AGOSTO
2004


 

El inteligente perro Yuanyuan

 

Por SHAN SHAN

Hace 13 años, el señor Qian Yongfu, famoso cineasta, recibió de manos de un amigo un gracioso perrito llamado Yuanyuan. Atareado en la tramitación de su visado de salida, su amigo descuidó ocuparse del animalito. Al regresar a casa, el señor Qian, amante de los perros, procedió a bañarlo y a peinarlo. Una vez limpio, Yuanyuan se mostró tan gracioso como antes.

Pero debido al miedo innato que sentía la señora Qian por los perros, antes de entrar en casa, el pobre can tuvo que pasar un mes en el balcón. Luego, le destinó un lugar junto a la puerta principal. Al separarse del antiguo amo y al no ser aceptado por la nueva ama de casa, Yuanyuan, tumbado en un espacio muy reducido, cayó en una depresión y se mostró melancólico, con lo que no hacía ningún ruido.

Con sus ojitos negros y brillantes, observaba silenciosamente la nueva casa, sobre todo a la señora, quien se quedaba en el hogar más tiempo que su marido. Aunque se compadecía de Yuanyuan, la señora mantenía una prudente distancia respecto al animal. Pero un suceso ocurrido varios días después alteró su actitud negativa.

Un día, cuando estaba viendo una telenovela, la señora Qian rompió a llorar conmovida por la suerte del protagonista. En ese momento, Yuanyuan se abalanzó sobre su ama y levantó sus patas delanteras para enjugar sus lágrimas. Muy emocionada por ese acto, la señora comprendió que Yuanyuan era un perro que entendía los sentimientos humanos. Entonces cogió a Yuanyuan entre brazos y lo besó una y otra vez, perdiendo así su temor innato al perro. Así, gracias a su inteligencia y bondad, Yuanyuan fue aceptado por su nueva ama.

Salvó a su ama y a un vecino

Como los demás animales de compañía, Yuanyuan también era juguetón y travieso. Cuando los amos se sentaban a la mesa, saltaba de su asiento, esperando silenciosamente la porción que le correspondía. En caso que el señor Qian se olvidara de darle de comer, en vez de ladrar, tocaba suavemente con una de sus patas delanteras el brazo de su amo para advertirle del olvido.

Cuando el matrimonio discutía, el perro se escondía. Al finalizar la riña, salía a consolar a la parte a su juicio “derrotada”. Cuando cometía un error, también iba a esconderse, mientras que si se le halagaba, andaba jubiloso y contento.

Yuanyuan abrigaba profundos sentimientos hacia sus amos. Si los cónyuges se ausentaban de casa, en lugar de ladrar a diestro y siniestro, expresaba su añoranza sollozando. Lo que más conmovió a la señora Qian fue que un día de riguroso invierno, la ama se quedó encerrada en el balcón, debido a que el cerrojo de la puerta se cayó. No se le ocurrió otra cosa que llamar a Yuanyuan para que la ayudara. Al comienzo, el perro se impacientó dando vueltas en la casa sin saber qué hacer. Señalando la puerta, la ama le dijo: “Yuanyuan, ¡ponte de pie para abrir la puerta!” Dio la sensación que el perro entendió lo que le mandó su ama. Entonces, con las patas traseras levantadas, pegó todo su cuerpo a la puerta, movió el cerrojo con las patas delanteras y abrió así la puerta. Al entrar, la señora, regocijada, lo tomó entre brazos y lo besó sin cesar.

Más tarde, Yuanyuan realizó otra hazaña. A las dos de la madrugada, bajo un silencio absoluto, Yuanyuan se despertó de repente. Gimió primero y luego empezó a ladrar con furia al matrimonio, e incluso con su hocico tiró fuertemente del edredón de su amo. Despertado por el perro, el señor Qian se levantó y lo siguió perplejo. Al abrir la puerta de casa, encontró a su vecino, el señor Yang apoyado en la pared en estado de coma.

Al parecer, el señor Yang sufrió un amago de infarto y fue a pedir socorro a casa de sus vecinos, pero cuando llegó a la puerta no pudo articular ni una palabra. Enseguida, el señor Qian llamó por teléfono al centro de emergencia. Cuando llegó la ambulancia, el doctor dijo que si hubieran tardado un poco más, su vida hubiera corrido serio peligro. Así fue como Yuanyuan salvó al señor Yang.

Dejando una honda nostalgia

El matrimonio Qian amaban al perrito como a su propio hijo y pasaron con el animalito mucho tiempo alegre y lleno de ternura. No obstante, sobrevino la desgracia. El 28 de febrero de este año, cuando ambos estaban muy ocupados trabajando en su propia compañía, la sirvienta les llamó por teléfono, diciendo que Yuanyuan había caído gravemente enfermo y estaba agonizando. Al oír la nefasta noticia, el señor Qian se apresuró a volver a casa. Al llegar el amo, el perro ya había dejado de respirar y tenía aún los ojos entreabiertos.

La sirvienta le contó que trató varias veces cerrarle los ojos, aunque no lo logró. El señor Qian comprendió que antes de ver a su amo, Yuanyuan no quiso cerrar sus ojos. Ahogado en su pena, el señor Qian tocó suavemente los párpados del perro y le murmuró: “Querido hijo, ya ha vuelvo tu padre. ¡Cierra los ojos!” Como si lo oyera desde el cielo, Yuanyuan cerró, por fin, sus ojos.

Hasta hoy en día, el matrimonio difícilmente puede aceptar la realidad. Al entrar en casa, el señor Qian sigue llamando al perrito como de costumbre. Al notar la ausencia del animalito, que antes siempre lo recibía brincando y meneando la cola, se da cuenta que su amado hijito ha muerto.

Ocurre lo mismo con la señora Qian. Al acostarse, hace como antes, toca el edredón donde se tumbaba el perro y lo abrazaba. Al no encontrar nada, recuerda que Yuanyuan se ha ido para siempre. Aunque su fiel animal se ha separado definitivamente de ellos, les ha dejado una profunda añoranza y hermosos recuerdos.

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