AGOSTO
2004


Chinos en Cuba: Del Barrio al Mundo

Los chinos de Cuba, que una vez habitaron el enclave chino más populoso y espléndido de América Latina, protagonizan hoy un rescate a todo tren de su patrimonio.

En La Habana quedan hoy unos 400 chinos oriundos, pero su presencia se está haciendo sentir como si fueran un millón.

Su barrio en la capital cubana renace a pasos agigantados, al impulso de ayudas oficiales, compartidas y privadas. Por otra parte, sus descendientes, de sangre mixta y corazón tan chino como el de sus abuelos, se aprestan a encarar el desafío de ver desparecer a sus mayores - hoy casi todos ancianos -, tratando de impedir que con ellos se esfume una de las tradiciones culturales más arraigadas y pintorescas de la nación cubana.

Para ello se han “corporativizado”, por decirlo en la jerga económica al uso en la actualidad, creando el Grupo Promotor del Barrio Chino de La Habana (GP), una abarcadora entidad paraestatal que asimila por igual la promoción cultural, la gestión empresarial y el activismo social. Desde 1993, el GP ha ido insuflando nuevos aires a un segmento poblacional que languidecía a ojos vistas, carente por años de medios materiales propicios y de un liderazgo comunitario renovado y aglutinador. Un ente capaz de encaminar a los chinos y su descendencia hacia el rescate definitivo de su patrimonio histórico, haciéndoles partícipes del quehacer chino en la llamada aldea global.

Al rescate de la tradición

No en balde una de las primeras tareas emprendidas por el GP fue garantizar la manutención, mejor cuidado y, por último, el eventual reencuentro con su país natal de los más ancianos de esta comunidad, garantizándoles desde sus tradicionales comidas y remedios hasta sus partidas de mah-jong.

Los frutos de este empeño se hacen evidentes transcurrida una década. Se ha reconstruido un importante sector del otrora bullicioso y siempre activo Barrio Chino, que alguna vez fuera el más populoso y pujante de toda América Latina.

Regresa en parte la actividad comercial que constituyó orgullo de los chino-cubanos y de sus compatriotas de otras procedencias. En pocos sitios de la ciudad se pueden degustar platillos chinos (o transformados para agradar al paladar criollo) y dulces tan deliciosos como en el barrio. Aquí los habaneros acuden en busca de confecciones, adornos y hasta medicamentos llegados desde China, incluido el popular ungüento del tigre y el dragón, que en Cuba ha sido rebautizado como “pomada china”, y al cual los cubanos atribuyen poderes curativos de todo tipo.

Al calor de las reformas, el Barrio Chino cuenta con una renovada Casa de las Artes y Tradiciones Chinas, que mantiene vivas ancestrales manifestaciones, como la confección de faroles y cometas, y acoge asimismo conferencias y exposiciones sobre temas relativos a China y clases de Putonghua. Poco tiempo atrás se inauguró una academia de Wushu, donde algunos se involucran en las artes marciales, mientras muchos más aprovechan los beneficios terapéuticos del Taiji-quan. La ciudad ha visto reinstalarse en sus predios la celebración por todo lo alto de cada Año Nuevo Lunar, al compás de la Danza del León, retomada en 1983, amén de otras manifestaciones festivas.

Estos esfuerzos resultan doblemente encomiables, teniendo en cuenta que ocurren contra el telón de fondo de más de 40 años de sanciones económicas impuestas por EE. UU. a la isla, recientemente recrudecidas, cuyo efecto obviamente ralentiza la labor de rescate del Barrio Chino.

Su jiaozi en el Tian Tan

“Sin el GP, el Barrio Chino no hubiera podido rescatar la genuina culinaria china, ni la cultura china en general,” sentencia tajante Roberto Vargas Lee, descendiente de chinos por línea materna y figura emblemática en el Barrio Chino.

Principal divulgador en Cuba del Wushu, que estudió en Beijing desde 1994, compaginando su aprendizaje con el idioma chino, Vargas Lee es la imagen viva del espíritu emprendedor de los chinos. Además de fungir como profesor de artes marciales conforma, junto a su esposa Tao Qi, y su suegro Tao Jingrong, ambos de Shanghai, la imagen más pública en la gerencia compartida del restaurante Tian Tan, fundado en 1997 y en el cual se ofrecen las recetas más auténticas del Barrio Chino. De garantizarlo se encarga el diligente Chef Luo Shugui, que hace cinco años dejó China con rumbo a La Habana, invitado por Vargas Lee. Desde entonces encabeza esa fábrica de delicias culinarias que es el Tian Tan.

Algo más que comidas y leones

Tras su regreso de la República Popular China, en el otoño de 2003, el director del GP, Neil Vega Paneque, informó sobre eventuales compras en el continente chino de artículos necesarios para la reanimación del barrio. Se avizora asimismo, precisó, la construcción de hoteles y hostales con empresas chinas en el perímetro de la barriada, con vistas a atraer al turismo chino, y se prevé la construcción allí de un taller para concluir productos semielaborados importados desde China. De tal forma se dará trabajo a los discapacitados de los alrededores. Otra muestra de cómo el GP conjuga labor empresarial y social de tintes humanitarios.

Una mano amistosa de Beijing

En este último apartado se inscribe el acuerdo entre el GP y la Oficina del Consejo de Estado de China para los Chinos de Ultramar (OChU), que permitirá que entre cinco y diez chinos naturales residentes en Cuba, casi todos cantoneses, viajen cada año a sus pueblos natales, a reencontrarse con sus terruños y familias después de más de medio siglo de ausencia.

La labor de la OChU, que complementa el entusiasta apoyo que el gobierno cubano y la embajada china en La Habana brindan a los afanes del GP, se vio coronada en junio por la visita de su subdirectora, Sra. Zhou Li. En reunión con representantes de las 12 asociaciones chinas de la capital cubana, la Sra. Zhou se declaró portadora de un saludo amistoso y del apoyo de Beijing al barrio. El gobierno chino, aseveró, está consciente de la importancia de la emigración china a Cuba y se solidariza con la recuperación de su memoria histórica.

Maravillada con su estancia en Cuba, con la que alguna vez soñó de niña, escuchando la canción china Meilide Havana (Bella Habana) la Sra. Zhou sólo lamentó dos cosas: no haberse llenado más los ojos de paisajes de la isla y no poder tomarse una foto junto a Casetelo, (el presidente cubano Fidel Castro).


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