AGOSTO
2004


Mi gran marcha para salvar el arte folclórico

Por GUAN XIANGLIN


Yo nací en agosto de 1959, en la provincia de Anhui, sudeste de China. En la década de 1970 trabajaba como obrero y administrador de la biblioteca de la Fábrica de Generadores Eléctricos. Una noche cuando estaba reparando un generador, me caí desde una altura de 13 metros y perdí el conocimiento. El diagnóstico del médico predecía que me quedaría paralizado de la cintura para abajo.

Después de escuchar esta fatal noticia decidí guardarme durante cuatro días los hipnóticos que me suministraba la enfermera para tomármelos de golpe y así acabar con mi vida. Gracias a los esfuerzos realizados por los médicos, al final, me salvé.

El doctor me alentó diciéndome con mucho cariño: “Terminar con tu vida es muy fácil, sin embargo, aún eres muy joven, si colaboras, todavía existe la posibilidad de recuperarte”. Al final, el tratamiento fue todo un éxito y realicé múltiples sesiones de rehabilitación para mejorar las funciones de las piernas y el lumbago.

Con el fin de buscar otra manera de subsistencia empecé a aprender a dibujar bajo la instrucción del profesor Wang Zhiying de la Universidad de Tongji, Shanghai. Desde ese momento percibí aún más la relación entre materia y espíritu, cambié la forma de ver la vida y descubrí lo importante que es ofrecer y servir a los demás.

Me di cuenta de que estaba cansado de mi antigua profesión, de empezar a trabajar a las nueve de la mañana y terminar a las cinco de la tarde, quería conocer el mundo y absorber la esencia de la vida. Por esa razón, el 28 de agosto de 1983, cuando tenía 23 años y con tan sólo 30 yuanes en el bolsillo, dejé mi hogar sin avisar a mi madre y comencé a recorrer el país en bicicleta para realizar mi gran sueño: ser fotógrafo y capturar en imágenes la esencia de la naturaleza en su estado más puro.

Unos días más tarde, cuando estaba a punto de dejar el hostal donde me alojaba, vi, por casualidad, en la lista de registros el nombre de mi madre, quien acababa de salir por la puerta. Yo me apresuré a buscarla. Cuando la alcancé, me contó que al recibir mi carta, rápidamente fue en mi búsqueda para disuadirme de realizar esa locura. China es un país con un territorio muy extenso. Cuenta con 56 nacionalidades. La mayoría de ellas se encuentra en las zonas montañosas o en lugares apartados con un clima muy extremo y duro. Sin embargo, mi decisión fue firme, con lo que mi madre no tuvo más remedio de rogar para que no me pasara nada.

Diez días más tarde llegué a Hangzhou, donde cambié totalmente mi idea inicial sobre el arte popular gracias a la información facilitada por Liu Wenhu, jefe de la Casa Artística Popular de la provincia de Zhejiang. Según sus palabras era necesario y muy útil establecer un museo dedicado exclusivamente al arte popular. Con los documentos donde se exponía detalladamente los requisitos para el establecimiento del museo de arte folclórico e historia seguí mi recorrido.

Debido a que en aquel entonces estaba dedicado únicamente a la pintura occidental, no sabía apreciar el auténtico arte nacional, lo consideraba como algo simple, rústico y atrasado. Tras visitar varias aldeas y cotejar los documentos que portaba, pude entender la amplitud del arte popular chino, la grandiosidad de sus esculturas en madera y en piedra, la minuciosidad del papel recortado, así como la grandilocuencia de las sombras chinescas.

Cuando llegué a Linghai, provincia de Zhejiang, un viejo artesano me contó que a sus 69 años sufría de hemiplejia y que era la única persona de aquella zona dedicada aún a ese tipo de escultura. Cuando aún no había terminado sus palabras sacó de debajo de su cama una caja llena de herramientas y me la entregó diciéndome que si quería podía llevármela, pues ya no le servía y tampoco había ningún joven interesado en aprender esta técnica, con lo que este tipo de artesanía estaba condenada a desaparecer.

En Hunan, una pareja que se dedicaba a realizar estampas de Año Nuevo, me dijo que con la llegada de las nuevas técnicas de impresión, no necesitaban ya los moldes, por lo que si les pagaba una pequeña cantidad, podía llevármelos. La mayoría de estas esculturas de madera reflejaban escenas familiares, de pesca o de siembra, mediante el uso de un método similar empleado por los artistas europeos Picasso y Matisse. Cuando las vi, me dio mucha pena, y sentí la responsabilidad de protegerlas y salvarlas de su estado, al borde ya de la extinción.

Durante 18 años, a pesar de las muchas dificultades y penalidades sufridas y de casi perder la vida, no he mostrado nunca ningún signo de vacilación por mi causa, y doy gracias al apoyo espiritual de pintores, pedagogos, artistas y, sobre todo, de mi mujer, quien durante meses ha tenido que conformarse con una pequeña parte de su salario para sacar adelante la familia. No quería ni gastaba un centavo en comprar vestidos nuevos u otros artículos innecesarios.

Lo que más agradezco es la donación financiera realizada por varias empresas, las cuales me proporcionaron vehículos, cámaras fotográficas, películas, tiendas de campaña, seguros y otros equipos necesarios para los viajes, con lo que pude recorrer más de 170.000 kilómetros por entre 55 etnias chinas -menos la Gaoshan de Taiwán-, y con los métodos científicos aportados proteger con éxito el arte folclórico, tales como los cien moldes para imprimir estampas de Año Nuevo de Hunan, la técnica del papel recortado de Ku Shulan, el centenario vestuario del reino Miao de Guizhou, etc.

Todos ellos, de gran valor artístico constituyen los primeros materiales para el estudio de la historia antigua china. Además, coleccioné más de 10.000 objetos artísticos, filmé 6.000 minutos, realicé 60.000 fotografías, gravé 46 discos de música y escribí 1.800 millones de caracteres sobre mi recorrido.

Tengo el deseo de ser embajador de la cultura nacional, para ello hago todo lo que puedo y me entrego en cuerpo y alma. Actualmente estoy realizando todos los preparativos para inaugurar un museo de las 56 etnias nacionales con el fin de dar a conocer a todo el mundo su cultura y su arte folclórico, pues los objetos artísticos coleccionados pertenecen a toda la humanidad.

Ojalá que con esta serie de publicaciones sobre personajes de diversas nacionalidades, puedan nuestros amigos lectores conocer en profundidad nuestro arte, nuestras costumbres y hábitos.

En el próximo número de CHINA HOY, les presentaremos a una artesana del papel recortado y a través de este personaje les daremos a conocer la vida pasada y actual de los campesinos del norte de China, y sobre toda su destreza y habilidad para recortar el papel y hacer figurillas de arcilla.

No dejen pasar la oportunidad de ver el siguiente número.


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