El
calor del baile latino estremece
a
China
Por LU RUCAI
  
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Liu Yang (izquierda)
y su pareja de baile
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Por obra de su ritmo contagioso y rebosante de entusiasmo,
la música y el baile latinos siguen reinando en todo el
mundo. Es una moda que sobrevive al paso de los años y que
ya ha contagiado a los jóvenes chinos. El 3 de diciembre
de 2004, varios campeones mundiales de baile latino, en
su vertiente denominada de salón, como Hanna Karttunen y
Victor Da Silva, Jussi Vaananen y Katja Koukkula y Jukka
Haapalainen y Sirpa Suutari, llegaron de visita a China,
para su primera presentación en el Teatro del Siglo de Beijing.
La entrada más barata no bajó de 680 yuanes; la más cara
ascendió a 2.980 yuanes, equivalente al salario mensual
de un trabajador de “cuello blanco” de ingreso medio. Pero
precios disparados a un lado, la ocasión puso de plácemes
a buena parte de los chinos fanáticos al baile latino.
Rey de las
coreografías en los salones del orbe
El baile latino era algo totalmente desconocido
para la mayoría de los chinos 20 años atrás. Sólo unos pocos
estudiantes regresados del ultramar tenían contactos con
dicha sonoridad. En 1986, con el fin de preparar el Concurso
de Amistad Chino-Japonés de Bailes Internacionales de Salón,
Beijing invitó al señor Shigeo
Yamaguchi y a la señora Yasue
Kobayeshi a dar
clases. Los dos expertos adiestraron a 24 parejas de bailarines,
entre ellas, doce que se especializaron en bailes de moda
y doce en baile latino, los primeros en hacerlo en el país.
Más tarde, en mayo de 1987, tuvo lugar la primera competencia
de bailes de salón de la Copa China, en la cual participaron
cerca de 200 parejas seleccionadas en Beijing, Guangzhou
y otras grandes ciudades. Zhu Yijiong y Lu Jinru, representantes
de Beijing, se alzaron entonces con los primeros lugares
del baile latino en China. De allí en adelante, estas formas
danzarias comenzaron a ganar adeptos en varios confines
de la geografía nacional. Sin embargo, en aquella época
eran sobre todo asumidos por profesionales o niños deseosos
de imitar a los adultos. Casi todos provenían de familias
con veterano historial en la música y el baile.
En 1990, el Instituto del Arte Coreográfico
de Beijing abrió clases de bailes internacionales de salón,
con matrícula para alumnos de todo el país. Fue la primera
vez que alumnos ordinarios, no especializados en el arte
coreográfico, tenían la oportunidad de estudiar las danzas
de salón, incluyendo los bailes latinos. Ese mismo año,
seis bailarines de esta última variante danzaria, pasaron
el examen y recibieron el título de licenciado por la Federación
Internacional de Bailes de Salón de China. Al mismo tiempo,
la capacitación de maestros y de jurados se propagó como
reguero de pólvora. A dicho tenor, se han establecido concursos
anuales de salón. Baste decir que, solamente en 2004, hubo
54 competencias de baile deportivo. En dichas ocasiones
se destacaron por su talento los bailarines de danza latina.
El 28 de mayo de 2004, en la más autorizada Fiesta Blackpool
de Baile del Reino Unido (Blackpool Dance Festival), que se efectúa una vez al
año, los participantes chinos Luan Jiang y Zhang Ru ganaron
el título latino profesional de debutantes. Era la primera
vez en que los chinos obtenían este honor en las 79 ediciones
de la Fiesta, lo que constituyó un estímulo para todos los
fanáticos chinos de las pistas.
Bailando
con el corazón
Hace cuatro años, Liu Yang era una adolescente que desde
la niñez abrigaba esperanzas de ser alguien en el baile
latino. Su mayor sueño era convertirse en una bailarina
maravillosa. Impulsada por este sueño, salió sin vacilación
de su pueblo natal—Chongqing al graduarse de la universidad
y vino a Beijing. Después de un año de capacitación en el
Instituto de Bailes Internacionales de Salón de la capital,
Liu Yang se sentía plena de confianza en sí misma.
“Cuando salí de Chongqing, nadie de mi familia me apoyó.
Desde que estudiaba en el Instituto, mis padres aún estaban
convencidos de que ser bailarina era una pérdida de tiempo.
Pero a pesar de todo, me sentía ganada por el baile latino,
que me fascinaba con su entusiasmo y personalidad.” A diferencia
de otros graduados universitarios, Liu Yang no se apresuró
en buscar trabajo para ganar dinero. Para ella, encontrar
un empleo a su gusto era más importante. Convencida de sus
ambiciones, empezó a incubar la fundación de un curso de
Salsa. Aunque las cosas no pintaban muy bien al principio,
pues sólo consiguió tres parejas de alumnos, su curso fue
creciendo paulatinamente hasta convertirse, en el transcurso
de tres años, en el club de baile latino famoso que es en
la actualidad. Hoy cuenta con 500 alumnos graduados, muchos
de los cuales no sólo consiguieron laureles en lides domésticas
y foráneas, sino que también fueron admitidos por Liu Yang
en su propio conjunto de baile para hacer presentaciones
fuera del país. Liu Yang se hizo famosa en Beijing. Mucha
gente viene al club atraídos por su fama. Algunos de sus
alumnos ya son a su vez profesores.
