La
impronta de la literatura
latinoamericana
sobre una generación de chinos
Por
LU RUCAI

En el año 2003, los libros Novelas Latinoamericanas
del siglo XX, y Reseña de la historia ideológica
de América Latina fueron publicados por la Editorial
del Pueblo de Yunnan, como continuación a la Colección
literaria de América Latina. Zhang Yafei, un apasionado
lector, salió de inmediato a comprar los dos libros mencionados.
Después de leerse Cien años de soledad, de Gabriel
García Márquez, se había aficionado a la literatura de esa
zona geográfica, desconocida para la mayoría de los chinos.
A partir de entonces, ha coleccionado casi todos los volúmenes
literarios latinoamericanos que la mencionada casa editorial
ha publicado hasta la fecha, unos 60 en total. Con frecuencia,
Zhang navega por el sitio web BBS, foro sobre literatura
latinoamericana, donde comparte con otros cibernautas el
placer que le produce de leer buenas novelas al estilo de
Conversación en La Catedral (del peruano Mario Vargas
Llosa). Más importante aun, a través de Internet puede
intercambiar información sobre ediciones de obras literarias
latinoamericanas sobresalientes con otros aficionados, y
quizás hasta obtener libros de viejo a cambio de efectivo
o mediante intercambio.
La entrada de la literatura latinoamericana en China
Desde
los años 60 del siglo XX, los más influyentes escritores
latinoamericanos publicaron una sucesión de nuevas obras,
que por sus características específicas y frecuencia de
aparición dieron lugar a lo que se denominó “boom” literario
de América Latina. En el año 1982, el colombiano Gabriel
García Márquez ganó el premio Nobel en literatura, momento
a partir del cual el “boom” – o lo que quedaba del mismo
- alcanza un nuevo apogeo y comienza a influir con inusitada
fuerza en China. En ese mismo año, salen a la luz las traducciones
de Novelas medianas y cortas escogidas de García Márquez,
publicadas por la Editorial de Traducción de Shanghai,
y Cien Años de soledad, publicada en 1985. Sin embargo,
por aquel entonces, García Márquez era la única figura visible
de la literatura latinoamericana para los chinos, al punto
de que muchos le consideraban genio único de todo el siglo
en su región. Se vivía de espaldas a la realidad de que
la expresión garcíamarquiana distaba con mucho de englobar
el fenómeno de las letras latinoamericanas.
En aquellos días, la literatura extranjera en general vivía
cierto auge editorial en China, aunque casi todo lo latinoamericano
quedaba excluido de esta bonanza. Esta zona de silencio
mantuvo hasta que, durante un foro nacional sobre literatura
extranjera, Liu Cunpei, editor de la Editorial del Pueblo
de Yunnan, tomó la iniciativa de dar a conocer, mediante
un esmerado esfuerzo, una selección de obras literarias
de América Latina, tras saber de los apremios en ese sentido
por parte de un funcionario del Instituto de Investigaciones
Literarias Latinoamericanas, de la Academia de Ciencias
Sociales de China. De tal modo, la Colección literaria
de América Latina fue incluida en el plan de prioridades
de la entidad editorial. En abril de 1987, ésta última,
de consuno con la Sociedad de Estudio de Literatura Española,
Portuguesa y Latinoamericana, formalizaron un contrato para
traducir y editar la Colección literaria de América Latina.
Doña Flor y sus dos maridos, del brasileño Jorge
Amado, fue el primer libro de la colección, salido en octubre
de aquel año, con buena acogida en todo el país. Su segunda
edición tuvo una tirada de 150 mil ejemplares. Si se toma
en cuenta el débil poder adquisitivo de los lectores chinos
del momento, se puede considerar una cifra bastante alta.
El autor, a la sazón académico vitalicio de la Academia
de Literatura de Brasil, apenas conseguía contener su emoción
cuando, al visitar China por aquellos días, recibió como
obsequio su novela traducida al mandarín. En la actualidad,
este libro se conserva en el Museo Conmemorativo de Jorge
Amado en Brasil. Desde entonces, Liu Cunpei ha mantenido
su apego a la literatura latinoamericana, enzarzado en una
especie de romance que ya dura 15 años, durante los cuales
ha sido el responsable de la salida de más de 60 obras literarias
latinoamericanas, incluyendo la famosa novela de 1960 Los
premios (Julio Cortázar, Argentina), y El señor Presidente
(Miguel Ángel Asturias, Guatemala), entre otros. En atención
a esa devoción, Liu Cunpei se ha ganado el mote de “Liu
Lamei” (Lamei, América Latina en chino), granjeándose el
respeto de los círculos de traducción, editoriales, y de
aficionados chinos a la literatura latinoamericana.
Influencia en los círculos literarios de China
Unos dicen que los escritores chinos de la década 30 del
siglo XX se nutrían de la literatura inglesa y francesa;
los de la década de los 50 se apoyaron en la literatura
soviética, y los de las décadas de los 80 y 90 no se habrían
desarrollado sin el impulso de la literatura latinoamericana.
Si podemos decir que el Cien años de soledad impulsó
un inmenso cambio en la literatura china de la nueva época,
no debemos menos que reconocer que la Colección literaria
de América Latina, que incluye las obras del realismo
mágico y el realismo estructural, ha ejercido una influencia
directa en la creación de los autores chinos y los primeros
escritores del Vanguardismo. El famoso escritor japonés
Kenzaburo Oe refirió en su libro Literatura asiática—un
eslabón de la literatura mundial: “(Cuando trabajaba
de profesor en la ciudad de México), me hice amigo de un
estadounidense que estudiaba la literatura china y trabajaba
en la misma academia. Él me presentó una lista de las obras
latinoamericanas que China había introducido y traducido.
