ABRIL
2005


Rechiflas para  Zhang Yimou

 

Por TANG YUANKAI

 

 

“La carrera artística de Zhang Yimou se acabó.” Ese fue el comentario que hizo el director de cine de Hong Kong Zhu Yanping luego de ver La Casa de las Dagas Voladoras, la última oferta de su distinguido par. Sin embargo, la película fue un éxito taquillero. La revista Time le dio la primera posición en su encuesta y en la lista de las 10 primeras cintas seleccionadas por los críticos de United Press International se ubicó en la quinta plaza, junto con Héroe, otro éxito de kungfu de Zhang Yimou, que se apoderó de la sexta casilla.

La Casa de las Dagas Voladoras ha sido nominada también para el Premio a la Mejor Película en lengua extranjera del Golden Globe 2005, el cual se llevó Héroe en 2002. Aún así, los críticos locales son cada vez más severos en sus juicios sobre las recientes producciones de Zhang Yimou.

 Los espectadores chinos se muestran desilusionados con La Casa de las Dagas Voladoras por muchas razones. Ambientada en una dinastía específica, afirman que la película no logra reflejar las características más prominentes de la época, que sus secuencias de kungfu son pobres y que sus personajes aparecen en dos dimensiones – poco más que marionetas manipuladas por su dogmático director-. La llama de la pasión en esta llamada tragedia de amor tampoco logró despertar la imaginación romántica del público. Aunque reconoce que está bien hecha y hermosamente filmada, Zhu Yanping considera que la película no le hace justicia a la reputación de Zhang. Actualmente la producción de sus películas es 55 veces más costosa que sus primeras cintas y muchos en China estarían de acuerdo con Zhu Yanping en el sentido de que “con un presupuesto tan generoso cualquier director puede hacer una película de éxito”.

A Zhang Yimou se le critica por usar trucos cinematográficos que sustituyen  la técnica por la verdadera imaginación artística. También por su uso de las linternas rojas como un símbolo inmediatamente reconocido tanto por los espectadores del Oriente como del Occidente.

Estas aparecen en el espectáculo de 8 minutos que dirigió para la ceremonia de clausura de los Juegos Olímpicos de Atenas y que resultó desagradable para los televidentes chinos para quienes, en el contexto del filme de igual nombre, La Linterna Roja simboliza una época ya olvidada.

Algunos críticos chinos consideran que Zhang Yimou simplifica demasiado el concepto que presenta de la civilización china. Plantean que sus cintas llaman la atención de Occidente hacia la cultura china sin transmitir su verdadera diversidad, en tanto reflejan sus propios puntos de vista en vez de abrir una ventana sobre China a través de la cual el mundo pueda hacer sus propias observaciones.

Sin embargo,  el enorme aporte de Zhang Yimou a la cinematografía china y su credibilidad en los círculos cinéfilos del mundo es incuestionable. Su primer reconocimiento internacional lo ganó como director de Tierra Amarilla (1984) y desde entonces ha obtenido premios como Mejor Director en los Festivales de Berlín, Venecia y Cannes. Old Well, en la cual actuó, le hizo merecedor  del lauro a la Mejor Actuación Masculina del Festival Internacional de Cine de Tokio, en tanto Ju Dou, (Semilla de crisantemo, 1989), La Linterna Roja (1991) y Héroe (2002) recibieron nominaciones para los premios Oscar.

Nuevo Beijing, Las Grandes Olimpiadas le aportó también el Premio del XXI Festival Internacional de Televisión y Cine Deportivos. Zhang ha tenido éxito en todos los campos en los que ha incursionado, por ejemplo, su puesta en escena de Turandot, de Puccini, (2000) y la adaptación de La Linterna Roja para el ballet en 2002.

 El éxito de Zhang Yimou se le atribuye directamente a su público occidental, afirma Wang Yichuan, autor de Fin del Mito de Zhang Yimou y profesor de estética de la Universidad Normal de Beijing. “Sus películas, celebradas en el exterior, se presentaron al público en China sólo después que se hizo famoso en el extranjero.”

Zhang Yimou – siempre una atracción para la prensa

El nivel cultural y la forma de pensar sin dudas influyen en la reacción de los espectadores ante las cintas de Zhang. Expertos chinos insisten en que los ciudadanos de Occidente juzgan las formas del Arte Oriental según los valores y estándares estéticos de Occidente y que la histórica barrera cultural entre ambas partes ha aportado más mística al Oriente.

Como señalara un experto, “La percepción occidental del Oriente como una tierra románticamente misteriosa y exótica  es un invento de ellos mismos”. Las películas de Zhang ambientadas en épocas antiguas y que reflejan patrones extintos respaldan esta gustada fantasía occidental, junto con su proyección de la historia previa a la liberación de China, pero para los espectadores chinos, estas cintas sólo distorsionan la realidad.

La pasión de Zhang Yimou por el séptimo arte ha disminuido desde que se inició como director, afirma el influyente crítico de cine  Xie Xizhang, quien considera que las recientes obras del afamado cineasta no convencen al no dejar espacio para la espontaneidad de los actores, cuya actuación está restringida por los dictados de su fuerte estilo de dirección.

Fue a principios de la década de 1980 que Zhang Yimou comenzó como uno de los ahora famosos directores de cine de la quinta generación. Zhang y sus colegas formaron parte de la masiva reconstrucción cultural que tuvo lugar luego de la Revolución Cultural (1966-1976). Todos ellos querían establecer un estilo contemporáneo de cine chino que pensaban sólo podía crearse con una innovación total. Zhang y sus compañeros en realidad encabezaron una revolución en la industria cinematográfica china y sus obras convirtieron al país en un factor importante en los círculos fílmicos del mundo.