Beijing y Shanghai cuentan con bares donde los chinos
entusiastas del sonido latino pueden “echar un pie.” A los
ojos de los sectores sociales económicamente acomodados,
pocas cosas hay comparables al disfrute de la vida nocturna,
que les permite apreciar las evoluciones de una sabrosa
coreografía en la pista de baile, entre las brumas que despiden
los cigarrillos, a la vera de un vaso de buen Tequila original,
mientras se dejan llevar por los compases de éxitos latinos
de siempre como la cubana Guantanamera o la mexicana La
Bamba. Dai Yang, empleado de una compañía de comercio exterior,
suele frecuentar esos bares, que le sirven de polígono donde
exhibir sus habilidades coreográficas. Su madre se dedica
a bailes de moda en la provincia de Guizhou. A Dai Yang,
un joven de carácter vivo, le obsesiona el baile latino.
Fue miembro del Conjunto Coreográfico de su madre desde
los seis años de edad. “Siento que la alegría me desborda
cuando bailo. Hay ciertos ritmos que me incitan y a los
cuales no me puedo resistir. Me llena de mucho la sensación
de que otros me observen y me aplaudan”. A sus 23 años,
Dai Yang, ya ha ganado el campeonato de Rumba B en la II
Competencia de Bailes de Salón de las Ciudades del Oeste
(2003). Pero ahora, sólo baila en bares, como otros jóvenes.
El baile latino le ha servido de carta de presentación para
fomentar su círculo de amigos.
Según estadísticas, hay decenas de bares
dedicados a lo latino en Beijing y Shanghai. El bar LATINOS
de la capital es uno de los mejores. Casi todos los aficionados
al baile latino lo conocen. Desde su apertura ha tenido
llenos garantizados casi a diario. “Según se afianza la
ascendencia del fenómeno latino en China, van surgiendo
bares de este tipo y representaciones de dicha cultura,
a la vez que emergen músicos latinos. Es un fenómeno muy
natural, tan natural como el cambio diario de la ciudad”,
dice riendo Liang Xiaoying, gerente general del LATINOS.
“Claro, el baile latino es un deporte de nobles. La mayoría
de sus seguidores son gente de cuello blanco, el dinero
no les falta”.
Se riega
como pólvora
Hoy es común ver en muchas calles chinas publicidades
sobre cursos de baile latino. A diferencia del estilo ortodoxo,
el baile que se enseña en tales cursos es el baile-gimnasio,
que combina el sabor latino con ejercicios gimnásticos.
La meta de los mismos es fortalecer la salud. A partir de
Qingniao y Tianxingjian, tales cursos han echado raíces
en todos los gimnasios.
Quienes acuden a tales cursos no encaran la exigencia
de usar traje y zapatos profesionales. “Sólo necesitan bailar
hasta sudar”. Tonificar la salud y adelgazar es la primera
misión del baile-gimnasio. Cuando Lei Xiangqing mencionó
que iba a estudiar baile latino, sus amigos se quedaron
de una pieza. Para ellos la timidez y apacible temperamento
de Lei nada tenían que ver con la calidez y vigor de la
fogosidad latina. “Pero lo escogí precisamente porque soy
conservadora. Creo que aparte de contribuir al mantenimiento
de la línea del cuerpo, el baile latino también puede ayudarme
a ser más abierta”. Muchos alumnos coinciden con ella.
Otro elemento importante que hace que muchos opten por
este tipo de danza entre numerosos ítems deportivos, es
su precio comparativamente barato. El precio de un curso
profesional se acerca a los 1.000 yuanes, pero el del gimnasio
sólo es de 200 yuanes, o sea menos de 20 yuanes la hora,
aceptable para casi todos los consumidores.
En comparación con los cursos para
adultos, los de niños parecen más solicitados. La señora
Zhang lleva a su niña dos veces a la semana a tomar clases
del baile latino. Sus aspiraciones para con su hija nacieron
cuando años atrás contempló las graciosas evoluciones que
acompañan a estos bailes. Sus sueños pueden coincidir asimismo
con lo que muchos otros progenitores anhelan para su prole:
“Quiero que mi hija adquiera mayor temple espiritual. Que
aprenda a desplegar su personalidad. El baile latino, con
su explosividad, parece una fórmula ideal para eso”. Los
chinos tradicionales, a pesar de ser conservadores, han
decidido dejar la inhibición a buen recaudo en casa. En
muchas partes del país una pista de baile caliente aguarda
para convencerles que bailando lambada, salsa o merengue
no hay pena que no se olvide.

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