Taiwan la bella


Por GUO XIAOYONG

 
  Calle Xinzhu Vista del lago Riyuetan

¡Cuántas veces había soñado con visitar Taiwan! El sueño se hizo realidad por fin en marzo pasado, cuando nuestra aeronave aterrizó en la isla en medio de un sol espléndido y una suave brisa, que acariciaban un entorno natural sorprendente en su verdor. No exageran los que aseguran que Taiwan es una esmeralda incrustada en el pecho de la naturaleza.

Alguien dijo que nosotros habíamos traído esa sorpresa de sol, pues los días previos fueron de constante llovizna.

¿Qué decir de esta isla? ¿Que es una combinación inigualable de azul y verde? ¿Que el mar la acaricia con olas constantes y los árboles le inundan con el verde de sus hojas?

¿Y qué podríamos hablar de su gente, de estos habitantes que son carne de nuestra carne, sangre de nuestras venas? De Taipei a Taizhong, del Monte Yangming al Lago Riyuetan, nos regalan amabilidad y colman nuestras expectativas. Desde el hogar del campesino hasta los edificios de la bulliciosa ciudad, desde los desconocidos en la calle hasta las caras familiares; todos desbordan simpatía, interrogantes y deseos.

Alguien pregunta: ¿Cuán lejos queda el hogar? ¿Por qué hay que andar tanto para llegar?

Alguien clama: ¿Cuánto durará esta melancolía, que nos dura desde la cuna hasta el último aliento?

Emociones a granel. Con todo, lo más inolvidable será aquel día, en el bar al aire libre a orillas del lago Riyuetan, de cara a un paisaje brumoso salpicado de montañas y estanques. Allí, juntos tú y yo, fuimos recitando en versos alternas el poema “Melancolía por el hogar distante” de Yu Guangzhong.

Cuando era niño

La melancolía era una estampilla de correos,

yo en este lado

del otro mi madre

Cuando crecí, la melancolía se hizo un boleto de barco,

yo de este lado

del otro mi novia

Pasan los años
y la melancolía es un sepulcro diminuto,

en él yace mi madre

y toda la tristeza con que ante él me detengo

La melancolía es un estrecho somero,

yo de este lado

y todo un continente del otro.

En un día de sol espléndido, abandonamos la isla.

Detrás se nos quedan esas olas magníficas y una ligera nube.


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