Encuentros
amistosos con tres presidentes mexicanos
Por WU RUIGEN
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Wu Ruigen entrevista
al entonces gobernador Vicente Fox |
El autor y estudiantes
mexicanos posan conel ex Presidente Echeverría
(con lentes y traje) |
Por
razones de trabajo periodístico, en dos ocasiones
fui enviado por la Agencia de Noticias Xinhua a trabajar
en su Oficina General en América Latina, con sede
en Ciudad de México, con un plazo de cinco años
de duración. La primera vez fue entre los años
1987 y 1989, y la segunda, de 1992 a 1995. Durante esos
períodos, conocí a numerosos periodistas.
Eran colegas, y a la vez competidores de trabajo, amigos
y maestros. En especial, me hice amigo de los colegas
mexicanos que trabajaban contratados en la misma oficina
de Xinhua. Nos llevábamos tan bien que recuerdo
los gratos momentos que compartimos y aún mantengo
correspondencia con algunos de ellos, aunque han transcurrido
cerca de 10 años.
Ahora quiero también traer a la memoria los contactos
amistosos que mantuve con dos ex gobernantes mexicanos,
Luis Echeverría y José López Portillo,
y con el actual presidente Vicente Fox.
Echeverría me llama oaxaqueño
En China, cuando se nombra al ex presidente mexicano Echeverría,
los chinos de su tiempo lo recuerdan gratamente. Durante
su mandato, respaldó resueltamente la recuperación
del legítimo escaño de la República
Popular China en la ONU, promovió el desarrollo
de los lazos bilaterales e impulsó el establecimiento
de relaciones diplomáticas entre China y México.
Desde entonces forjó lazos de profunda amistad
con los líderes chinos de primera generación
ahora difuntos, como Mao Zedong y Zhou Enlai. El gobierno
y el pueblo de China jamás olvidarán a este
viejo amigo mexicano.
Sigue siendo buen amigo de la Embajada China en México
y de la Oficina General de Xinhua en América Latina.
Sigue manteniendo cordiales relaciones con ellos, igual
que cuando nos invitaba a su casa para celebrar juntos
fiestas tradicionales.
Una vez, varios compañeros de Xinhua fuimos de
visita a su casa. Primero nos condujo a su estudio y nos
dio a conocer fotos suyas con los líderes chinos
tomadas en distintas visitas y los obras artesanales de
diversos países del mundo. Luego mandó servirnos
té o café y empezamos a charlar sobre el
origen del hombre americano. El ex jefe de estado mexicano
estaba tan versado en el tema que habló sin parar
y citó muchas fuentes, dando la impresión
de que había hecho un estudio profundo al respecto.
Se sabe que antes del descubrimiento del Nuevo Continente
por Cristóbal Colón en 1492, cuatro grupos
de nativos americanos habitaban desde el norte hasta el
sur de las Américas:
1. Más allá del círculo ártico
y en Groenlandia vivían los esquimales.
2. Desde el Golfo de México hasta el gran bosque
canadiense había tribus rivales de indígenas.
3. En México la población era numerosa y
diversa, y gran parte de ella tenía grandes semejanzas
con la población andina de América del Sur;
eran de piel cobrizo amarillenta, ojos rasgados y nariz
ancha. Fueron los que crearon las grandes civilizaciones
maya y azteca.
4. Los habitantes de las regiones andinas cuyos rasgos
físicos acaban de mencionarse arriba son los quechuas
y los aimarás, fundadores del Imperio Incaico y
tienen las mismas características faciales.
En torno al tema, existen dos hipótesis totalmente
diferentes en los círculos paleoantropológicos:
unos creen que los primitivos americanos vinieron de África,
y otros creen que habían emigrado desde Asia a
través del estrecho de Bering. Es decir, los aborígenes
americanos tenían ascendencia asiática.
Echeverría se inclinó a la segunda corriente,
dado que las tres antiguas civilizaciones de América,
o sea, la azteca, la maya y la incaica, comparten muchas
similitudes con la antigua civilización china y
parece que existen evidentes vínculos entre ellas.
Por ejemplo, el Dios de Plumaje que veneraban los aborígenes
mexicanos se parece mucho al Dragón que rinden
culto los chinos, sobre todo en la cabeza. El calendario
que usaban los mayas de México es casi idéntico
al calendario lunar chino.
En cuanto a las características faciales y la estatura,
los indígenas americanos son iguales que los mongoles
y tibetanos de la China actual. Tras explicar esto, de
repente el ex gobernante mexicano cambió de tema
y dijo humorísticamente señalándome:
--El señor Wu es muy parecido a un mexicano y le
llamo oaxaqueño (Oaxaca es uno de los
estados mexicanos de gran población indígena).
Wu es el mejor ejemplo de mi hipótesis y no necesito
molestar a los arqueólogos para atestiguarlo. Terminado
su comentario, echó a reír a carcajadas
y todos los presentes estuvieron de acuerdo. Aunque yo
quedé perplejo y no supe qué decir.
