AGOSTO
2004


 

La sagrada fiesta del fuego
--La Fiesta de las Antorchas de los yi

Por Hu Xiaoping

La prefectura autónoma de Liangshan, de la minoría étnica yi, está ubicada en el suroeste de la provincia de Sichuan. Limita con los ríos Jinsha y Dadu al sur y al norte, respectivamente, y linda con la cuenca Sichuan al este, y con las cordilleras Hengduan al oeste. Es una región relativamente cerrada, por eso conserva todavía su cultura original y costumbres antiguas. Los yi, que viven en esta zona de más de 60.000 kilómetros cuadrados adoran el fuego, y se consideran sus descendientes. Para ellos, el fuego proveniente del sol, y simboliza el valor, la pasión y la luz, encarna el inicio y fin de la vida. Desde hace mucho tiempo, el fuego ha iluminando la esperanza y el amor en la vida de los yi.

El Carnaval (Fiesta) de las Antorchas es un gran festival tradicional y sagrado que se celebra cada año,desde hace ya más de mil años. La famosa épica Le’eteyi de esta región cuenta que el fuego viene del cielo y resucita todas las cosas del mundo. He ahí el origen de esta fiesta.

Existen muchas leyendas relacionadas con el surgimiento de esta celebración. Una de ellas cuenta que en la antigüedad, Siyeapi, el dios Titán del cielo combatió con Etilapa, el dios Titán de la tierra. Siyeapi fue derrotado. Incapaz de asimilar el resultado, Siyeapi se dio a sembrar la discordia entre los dioses en el cielo y los humanos en la tierra. Muy enfadados, los dioses decidieron llenar la tierra de innumerables insectos nocivos. A consecuencia, los humanos quedaron sin cosechas y estaban al borde de la inanición. En este momento, el héroe Etilapa con una antorcha en la mano, guió al género humano en el combate contra las plagas. La lucha comandada por Etilapa concluyó con la derrota de los dioses celestiales. Según la leyenda, el triunfo se produjo el 24 de junio del calendario lunar. De ahí que cada año los yi enciendan antorchas el 24 de junio para recordar a su héroe Etilapa y su triunfo sobre los inmortales.

El carnaval dura tres días. El primer día, los niños sacan sus gallos con mucho orgullo; las mujeres preparan ricos platillos para sus familiares; los hombres se reúnen en la playa del río a sacrificar cerdos, bueyes y ovejas, cuyas carenes reparten más tarde entre todos. Los ancianos acarician a su toro favorito y se entusiasman apostando por su competidor predilecto en las lidias de toros.

Ese día es una ceremonia obligada que cada familia mate un gallo para adivinar la suerte del año siguiente. Para ello auscultan con minuciosidad la lengua, el ano y la vesícula biliar del ave. Después lo incineran ofreciéndolo a los antepasados.

El segundo día equivale al clímax de la fiesta. Al amanecer, los yi afluyen a la plaza del carnaval, que acoge maravillosas competencias, incluidos el combate de lucha, la lidia de toros, la pelea de gallos, el concurso de belleza, el de canciones, de bailes, de tiro al blanco con armas de fuego, etc. Al caer la noche, los lugareños prenden sus antorchas y entonan la Canción a la Antorcha, que dice: “Quema, quema, quema todos los insectos; quema, quema, quema todas las plagas…” Bajo la luna, se cogen de la mano para bailar, mientras las llamas iluminan la felicidad reflejada en sus rostros.

El tercer día da continuidad a las actividades iniciadas el segundo.

Para los jóvenes, el carnaval no sólo significa la alegría, sino también el amor. Es una oportunidad romántica para conocer al ser soñado. Por eso, todas las chicas llevan sus mejores ropas y joyas, y los chicos no cesan de mostrar su fuerza y su inteligencia, tratando de ganar el afecto de las chicas. Los yi dicen: “la Fiesta de Primavera es una fiesta para la boca (comen muchos platos exquisitos) y el Carnaval de las Antorchas es para los ojos”.


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