MARZO
2005


Buscando antídotos para
el deslumbramiento con Estados Unidos
Por LU RUCAI
Las producciones fílmicas de Hollywood dejan su impronta en los hábitos de consumo de los chinos. Una valla de Coca-cola en la calle comercial Nanjing de Shanghai

Desde hace mucho la “modernización” de China ha devenido sinónimo de “norteamericanización”. Según el país profundiza a grandes pasos en su proceso de modernización, parece inevitable que en los diversos sectores de la sociedad china el péndulo de las influencias gravite a favor de una apropiación de los valores sustentados por Estados Unidos. En consecuencia, y como contrapartida, va ganando espacio asimismo en nuestra sociedad la noción de que es preciso “librarnos de la norteamericanización.”

La influencia de Estados Unidos es cada vez mayor

Como periodista profesional del periódico en inglés China Daily (Diario de China), Ding Gang ha estado acreditado por muchos años como corresponsal ante la Organización de las Naciones Unidas. Al igual que los chinos regresados a su patria desde el extranjero, se percata de la cada vez más omnipresente huella extranjera en China. Hay veces en que se pregunta si  está viviendo en Estados Unidos, merced a los cambios notables ocurridos en el país.  “Estoy viviendo en un ambiente a la vez familiar y desconocido. En  metrópolis como Beijing y Shanghai, me encuentro con modernos edificios por doquier; hay algunos incluso más majestuosos que los rascacielos de Nueva York. ‘Ahí están el 5th street’, ‘Madison avenue’, ‘Manhattan Sunshine State’, ‘Backstreet Scenic of Manhattan’... Los corredores de bienes inmuebles no ocultan su ambición de crear un Manhattan en China”, dice con preocupación Ding Gang. Y lo cierto es que, a los ojos de los chinos, las cosas foráneas e importadas simbolizan la alta categoría, sobre todo las de Estados Unidos.

Por otro lado, la influencia estadounidense también se hace sentir de variada manera en la vida cotidiana. Quien desconozca palabras inglesas como “cool” o “come on”, no podrá comunicarse con la juventud en su propia jerga. Y peor aún, en sus artículos, los periódicos chinos recurren con frecuencia a palabras en inglés como MAIL; en las librerías, los libros sobre  política, economía y leyes de Estados Unidos se colocan en el lugar más visible; en los anaqueles de las tiendas pululan los VCD y DVD con películas de Hollywood recién proyectadas en EE.UU. Todo esto aumenta la aprensión de Ding Gang: “Cuando la juventud crece acompañada por Coca-cola, KFC y McDonald’s, y luego se convierte en una fuerza potente de la sociedad, su admiración por las firmas famosas se va traduciendo en la corriente predominante. A los ojos de algunos chinos, los Estados Unidos de hoy serán el mañana  de China”.

Fortaleciendo las peculiaridades chinas

“La política y la economía de China, con sus 1.300 millones de habitantes, al igual que su cultura y condiciones naturales, actúan como un valladar que obstaculiza la apropiación mimética de la esencia de la sociedad estadounidense.” Estas palabras de Ding Gang pueden resumir el pensamiento de la mayoría del pueblo chino. Si partimos de analizar las condiciones naturales, por ejemplo, el problema ambiental trasluce como pocos la imposibilidad de copiar el modelo de vida estadounidense. EE.UU., con un 5% del total de la población mundial, gasta una cuarta parte del petróleo que consume el planeta. El corresponsal estadounidense Mark Hentsgaord indica en su obra “The Shadow of the Eagle” (La sombra del águila) que el modo  de vida estadounidense rebosa de atractivos,  pero “si todos los demás países (o sea 6.000 millones de habitantes) imitan este modelo, se necesitarían por lo menos tres sistemas solares más para brindar todos los recursos necesarios y para poder asimilar los contaminantes generados”. A la vera de razonamientos de este corte, la idea de “librarnos de la norteamericanización” ha ido enraizándose en la mente de Ding Gang, quien abordó el tema el  13 de septiembre de 2004, cuando apareció  su artículo “Librándonos de la norteamericanización — un tema impostergable”, publicado en la columna del simposio internacional de The Global Times. “Se nos hace difícil resistir la invasión de lo estadounidense; tenemos que revertir  ese proceso a conciencia y sólo apropiarnos de lo que nos convenga”, señala Ding.

Es bueno aclarar que sus planteamientos no entrañan un sentimiento anti-estadounidense. Más bien se trata, según sus propias palabras, "de que una China cada vez más parecida a Estados Unidos dará lugar a un creciente número de conflictos y contradicciones con ese país, pues China aparecerá como un rival.” También considera que al sacudirse la influencia del coloso norteamericano, China estará a la par fortaleciendo sus propias peculiaridades. A su modo de ver, es cuando menos risible que se discuta en la prensa si procede o no dejar que los niños lean las obras clásicas chinas. “La razón de que la norteamericanización se expanda con facilidad y rapidez en nuestro país no obedece tanto a su potencia, sino a que hemos descuidado muchos aspectos de nuestra tradición”.

“Necesitamos estudiarlo todo, incluidas las experiencias de Estados Unidos”, explica Ding. “Zafarse de la égida de Estados Unidos no implica negar a rajatabla cuanto provenga de ese país. No obstante, se debe colocar el énfasis en fundir lo que hemos aprendido con el legado chino y renovarnos con cada experiencia asimilada. Si nos enquistamos apenas en el marco del estudio, nunca seremos maduros e independientes”. La renovación, asevera, es la meta de su concepto.

Un sí al antídoto contra la norteamericanización

Tras la publicación, el artículo de Ding provocó reacciones entre  expertos y lectores. Fang Ning, subdirector del Instituto de la Ciencia Política de la Academia de Ciencias Sociales de China, calificó de trascendente el planteamiento de Ding. “El mismo, enfatizó, implica que por fin hemos ganado la conciencia de que China debe andar por su propio camino para alcanzar la modernización. No es favorable que copiemos completamente las experiencias de otros países, ni siquiera las más exitosas. En el presente, cualquier país que se proponga lograr la modernización debe estudiar condiciones y variantes. Al igual que los estudiantes, las naciones deben graduarse haciendo uso de sus propios conocimientos, no quedarse siempre a la zaga de los demás. En este punto desechar la norteamericanización se traduce  en que hemos conseguido logros en el estudio y que hemos madurado paso a paso en el camino de la modernización”.

Los usuarios de Internet también han expuesto sus opiniones al respecto. “Nos quedamos con lo bueno, extirpamos lo malo y mantenemos nuestra cultura tradicional”. Este enunciado sustenta de algún modo el concepto propuesto por Ding Gang. Como dijo Fang Ning, “Tenemos que seguir aprendiendo de otros países, incluido Estados Unidos. Sin embargo, el aprendizaje no tiene por qué convertirse en ciego deslumbramiento, sino que precisa de una apropiación voluntaria y del análisis concienzudo que conduzca a aprender de los puntos fuertes de otros como forma de superar las  debilidades propias”.

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