Poca estatura
 
   

Un murciélago pequeño regresó a su nido con la cara manchada de sangre. Llenos de envidia, sus vecinos le preguntaron: “Cariño, ¿dónde has chupado tanta sangre?,” a lo que el aludido respondió: “Si quieren saberlo, síganme.” Atraídos por la posibilidad de un inesperado banquete sanguíneo, todos fueron tras él. Al llegar ante un árbol el pequeño murciélago preguntó: “¿Ven este árbol tan grande?” “Sí, sí, sí...” contestaron todos al unísono, ansiosos por comenzar a libar la sangre. Pero el pequeño les dejó en una pieza al decir: “Ahí está el detalle: yo venía volando a toda velocidad y no lo vi....”


¡Que no me digas mamá!


Dingding es un niño bastante revoltoso. Apenas cae la noche empieza a poner cuanta excusa le viene a mano para no dormir, con la consecuente exasperación de su madre. “Mamá, tengo mucha hambre.” “Mamá, léeme un cuento.” “Mamá, me pican los mosquitos...” La progenitora estalla al fin: “!Deja de decirme mamá, mamá, mamá... ¡Te castigaré si vuelves a hacerlo!” Pasa un rato de tranquilidad, tras el cual el niño va al cuarto de su madre y le dice: “Señora, quiero tomar agua.”


¿Escultor o fantasma?


En medio de una noche más oscura que el alquitrán, un borracho regresa a su casa atravesando un cementerio. De pronto, escucha un sonido inesperado y se llena de temor. Decide salirse del camposanto en busca de otro sendero a casa, pero apenas camina un poco ve a un anciano cincelando una losa funeraria. La vista del viejo le tranquiliza de inmediato. Sintiéndose animado de nuevo se acerca al escultor y le saluda: “Hola, señor. ¿Por qué trabaja hasta tan tarde; qué tal si nos acompañamos mutuamente de regreso a casa?” El anciano contesta: “De acuerdo, pero espere un momento a que termine”. “Claro que sí, le responde el beodo. “¿Qué está haciendo?” Y el anciano contesta: “Estoy corrigiendo unas letras. Estos malditos pusieron mi nombre con faltas de ortografía.”


Camello o caballo
 
   


Un día, una mujer bastante gorda va a la caballeriza de su primo y descubre un animal diferente, por lo que, picada por la curiosidad, decide indagar con su pariente: “¿Estás criando también un camello?” El primo contesta con enojo: “¿¡Camello!? ¡Es el caballo que montaste la vez pasada!”

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