Una
mirada coreana al cine chino
Por
KIM HEE-JEUNG*
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Las películas de
Hong Kong sobre mafia también fueron favorecidas
por los ingresos de taquilla en Corea del Sur |
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Al concluir la década de los ochenta del siglo pasado,
muchos surcoreanos pensaban que el cine chino no pasaba
de ser un desfile de acrobacias de Kungfu filmadas en Hong
kong. Nuestros héroes del momento eran Jackie Chan
y Bruce Lee; nuestros villanos, los gángsters del
director John Woo, a los que la crítica surcoreana
encasillaba dentro de lo que denominaba cine negro hongkonés.
En aquel entonces eran frecuentes los movimientos estudiantiles
prodemocracia, y los jóvenes buscaban la libertad
de pensamiento en este último género, pues
lo consideraban exponente de la fraternidad entre hombres
marcados por un ambiente desolador.
Las
películas de Jackie Chan fueron mis favoritas desde
la niñez. Todo lo suyo, desde sus inicios en el Kungfu
hasta sus posteriores personajes de carácter, han
llenado mi imaginación, si bien debo confesar que
por aquella época percibía el cine como mero
divertimento.
Así
fue hasta que la visión de Adiós a mi concubina
(Chen Kaige), me hizo asumir el filón artístico
de la cinematografía. En 1989, el mundo puso los
ojos en el cine chino gracias a Sorgo rojo, de Zhang Yimou,
y yo me sumé a los entusiastas. En 2003, aterrizaba
en Beijing para estudiar en su Academia Cinematográfica.
Incluso
antes de mi viaje a China, ya conocía a los directores
chinos de la sexta generación, que se caracterizan
por exponer sin afeites la actual sociedad de su país,
en contraposición con los antecesores de la quinta,
quienes solían con frecuencia acudir a temas del
pasado, como se evidenció en clásicos al estilo
de Sorgo rojo y Adiós a mi concubina, que causaron
el literal arrobamiento de espectadores de todas las latitudes.
Es lamentable
que los espectadores chinos apenas tengan oportunidad de
ver la obra de esta sexta ola creativa. Pero incluso cuando
sus películas pasan en las pantallas nacionales,
no son muchos los que acuden a verlas. Con frecuencia, dichas
producciones son tildadas de cine de autor, o consideradas
una mirada demasiado amarga sobre la vida china de hoy.
Por
el contrario, las películas comerciales de Hollywood
tienen buena acogida en China, como bien demuestran los
cines abarrotados y las colas para comprar entradas. También
gozan del favor del público las películas
coreanas de tema juvenil romántico. El actual espectador
chino parece propenso a recrearse ante todo con la vena
humorística en el séptimo arte. Esto lo compruebo
cada vez que entro en una tienda de audiovisuales y escucho
como alguien pregunta al dueño: ¿Han
llegado nuevas comedias?
Apenas
llegada a Beijing, vi la película Héroe, de
Zhang Yimou, una producción de muchas estrellas,
múltiples efectos especiales y escenas deslumbrantes,
pero me dio la impresión de ser un pequeño
regalo envuelto una caja exageradamente grande. La casa
de las dagas voladoras, rodada más adelante por el
mismo director, tuvo buen éxito en el mercado extranjero,
a la par de Héroe, si bien recibió un rechazo
demoledor de buena parte del público y la crítica
chinos. El Zhang Yimou de los últimos tiempos, opinan
estos detractores, se afana en demasía por agradar
al espectador occidental.
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Un sector del público
acusa a Zhang Yimou de procurar a toda costa complacer
el gusto del público occidental |
Las peclículas de
Bruce Lee han gozado de enorme popularidad en Corea
del Sur |
Un fenómeno
interesante en China es el que ha propiciado Feng Xiaogang,
quien con sus películas populares, sobre todo las
llamadas de Año Nuevo, está haciendo las delicias
de buena parte del público. En Corea nunca había
escuchado hablar de él, pues no es tan influyente
como Zhang Yimou, pero sí sé que tiene garantizado
el respaldo de millones de coterráneos.
Los
que como él se dedican al cine comercial en Corea
del Sur, suelen hacer notables contribuciones al desarrollo
de la cinematografía nacional. Allá, como
aquí e infiero que en el resto del mundo--
la disputa entre comercialización y arte es perenne.
Para China, éste constituye también un resorte
que impulsa su industria de la imagen en movimiento. Así
lo han demostrado en fecha reciente Kekexili: Patrulla de
montaña y Pavo real, las cuales han ganado premios
extranjeros, en atención a su despliegue de imaginación
y sabor nacional.
En China
como en Corea del Sur, prima la tendencia a rodar películas
de alto presupuesto y amplia difusión. Héroe,
La casa de las dagas voladoras y Kungfu, son ejemplos. Las
de bajo costo, o el cine de autor, no son tan estimados,
lo que actúa en detrimento de las perspectivas del
cine chino.
Otro
factor desfavorable es la escasez de salas de exhibición,
que frena la expansión del cine nacional. Ello influye
en los altos precios de una entrada en las grandes ciudades
como Beijing y Shanghai, donde los precios de un boleto
oscilan, como mínimo, entre 50 y 60 yuanes (seis
a siete dólares), superando incluso la media de Seúl.
A ello se suma la facilidad de encontrar en el mercado local
filmes pirateados a precios irrisorios, en soportes de VCD
o DVD, para verlos cómodamente sentados en casa.
Tal
situación se contrapone asimismo al empuje económico
chino, que actualmente asombra a todo el planeta, además
de ocurrir en un momento de plena fiebre productiva fílmica,
pues solamente en 2004, se terminaron doscientas cintas.
En 2005,
cuando se cumple el centenario de cine chino, los más
bisoños realizadores del país luchan a brazo
partido por devolverle a la industria local sus laureles
de antaño, cuando el realismo dictaba pautas en el
quehacer cinematográfico local. Sobra el talento,
sí, pero faltan suficientes academias que les ayuden
a florecer, así como empleos creativos que absorban
a toda esa nueva generación de realizadores. Hay
que admitir empero, que se perciben atisbos esperanzadores,
como el recién firmado acuerdo de colaboración
con la Academia de Cine de Francia, que debe permitir mayores
posibilidades de superación profesional al personal
chino. El reto está lanzado. China tiene la palabra.
La
autora es surcoreana posgraduada de la Academia Cinematográfica
de Beijing
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