Deliciosa paella española
Un fin de semana con espléndido sol, Echeverría
invitó a varios amigos de la Embajada de China
y de la Oficina General de Xinhua en México a su
finca en Cuernavaca, a una hora de distancia en auto de
Ciudad de México.
Cuando llegamos, su hijo que esperaba a la puerta nos
condujo al jardín donde magnolias, peonías,
rosas, crisantemos florecían a plenitud atrayendo
abejas y mariposas. En una mesa larga cubierta de mantel
blanco había viandas, frutas, pasteles, vino, cerveza
y otras bebidas.
Mientras degustábamos té jazmín o
café, conversábamos animadamente con el
anfitrión. El reloj marcó la una, pero no
había indicios de comenzar el almuerzo, porque
la paella, el plato principal del banquete, no estaba
lista.
La mayoría de los españoles e hispanohablantes
conocen la paella, plato típico de la provincia
española de Valencia. Pero muy pocos chinos la
conocen y menos aún la han probado. Se trata de
una comida hecha de arroz, camarón, pescado, pollo,
mariscos, legumbres, aceitunas, aceite de olivo y otros
ingredientes. Es algo parecido a una comida preparada
de verduras y salchichas en el sur de China. La paella,
que se caracteriza por el sabor, la fragancia y la buena
presentación, es acompañada por vino blanco
seco a discreción.
Hasta ahora he degustado paella en tres ocasiones. Por
primera vez la probé en Beijing, invitado por mi
mejor amigo y colega español José Castedo
Carracedo. Aunque le faltaban muchos ingredientes (no
se conseguían entonces en Beijing), José
Castedo se esforzó para prepararnos personalmente
la paella. Fue tan sabrosa que la acabamos toda en minutos.
Las otras dos veces fueron en el extranjero, una en la
finca de Luis Echeverría y otra en casa de un amigo
colombiano con motivo de la Navidad.
Acupuntura salva a ex jefe de estado
Gracias al Dr. Zhang Daqian, rector del Instituto de Perfeccionamiento
de Acupuntura China de Tianjin, quien se estableció
en México para tratar a pacientes con acupuntura
y medicina tradicional china, pude conocer a otro ex presidente
mexicano, José López Portillo. Zhang provenía
de una familia de doctores en medicina tradicional china
y su bisabuelo fue médico imperial de la corte
en la dinastía Qing (1616-1911). Desde niño,
muy influido por la familia, Zhang adquirió amplios
conocimientos médicos.
Cuando en 1995 yo trabajaba en México, Cen Chulan,
mi primera profesora de español y amiga del doctor
Zhang, viajó a México como investigadora
de lingüística. En ese momento, Zhang era
conferenciante en San Francisco, Estados Unidos, e intentó
pasar a México para conocer el país azteca.
Con mi gestión, el Centro de Intercambio Cultural
México-China le extendió una invitación
para visitar México.
Poco después de su llegada, el Dr. Zhang puso un
consultorio en dicho centro y con sus agujas y plantas
medicinales chinas empezó a tratar pacientes. Consiguió
curar a un policía y un niño que se encontraban
al borde de la muerte, y llevó alegría y
felicidad a sus familias. Ambos eran pobres y no tenían
recursos económicos para pagar. Entonces Zhang
sólo les cobró una suma simbólica.
Viendo la gradual mejoría de los dos pacientes,
sus familiares quedaron complemente convencidos de la
alta técnica y la ética médica del
acupunturista chino. De esta manera, se extendió
rápidamente en Ciudad de México la grata
noticia de que había llegado un doctor chino de
virtudes mágicas.
La noticia llegó también a casa de López
Portillo y despertó interés entre sus familiares,
ya que éste padecía de apoplejía
cerebral y quedó paralítico en cama. Aunque
habían convocado varias juntas médicas en
las que participaron los mejores doctores de todo México
especializados en apoplejía, los resultados fueron
escasos. Entonces la familia de López Portillo
invitó al médico Zhang como un intento más.
Cen Chulan y yo nos alternamos para acompañar al
doctor Zhang durante sus visitas médicas al paciente.
De modo que conocí personalmente al ex gobernante
mexicano.
López Portillo tenía muy buena salud porque
toda su vida había practicado deportes. Además
de la natación, la carrera y el baloncesto, era
aficionado al tenis. Pese al intenso trabajo durante su
mandato, persistía en los ejercicios deportivos,
por lo que lo calificaron de presidente deportista.
Sin embargo, como reza un proverbio chino: en la naturaleza
algo imprevisto puede ocurrir de un momento a otro y en
la vida hay vicisitudes imprevistas. Un día, repentinamente
lo atacó la apoplejía cerebral, dejándole
la boca y los ojos mal colocados, hablando con lengua
de trapo y con los cuatro miembros entumecidos. Todo ello
dejó anonadada a su familia, que no sabía
como sanar al paciente.
