JANUARY
2005


Cuatro factores para el mantenimiento de la salud psicológica

Por XI WEN

La humanidad está cada vez más apercibida de que el concepto de salud no sólo abarca el estado corporal, sino también el psicológico, y que la medicina moderna no puede solucionar los problemas fundamentales de la salud. El mantenimiento de la salud psicológica devendrá el tema principal en este campo en el siglo XXI, y el tratamiento respectivo constituirá otra revolución médica, de la envergadura de la intervención quirúrgica y el descubrimiento de los antibióticos.

Según la Organización Mundial de Salud, a mediados del siglo XIX, de cada 500 personas una padecía de problemas psicológicos. A finales del mismo siglo, se daba un caso por cada 200 personas. A principios del siglo XX, la proporción aumentó a 1:100; a mediados del siglo XX, la misma fue de 1:50; en la década de los 70, 1:25; y en los 90, la cifra llegó a 1:10. Además, el porcentaje es más alto en las ciudades que en el campo, y tiene mayor incidencia en las zonas avanzadas que en las atrasadas. También pasa lo mismo si se compara a los países desarrollados con aquellos en vías de desarrollo. De este cálculo se parte para pronosticar que las enfermedades psicológicas serán en lo inmediato la amenaza principal para la vida y la salud de la humanidad.

Desde la antigüedad, los médicos chinos, así como especialistas en  conservación de la salud y filósofos de diversas épocas, han prestado mucha atención a los cuidados espirituales, sobre lo cual han legado numerosos argumentos analógicos. Por ejemplo, Zhuang Zi, gran filósofo taoísta del siglo IV antes de Cristo, dijo en una frase muy famosa: Si la gente logra poner a un  lado los asuntos mundanales, su cuerpo no se cansará, y cuando deje de preocuparse incluso de la muerte, el alma no decaerá. Así se conseguirá la buena salud. “El hombre virtuoso y bondadoso es longevo”, famosa máxima de Confucio, constituye la esencia de la teoría de la conservación de la salud psicológica de la filosofía china.

La psiquis humana se relaciona estrechamente con las funciones fisiológicas del organismo. El buen estado de ánimo permite el óptimo funcionamiento fisiológico, y viceversa. La salud psicológica se refiere a un estado espiritual de equilibrio, como parte del cual se garantizan las funciones normales de los órganos, de manera que se eviten las enfermedades y se consiga la longevidad. He aquí los cuatro factores que se deben observar para el mantenimiento de la salud psicológica.

La bondad es el nutriente imprescindible de la salud psicológica. Al ser bueno con los demás, podemos sentirnos alegres; y al ayudar a los demás, nos embarga la satisfacción. Cuando somos bondadosos, pretendemos tratar con amabilidad a los demás, y así nos podemos sentir complacidos. La bondad nos permite ser más abiertos, sinceros y francos, con lo que podemos vivir más aliviados. En fin de cuentas, la bondad nos permite vivir tranquilos, y este estado de ánimo regula la circulación sanguínea y la excitación de las células nerviosas hasta un grado óptimo, elevando la capacidad del organismo para resistir enfermedades.

La indulgencia es el regulador de la salud psicológica. En la vida diaria, es inevitable sufrir pérdidas, ser mal entendidos, y sentir la injusticia. La opción más sabia y sensata frente a estas cosas es aprender a dominar el arte de la indulgencia. Se trata de una cualidad psicológica, que abarca el entendimiento y el perdón, y que también muestra la grandeza del espíritu,  la amplitud de miras, la firmeza y la fuerza de una persona. Si no sabemos tolerar y perdonar, seremos muy exigentes, y por tanto nos sumergiremos con facilidad en un estado de tensión espiritual, lo cual causará la excitación excesiva de los nervios, la convulsión de las venas sanguíneas, la elevación de la presión sanguínea, y como consecuencia, se producirá un círculo vicioso fisiológico y psicológico. Una vez que dominemos la indulgencia, sabremos ser exigentes con nosotros mismos y magnánimos con los demás, a la vez que disfrutamos de una salud psicológica regulada.

El optimismo constituye el elíxir para la salud psicológica. Es un estado positivo y un activador del carácter. El mismo incita el vigor y el potencial del organismo, lo que se traduce en la adquisición de un espíritu emprendedor para resolver problemas y sobrepasar las dificultades. Como contrapartida, el pesimismo es negativo y decadente, entristece, causa molestias y penas, deja al ser humano vulnerable a las dificultades. En fin, afecta la salud física y psicológica.

La indiferencia sirve de la inmunidad de la salud psicológica. La indiferencia se refiere a la tranquilidad ante la fama o la fortuna, y a pasar por alto los deseos, como expresa Bing Xin, famosa escritora contemporánea. A su juicio, cuando uno logra obviar la búsqueda de la fama y la fortuna tendrá una moral elevada. Se trata de un estado de ánimo ideal y un alto nivel del concepto de la vida. Imbuidos de este estado de ánimo, no permitimos que la corriente nos arrastre, ni salimos en desesperada persecución de posiciones sociales y posesiones materiales; no dejamos arrastrar por alegrías excesivas ante las grandes ganancias, que son aparte de la vida, ni nos sumergimos en la tristeza por su pérdida; tampoco nos quejamos de los demás, ni expresamos celos al compararnos con otros. La indiferencia nos da la paz y la tranquilidad, a la vez que nos protege de cualquier elemento dañino.

En resumen, la salud psicológica es la base de la salud física. Ninguna fortuna, sabiduría, felicidad y éxito es real si se carece de cualidades espirituales sanas. De tal suerte, nos asiste la convicción de que la salud psicológica devendrá importante forma positiva de asumir la vida y el desarrollo de la humanidad.

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