Los
muebles antiguos
se
ponen de moda
Por ZHANG XUEYING
A
principios de la década de 1990, el señor Luis y
su esposa querían obsequiarle a un amigo chino, con
motivo de la celebración de su matrimonio, un armario
del estilo de la dinastía Qing. Al enterarse de que
a la prometida de su amigo no le gustaba este tipo de muebles
y prefería tener un armario occidental, artículo
muy de moda y hermoso en aquella época, tuvieron que cambiar
de idea y adquirieron el modelo que deseaba, con lo que
terminaron ahorrándose una gran cantidad de dinero.
Sin
embargo, hoy en día los muebles antiguos se ha puesto
otra vez de moda y simbolizan el gusto por lo viejo de cada
persona, su nivel cultural, posición social y poder
adquisitivo.
En
1994, había un par de sillas de madera de caoba en
un mercado de antigüedades de Tianjin cuyo precio en cuestión
de medio año subió de menos de cien yuanes
a más de mil. Esta noticia llamativa se propagó
con mucha rapidez.
En
una subasta realizada en Nueva York en 1998, un biombo de
la dinastía Ming fue vendido por más de 1,1
millones de dólares estadounidenses. Después de dos
años, un par de armarios de sándalo rojo de
la dinastía Qing fue adquirido por casi cuatro millones
de yuanes en la subasta de Tianjin.
En
la primavera del año pasado, un biombo de la dinastía
Qing, compuesto por doce hojas y decorado con incrustaciones
de piedras preciosas, fue comprado por un precio de 25 millones
yuanes por un residente de Shanghai quien no quiso revelar
su nombre. El ropero comprado en aquella época por la pareja
de Luis también triplicó su precio y actualmente
aún se trata de un mueble raro y único en
el mercado.
En
estos últimos diez años, se han multiplicado
notablemente los mercados dedicados a vender muebles antiguos
de imitación. Así podemos elegir entre unos
pocos puestos de venta esparcidos por la ciudad, hasta calles
dedicadas en exclusiva a este tipo de negocios, donde las
tiendas se alinean una tras otra, sobre todo en ciudades
tipo Beijing, Shanghai y Hangzhou.
Solo en la capital china, de unas diez empresas para la fabricación
y venta de este tipo de artículos que había
a comienzos de los años 90, han llegado actualmente
a más de dos mil, lo que ha producido una competencia
feroz, resultando en una rebaja en las ganancias y en el
beneficio de este tipo de empresas.
Por ejemplo, la compañía Huayi
de Beijing, uno de los principales productores de muebles
clásicos, obtenía a mediados de la década
de 1990, unas ganancias medias por venta del 50 por ciento,
cifra que se ha reducido hasta el actual 10 por ciento.
Hoy en día,
los muebles clásicos que se venden en el mercado
están elaborados con maderas viejas o nuevas, sin
embargo, no importa qué material se use ni qué estilo se
adopte, en realidad, no hay casi ya muebles antiguos, debido
a que la madera de buena calidad es cada vez más
escasa, sobre todo lo que respecta a muebles fabricados
con maderas raras y preciosas pertenecientes a las dinastías
Ming y Qing.
Como decía
Luo Maisheng, vicedirector general de la compañía
Huayi, a pesar de todo, “el precio de los muebles de imitación
clásica es cuatro o cinco veces superior a los muebles
comunes y ordinarios, debido a que este tipo de mobiliarios
requiere un tiempo relativamente largo para hacerse a mano,
pues debemos pagar a un artesano especializado unos 8.000
yuanes al mes y a los más calificados hasta 10.000
yuanes”.
Actualmente
el negocio en este campo es muy difícil, para salir
de esta situación, el señor Luo Maisheng,
recorre todos los días los mercados de muebles para
buscar oportunidades y manda a su personal de venta a visitar
los barrios residenciales de categoría media o alta
recién construidos -según su experiencia, en este
grupo social reside un sector importante de su clientela-
en busca de alguna cooperación con compañías
dedicadas al arreglo y a las reparaciones de viviendas.