Como principal cineasta de Uno y Ocho (1984),  Zhang rompió con todo lo convencional. Filmó desde ángulos oscuros y apartó a los actores y actrices a un lado, en lugar de colocarlos en el centro de la toma, para resaltar el efecto dramático. Asimismo se concentró en los elementos esenciales del sonido, las luces y la calidad artística de imágenes proyectadas en el interés de un realismo puro, rechazando íntegramente el didacticismo y los estereotipos que habían dominado la cinematografía china  de la década anterior. Sin embargo, este enfoque progresista  estaba fuera de paso con el avance cauteloso del gobierno chino. 

Cuando envió Uno y Ocho al Departamento de Administración Cultural para su evaluación, la cinta estuvo a punto de ser prohibida y logró su aprobación para proyectarla al público sólo después que le hicieron decenas de revisiones. Empero, la película impresionó a los espectadores y expertos por su estilo único de cinematografía. Así comenzó a conocerse el nombre de Zhang Yimou.

“Ya sea enfatizando las fuerzas artísticas o la información, la expresión visual es esencial”, afirma Zhang una y otra vez. Fue más camarógrafo que director en Uno y Ocho, pero su atractivo estilo es evidente. Pocos se atreven a negar su talento, independientemente de que les gusten o no sus recientes producciones.

Un aspecto de la obra de Zhang que es particularmente distintivo es el uso de colores. El rojo es el color predominante en el Sorgo Rojo (1987), lo cual se hace más notable al final cuando el sorgo, los personajes y el propio aire se tiñen de carmesí. El uso distintivo del color es un aspecto integral de Ju Dou (Semilla de Crisantemo,1989) y La Linterna Roja (1991). En Héroe (2002) los filtros de colores se utilizaron para distinguir los cuatro sectores de la película. Esto se corresponde con la técnica de Zhang de “utilizar los colores para narrar una historia”. Algunos quizás digan que ésa es su forma de manipular al público occidental para llevarlo a creer que está viendo un verdadero espectáculo oriental.

Sin embargo, tiene una profunda visión de la naturaleza humana y dentro del marco permitido por la ideología reformada, también tiene talento para reflejarla. Ni Uno Menos (1999) se filmó al estilo de un documental, pero le saca las lágrimas al más cínico de los espectadores. Vivir (1993), ganadora del Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes,  es la historia del dolor y dificultades enfrentadas por una familia en el período más turbulento de la historia de China, la cual es presentada en un estilo convencional sin efectos especiales ni rasgos de la llamada fascinación de Zhang con la forma artística. Aunque en ocasiones puede parecer  extremada, la película es creíble por estar basada en hechos reales  más que en la ideología social del director y constituye un testamento de la verdadera imaginación artística del cineasta.

Lamentablemente se prohibió proyectarla al público chino, lo cual fue un golpe inesperado, pues en ese momento sus cintas habían sido elogiadas tanto por críticos chinos como por el público en general.

Después Zhang parece haber suspendido su búsqueda de arte e ideología y cambió su rumbo hacia los filmes comerciales a fin de poder  “vivir”. Su primera cinta en este género fue La Joya de Shanghai (1995).

 Debe recordarse que las películas de la década de 1980 dirigidas por miembros de la Quinta Generación se rodaron en estudios estatales bajo los auspicios de exploraciones artísticas sufragadas por el estado. Luego de la reforma de su propiedad, los fondos asignados por el estado se convirtieron en inversiones comerciales que se hacían con la idea de obtener ingresos económicos.

Este ajuste limitó la experimentación artística de estos anteriormente privilegiados directores. En La Joya de Shanghai (1995), Zhang Yimou obviamente mezcló los infalibles ingredientes de violencia y nostalgia y una solitaria diosa del sexo garantizaba el éxito comercial. Se trataba de una película de gángsteres  en la Shanghai de los años 30 del siglo pasado con Gong Li como protagonista.

 Zhang Yimou es uno de los pocos directores capaces de dar con fórmulas que consolidan su aceptación y garantizan altos ingresos taquilleros. El Sorgo Rojo comienza como un romance pastoral y termina en llamas de guerra. La Linterna Roja,  ambientada en la década del 20 del siglo pasado, muestra una feroz lucha por favores entre las cuatro esposas del acaudalado jefe de un clan, Ju Dou (Semilla de Crisantemo) narra la semi-incestuosa relación extramatrimonial  de una joven en un ambiente confuciano y Vivir refleja la constancia humana mediante la privación física  y el tormento espiritual. Todas estas cintas deben verse.

“Uno de los principales objetivos de Zhang Yimou es recuperar el espacio de mercado de las películas chinas”, advierte Zhang Weiping, el productor de La Casa de las Dagas Voladoras. Amigo de Zhang durante más de 16 años y responsable de guiarlo hacia un estilo de dirección más comercial, Zhang Weiping ha invertido en todas las películas de Zhang Yimou desde que este último hizo Mantén la Calma (1997). Farmacéutico antes de entrar en el mundo de los bienes raíces y hoy propietario de una compañía que suministra comidas a aerolíneas, Zhang Weiping preside la Junta Directiva de New Picture Film Co., Ltd.

Debe haber una mezcla heterogénea de películas en el mercado para que este florezca y Zhang Yimou ha demostrado ser un maestro de ambos géneros. Pero existe un criterio que persistentemente se plantea en el país: Debe prestar más atención a su orientación ideológica y tener presente la influencia social de su obra. Bei Ye, estudioso de la Civilización y Filosofía de la Grecia Antigua, considera que Zhang Yimou debe, al igual que los antiguos artistas griegos, expresar su singular visión de la vida en sus cintas. Como advierte Bei, Zhang ignora ángulos de atención que podrían penetrar directamente en la conciencia del público.”

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