Desde China con Amor

Por Carlos Taranto. Montevideo*

El panorama internacional ha cambiado drásticamente desde que terminara la última guerra mundial, tanto en lo político como en lo social y económico. En esas seis décadas se han producido notables cambios en la geografía política, principalmente tras la desintegración del Imperio Británico, la fragmentación de la Unión Soviética y de la antigua Yugoslavia, la reunificación de Alemania, la concentración europea en un solo bloque económico, la división de Corea en dos Estados, y el renacer de Vietnam y Camboya. En ese contexto, Portugal devolvió Macao a China, a la vez que Angola y Mozambique lograron su independencia junto a otras naciones africanas otrora regidas por potencias colonizadoras europeas.

Por vía de la negociación diplomática, China logró el reintegro pacífico de Hong Kong como parte legítima de su territorio, quedando ahora pendiente la reincorporación de la isla de Taiwán, una provincia china.

También se produjeron cambios importantes en las naciones sudamericanas donde tuvieron lugar los golpes militares, luego reemplazados por gobiernos populares de los que se espera la emancipación de estos pueblos. En medio de todos estos cambios, la humanidad sólo reconoce como hecho trascendente, inigualable, capaz de remover los cimientos de este viejo mundo, las enormes transformaciones experimentadas por China, primero, al triunfar la revolución del Presidente Mao y extirpar el viejo y oprobioso régimen feudal que la regía. Luego se produjo la alfabetización de las grandes masas de campesinos y la extensión de la cultura al pueblo, el mejoramiento espectacular del sistema de salud y la ralentización del explosivo crecimiento demográfico, que constituiría un freno insalvable para las reformas proyectadas y la mejoría de la sociedad.

En uno de mis viajes a ese gran país, mi intérprete me dijo con orgullo que él provenía de una provincia interior, donde nadie de su familia, ni de su entorno había asistido jamás a una universidad. Él, sin embargo, no solo había asistido a una, sino a dos universidades.

Posteriormente, el viejo líder Deng Xiaoping instaló la conducción al estilo chino, es decir, sin renunciar a la administración centralizada y con un profundo contenido social que marcó a este gobierno desde un principio. A partir de entonces, la economía china no ha dejado de crecer a un ritmo alucinante, a la vez que crece el protagonismo chino en el panorama mundial. Por todo ello es posible formular algunos pronósticos que favorecerán al mundo en general y colocarán a China en el lugar que le corresponde, por su historia milenaria y la laboriosidad e inteligencia de su pueblo.


*Presidente Honorario de la Federación Uruguaya de Tenis de Mesa.
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