Centenario del cine chino
Debut de una industria artística


Por TANG YUANKA

En 1905, cuando el cinematógrafo de Lumiere cumplía diez años, nacía la primera película china. Hasta hoy se acumulan siete mil cintas rodadas en nuestro territorio. Por otra parte, el decurso de la historia de China hasta este momento semeja ella misma un filme, pletórico éste de puntos de giro dramáticos y actuaciones conmovedoras, vinculado al alma misma de la nación, con sus dichas y sobresaltos.

Muchos compatriotas dicen sentirse dichosos por haber venido al mundo en tiempos de cine. Agradecen que sus propias experiencias de vida se vean acompañadas, y a veces nutridas, por ese desfile constante de imaginería que sale de la pantalla.

El cine chino ha experimentado cambios históricos y ha sido capaz de legar a la posteridad, que es decir a un público siempre renovado, una serie de obras maestras de alto contenido cultural y artístico. Y en los últimos años hemos atraído la mirada curiosa y con frecuencia agradecida del espectador extranjero, amén de numerosos galardones en festivales internacionales. Incluso hoy, cuando los mecanismos mercantiles han dejado a nuestro cine con menos espectadores, seguimos remando. A favor, e incluso a contracorriente. Un futuro de buen cine al final del viaje compensa sin dudas el desasosiego de las tempestades.

--La Red.

 
  El huérfano rescata a su abuelo Canción de los pescadores

Un siglo ha transcurrido desde que Ren Qingtai, fotógrafo y propietario del Estudio Fotográfico Fengtai de Beijing, filmara la primera película china, bajo el título de A la conquista del Monte Jun.

Su estudio había sido previamente una tienda, que el emprendedor artista compró y transformó después de regresar de una temporada de estudios autofinanciados sobre fotografía en Japón. Durante el día, Ren utilizaba el sitio para revelar placas, mientras que al caer la noche lo trocaba en sala de exhibición –primera sala de cine de Beijing-- que atraía a numeroso público.

En 1905, harto de proyectar sólo películas extranjeras, Ren se decidió a dejar un documento fílmico sobre la más popular de las manifestaciones artísticas chinas de la época, la ópera de Pekín. Con tales planes en mente, invitó a Tan Xinpei, a la sazón renombrado actor de dicha ópera, a asumir el papel principal.

El documental en cuestión incluyó varias arias de la ópera de Pekín, y marcó el comienzo de la historia de la cinematografía china. En contraste con la primera obra del séptimo arte, Trabajadores que salen de la fábrica de Lumier, de Louis Lumiere, la película de Ren combinaba el concepto importado de entretenimiento de masas, con las formas artísticas al uso en China, gracias a lo cual su producto final evidenciaba un fuerte regusto local.

Las primeras películas chinas, sin embargo, mantenían una pesada deuda con sus similares silentes de Estados Unidos, particularmente el cine de Charles Chaplin. De tal suerte, lograr filmes para un público específicamente chino devino problema fundamental para los cineastas chinos en las dos décadas siguientes. Esta era la situación reinante cuando, en 1923, Zheng Zhengqiu y Zhang Shichuan filmaron El huérfano rescata a su abuelo, que se convirtió en segundo hito en los albores cinematográficos chinos, y fue un enorme éxito de taquilla, al abordar el tema de la familia, concepto tan caro para el chino promedio.

Dicha cinta marcó el inicio de la tradición china de hacer películas como forma de educación social. Los argumentos se centraban en los vínculos sanguíneos como vehículo para reflejar las contradicciones éticas y las realidades sociales. Las tres películas chinas más comerciales antes de la fundación de la República Popular de China, en 1949, fueron Hermanas, dirigida por Zheng Zhengqiu, y Canción de los pescadores, de Cai Chusheng, y El río de la primavera fluye hacia el este.

 
A la conquista del monte Jun

Cai Chusheng fue el representante por excelencia de los directores de cine de la segunda generación. Su éxito se apoyó en su capacidad para trasladar realidades sociales, a la vez que ensalzaba los tradicionales valores chinos. Su filme El río de la primavera fluye hacia el este aborda la historia de un hombre que abandona a su primera esposa después de alcanzar poder y posición, situación bastante conocida para los asistentes al cine de entonces, con la particularidad de que el abandono ocurre durante la guerra de ocho años de resistencia contra la agresión japonesa (1937-45). Los acontecimientos nacionales durante ese período afectaron a todas las familias chinas, y dieron lugar a la máxima local de "que cada persona tiene una cuota de responsabilidad en el destino de su país." La combinación de misión histórica y atractivo artístico de esta película sobre la ética familiar la elevaron al pedestal de epopeya clásica.

En las décadas previas a los años 80 --cuando el panorama de la vida china experimentó cambios descomunales con la reforma y apertura--, el énfasis cinematográfico se colocó en argumentos intrincados que reflejaban características espirituales por medio de conflictos dramáticos. Este fenómeno permite aquilatar el significado de la literatura china moderna, así como la influencia de una tradición teatral establecida. Este estilo narrativo, evocador de la consagrada tradición china de contar, era, y sigue siendo, apreciado por el público nacional, que otorga más importancia a las representaciones de los aspectos humanos de su herencia histórica que a la imagen estética.

El director Xie Jin, perteneciente a la tercera generación de cineastas, heredó el didactismo fílmico de Cai Chusheng. Durante la "revolución cultural" (1966-76) Xie Jin acudió al tema de la ética familiar para hacer que el público reflexionara sobre la mencionada revolución y analizara la carga de dolor y sufrimiento generado por los movimientos políticos previos a la misma. Las películas de Xie Jin, por lo tanto, satisfacen y gozan de enorme favor entre el público educado a la manera tradicional. De ello da fe la encuesta llevada a cabo a finales del siglo XX por la firma especializada Horizonte Social en Beijing y Shanghai, según la cual 25 por ciento de las personas interrogadas en dichas urbes eligieron a Xie Jin como su "director fílmico chino más apreciado."


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