La empresa
Huayi fue fundada en 1990. A principio, sus clientes eran
mayoritariamente comerciantes extranjeros y chinos provenientes
de Taiwán, Hong Kong y Macao. Ahora, sus servicios
se dirigen también a los artistas, así como a los
intelectuales retornados del extranjero o una clase recién
enriquecida.
El apartamento del matrimonio Luis está lleno de muebles clásicos
de distintos tamaños, la mayoría comprados
en la compañía Huayi. Como ya no caben más,
tienen dos almacenados en el guardamuebles. De lo que más
orgullosos se sienten es de una cama de la dinastía
Qing comprada en 1993 por 600 yuanes, hecha con madera y
esculpida finamente con motivos florales. Cuadro años
después, vieron que una tienda estatal vendía una
cama similar a la suya, pero su precio marcado era de 37.000
yuanes.
A parte de
gustarles ir de compras, la pareja suele cambiar y trasformar
sus muebles viejos y poco prácticos. Por ejemplo,
instalaron en el armario chino algunos palos y cajones para
acomodar la ropa y otras cosas, otro lo convirtieron en
un mueble de cocina, otro en un zapatero y otro en un archivador
de facturas.
Contó Zhang Huanrong, gerente general de la Compañía
de la Cultura Shangzhiyu de Beijing, que ellos no son coleccionistas
verdaderos, si no que lo que realmente quieren hacer son
muebles de estilo chino más útiles y prácticos.
Una vez su compañía ayudó a un extranjero a
transformar un armario para guardar ropa en uno para vinos.
A los chinos les gusta mantener el estado original de los
muebles viejos, pero si aparecen grietas o han perdido la
pintura, prefieren repararlos o transformarlos para que
tengan otra utilidad.
Zhang Huanrong,
después de trabajar cinco años como periodista en
este campo, fundó a finales de 2002 su propia compañía
para dedicarse a la venta de muebles clásicos y porcelana.
Comparada con la de Huazhi, sus productos tienen un estilo
muy particular. Su compañía está especializada
en recuperar y cambiar los muebles usados o viejos. Por
ejemplo, transformó con acierto un pesebre en un
banco.
Con el fin
de ampliar su red de venta, firmó un contrato de
siete años con el Museo Palacio Imperial y usa el
rótulo dorado de “Palacio Imperial”. Invita a expertos
a dar clases a los amantes de este tipo de muebles, a sus
carpinteros y a sus técnicos, con el fin de mantener viva
la única y tradicional artesanía de China.
Para asegurar la calidad y la cantidad de sus productos, todos son
sometidos a un control estricto de un departamento de expertos
de la Academia del Museo de Palacio Imperial. Según
Zhang, confía en que la iniciativa de aplicar técnicas
modernas combinada con métodos tradicionales de dibujar
sobre los muebles “tendrá notables efectos económicos.
Ahora ya hay algunas personas de Holanda y Suecia que se
han ofrecido para ser agentes comerciales de nuestro producto
en sus países”.
Al tratar acerca
del grave problema que existe en China sobre las copias,
el gerente Zhang dijo con angustia que al poco de salir
sus productos originales y exclusivos al mercado, aparecen
también las imitaciones. Por ello, muchas compañías
extranjeras no se atreven a participar en las ferias de
muebles celebradas en China, porque tienen miedo de que
antes de entrar en el mercado chino, ya aparezcan sus copias
a un precio más económico.
Para evitar
la reproducción de sus diseños, algunas empresas
solicitan las patentes para proteger el derecho de su propiedad
intelectual. Pero hay algunas firmas chinas que consideran
que el sector del mueble tiene características propias
y que el derecho de propiedad intelectual no es de fácil
aplicación.
La vida de un tipo de producto pasa muy rápidamente, mientras
que el proceso de solicitud de una patente tarda mucho tiempo.
Cuando aún no se ha obtenido el certificado, ya se
han vendido una gran cantidad de imitaciones, o ya han pasado
de moda. Por eso algunas empresas piensan que no vale la
pena gastar tiempo ni energía en solicitarlo.
El mundo de
las copias es una cosa fastidiosa e inevitable. “Si se quiere
seguir en el mercado es necesario contar con un contingente
de técnicos muy especializados y siempre ir por delante
de las demás compañías, sólo
así se puede prosperar y ser pionero”, concluyó
Luo Maisheng.
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