FEBRERO
2005


El calor del baile latino estremece

a China

Por LU RUCAI

Liu Yang (izquierda) y su pareja de baile

Por obra de su ritmo contagioso y rebosante de entusiasmo, la música y el baile latinos siguen reinando en todo el mundo. Es una moda que sobrevive al paso de los años y que ya ha contagiado a los jóvenes chinos. El 3 de diciembre de 2004, varios campeones mundiales de baile latino, en su vertiente denominada de salón, como Hanna Karttunen y Victor Da Silva, Jussi Vaananen y Katja Koukkula y Jukka Haapalainen y Sirpa Suutari, llegaron de visita a China, para su primera presentación en el Teatro del Siglo de Beijing. La entrada más barata no bajó de 680 yuanes; la más cara ascendió a 2.980 yuanes, equivalente al salario mensual de un trabajador de “cuello blanco” de ingreso medio. Pero precios disparados a un lado, la ocasión puso de plácemes a buena parte de los chinos fanáticos al baile latino.

Rey de las coreografías en los salones del orbe

El baile latino era algo totalmente desconocido para la mayoría de los chinos 20 años atrás. Sólo unos pocos estudiantes regresados del ultramar tenían contactos con dicha sonoridad. En 1986, con el fin de preparar el Concurso de Amistad Chino-Japonés de Bailes Internacionales de Salón, Beijing invitó al señor Shigeo Yamaguchi y a la señora Yasue Kobayeshi a dar clases. Los dos expertos adiestraron a 24 parejas de bailarines, entre ellas, doce que se especializaron en bailes de moda y doce en baile latino, los primeros en hacerlo en el país. Más tarde, en mayo de 1987, tuvo lugar la primera competencia de bailes de salón de la Copa China, en la cual participaron cerca de 200 parejas seleccionadas en Beijing, Guangzhou y otras grandes ciudades. Zhu Yijiong y Lu Jinru, representantes de Beijing, se alzaron entonces con los primeros lugares del baile latino en China. De allí en adelante, estas formas danzarias comenzaron a ganar adeptos en varios confines de la geografía nacional. Sin embargo, en aquella época eran sobre todo asumidos por  profesionales o niños deseosos de imitar a los adultos. Casi todos provenían de familias con veterano historial en la música y el baile.

En 1990, el Instituto del Arte Coreográfico de Beijing abrió clases de bailes  internacionales de salón, con matrícula para alumnos de todo el país. Fue la primera vez que alumnos ordinarios, no especializados en el arte coreográfico, tenían la oportunidad de estudiar las danzas de salón, incluyendo los bailes latinos. Ese mismo año, seis bailarines de esta última variante danzaria, pasaron el examen y recibieron el título de licenciado por la Federación Internacional de Bailes de Salón de China. Al mismo tiempo, la capacitación de maestros y de jurados se propagó como reguero de pólvora. A dicho tenor, se han establecido concursos anuales de salón. Baste decir que, solamente en 2004, hubo 54 competencias de baile deportivo. En dichas ocasiones se destacaron por su talento los bailarines de danza latina. El 28 de mayo de 2004, en la más autorizada Fiesta Blackpool de Baile del Reino Unido (Blackpool Dance Festival), que se efectúa una vez al año, los participantes chinos Luan Jiang y Zhang Ru ganaron el título latino profesional de debutantes. Era la primera vez en que los chinos obtenían este honor en las 79 ediciones de la Fiesta, lo que constituyó un estímulo para todos los fanáticos chinos de las pistas.

Bailando con el corazón

Hace cuatro años, Liu Yang era una adolescente que desde la niñez abrigaba esperanzas de ser alguien en el baile latino. Su mayor sueño era convertirse en una bailarina maravillosa. Impulsada por este sueño, salió sin vacilación de su pueblo natal—Chongqing al graduarse de la universidad y vino a Beijing. Después de un año de capacitación en el Instituto de Bailes Internacionales de Salón de la capital, Liu Yang se sentía plena de confianza en sí misma.

“Cuando salí de Chongqing, nadie de mi familia me apoyó. Desde que estudiaba en el Instituto, mis padres aún estaban convencidos de que ser bailarina era una pérdida de tiempo. Pero a pesar de todo, me sentía ganada por el baile latino, que me fascinaba con su entusiasmo y personalidad.” A diferencia de otros graduados universitarios, Liu Yang no se apresuró en buscar trabajo para ganar dinero. Para ella, encontrar un empleo a su gusto era más importante. Convencida de sus ambiciones, empezó a incubar la fundación de un curso de Salsa. Aunque las cosas no pintaban muy bien al principio, pues sólo consiguió tres parejas de alumnos, su curso fue creciendo paulatinamente hasta convertirse, en el transcurso de tres años, en el club de baile latino famoso que es en la actualidad. Hoy cuenta con 500 alumnos graduados, muchos de los cuales no sólo consiguieron laureles en lides domésticas y foráneas, sino que también fueron admitidos por Liu Yang en su propio conjunto de baile para hacer presentaciones fuera del país. Liu Yang se hizo famosa en Beijing. Mucha gente viene al club atraídos por su fama. Algunos de sus alumnos ya son a su vez profesores.

