ABRIL
2005


Hay desequilibrio de géneros en China

 

Por ZHENG  ZHENZHEN*

La actual tasa de nacimientos de China ha mantenido un nivel relativamente bajo. Más aún, ya existe un desequilibro en la cifra de nacimientos entre hembras y varones. Según la ley de control de natalidad del país, la mayoría de las parejas sólo puede tener un hijo, en tanto que los matrimonios, influenciados por conceptos tradicionales, suelen preferir los varones. El Quinto Censo Nacional de Población de China, de 2000, muestra que la relación entre  nacimientos masculinos y femeninos es de 119, 92:100, por encima de la tasa normal de 106:100. Incluso hay cinco provincias, donde el radio alcanza 130:100.

Este fenómeno ha generado gran preocupación en círculos de expertos y los medios masivos de comunicación. Hay un temor generalizado de que a este ritmo, dentro de 10 a 20 años varios millones de hombres no podrán encontrar pareja. El Censo de 2000 arroja asimismo que los varones entre cero y 15 años de edad, sobrepasan en 18 millones a las féminas de la misma edad. Para el 2010, ese grupo poblacional estará bordeando la edad matrimonial y deberán un vérselas con un desequilibrio agudizado, que afectará gravemente la estabilidad familiar.

 El referido desequilibrio es un problema de larga data en China. En 1981, la relación numérica entre géneros se mantenía a 108,47:100, de acuerdo con el Tercer Censo Nacional de Población. Los debates relativos se han concentrado en las razones económicas, sociales y culturales que han producido este fenómeno.

La tradición manda

 Por muchos años, los chinos han favorecido los nacimientos de niños para desventaja de las niñas, dada la tradicional supremacía masculina que ha regido la familia y la sociedad. Aunque en la actualidad existen leyes que determinan la igualdad de géneros, en la práctica los derechos femeninos suelen quedar en letra muerta, y se les obvia en áreas tales como la educación, el empleo, la promoción y la herencia. Y súmese a ello que para los padres contar con un hijo varón ha sido garantía histórica de que se disfrutará de una vejez tranquila, pues esa función corresponde a los varones.

Una situación ideal sería que cada pareja pueda tener tanto hijos como hijas. Pero dadas las restricciones que conlleva la política de Planificación Familiar de China, la mayor parte de los matrimonios se desviven por garantizar que su único retoño sea masculino. De tener más de un hijo, el panorama que les espera no es nada alentador: multas y altos desembolsos financieros, fuera del alcance de la mayoría de las familias. De ahí que acudan a la ciencia para garantizar la virilidad de su descendencia, una práctica también extendida en la India y Corea del Sur.

Las restricciones legales no son la única respuesta

No hay duda de que un exceso de población masculina conducirá a  serios problemas en la estructura demográfica china, aunque tomando en cuenta la diferencia de edades entre las parejas en edad reproductiva y el alza en la cifra de trabajadores emigrantes que se establecen en diversas regiones, se espera que la sangre no llegue al río de inmediato.

No se puede pasar por alto el papel que en este sentido desempeñan las actuales manquedades de la seguridad social china, en cuanto a pensiones y servicios médicos.  Si se lograra desarrollar la cobertura social del país, de modo que se ajustara a las actuales demandas del desarrollo económico nacional, los ancianos dejarían de depender de sus hijos para la manutención, con el consiguiente cambio favorable en la percepción  de las hijas.

En un intento por conseguir el equilibrio de géneros, y de paso proteger los derechos femeninos, el gobierno chino ha puesto en práctica varias leyes y regulaciones. La ley de población y planificación familiar, y la regulación contra los abortos selectivos por sexo y la identificación del sexo por razones no vinculadas a la salud, están concebidas para poner coto a la situación. En 2003 se celebró el encuentro "Amad a las Niñas" con el fin de lograr una mayor aceptación para el sexo femenino entre las familias rurales. Estas legislaciones, empero, en la actualidad no rebasan el carácter civil. A juicio de algunos expertos, las mismas deben tener un carácter penal, con vistas a incrementar su poder disuasivo.

Con todo lo encomiable que resultan dichas sugerencias, las mismas no son la respuesta final al tema. Hay que conseguir que las familias acepten a las niñas como algo natural, para lo cual es fundamental reestructurar los sistemas de pensiones y atención médica, a la par que se mejoran los niveles de vida, de modo que no sea preciso depender en el hijo varón para la manutención de los padres ancianos, como ordena la tradición. En las grandes ciudades chinas como Shanghai y Beijing, un gran número de familias han dejado de preocuparse por el sexo de su descendencia. Según mejoran los niveles de vida en todo el país, esperan los expertos, el problema debe reducirse, con el consiguiente mejoramiento a escala nacional.

 

*La autora es Investigadora del Instituto de Estudios sobre Población, Trabajo y Economía

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