JULIO
2004


 Diqing, la auténtica Shangri-La

Por LIU HUANZHI y WANG NAN

La novela Horizontes Perdidos del escritor británico James Hilton fue publicada hace 60 años. El Shangri-La que menciona en su obra lleva al lector a un paraíso terrenal lleno de ensueños. Hollywood la adaptó para el cine y Shangri-La se dio a conocer en todo el mundo.

Mucha gente viaja por China, Nepal, la India y otras regiones en busca de este emocionante y enigmático lugar. El Shangri-La de la novela de James Hilton es, en realidad, la prefectura autónoma de Diqing, que abarca los distritos de Shangri-Lasuo, Weixi y Deqin.

Partiendo del aeropuerto de Chengdu vía Kunming, el avión no tardó más de una hora en llegar al aeródromo Shangri-La de Diqing.

Diqing significa en tibetano “lugar de buen agüero” y es la única prefectura autónoma de la etnia tibetana de la provincia de Yunnan y una de las diez prefecturas autónomas similares de China. Se encuentra en la conjunción de las provincias de Yunnan y Sichuan y de la región autónoma del Tíbet. Es el paso estratégico entre Yunnan y el Tíbet y el enclave principal de la antigua Ruta del Té y del Caballo. El 84 por ciento de su población está compuesta por minorías étnicas, entre las que los tibetanos ocupan una tercera parte.

Mirando alrededor de este pequeño aeropuerto situado en la meseta, unas nubes cuelgan silenciosamente como una cortina de la mitad de las montañas. Qezhala, gobernador de la prefectura de Diqing, manifestó que Shangri-La “no sólo pertenece a Diqing ni a Yunnan, sino que es de China y de toda la humanidad, pues se trata del hogar espiritual de los seres humanos”.

De sus palabras rebosa una pasión hacia su pueblo natal. “Diqing cuenta con recursos turísticos de alta calidad y también con una buena oportunidad de desarrollo, sin embargo, su entorno ecológico está degradado y su economía social, atrasada”, dijo el gobernador.

Shangri-La no debe ser sólo un lugar bello y misterioso, una utopía o un paraíso que siempre anda buscando la humanidad, sino también una llave hacia un brillante futuro que los tibetanos han perseguido tenazmente desde hace miles de años y un lugar ejemplar donde conviven en plena armonía el hombre y la naturaleza.

Yangla, el polo norte de Yunnan

El verdadero paraíso es el cantón Yangla, uno de los rincones más aislados de Diqing. Como una cuña insertada entre las montañas erguidas a lo largo de las fronteras de Sichuan y el Tíbet, Yangla está situado en un lugar inaccesible, conocido como el “polo norte de Yunnan”.

Yangla es uno de los cantones más pobres de Yunnan. El camino más fácil y más corto para llegar a Yangla requiere que una persona recorra 37 kilómetros a pie en, por lo menos, dos días.

Durante los últimos años, miles de toneladas de cemento, tubos de acero y artículos de uso diario han sido transportados a caballo o a hombros hasta este lugar. Para hacerlo, se debe atar un extremo de un tubo de acero, de cinco pulgadas de diámetro y seis metros de largo, a los lomos de un caballo y el otro, al hombro de una persona. Los dos deben caminar juntos paso a paso.

Nimaji, subdirector del cantón, afirmó que nadie excepto los nativos de Yangla puede soportar tales penalidades. Aún en la década de 1970, esta gente fue protagonista de una hazaña heróica que causó sensación en las aldeas vecinas.

Así, adquirieron un buldózer y lo llevaron en camión hasta el final de la carretera. Luego, desmontaron la máquina y la transportaron pieza a pieza atravesando las montañas nevadas como si fueran unas hormigas que trasladaban una casa. Finalmente, la montaron de nuevo y ahora la usan para construir terrazas de arroz. Gracias a este buldózer, centenares de hectáreas de tierra baldía se han convertido en campos fértiles.

Las autoridades del gobierno provincial de Yunnan no han dejado de inventar nuevas fórmulas diseñadas a ayudar a Yangla a salir de la pobreza.

Los lugareños nos dijeron que nada de lo que sucedía en Diqing podía escapársele a Wang Xueren, vicegobernador encargado del trabajo de ayuda a los pobres de la provincia. Wang frecuenta Shangri-La, Deqin y otros distritos pobres de la zona para examinar la puesta en práctica de las políticas y los proyectos relacionados con este fin y conocer la situación de reajuste estratégico de la estructura económica rural. Conversa y discute con los campesinos tibetanos sobre cómo alcanzar la meta de llevar una vida modestamente acomodada en las regiones más pobres.

También pone énfasis en que las regiones menos favorecidas deben aprovechar todas las oportunidades que se presenten para resolver cuanto antes el problema de la supervivencia, tomando el desarrollo económico como tarea prioritaria.

