortas escogidas de García Márquez, publicadas por la Editorial de Traducción de Shanghai, y Cien Años de soledad, publicada en 1985. Sin embargo, por aquel entonces, García Márquez era la única figura visible de la literatura latinoamericana para los chinos, al punto de que muchos le consideraban genio único de todo el siglo en su región. Se vivía de espaldas a la realidad de que la expresión garcíamarquiana distaba con mucho de englobar el fenómeno de las letras latinoamericanas.

En aquellos días, la literatura extranjera en general vivía cierto auge editorial en China, aunque casi todo lo latinoamericano quedaba excluido de esta bonanza. Esta zona de silencio mantuvo hasta que, durante un foro nacional sobre literatura extranjera, Liu Cunpei, editor de la Editorial del Pueblo de Yunnan, tomó la iniciativa de dar a conocer, mediante un esmerado esfuerzo, una selección de obras literarias de América Latina, tras saber de los apremios en ese sentido por parte de un funcionario del Instituto de Investigaciones Literarias Latinoamericanas, de la Academia de Ciencias Sociales de China. De tal modo, la Colección literaria de América Latina fue incluida en el plan de prioridades de la entidad editorial. En abril de 1987, ésta última, de consuno con la Sociedad de Estudio de Literatura Española, Portuguesa y Latinoamericana, formalizaron un contrato para traducir y editar la Colección literaria de América Latina. Doña Flor y sus dos maridos, del brasileño Jorge Amado, fue el primer libro de la colección, salido en octubre de aquel año, con buena acogida en todo el país. Su segunda edición tuvo una tirada de 150 mil ejemplares. Si se toma en cuenta el débil poder adquisitivo de los lectores chinos del momento, se  puede considerar una cifra bastante alta. El autor, a la sazón académico vitalicio de la Academia de Literatura de Brasil, apenas conseguía contener su emoción cuando, al visitar China por aquellos días, recibió como obsequio su novela traducida al mandarín. En la actualidad, este libro se conserva en el Museo Conmemorativo de Jorge Amado en Brasil. Desde entonces, Liu Cunpei ha mantenido su apego a la literatura latinoamericana, enzarzado en una especie de romance que ya dura 15 años, durante los cuales ha sido el responsable de la salida de más de 60 obras literarias latinoamericanas, incluyendo la famosa novela de 1960 Los premios (Julio Cortázar, Argentina), y El señor Presidente (Miguel Ángel Asturias, Guatemala), entre otros. En atención a esa devoción,  Liu Cunpei se ha ganado el mote de “Liu Lamei” (Lamei, América Latina en chino), granjeándose el respeto de los círculos de traducción, editoriales, y de aficionados chinos a la literatura latinoamericana.

Influencia en los círculos literarios de China

Unos dicen que los escritores chinos de la década 30 del siglo XX se nutrían de la literatura inglesa y francesa; los de la década de los 50 se apoyaron en la literatura soviética, y los de las décadas de los 80 y 90 no se habrían desarrollado sin el impulso de la literatura latinoamericana. Si podemos decir que el Cien años de soledad impulsó un inmenso cambio en la literatura china de la nueva época, no debemos menos que reconocer que la Colección literaria de América Latina, que incluye las obras del realismo mágico y el realismo estructural, ha ejercido una influencia directa en la creación de los autores chinos y los primeros escritores del Vanguardismo. El famoso escritor japonés Kenzaburo Oe refirió en su libro Literatura asiática—un eslabón de la literatura mundial: “(Cuando trabajaba de profesor en la ciudad de México), me hice amigo de un estadounidense que estudiaba la literatura china y trabajaba en la misma academia. Él me presentó una lista de las obras latinoamericanas que China había  introducido y traducido. La lista me sorprendió por lo detallado y abundante. De tal forma llegaron a los lectores japoneses el poeta y ensayista mexicano, Premio Nobel de Literatura de 1990, Octavio Paz, y García Márquez".

