Chinos
en Cuba: Del Barrio al Mundo
Los chinos de Cuba, que una vez habitaron el enclave
chino más populoso y espléndido de América
Latina, protagonizan hoy un rescate a todo tren de su patrimonio.
En La Habana quedan hoy unos 400 chinos oriundos, pero
su presencia se está haciendo sentir como si fueran
un millón.
Su barrio en la capital cubana renace a pasos agigantados,
al impulso de ayudas oficiales, compartidas y privadas.
Por otra parte, sus descendientes, de sangre mixta y corazón
tan chino como el de sus abuelos, se aprestan a encarar
el desafío de ver desparecer a sus mayores - hoy
casi todos ancianos -, tratando de impedir que con ellos
se esfume una de las tradiciones culturales más arraigadas
y pintorescas de la nación cubana.
Para ello se han corporativizado, por decirlo
en la jerga económica al uso en la actualidad, creando
el Grupo Promotor del Barrio Chino de La Habana (GP), una
abarcadora entidad paraestatal que asimila por igual la
promoción cultural, la gestión empresarial
y el activismo social. Desde 1993, el GP ha ido insuflando
nuevos aires a un segmento poblacional que languidecía
a ojos vistas, carente por años de medios materiales
propicios y de un liderazgo comunitario renovado y aglutinador.
Un ente capaz de encaminar a los chinos y su descendencia
hacia el rescate definitivo de su patrimonio histórico,
haciéndoles partícipes del quehacer chino
en la llamada aldea global.
Al rescate de la tradición
No en balde una de las primeras tareas emprendidas por
el GP fue garantizar la manutención, mejor cuidado
y, por último, el eventual reencuentro con su país
natal de los más ancianos de esta comunidad, garantizándoles
desde sus tradicionales comidas y remedios hasta sus partidas
de mah-jong.
Los frutos de este empeño se hacen evidentes transcurrida
una década. Se ha reconstruido un importante sector
del otrora bullicioso y siempre activo Barrio Chino, que
alguna vez fuera el más populoso y pujante de toda
América Latina.
Regresa en parte la actividad comercial que constituyó
orgullo de los chino-cubanos y de sus compatriotas de otras
procedencias. En pocos sitios de la ciudad se pueden degustar
platillos chinos (o transformados para agradar al paladar
criollo) y dulces tan deliciosos como en el barrio. Aquí
los habaneros acuden en busca de confecciones, adornos y
hasta medicamentos llegados desde China, incluido el popular
ungüento del tigre y el dragón, que en Cuba
ha sido rebautizado como pomada china, y al
cual los cubanos atribuyen poderes curativos de todo tipo.
Al calor de las reformas, el Barrio Chino cuenta con una
renovada Casa de las Artes y Tradiciones Chinas, que mantiene
vivas ancestrales manifestaciones, como la confección
de faroles y cometas, y acoge asimismo conferencias y exposiciones
sobre temas relativos a China y clases de Putonghua. Poco
tiempo atrás se inauguró una academia de Wushu,
donde algunos se involucran en las artes marciales, mientras
muchos más aprovechan los beneficios terapéuticos
del Taiji-quan. La ciudad ha visto reinstalarse en sus predios
la celebración por todo lo alto de cada Año
Nuevo Lunar, al compás de la Danza del León,
retomada en 1983, amén de otras manifestaciones festivas.
Estos esfuerzos resultan doblemente encomiables, teniendo
en cuenta que ocurren contra el telón de fondo de
más de 40 años de sanciones económicas
impuestas por EE. UU. a la isla, recientemente recrudecidas,
cuyo efecto obviamente ralentiza la labor de rescate del
Barrio Chino.
Su jiaozi en el Tian Tan
Sin el GP, el Barrio Chino no hubiera podido rescatar
la genuina culinaria china, ni la cultura china en general,
sentencia tajante Roberto Vargas Lee, descendiente de chinos
por línea materna y figura emblemática en
el Barrio Chino.
Principal divulgador en Cuba del Wushu, que estudió
en Beijing desde 1994, compaginando su aprendizaje con el
idioma chino, Vargas Lee es la imagen viva del espíritu
emprendedor de los chinos. Además de fungir como
profesor de artes marciales conforma, junto a su esposa
Tao Qi, y su suegro Tao Jingrong, ambos de Shanghai, la
imagen más pública en la gerencia compartida
del restaurante Tian Tan, fundado en 1997 y en el cual se
ofrecen las recetas más auténticas del Barrio
Chino. De garantizarlo se encarga el diligente Chef Luo
Shugui, que hace cinco años dejó China con
rumbo a La Habana, invitado por Vargas Lee. Desde entonces
encabeza esa fábrica de delicias culinarias que es
el Tian Tan.
Algo más que comidas y leones
Tras su regreso de la República Popular China, en
el otoño de 2003, el director del GP, Neil Vega Paneque,
informó sobre eventuales compras en el continente
chino de artículos necesarios para la reanimación
del barrio. Se avizora asimismo, precisó, la construcción
de hoteles y hostales con empresas chinas en el perímetro
de la barriada, con vistas a atraer al turismo chino, y
se prevé la construcción allí de un
taller para concluir productos semielaborados importados
desde China. De tal forma se dará trabajo a los discapacitados
de los alrededores. Otra muestra de cómo el GP conjuga
labor empresarial y social de tintes humanitarios.
Una mano amistosa de Beijing
En este último apartado se inscribe el acuerdo entre
el GP y la Oficina del Consejo de Estado de China para los
Chinos de Ultramar (OChU), que permitirá que entre
cinco y diez chinos naturales residentes en Cuba, casi todos
cantoneses, viajen cada año a sus pueblos natales,
a reencontrarse con sus terruños y familias después
de más de medio siglo de ausencia.
La labor de la OChU, que complementa el entusiasta apoyo
que el gobierno cubano y la embajada china en La Habana
brindan a los afanes del GP, se vio coronada en junio por
la visita de su subdirectora, Sra. Zhou Li. En reunión
con representantes de las 12 asociaciones chinas de la capital
cubana, la Sra. Zhou se declaró portadora de un saludo
amistoso y del apoyo de Beijing al barrio. El gobierno chino,
aseveró, está consciente de la importancia
de la emigración china a Cuba y se solidariza con
la recuperación de su memoria histórica.
Maravillada con su estancia en Cuba, con la que alguna
vez soñó de niña, escuchando la canción
china Meilide Havana (Bella Habana) la Sra. Zhou sólo
lamentó dos cosas: no haberse llenado más
los ojos de paisajes de la isla y no poder tomarse una foto
junto a Casetelo, (el presidente cubano Fidel Castro).
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