Hay desequilibrio
de géneros en China
Por ZHENG ZHENZHEN*
La actual
tasa de nacimientos de China ha mantenido un nivel relativamente
bajo. Más aún, ya existe un desequilibro en la cifra de
nacimientos entre hembras y varones. Según la ley de control
de natalidad del país, la mayoría de las parejas sólo puede
tener un hijo, en tanto que los matrimonios, influenciados
por conceptos tradicionales, suelen preferir los varones.
El Quinto Censo Nacional de Población de China, de 2000,
muestra que la relación entre nacimientos masculinos y
femeninos es de 119, 92:100, por encima de la tasa normal
de 106:100. Incluso hay cinco provincias, donde el radio
alcanza 130:100.
Este fenómeno ha generado gran preocupación en círculos de expertos
y los medios masivos de comunicación. Hay un temor generalizado
de que a este ritmo, dentro de 10 a 20 años varios millones
de hombres no podrán encontrar pareja. El Censo de 2000
arroja asimismo que los varones entre cero y 15 años de
edad, sobrepasan en 18 millones a las féminas de la misma
edad. Para el 2010, ese grupo poblacional estará bordeando
la edad matrimonial y deberán un vérselas con un desequilibrio
agudizado, que afectará gravemente la estabilidad familiar.
El referido desequilibrio es un problema de larga data en China.
En 1981, la relación numérica entre géneros se mantenía
a 108,47:100, de acuerdo con el Tercer Censo Nacional de
Población. Los debates relativos se han concentrado en las
razones económicas, sociales y culturales que han producido
este fenómeno.
La tradición manda
Por muchos años, los chinos han favorecido los nacimientos de
niños para desventaja de las niñas, dada la tradicional
supremacía masculina que ha regido la familia y la sociedad.
Aunque en la actualidad existen leyes que determinan la
igualdad de géneros, en la práctica los derechos femeninos
suelen quedar en letra muerta, y se les obvia en áreas tales
como la educación, el empleo, la promoción y la herencia.
Y súmese a ello que para los padres contar con un hijo varón
ha sido garantía histórica de que se disfrutará de una vejez
tranquila, pues esa función corresponde a los varones.
Una situación ideal sería que cada pareja pueda tener tanto
hijos como hijas. Pero dadas las restricciones que conlleva
la política de Planificación Familiar de China, la mayor
parte de los matrimonios se desviven por garantizar que
su único retoño sea masculino. De tener más de un hijo,
el panorama que les espera no es nada alentador: multas
y altos desembolsos financieros, fuera del alcance de la
mayoría de las familias. De ahí que acudan a la ciencia
para garantizar la virilidad de su descendencia, una práctica
también extendida en la India y Corea del Sur.
Las restricciones legales no son la única respuesta
No hay
duda de que un exceso de población masculina conducirá a
serios problemas en la estructura demográfica china, aunque
tomando en cuenta la diferencia de edades entre las parejas
en edad reproductiva y el alza en la cifra de trabajadores
emigrantes que se establecen en diversas regiones, se espera
que la sangre no llegue al río de inmediato.
No se puede pasar por alto el papel que en este sentido desempeñan las actuales
manquedades de la seguridad social china, en cuanto a pensiones
y servicios médicos. Si se lograra desarrollar la cobertura
social del país, de modo que se ajustara a las actuales
demandas del desarrollo económico nacional, los ancianos
dejarían de depender de sus hijos para la manutención, con
el consiguiente cambio favorable en la percepción de las
hijas.
En un intento por conseguir el equilibrio de géneros, y de
paso proteger los derechos femeninos, el gobierno chino
ha puesto en práctica varias leyes y regulaciones. La ley
de población y planificación familiar, y la regulación contra
los abortos selectivos por sexo y la identificación del
sexo por razones no vinculadas a la salud, están concebidas
para poner coto a la situación. En 2003 se celebró el encuentro
"Amad a las Niñas" con el fin de lograr una mayor
aceptación para el sexo femenino entre las familias rurales.
Estas legislaciones, empero, en la actualidad no rebasan
el carácter civil. A juicio de algunos expertos, las mismas
deben tener un carácter penal, con vistas a incrementar
su poder disuasivo.
Con todo lo encomiable que resultan dichas sugerencias, las
mismas no son la respuesta final al tema. Hay que conseguir
que las familias acepten a las niñas como algo natural,
para lo cual es fundamental reestructurar los sistemas de
pensiones y atención médica, a la par que se mejoran los
niveles de vida, de modo que no sea preciso depender en
el hijo varón para la manutención de los padres ancianos,
como ordena la tradición. En las grandes ciudades chinas
como Shanghai y Beijing, un gran número de familias han
dejado de preocuparse por el sexo de su descendencia. Según
mejoran los niveles de vida en todo el país, esperan los
expertos, el problema debe reducirse, con el consiguiente
mejoramiento a escala nacional.
*La autora es Investigadora del Instituto de Estudios sobre
Población, Trabajo y Economía
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