Rechiflas
para Zhang Yimou
Por
TANG YUANKAI

“La carrera artística de Zhang Yimou
se acabó.” Ese fue el comentario que hizo el director
de cine de Hong Kong Zhu Yanping luego de ver La Casa
de las Dagas Voladoras, la última oferta de su distinguido
par. Sin embargo, la película fue un éxito taquillero.
La revista Time le dio la primera posición en su
encuesta y en la lista de las 10 primeras cintas seleccionadas
por los críticos de United Press International se ubicó
en la quinta plaza, junto con Héroe, otro éxito
de kungfu de Zhang Yimou, que se apoderó de la
sexta casilla.
La
Casa de las Dagas Voladoras
ha sido nominada también para el Premio a la Mejor Película
en lengua extranjera del Golden Globe 2005, el cual se
llevó Héroe en 2002. Aún así, los críticos locales
son cada vez más severos en sus juicios sobre las recientes
producciones de Zhang Yimou.
Los espectadores chinos
se muestran desilusionados con La Casa de las Dagas
Voladoras por muchas razones. Ambientada en una dinastía
específica, afirman que la película no logra reflejar
las características más prominentes de la época, que sus
secuencias de kungfu son pobres y que sus personajes
aparecen en dos dimensiones – poco más que marionetas
manipuladas por su dogmático director-. La llama de la
pasión en esta llamada tragedia de amor tampoco logró
despertar la imaginación romántica del público. Aunque
reconoce que está bien hecha y hermosamente filmada, Zhu
Yanping considera que la película no le hace justicia
a la reputación de Zhang. Actualmente la producción de
sus películas es 55 veces más costosa que sus primeras
cintas y muchos en China estarían de acuerdo con Zhu Yanping
en el sentido de que “con un presupuesto tan generoso
cualquier director puede hacer una película de éxito”.
A Zhang Yimou se le critica por usar
trucos cinematográficos que sustituyen la técnica por
la verdadera imaginación artística. También por su uso
de las linternas rojas como un símbolo inmediatamente
reconocido tanto por los espectadores del Oriente como
del Occidente.
Estas aparecen en el
espectáculo de 8 minutos que dirigió para la ceremonia
de clausura de los Juegos Olímpicos de Atenas y que resultó
desagradable para los televidentes chinos para quienes,
en el contexto del filme de igual nombre, La Linterna
Roja simboliza una época ya olvidada.
Algunos críticos chinos consideran
que Zhang Yimou simplifica demasiado el concepto que presenta
de la civilización china. Plantean que sus cintas llaman
la atención de Occidente hacia la cultura china sin transmitir
su verdadera diversidad, en tanto reflejan sus propios
puntos de vista en vez de abrir una ventana sobre China
a través de la cual el mundo pueda hacer sus propias observaciones.
Sin embargo, el enorme aporte de Zhang
Yimou a la cinematografía china y su credibilidad en los
círculos cinéfilos del mundo es incuestionable. Su primer
reconocimiento internacional lo ganó como director de
Tierra Amarilla (1984) y desde entonces ha obtenido
premios como Mejor Director en los Festivales de Berlín,
Venecia y Cannes. Old Well, en la cual actuó, le
hizo merecedor del lauro a la Mejor Actuación Masculina
del Festival Internacional de Cine de Tokio, en tanto
Ju Dou, (Semilla de crisantemo, 1989), La Linterna
Roja (1991) y Héroe (2002) recibieron nominaciones
para los premios Oscar.
Nuevo Beijing, Las
Grandes Olimpiadas le aportó
también el Premio del XXI Festival Internacional de Televisión
y Cine Deportivos. Zhang ha tenido éxito en todos los
campos en los que ha incursionado, por ejemplo, su puesta
en escena de Turandot, de Puccini, (2000) y la
adaptación de La Linterna Roja para el ballet en
2002.
El éxito de Zhang Yimou
se le atribuye directamente a su público occidental, afirma
Wang Yichuan, autor de Fin del Mito de Zhang Yimou
y profesor de estética de la Universidad Normal de Beijing.
