Mi
gran marcha para salvar el arte folclórico
Por GUAN XIANGLIN
Yo nací en agosto de 1959, en la provincia
de Anhui, sudeste de China. En la década de 1970
trabajaba como obrero y administrador de la biblioteca de
la Fábrica de Generadores Eléctricos. Una
noche cuando estaba reparando un generador, me caí
desde una altura de 13 metros y perdí el conocimiento.
El diagnóstico del médico predecía
que me quedaría paralizado de la cintura para abajo.
Después de escuchar esta fatal noticia decidí
guardarme durante cuatro días los hipnóticos
que me suministraba la enfermera para tomármelos
de golpe y así acabar con mi vida. Gracias a los
esfuerzos realizados por los médicos, al final, me
salvé.
El doctor me alentó diciéndome con mucho
cariño: Terminar con tu vida es muy fácil,
sin embargo, aún eres muy joven, si colaboras, todavía
existe la posibilidad de recuperarte. Al final, el
tratamiento fue todo un éxito y realicé múltiples
sesiones de rehabilitación para mejorar las funciones
de las piernas y el lumbago.
Con el fin de buscar otra manera de subsistencia empecé
a aprender a dibujar bajo la instrucción del profesor
Wang Zhiying de la Universidad de Tongji, Shanghai. Desde
ese momento percibí aún más la relación
entre materia y espíritu, cambié la forma
de ver la vida y descubrí lo importante que es ofrecer
y servir a los demás.
Me di cuenta de que estaba cansado de mi antigua profesión,
de empezar a trabajar a las nueve de la mañana y
terminar a las cinco de la tarde, quería conocer
el mundo y absorber la esencia de la vida. Por esa razón,
el 28 de agosto de 1983, cuando tenía 23 años
y con tan sólo 30 yuanes en el bolsillo, dejé
mi hogar sin avisar a mi madre y comencé a recorrer
el país en bicicleta para realizar mi gran sueño:
ser fotógrafo y capturar en imágenes la esencia
de la naturaleza en su estado más puro.
Unos días más tarde, cuando estaba a punto
de dejar el hostal donde me alojaba, vi, por casualidad,
en la lista de registros el nombre de mi madre, quien acababa
de salir por la puerta. Yo me apresuré a buscarla.
Cuando la alcancé, me contó que al recibir
mi carta, rápidamente fue en mi búsqueda para
disuadirme de realizar esa locura. China es un país
con un territorio muy extenso. Cuenta con 56 nacionalidades.
La mayoría de ellas se encuentra en las zonas montañosas
o en lugares apartados con un clima muy extremo y duro.
Sin embargo, mi decisión fue firme, con lo que mi
madre no tuvo más remedio de rogar para que no me
pasara nada.
Diez días más tarde llegué a Hangzhou,
donde cambié totalmente mi idea inicial sobre el
arte popular gracias a la información facilitada
por Liu Wenhu, jefe de la Casa Artística Popular
de la provincia de Zhejiang. Según sus palabras era
necesario y muy útil establecer un museo dedicado
exclusivamente al arte popular. Con los documentos donde
se exponía detalladamente los requisitos para el
establecimiento del museo de arte folclórico e historia
seguí mi recorrido.
Debido a que en aquel entonces estaba dedicado únicamente
a la pintura occidental, no sabía apreciar el auténtico
arte nacional, lo consideraba como algo simple, rústico
y atrasado. Tras visitar varias aldeas y cotejar los documentos
que portaba, pude entender la amplitud del arte popular
chino, la grandiosidad de sus esculturas en madera y en
piedra, la minuciosidad del papel recortado, así
como la grandilocuencia de las sombras chinescas.
Cuando llegué a Linghai, provincia de Zhejiang,
un viejo artesano me contó que a sus 69 años
sufría de hemiplejia y que era la única persona
de aquella zona dedicada aún a ese tipo de escultura.
Cuando aún no había terminado sus palabras
sacó de debajo de su cama una caja llena de herramientas
y me la entregó diciéndome que si quería
podía llevármela, pues ya no le servía
y tampoco había ningún joven interesado en
aprender esta técnica, con lo que este tipo de artesanía
estaba condenada a desaparecer.
En Hunan, una pareja que se dedicaba a realizar estampas
de Año Nuevo, me dijo que con la llegada de las nuevas
técnicas de impresión, no necesitaban ya los
moldes, por lo que si les pagaba una pequeña cantidad,
podía llevármelos. La mayoría de estas
esculturas de madera reflejaban escenas familiares, de pesca
o de siembra, mediante el uso de un método similar
empleado por los artistas europeos Picasso y Matisse. Cuando
las vi, me dio mucha pena, y sentí la responsabilidad
de protegerlas y salvarlas de su estado, al borde ya de
la extinción.
Durante 18 años, a pesar de las muchas dificultades
y penalidades sufridas y de casi perder la vida, no he mostrado
nunca ningún signo de vacilación por mi causa,
y doy gracias al apoyo espiritual de pintores, pedagogos,
artistas y, sobre todo, de mi mujer, quien durante meses
ha tenido que conformarse con una pequeña parte de
su salario para sacar adelante la familia. No quería
ni gastaba un centavo en comprar vestidos nuevos u otros
artículos innecesarios.
Lo que más agradezco es la donación financiera
realizada por varias empresas, las cuales me proporcionaron
vehículos, cámaras fotográficas, películas,
tiendas de campaña, seguros y otros equipos necesarios
para los viajes, con lo que pude recorrer más de
170.000 kilómetros por entre 55 etnias chinas -menos
la Gaoshan de Taiwán-, y con los métodos científicos
aportados proteger con éxito el arte folclórico,
tales como los cien moldes para imprimir estampas de Año
Nuevo de Hunan, la técnica del papel recortado de
Ku Shulan, el centenario vestuario del reino Miao de Guizhou,
etc.
Todos ellos, de gran valor artístico constituyen
los primeros materiales para el estudio de la historia antigua
china. Además, coleccioné más de 10.000
objetos artísticos, filmé 6.000 minutos, realicé
60.000 fotografías, gravé 46 discos de música
y escribí 1.800 millones de caracteres sobre mi recorrido.
Tengo el deseo de ser embajador de la cultura nacional,
para ello hago todo lo que puedo y me entrego en cuerpo
y alma. Actualmente estoy realizando todos los preparativos
para inaugurar un museo de las 56 etnias nacionales con
el fin de dar a conocer a todo el mundo su cultura y su
arte folclórico, pues los objetos artísticos
coleccionados pertenecen a toda la humanidad.
Ojalá que con esta serie de publicaciones sobre
personajes de diversas nacionalidades, puedan nuestros amigos
lectores conocer en profundidad nuestro arte, nuestras costumbres
y hábitos.
En el próximo número de CHINA HOY, les presentaremos
a una artesana del papel recortado y a través de
este personaje les daremos a conocer la vida pasada y actual
de los campesinos del norte de China, y sobre toda su destreza
y habilidad para recortar el papel y hacer figurillas de
arcilla.
No dejen pasar la oportunidad de ver el siguiente número.
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