el
deslumbramiento con Estados Unidos
Por LU RUCAI
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Las producciones fílmicas de Hollywood dejan su impronta
en los hábitos de consumo de los chinos. |
Una
valla de Coca-cola en la calle comercial Nanjing de
Shanghai |
Desde
hace mucho la “modernización” de China ha devenido sinónimo
de “norteamericanización”. Según el país profundiza a
grandes pasos en su proceso de modernización, parece inevitable
que en los diversos sectores de la sociedad china el péndulo
de las influencias gravite a favor de una apropiación
de los valores sustentados por Estados Unidos. En consecuencia,
y como contrapartida, va ganando espacio asimismo en nuestra
sociedad la noción de que es preciso “librarnos de la
norteamericanización.”
La
influencia de Estados Unidos es cada vez mayor
Como periodista profesional
del periódico en inglés China Daily (Diario de
China), Ding Gang ha estado acreditado por muchos años
como corresponsal ante la Organización de las Naciones
Unidas. Al igual que los chinos regresados a su patria
desde el extranjero, se percata de la cada vez más omnipresente
huella extranjera en China. Hay veces en que se pregunta
si está viviendo en Estados Unidos, merced a los cambios
notables ocurridos en el país. “Estoy viviendo en un
ambiente a la vez familiar y desconocido. En metrópolis
como Beijing y Shanghai, me encuentro con modernos edificios
por doquier; hay algunos incluso más majestuosos que los
rascacielos de Nueva York. ‘Ahí están el 5th street’, ‘Madison avenue’, ‘Manhattan Sunshine State’,
‘Backstreet Scenic of Manhattan’... Los corredores de bienes inmuebles no ocultan su ambición de crear
un Manhattan en China”, dice con preocupación Ding Gang.
Y lo cierto es que, a los ojos de los chinos, las cosas
foráneas e importadas simbolizan la alta categoría, sobre
todo las de Estados Unidos.
Por otro lado, la
influencia estadounidense también se hace sentir de variada
manera en la vida cotidiana. Quien desconozca palabras
inglesas como “cool” o “come on”, no podrá comunicarse
con la juventud en su propia jerga. Y peor aún, en sus
artículos, los periódicos chinos recurren con frecuencia
a palabras en inglés como MAIL; en las librerías, los
libros sobre política, economía y leyes de Estados Unidos
se colocan en el lugar más visible; en los anaqueles de
las tiendas pululan los VCD y DVD con películas de Hollywood
recién proyectadas en EE.UU. Todo esto aumenta la aprensión
de Ding Gang: “Cuando la juventud crece acompañada por
Coca-cola, KFC y McDonald’s, y luego se convierte en una
fuerza potente de la sociedad, su admiración por las firmas
famosas se va traduciendo en la corriente predominante.
A los ojos de algunos chinos, los Estados Unidos de hoy
serán el mañana de China”.
Fortaleciendo
las peculiaridades chinas
“La política y la
economía de China, con sus 1.300 millones de habitantes,
al igual que su cultura y condiciones naturales, actúan
como un valladar que obstaculiza la apropiación mimética
de la esencia de la sociedad estadounidense.” Estas palabras
de Ding Gang pueden resumir el pensamiento de la mayoría
del pueblo chino. Si partimos de analizar las condiciones
naturales, por ejemplo, el problema ambiental trasluce
como pocos la imposibilidad de copiar el modelo de vida
estadounidense. EE.UU., con un 5% del total de la población
mundial, gasta una cuarta parte del petróleo que consume
el planeta. El corresponsal estadounidense Mark Hentsgaord
indica en su obra “The Shadow of the Eagle” (La sombra
del águila) que el modo de vida estadounidense rebosa
de atractivos, pero “si todos los demás países (o sea
6.000 millones de habitantes) imitan este modelo, se necesitarían
por lo menos tres sistemas solares más para brindar todos
los recursos necesarios y para poder asimilar los contaminantes
generados”. A la vera de razonamientos de este corte,
la idea de “librarnos de la norteamericanización” ha ido
enraizándose en la mente de Ding Gang, quien abordó el
tema el 13 de septiembre de 2004, cuando apareció su
artículo “Librándonos de la norteamericanización — un
tema impostergable”, publicado en la columna del simposio
internacional de The Global Times. “Se nos hace difícil
resistir la invasión de lo estadounidense; tenemos que
revertir ese proceso a conciencia y sólo apropiarnos
de lo que nos convenga”, señala Ding.
Es
bueno aclarar que sus planteamientos no entrañan un sentimiento
anti-estadounidense. Más bien se trata, según sus propias
palabras, "de que una China cada vez más parecida
a Estados Unidos dará lugar a un creciente número de conflictos
y contradicciones con ese país, pues China aparecerá como
un rival.” También considera que al sacudirse la influencia
del coloso norteamericano, China estará a la par fortaleciendo
sus propias peculiaridades. A su modo de ver, es cuando
menos risible que se discuta en la prensa si procede o
no dejar que los niños lean las obras clásicas chinas.
“La razón de que la norteamericanización se expanda con
facilidad y rapidez en nuestro país no obedece tanto a
su potencia, sino a que hemos descuidado muchos aspectos
de nuestra tradición”.
“Necesitamos
estudiarlo todo, incluidas las experiencias de Estados
Unidos”, explica Ding. “Zafarse de la égida de Estados
Unidos no implica negar a rajatabla cuanto provenga de
ese país. No obstante, se debe colocar el énfasis en fundir
lo que hemos aprendido con el legado chino y renovarnos
con cada experiencia asimilada. Si nos enquistamos apenas
en el marco del estudio, nunca seremos maduros e independientes”.
La renovación, asevera, es la meta de su concepto.
Un
sí al antídoto contra la norteamericanización
Tras la publicación,
el artículo de Ding provocó reacciones entre expertos
y lectores. Fang Ning, subdirector del Instituto de la
Ciencia Política de la Academia de Ciencias Sociales de
China, calificó de trascendente el planteamiento de Ding.
“El mismo, enfatizó, implica que por fin hemos ganado
la conciencia de que China debe andar por su propio camino
para alcanzar la modernización. No es favorable que copiemos
completamente las experiencias de otros países, ni siquiera
las más exitosas. En el presente, cualquier país que se
proponga lograr la modernización debe estudiar condiciones
y variantes. Al igual que los estudiantes, las naciones
deben graduarse haciendo uso de sus propios conocimientos,
no quedarse siempre a la zaga de los demás. En este punto
desechar la norteamericanización se traduce en que hemos
conseguido logros en el estudio y que hemos madurado paso
a paso en el camino de la modernización”.
Los usuarios de Internet
también han expuesto sus opiniones al respecto. “Nos quedamos
con lo bueno, extirpamos lo malo y mantenemos nuestra
cultura tradicional”. Este enunciado sustenta de algún
modo el concepto propuesto por Ding Gang. Como dijo Fang
Ning, “Tenemos que seguir aprendiendo de otros países,
incluido Estados Unidos. Sin embargo, el aprendizaje no
tiene por qué convertirse en ciego deslumbramiento, sino
que precisa de una apropiación voluntaria y del análisis
concienzudo que conduzca a aprender de los puntos fuertes
de otros como forma de superar las debilidades propias”.