El plan de tratamiento de Zhang se basó enteramente
en la acupuntura y en medicina tradicional herbolaria
china. Su tratamiento acupuntural me pareció raro,
nunca visto antes. El Dr. Zhang sacó una aguja
de 10 centímetros de largo y la hizo penetrar suavemente
en la coronilla. Una vez clavada la primera, insertó
la segunda. Así, una tras otra, hasta cuatro o
cinco agujas largas, escena que me dejó tan asustado
que quedé empapado de sudor. Más tarde,
el médico le introdujo agujas cortas en las manos
y los pies. Cada 15 minutos, el acupunturista Zhang le
aplicaba Qi Gong, moviendo suavemente las
agujas con los dedos como si tocara un instrumento chino
de cuerdas. 45 minutos después, el doctor chino
le sacó todas las agujas, le recetó medicamentos
que había traído de China y le enseñó
cómo iba a tomarlos.
Una semana después ocurrió el milagro. El
paciente pudo hablar con nitidez y tenían los ojos
y la boca bien colocados. Once días más
tarde, tenía sentidos en los pies y pudo moverlos.
Tres semanas después, el paciente pudo bajarse
de la cama y caminar despacio sin ayuda de nadie.
Durante ese período, el médico privado y
las enfermeras de López Portillo le ayudaron en
el entrenamiento de recuperación física,
incluido entrenamiento en el agua. Un mes después
López Portillo ya pudo nadar como un pez en la
piscina. ¡Qué tal milagro!, una pequeña
aguja plateada logró curar la apoplejía
cerebral, enfermedad difícil para la medicina occidental,
y logró un prodigio en su tratamiento.
De esta manera la milagrosa y excelente técnica
de la acupuntura china conquistó los círculos
médicos mexicanos y surgió en el país
azteca una fiebre de visitas a acupunturistas chinos.
Entrevista con Vicente Fox, caballo negro
de círculos políticos de México
En noviembre de 1995, poco antes de terminar mi segundo
período de trabajo en México, tuve oportunidad
de conocer al actual presidente mexicano, Vicente Fox,
gracias a una colega mexicana, quien trabajaba en la Redacción
de la Oficina General de Xinhua en México. Era
también reportera del diario Reforma, periódico
del Partido Acción Nacional (PAN), uno de los tres
principales partidos políticos de México.
Otros dos partidos eran el entonces gobernante Partido
Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Revolucionario
Democrático (PRD).
En aquel entonces, Fox era gobernador del Estado de Guanajuato.
Como mi colega tenía gran amistad con él,
Fox extendió una invitación a ella, a mi
esposa y a mí para el Festival Cervantino que iba
a inaugurarse en Guanajuato y nos concedió una
entrevista.
Poco rato después de que tomáramos asiento
en su despacho, entró Fox, alto y robusto, vestido
de vaquero y con un bigote bien recortado. Su aire afable
y agradable me quitó la nerviosidad que sentía
un corresponsal extranjero frente a un gobernador.
Ante todo nos hizo una breve presentación sobre
Guanajuato: tiene abundantes recursos naturales y clima
benigno. Aunque no cuenta con industria desarrollada,
la agro-ganadería y la industria de cuero estaban
bastante desarrolladas. Dijo que para beneficio mutuo,
Guanajuato quería cooperar con una provincia o
una ciudad chinas con el propósito de intercambiar
experiencias en producción agrícola y ganadera
entre ambas partes. Sostuvo que China era adelantada en
agricultura y piscicultura, mientras Guanajuato, en la
ganadería, por lo que ambas economías eran
complementarias y podrían intercambiar especies,
técnica y personal.
Preguntado si existía la posibilidad de que el
PAN derrotara al oficial PRI en los sufragios para subir
al poder, Fox afirmó que sí, porque tras
largos años de gobierno del PRI en México,
muchos funcionarios eran corruptos, existían muchos
problemas sin solución y el pueblo estaba muy descontento.
Si el PAN estuviera unido y todos sus miembros lucharan
juntos por los intereses de la clase media y de los marginados
de la sociedad mexicana, el partido de oposición
se convertiría en el gobernante en pocos años,
apuntó el político.
Sobre la situación mundial de entonces y la tendencia
de desarrollo futuro, expuso claramente que los Estados
Unidos era la única superpotencia del planeta,
ningún otro país puede compararse con él
en lo político, económico, militar y cultural.
No obstante, agregó, desde el punto de vista del
desarrollo, si China persiste en la apertura y las reformas,
podrá prosperar y transformarse en una gran potencia
a nivel mundial, puesto que tiene un pueblo laborioso
y de gran sabiduría bajo el correcto liderazgo
del Partido Comunista de China.
Sus predicciones sobre la situación política
mexicana y la tendencia del desarrollo mundial se han
hecho realidad parcial o completamente. Él asumió
la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos el año
2000 para un mandato de seis años de duración.
Terminada la entrevista con Fox, redacté de inmediato
una nota titulada Vicente Fox, caballo negro de
los círculos políticos de México
y la mandé a la redacción de Xinhua en Beijing.
Yo, un periodista común y corriente, pero calificado
de Rey sin Corona, tuve gran honor y orgullo
de haber conocido y tenido contactos amistosos con tres
gobernantes mexicanos durante cinco años de trabajo
en México, el país al que el mundo llama
el Reino del Nopal.