Misteriosa
etnia
tuwa
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Los
tuwas son gente amable y hospitalaria
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Trashumancia
en busca del mejor pasto
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El
vigésimo noveno día del quinto mes lunar se celebra
la Fiesta del Toldo, la cual tiene lugar una vez
al año. Los que toman parte en ella tienen que depositar
una piedra atada con una cinta de colores para ser
bendecidos y pedir buena suerte durante todo el
año.
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A orillas del
río Hanasi, viven los tuwas, la etnia más pequeña
de todas las minorías nacionales que habitan en China.
En la actualidad, las dos mil personas que pertenecen
a esa tribu se concentran principalmente en comunidades
compactas de los poblados Hanasi, Hemuxiang y Baihaba.
Desde hace
mucho, al contrario de lo que hace la civilización moderna,
los tuwas siguen llevando una vida nómada y continúan
aislados del exterior. Mantienen no sólo el estilo propio
y la fisonomía de su antigua tribu, sino también un concepto
de consanguinidad tribal, una conciencia colectiva y un
culto religioso exclusivo.
Heredadas e
influenciadas por sus antepasados, aún conservan en todo
su esplendor y práctica las religiones shaman y lama,
mediante las cuales adoran y veneran al fuego y a la naturaleza.
Por ello, todos los años, realizan una serie de festejos
para ofrecer sacrificios a la montaña, al agua, al cielo,
al fuego y al toldo.
Los tuwa
viven principalmente del pastoreo y de la caza. Las casas
pequeñas y bajas donde habitan son muy primitivas y están
hechas de madera con una forma puntiaguda en la parte
superior y cuadrada en la inferior. Debido al entorno
en el que habitan, sus costumbres y hábitos diarios son
similares a los de los pastores kazakos y mongoles,
los cuales se alimentan básicamente de carne de res y
de cordero, leche, terrones de leche, yogur, vino de leche
y otros productos lácteos, así como de patata y verduras
cultivadas por ellos mismos.
Además de la
Fiesta del toldo, los tuwas también conmemoran
las festividades de los chinos han, tales como
la Fiesta de la Primavera, la Fiesta de las Linternas
–decimoquinto día del primer mes lunar-, etc. Todos los
años cuando llega la primavera, los valientes y laboriosos
tuwas, con yurtas y pellejos de vino a la espalda,
se trasladan en busca de pastos, conduciendo las manadas
de ovejas y vacas. Entre el 15 de julio y el 15 de agosto,
salen en busca de hierba para almacenar víveres que serán
consumidos en invierno por sus ganados.
Según una antigua
leyenda, los tuwas son los descendientes directos
de los soldados viejos y débiles abandonados por Genghis
Khan durante su expedición hacia el oeste, por eso, el
mundo exterior no los reconoce como una nacionalidad.
Cuando necesitan completar el registro civil, en la columna
de nacionalidad suelen poner la palabra “mongol”. Los
tuwas tienen su propio idioma oral, aunque carecen
de escritura, lo que les ha impedido guardar un registro
de su propia historia. Así, los cuentos relacionados con
su etnia están llenos de misterios e invenciones coloristas.