“Sus películas, celebradas en el exterior, se presentaron
al público en China sólo después que se hizo famoso en
el extranjero.”
 |
Zhang Yimou
– siempre una atracción para la prensa |
El nivel cultural y la
forma de pensar sin dudas influyen en la reacción de los
espectadores ante las cintas de Zhang. Expertos chinos
insisten en que los ciudadanos de Occidente juzgan las
formas del Arte Oriental según los valores y estándares
estéticos de Occidente y que la histórica barrera cultural
entre ambas partes ha aportado más mística al Oriente.
Como señalara un experto, “La percepción
occidental del Oriente como una tierra románticamente
misteriosa y exótica es un invento de ellos mismos”.
Las películas de Zhang ambientadas en épocas antiguas
y que reflejan patrones extintos respaldan esta gustada
fantasía occidental, junto con su proyección de la historia
previa a la liberación de China, pero para los espectadores
chinos, estas cintas sólo distorsionan la realidad.
La pasión de Zhang Yimou por el séptimo
arte ha disminuido desde que se inició como director,
afirma el influyente crítico de cine Xie Xizhang, quien
considera que las recientes obras del afamado cineasta
no convencen al no dejar espacio para la espontaneidad
de los actores, cuya actuación está restringida por los
dictados de su fuerte estilo de dirección.
Fue a principios de la
década de 1980 que Zhang Yimou comenzó como uno de los
ahora famosos directores de cine de la quinta generación.
Zhang y sus colegas formaron parte de la masiva reconstrucción
cultural que tuvo lugar luego de la Revolución Cultural
(1966-1976). Todos ellos querían establecer un estilo
contemporáneo de cine chino que pensaban sólo podía crearse
con una innovación total. Zhang y sus compañeros en realidad
encabezaron una revolución en la industria cinematográfica
china y sus obras convirtieron al país en un factor importante
en los círculos fílmicos del mundo.
Como principal cineasta de Uno y
Ocho (1984), Zhang rompió con todo lo convencional.
Filmó desde ángulos oscuros y apartó a los actores y actrices
a un lado, en lugar de colocarlos en el centro de la toma,
para resaltar el efecto dramático. Asimismo se concentró
en los elementos esenciales del sonido, las luces y la
calidad artística de imágenes proyectadas en el interés
de un realismo puro, rechazando íntegramente el didacticismo
y los estereotipos que habían dominado la cinematografía
china de la década anterior. Sin embargo, este enfoque
progresista estaba fuera de paso con el avance cauteloso
del gobierno chino.
Cuando envió Uno y
Ocho al Departamento de Administración Cultural para
su evaluación, la cinta estuvo a punto de ser prohibida
y logró su aprobación para proyectarla al público sólo
después que le hicieron decenas de revisiones. Empero,
la película impresionó a los espectadores y expertos por
su estilo único de cinematografía. Así comenzó a conocerse
el nombre de Zhang Yimou.
“Ya sea enfatizando las
fuerzas artísticas o la información, la expresión visual
es esencial”, afirma Zhang una y otra vez. Fue más camarógrafo
que director en Uno y Ocho, pero su atractivo estilo
es evidente. Pocos se atreven a negar su talento, independientemente
de que les gusten o no sus recientes producciones.
Un aspecto de la obra
de Zhang que es particularmente distintivo es el uso de
colores. El rojo es el color predominante en el Sorgo
Rojo (1987), lo cual se hace más notable al final
cuando el sorgo, los personajes y el propio aire se tiñen
de carmesí. El uso distintivo del color es un aspecto
integral de Ju Dou (Semilla de Crisantemo,1989)
y La Linterna Roja (1991). En Héroe (2002)
los filtros de colores se utilizaron para distinguir los
cuatro sectores de la película. Esto se corresponde con
la técnica de Zhang de “utilizar los colores para narrar
una historia”. Algunos quizás digan que ésa es su forma
de manipular al público occidental para llevarlo a creer
que está viendo un verdadero espectáculo oriental.