“En toda reunión de literatos de diferentes latitudes, el tema de la literatura latinoamericana es lugar común”. Tal es la opinión de  Suosa, un erudito chino. A la sombra de obras como Cien años de soledad, se ha ido conformando una nueva y nutrida hornada de escritores chinos, como son los casos de A Cheng, Zheng Yi, Han Shaogong y Mo Yan, que han dado lugar a obras literarias al estilo de Rey de ajedrezAldea lejana,  muy bien recibidas por el público. El famoso escritor Mo Yan indicó: "Al echar la vista atrás, a los años 80 del siglo XX, es imposible que ningún escritor honesto niegue la influencia extranjera en su propia creación. En 1984 y 1985, el boom literario de América Latina estalló en China, marcando profundamente a muchos escritores. De no haber sido por la labor de presentación y traducción de la obra de escritores occidentales, y el seguimiento a las tendencias ideológicas en la literatura, no existiría en China la actual estructura literaria”. Mo Yan, que maduró después de los años 80, admite la impronta literaria latinoamericana en su formación.

Tras la aparición de la Colección literaria de América Latina, siguieron numerosas obras que quedaron recogidas en las más destacadas bibliografías del país. Para el famoso erudito Ji Xianlin, dicha selección literaria reviste especial transcendencia, pues si bien no ha dejado un rédito económico de consideración en los últimos 15 años, la misma ha demostrado tener un valor incalculable, que rebasa los estrechos límites del beneficio financiero.

Piedras en el camino de la publicación

Yin Chengdong, subdirector del Buró Central de Compilación y Traducción, es un entusiasta coleccionista de la literatura latinoamericana, que, sin embargo, no tiene mucho de qué alegrarse al pasar revista al panorama editorial reciente en ese sentido: “En estos cinco o seis años, la situación de la publicación de literatura latinoamericana deja mucho que desear, pues es casi nula”.

En los años 80, gran cantidad de eruditos chinos que hablaban español fueron a América Latina por cuestiones de trabajo o estudio. Eran conocedores de numerosas obras de los maestros literarios de esa parte del mundo, y actuaron como pioneros en su introducción en China. Pero lo que fue una verdadera fiebre en los 80 apenas ha dejado pero una débil destemplanza después de 2000.

Liu Cunpei, editor responsable de la Colección literaria de América Latina en la Editorial del Pueblo de Yunnan cree que detrás de la actual caída hay dos factores principales, de los cuales los problemas pendientes de solución en el terreno de la propiedad intelectual son el primero. En 1992, China entró en el Convenio Mundial de Propiedad Intelectual, según el cual la publicación de obras extranjeras debe contar con la aprobación de la parte propietaria, a la que se deben pagar los derechos de autor. La propiedad intelectual de la mayoría de las obras de los escritores famosos de América Latina está a cargo de una misma agente, Carmen Balcels, una anciana española. Desconocedora de la realidad de China y de su situación editorial, ésta pidió un precio muy alto. Según dicen, el pago exigido por derechos de publicación para Cien Años de Soledad llegó a 300 mil de dólares. Este precio supera con creces a todos los libros de mayor venta con tiradas millonarias, sin contar con que la cuota de literatura latinoamericana en el mercado chino es pequeña, y que las editoriales se muestran remisas a introducir las obras de famosos autores de América Latina.

Por otra parte, hay carencias en las filas de traductores de nueva generación. A los ojos de los expertos chinos, la Colección literaria de América Latina está integrada por obras “bien traducidas, de sabor original, capaces de trasladar en toda su intensidad y coloratura los  aspectos del paisaje literario latinoamericano”. A lo largo de 15 años, más de 40 personas de las universidades, de la Academia de Ciencias Sociales de China y de la Agencia de Noticias Xinhua, se han encargado  de la traducción de estas obras. Entre ellos, el mayor rebasaba los 60 años de edad, mientras que el menor apenas tenía 30 años. El pago por su traducción es de sólo 30 yuanes (menos de 4 dólares) por cada mil caracteres chinos. Liu Cunpei cree que, posiblemente por razones económicas, son pocos los jóvenes deseosos de dedicarse a este trabajo mal retribuido. La falta de personal especializado también aminora la velocidad de la publicación.

A pesar de los nubarrones que aún empañan el cielo literario, Liu Cunpei no pierde su cuota de optimismo. Al respecto declara que los más de 10 años de trabajo exitoso con la literatura latinoamericana han dejado una huella que nadie puede desconocer. A este tenor, Liu Cunpei se encuentra preparando un informe que, a su juicio, coadyuvará a generar apoyo y dar continuidad a la publicación de libros latinoamericanos. Vale la pena, dice, porque el lector chino será quien a la postre saldrá más beneficiado con las nuevas aproximaciones a la esencia de las letras al Sur del Río Grande.  

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