Beijing y Shanghai cuentan con bares donde los chinos entusiastas del sonido latino pueden “echar un pie.” A los ojos de los sectores sociales económicamente acomodados, pocas cosas hay comparables al disfrute de la vida nocturna, que les permite apreciar las evoluciones de una sabrosa coreografía en la pista de baile, entre las brumas que despiden los cigarrillos, a la vera de un vaso de buen Tequila original, mientras se dejan llevar por los compases de éxitos latinos de siempre como la cubana Guantanamera o la mexicana La Bamba. Dai Yang, empleado de una compañía de comercio exterior, suele frecuentar esos bares, que le sirven de polígono donde exhibir sus habilidades coreográficas. Su madre se dedica a bailes de moda en la provincia de Guizhou. A Dai Yang, un joven de carácter vivo, le obsesiona el baile latino. Fue miembro del Conjunto Coreográfico de su madre desde los seis años de edad. “Siento que la alegría me desborda cuando bailo. Hay ciertos ritmos que me incitan y a los cuales no me puedo resistir. Me llena de mucho la sensación de que otros me observen y me aplaudan”. A sus 23 años, Dai Yang, ya ha ganado el campeonato de Rumba B en la II Competencia de Bailes de Salón de las Ciudades del Oeste (2003). Pero ahora, sólo baila en bares, como otros jóvenes. El baile latino le ha servido de carta de presentación para fomentar su círculo de amigos.

Según estadísticas, hay decenas de bares dedicados a lo latino en Beijing y Shanghai. El bar LATINOS de la capital es uno de los mejores. Casi todos los aficionados al baile latino lo conocen. Desde su apertura ha tenido llenos garantizados casi a diario. “Según se afianza la ascendencia del fenómeno  latino en China, van surgiendo bares de este tipo y representaciones de dicha cultura, a la vez que emergen músicos latinos. Es un fenómeno muy natural, tan natural como el cambio diario de la ciudad”, dice riendo Liang Xiaoying, gerente general del LATINOS. “Claro, el baile latino es un deporte de nobles. La mayoría de sus seguidores son gente de cuello blanco, el dinero no les falta”.

Se riega como pólvora

Hoy es común ver en muchas calles chinas publicidades sobre cursos de baile latino. A diferencia del estilo ortodoxo, el baile que se enseña en tales cursos es el baile-gimnasio, que combina el sabor latino con ejercicios gimnásticos. La meta de los mismos es fortalecer la salud. A partir de Qingniao y Tianxingjian, tales cursos han echado raíces en todos los gimnasios.

Quienes acuden a tales cursos no encaran la exigencia de usar traje y zapatos profesionales. “Sólo necesitan bailar hasta sudar”. Tonificar la salud y adelgazar es la primera misión del baile-gimnasio. Cuando Lei Xiangqing mencionó que iba a estudiar baile latino, sus amigos se quedaron de una pieza. Para ellos la timidez y apacible temperamento de Lei nada tenían que ver con la calidez y vigor de la fogosidad latina. “Pero lo escogí precisamente porque soy conservadora. Creo que aparte de contribuir al mantenimiento de la línea del cuerpo, el baile latino también puede ayudarme a ser más abierta”. Muchos alumnos coinciden con ella.

Otro elemento importante que hace que muchos opten por este tipo de danza entre numerosos ítems deportivos, es su precio comparativamente barato. El precio de un curso profesional se acerca a los 1.000 yuanes, pero el del gimnasio sólo es de 200 yuanes, o sea menos de 20 yuanes la hora, aceptable para casi todos los consumidores.

En comparación con los cursos para adultos, los de niños parecen más solicitados. La señora Zhang lleva a su niña dos veces a la semana a tomar clases del baile latino. Sus aspiraciones para con su hija nacieron cuando años atrás contempló las graciosas evoluciones que acompañan a estos bailes. Sus sueños pueden coincidir asimismo con lo que muchos otros progenitores anhelan para su prole: “Quiero que mi hija adquiera mayor temple espiritual. Que aprenda a desplegar su personalidad. El baile latino, con su explosividad,  parece una fórmula ideal para eso”. Los chinos tradicionales, a pesar de ser  conservadores, han decidido dejar la inhibición a buen recaudo en casa. En muchas partes del país una pista de baile caliente aguarda para convencerles que bailando lambada, salsa o merengue no hay pena que no se olvide.

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