Sin embargo, tiene una
profunda visión de la naturaleza humana y dentro del marco
permitido por la ideología reformada, también tiene talento
para reflejarla. Ni Uno Menos (1999) se filmó al estilo
de un documental, pero le saca las lágrimas al más cínico
de los espectadores. Vivir (1993), ganadora del
Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes,
es la historia del dolor y dificultades enfrentadas por
una familia en el período más turbulento de la historia
de China, la cual es presentada en un estilo convencional
sin efectos especiales ni rasgos de la llamada fascinación
de Zhang con la forma artística. Aunque en ocasiones puede
parecer extremada, la película es creíble por estar basada
en hechos reales más que en la ideología social del director
y constituye un testamento de la verdadera imaginación
artística del cineasta.
Lamentablemente se prohibió
proyectarla al público chino, lo cual fue un golpe inesperado,
pues en ese momento sus cintas habían sido elogiadas tanto
por críticos chinos como por el público en general.
Después Zhang parece haber suspendido
su búsqueda de arte e ideología y cambió su rumbo hacia
los filmes comerciales a fin de poder “vivir”. Su primera
cinta en este género fue La Joya de Shanghai (1995).
Debe recordarse que las
películas de la década de 1980 dirigidas por miembros
de la Quinta Generación se rodaron en estudios estatales
bajo los auspicios de exploraciones artísticas sufragadas
por el estado. Luego de la reforma de su propiedad, los
fondos asignados por el estado se convirtieron en inversiones
comerciales que se hacían con la idea de obtener ingresos
económicos.
Este
ajuste limitó la experimentación artística de estos anteriormente
privilegiados directores. En La Joya de Shanghai
(1995), Zhang Yimou obviamente mezcló los infalibles ingredientes
de violencia y nostalgia y una solitaria diosa del sexo
garantizaba el éxito comercial. Se trataba de una película
de gángsteres en la Shanghai de los años 30 del siglo
pasado con Gong Li como protagonista.
Zhang Yimou es uno de
los pocos directores capaces de dar con fórmulas que consolidan
su aceptación y garantizan altos ingresos taquilleros.
El Sorgo Rojo comienza como un romance pastoral
y termina en llamas de guerra. La Linterna Roja,
ambientada en la década del 20 del siglo pasado, muestra
una feroz lucha por favores entre las cuatro esposas del
acaudalado jefe de un clan, Ju Dou (Semilla de
Crisantemo) narra la semi-incestuosa relación extramatrimonial
de una joven en un ambiente confuciano y Vivir
refleja la constancia humana mediante la privación física
y el tormento espiritual. Todas estas cintas deben verse.
“Uno de los principales
objetivos de Zhang Yimou es recuperar el espacio de mercado
de las películas chinas”, advierte Zhang Weiping, el productor
de La Casa de las Dagas Voladoras. Amigo de Zhang
durante más de 16 años y responsable de guiarlo hacia
un estilo de dirección más comercial, Zhang Weiping ha
invertido en todas las películas de Zhang Yimou desde
que este último hizo Mantén la Calma (1997). Farmacéutico
antes de entrar en el mundo de los bienes raíces y hoy
propietario de una compañía que suministra comidas a aerolíneas,
Zhang Weiping preside la Junta Directiva de New Picture
Film Co., Ltd.
Debe haber una mezcla
heterogénea de películas en el mercado para que este florezca
y Zhang Yimou ha demostrado ser un maestro de ambos géneros.
Pero existe un criterio que persistentemente se plantea
en el país: Debe prestar más atención a su orientación
ideológica y tener presente la influencia social de su
obra. Bei Ye, estudioso de la Civilización y Filosofía
de la Grecia Antigua, considera que Zhang Yimou debe,
al igual que los antiguos artistas griegos, expresar su
singular visión de la vida en sus cintas. Como advierte
Bei, Zhang ignora ángulos de atención que podrían penetrar
directamente en la conciencia del público.”