La lista me sorprendió por lo detallado y abundante. De
tal forma llegaron a los lectores japoneses el poeta y ensayista
mexicano, Premio Nobel de Literatura de 1990, Octavio Paz,
y García Márquez".
“En toda reunión de literatos de diferentes latitudes,
el tema de la literatura latinoamericana es lugar común”.
Tal es la opinión de Suosa, un erudito chino. A la sombra
de obras como Cien años de soledad, se ha ido conformando
una nueva y nutrida hornada de escritores chinos, como son
los casos de A Cheng, Zheng Yi, Han Shaogong y Mo Yan, que
han dado lugar a obras literarias al estilo de Rey de
ajedrez y Aldea lejana, muy bien recibidas
por el público. El famoso escritor Mo Yan indicó: "Al
echar la vista atrás, a los años 80 del siglo XX, es imposible
que ningún escritor honesto niegue la influencia extranjera
en su propia creación. En 1984 y 1985, el boom literario
de América Latina estalló en China, marcando profundamente
a muchos escritores. De no haber sido por la labor de presentación
y traducción de la obra de escritores occidentales, y el
seguimiento a las tendencias ideológicas en la literatura,
no existiría en China la actual estructura literaria”. Mo
Yan, que maduró después de los años 80, admite la impronta
literaria latinoamericana en su formación.
Tras
la aparición de la Colección literaria de América Latina,
siguieron numerosas obras que quedaron recogidas en las
más destacadas bibliografías del país. Para el famoso erudito
Ji Xianlin, dicha selección literaria reviste especial transcendencia,
pues si bien no ha dejado un rédito económico de consideración
en los últimos 15 años, la misma ha demostrado tener un
valor incalculable, que rebasa los estrechos límites del
beneficio financiero.
Piedras en el camino de la publicación
Yin
Chengdong, subdirector del Buró Central de Compilación y
Traducción, es un entusiasta coleccionista de la literatura
latinoamericana, que, sin embargo, no tiene mucho de qué
alegrarse al pasar revista al panorama editorial reciente
en ese sentido: “En estos cinco o seis años, la situación
de la publicación de literatura latinoamericana deja mucho
que desear, pues es casi nula”.
En
los años 80, gran cantidad de eruditos chinos que hablaban
español fueron a América Latina por cuestiones de trabajo
o estudio. Eran conocedores de numerosas obras de los maestros
literarios de esa parte del mundo, y actuaron como pioneros
en su introducción en China. Pero lo que fue una verdadera
fiebre en los 80 apenas ha dejado pero una débil destemplanza
después de 2000.
Liu
Cunpei, editor responsable de la Colección literaria
de América Latina en la Editorial del Pueblo de Yunnan
cree que detrás de la actual caída hay dos factores principales,
de los cuales los problemas pendientes de solución en el
terreno de la propiedad intelectual son el primero. En 1992,
China entró en el Convenio Mundial de Propiedad Intelectual,
según el cual la publicación de obras extranjeras debe contar
con la aprobación de la parte propietaria, a la que se deben
pagar los derechos de autor. La propiedad intelectual de
la mayoría de las obras de los escritores famosos de América
Latina está a cargo de una misma agente, Carmen Balcels,
una anciana española. Desconocedora de la realidad de China
y de su situación editorial, ésta pidió un precio muy alto.
Según dicen, el pago exigido por derechos de publicación
para Cien Años de Soledad llegó a 300 mil de dólares.
Este precio supera con creces a todos los libros de mayor
venta con tiradas millonarias, sin contar con que la cuota
de literatura latinoamericana en el mercado chino es pequeña,
y que las editoriales se muestran remisas a introducir las
obras de famosos autores de América Latina.
Por otra parte, hay carencias en las filas de traductores
de nueva generación. A los ojos de los expertos chinos,
la Colección literaria de América Latina está integrada
por obras “bien traducidas, de sabor original, capaces de
trasladar en toda su intensidad y coloratura los aspectos
del paisaje literario latinoamericano”. A lo largo de 15
años, más de 40 personas de las universidades, de la Academia
de Ciencias Sociales de China y de la Agencia de Noticias
Xinhua, se han encargado de la traducción de estas obras.
Entre ellos, el mayor rebasaba los 60 años de edad, mientras
que el menor apenas tenía 30 años. El pago por su traducción
es de sólo 30 yuanes (menos de 4 dólares) por cada mil caracteres
chinos. Liu Cunpei cree que, posiblemente por razones económicas,
son pocos los jóvenes deseosos de dedicarse a este trabajo
mal retribuido. La falta de personal especializado también
aminora la velocidad de la publicación.
A pesar de los nubarrones que aún empañan el cielo literario,
Liu Cunpei no pierde su cuota de optimismo. Al respecto
declara que los más de 10 años de trabajo exitoso con la
literatura latinoamericana han dejado una huella que nadie
puede desconocer. A este tenor, Liu Cunpei se encuentra
preparando un informe que, a su juicio, coadyuvará a generar
apoyo y dar continuidad a la publicación de libros latinoamericanos.
Vale la pena, dice, porque el lector chino será quien a
la postre saldrá más beneficiado con las nuevas aproximaciones
a la esencia de las letras al Sur del Río Grande.
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