AGOSTO
2004


La prueba de paternidad, crisis de confianza en las familias modernas

Por LIANG WEN

En los últimos dos años, en la ciudad de Nanjing, provincia de Jiangsu, se ha popularizado confirmar la paternidad de los hijos. Así, en los primeros días tras la Fiesta de la Primavera de 2003, el Hospital del Pueblo atendió una veintena de peticiones, cifra equivalente a la cantidad acumulada durante dos meses.

El periodista que ha difundido esta noticia, visitó los centros especializados en este tipo de análisis en Shanghai, Guangzhou, Beijing y Harbin, llegando a la conclusión de que en esos lugares no existe aún la enorme demanda generada en Nanjing, aunque las solicitudes de identificaciones paternales sí aumentan progresivamente cada año.

El profesor Liu Jingzhong del Hospital Chaoyang de Beijing, el único organismo autorizado a realizar las pruebas de paternidad fuera de los departamentos judiciales manifestó que desde el año 2000, momento en que se abrió a la sociedad el examen médico para saber si los hijos son propios, “hemos atendido más de 300 solicitudes. El aumento de peticiones se debe también a la facilidad de realizar consultas vía Internet. Durante las vacaciones de invierno y verano, recibimos más casos debido a que los niños están libres”.

La facultad forense de la Universidad Sun Yat-sen ha ratificado las palabras del profesor Liu, pues dicho centro recibió más de un millar de solicitudes en 2003, es decir, el grado de la apertura y desarrollo regional es proporcional a la cantidad de pedidos al respecto.

La sospecha de los padres


Es muy interesante observar a las razones por las cuales los niños son llevados por sus padres a hacerles la prueba de identificación. Según Liu Jingzhong, “un 90 por ciento de los casos parte de la sospecha de los maridos hacia la posible infidelidad de las mujeres”. Wu Changzhen, famosa experta en la ley matrimonial y profesora de la Universidad de Ciencia Política y Jurídica de China, nos relató un caso de divorcio que ella misma atendió. El marido sospechaba que el hijo de ambos no era suyo, debido a que su mujer trabajaba en un departamento de asuntos exteriores. A falta de pruebas, el tribunal rehusó su petición.

Desde que trabaja en el Centro de Transfusiones y Análisis de Sangre de Shanghai, Zhang Gongliang se ha encontrado con muchos casos similares. Así, nos relató un caso en el que un profesor de 70 años sospechaba que su cuarto y quinto hijo no eran suyos. Pese a las quejas tanto de su mujer como de sus hijos, se realizaron las pruebas de paternidad, con el resultado de que ambos eran hijos naturales suyos.

El profesor Wu Xinyao de la Universidad Sun Yat-sen indicó que el examen médico al respecto “ha mostrado que el porcentaje de hijos no legítimos no supera el 20 por ciento”. En el departamento pertinente de la provincia de Heilongjiang, dicho porcentaje se sitúa alrededor del 10 por ciento, implicando que al menos un 80 por ciento de los niños ha tenido que pasar por estas pruebas y casi un 100 por ciento de ellos ha sufrido una crisis de identidad.

Problema social


En los últimos años, la tendencia en aumento de realizar prácticas sexuales de una sola noche, cambiar de pareja y mantener relaciones prematrimoniales, ideas que preconizan la libertad y una personalidad abierta, hace que la gente no pueda prever ni vea las consecuencias ocultas a resulta de ese comportamiento, el cual ha conllevado a un crecimiento de los nacimientos fuera del matrimonio y a una crisis de confianza conyugal.

Una investigación muestra que en el año 1985, los jóvenes que mantenían relaciones sexuales prematrimoniales alcanzaron el 15 por ciento, mientras que en la actualidad, dicha cifra se sitúa en el 60 por ciento.

El profesor Wu nos contó que en una ocasión un padre al enterarse de que su hijo no era legítimo, se deprimió tanto que no deseó seguir viviendo, mientras que un anciano de 80 años, después de recibir el resultado positivo de un examen médico, lloró de alegría y abrazó emocionado a su propio hijo.

El concepto tradicional de “hueso y sangre” y las costumbres chinas constituyen aún hoy en día una fusión muy compacta y en vigor. En el sistema cultural de Confucio, se consideraba a las mujeres como meros instrumentos de reproducción y a los hijos como objetos privados del hombre. La autoridad marital y paterna ocupaba y ocupan aún un puesto supremo. Según la tradición, la mayor desgracia familiar es no tener un vástago varón y, si éste es ajeno, la maldición se multiplica. En realidad, es injusto que el hombre pueda comprobar la fidelidad de su mujer mediante un examen médico, mientras que ella no posee ningún método para verificar la del hombre.

El profesor Zhou Xiaozheng de la Universidad del Pueblo Chino considera que el tema de la paternidad y la fidelidad conyugal “es un problema social, ya que el desarrollo económico ha producido una sociedad carente de confianza”. Liu Kai, varón y padre de 36 años, sostiene que es el resultado inevitable de la época en la que vivimos y, aunque puede entender esta actitud, “yo no me haré nunca las pruebas de paternidad”.


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