ABRIL
2005


 La fiebre del tabaco

 

Por MARK GODFREY* 

 

China analiza el costo de su apetencia por el cigarrillo mientras los fabricantes tratan de que más mujeres enciendan uno.

Los nombres e imágenes en las cajetillas de cigarrillo en China suelen ser irónicamente crueles. La popular marca Doble Felicidad muestra una pequeña advertencia sobre los efectos en la salud en uno de sus lados. Muchos dependientes venden solamente cigarrillos, con las tarjetas de teléfonos y agua embotellada como diversiones temporales. Muy coloridos y ubicados en calles secundarias, estos pequeños establecimientos casi siempre se atienden desde la ventana de una habitación. Muchos usan sus mercancías para crear finas muestras ornamentales.   

Los fumadores irlandeses pueden encontrar 10 marcas de cigarrillos para escoger en un estanquillo, en el caso de los chinos, éstas suman cientos. La calidad varía pero una caja de 10 cigarrillos de la popular Chungcheng se vende a tres yuanes (29 centavos de dólar) en la red minorista. Producida por la Fábrica de Cigarrillos de Kunming, en la sureña provincia de Yunnan, su rica envoltura color carmesí combina bien con el rojo, azul y verde de las imitaciones de otras marcas en el local de un vendedor en China. Algunas cajetillas muestran dibujos tradicionales chinos, otras muñequitos educativos y en otras se leen máximas en caligrafía tradicional. Sus nombres, perversamente evocadores, merecen que los transeúntes les dediquen 10 minutos de su tiempo.

En noviembre del 2003, China firmó la Convención Marco de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el Control del Tabaco, pero aún no ha ratificado ese acuerdo porque ello implicaría introducir medidas más estrictas sobre la venta a menores así como  mayores impuestos a los cigarrillos.

 Los enormes ingresos del gobierno provenientes de los impuestos a las ventas de cigarrillos hacen que éste se muestre renuente a modificar la política sobre este hábito. China es el mayor productor de tabaco del mundo y tiene 350 millones de fumadores, mientras cientos de millones de personas están empleadas en la agro-industria tabacalera.

 Según el Buró Nacional de Estadísticas, los ingresos del gobierno por concepto de impuestos a los cigarrillos equivalen a casi 6.000 millones de euros, pero estudios de la OMS estiman en más de 5.000 millones de euros el costo anual para el país en términos de salud y días laborales perdidos. 

Considerado en un tiempo un hábito inculto e inapropiado para las mujeres, cada vez se hace menos inusual ver a una mujer china fumar.

Hoy se ejerce una presión constante sobre la población posiblemente con el mayor potencial para los vendedores de cigarrillos en el mundo.

Aunque la publicidad que estimula el consumo de cigarrillos está oficialmente prohibida, atractivas revistas femeninas  con frecuencia muestran artículos con modelos y personalidades entrevistadas que de una forma seductora exhalan el humo de un cigarrillo hacia la cámara. Las heroínas en  películas chinas muy populares suelen encender un cigarrillo mientras caminan entre las grandes tiendas y su local de trabajo en rascacielos de cristal y mármol.

Un número creciente de ciudadanos chinos que regresan luego de cursar estudios o trabajar en el extranjero también han traído costumbres occidentales al país, lo cual hace que el hábito de fumar entre las mujeres sea más aceptado por la sociedad. Sólo el 4 por ciento de las mujeres chinas fuma, en tanto en los hombres la cifra se estima en 64 por ciento, de acuerdo con recientes estadísticas de  la OMS.

“Probé un cigarrillo por primera vez hace poco y fue terrible”, afirma la profesora universitaria Guan Yuanyuan, de 28 años de edad. “Sin embargo, muchas películas y fotos muestran a mujeres fumando, me parece algo que al menos debes probar. Creo que una mujer fumando luce bien para los hombres”.

La mayoría de los fumadores chinos son jóvenes de provincias que gastan en cigarrillos una buena parte de sus salarios, los cuales suelen ser bajos. Feng Xuezhen, de 19 años de edad,  y Li Meng, de 23, trabajadores provenientes de la central provincia de Hunan, se fuman como promedio 20 cigarrillos al día.

Integrantes de un contingente de 2.000 obreros que trabajan en un proyecto inmobiliario en el norte de Beijing, ambos laboran seis días a la semana y reciben como salario mensual 550 yuanes.

 “Gasto unos 150 yuanes de mi salario en cigarrillos”, explica Feng, “Hace unos años que fumo. Es lo más natural que hiciera, pues mi padre fuma y no le molestó cuando empecé a hacerlo”.

Un aumento de precio en sus marcas favoritas afectaría su bolsillo, reconoce Li, pero “probablemente” no le impediría seguir fumando.

Como los fumadores son rechazados socialmente cada vez más en los países occidentales, los fabricantes de cigarrillos concentran sus esfuerzos en China, donde la legislación sobre el consumo y las advertencias de salud son menos restrictivas. Marlboro y Camel son grandes vendedores en el mercado local, aún cuando una prohibición sobre la publicidad para los cigarrillos desplazó a la primera como el gran patrocinador del nuevo Gran Premio de Fórmula Uno de Shanghai. Su lugar lo ocupó la compañía petrolera Sinopec.

Un número creciente de defensores del medio ambiente convencen a los fumadores para que dejen el tabaquismo

La protección de los jóvenes constituye la gran prioridad de los activistas contra el tabaquismo.

El actor Jackie  Chan y la gimnasta olímpica Liu Xuan fueron contratados por la Asociación China contra el Hábito de Fumar y por la Salud, una organización no-gubernamental que trata de desestimular ese hábito entre la juventud. Grandes carteles en blanco y negro muestran a un Chan sonriente desbaratando enormes cigarrillos con sus característicos golpes de artes marciales. “El joven común en China no tiene mucho dinero para gastar, si los cigarrillos fueran más caros, no los podrían comprar”, afirma el vicepresidente de la citada organización no-gubernamental, Shen Erli, quien defiende impuestos mayores sobre esos productos.

 A los fumadores chinos les gusta comprar los cigarrillos en paquetes de 20 cajetillas. Uno de esos paquetes es una popular opción para un regalo y una perfecta muestra de agradecimiento a policías y funcionarios en bares y restaurantes que abren en barrios de la ciudad. China está muy lejos de prohibir fumar en lugares públicos: Este reportero vio  recientemente a médicos unirse a sus probables pacientes para encender un cigarrillo en un salón de espera de un hospital público.

 Dos de los fumadores sostenían firme la linda muchacha con un traje típico que adorna la cajetilla de Ashima. Esta marca procede de la Fábrica de Cigarrillos Yuxi, un grupo estatal de la provincia de Yunnan, donde las ventas de tabaco representan el 70 por ciento de los ingresos totales de esa provincia. Es posible que los golpes y patadas de Jackie Chan no se equiparen con esas cifras.

*MARK GODFREY es un periodista irlandés actualmente radicado en China.

n