El vicegobernador escucha una y otra vez la información sobre el trabajo de ayuda a los necesitados y urge a la Comisión Provincial de Asuntos de Minorías Étnicas y la Oficina de Ayuda a los Pobres realizar investigaciones y estudios específicos y formular políticas apropiadas. Al enterarse de que todavía faltan 480.000 yuanes del fondo para el subsidio gubernamental destinado a compensar las zonas de cultivo perdidas por culpa de la construcción de la carretera, ordenó entregar a los campesinos dicha cantidad “lo más pronto posible”.

Aunque de vez en cuando sufre desperfectos, la carretera de Yangla se extiende hasta el distrito e incluso a la ciudad de la prefectura. En un futuro cercano, se concluirá la construcción de otra carretera tendida a lo largo del río Jinsha y los habitantes de Yangla dejarán de escalar las montañas nevadas.

Lao Xi, director del cantón nos dijo suspirando que en este caso “más vale trasladar una casa que mover una montaña y más vale construir una casa que trasladarse”.

Wujin Zholma, de 36 años de edad, tiene como única posesión una “casa” sin techo construida por el gobierno y una cama montada temporalmente en un rincón. Sin embargo, cuando le preguntamos por su futuro, nos contestó optimista que con la ayuda del gobierno “todo va a mejorar, por lo que no tengo ningún miedo”.

Para mejorar las condiciones en la vivienda de los lugareños, el gobierno de la prefectura invirtió 400.000 yuanes, sumando a los 800.000 yuanes reunidos por las propias familias campesinas, en la construcción de nuevas viviendas, muchas de las cuales ya han sido terminadas.

El gobierno también brinda un apoyo vigoroso al desarrollo de los yacimientos de cobre. Gracias a los esfuerzos mancomunados, Yangla espera ser el mayor centro de producción de ese mineral. La central hidroeléctrica de Danda se pondrá en funcionamiento a finales del presente año, con una red eléctrica que cubrirá 58 aldeas. Debido a las mejoras en comunicación, sistema de agua y electricidad, la tasa de matrícula escolar entre los niños de Yangla ha experimentado un incremento, pasando en unos años del 20 al 98 por ciento.

Diálogo entre el hombre y la naturaleza

En Diqing encontramos las montañas nevadas y los glaciares más grandiosos y singulares de las latitudes bajas del mundo. Sólo en el distrito de Shangri-La, por ejemplo, hay 470 montañas blancas con una altura superior a los 4.000 metros sobre el nivel del mar.

La montaña nevada Meili atraviesa todo el distrito con sus trece cumbres ondulantes y su pico Kagebo, el más alto de la zona con una altitud de 6.740 metros, todavía virgen, pues, por ahora, nadie lo ha conquistado. Además, está considerada como una de las nueve montañas sagradas del budismo tibetano.

Situado en la franja mineralizada rica en metales no ferrosos de los ríos Jinsha, Lancang y Nujiang, Diqing cuenta con recursos minerales muy ricos, sobre todo de cobre, cuya reserva ocupa uno de los primeros puestos del país.

El clima de Diqing se caracteriza por las cuatro estaciones coexistentes en una montaña y los diferentes climas observados en cinco kilómetros a la redonda, razón por la cual Diqing tiene más de 4.800 variedades de vegetales y 1.400 especies de animales.

Con las montañas nevadas, los terrenos bajos y frondosos, los ríos grandes, las gargantas profundas y los lagos cristalinos, Diqing figura entre las diez regiones de mayor diversificación de recursos biológicos del mundo, conocido como el “reino natural de las plantas y los animales”, el “jardín natural de las montañas” y el “depósito de genes botánicos”.

Al entrar en Shangri-La, te rodea enseguida una atmósfera inmortal presidida por la inmensa pradera, las flores por doquier, los rebaños de ovejas y bueyes, las montañas ondulantes, las construcciones imponentes encontradas en los montes, las torres blancas erguidas a la entrada de las aldeas, los templos con techo dorado emergidos entre los humos del incienso, etc.

Un viaje por Shangri-La es un alivio para el corazón y para la mente, un diálogo directo entre el hombre y la naturaleza y un momento de percepción del interior de uno mismo. El paisaje atractivo invita a los turistas a sentir un gran respeto por esta tierra y por el creador de la naturaleza. La belleza de la altiplanicie es sagrada. En Napahai, un lago duerme silenciosamente en la meseta a casi 4.000 metros sobre el nivel del mar. Este es el hábitat natural de las grullas de cuello negro, aves bajo protección estatal de primera categoría.

En el viaje por Diqing se ven a menudo los montículos Maní, levantados en piedra, cada uno esculpido con imágenes de Buda o con oraciones de seis sílabas. Para los que llegamos del interior del país, los montículos Mani, las torres blancas y los banderines budistas en las aldeas son todo un misterio digno del mayor de los respetos.

La cultura de Shangri-La resulta rica y variada, aunque las culturas han, tibetana, naxi e incluso la protestante occidental dejaron también aquí sus huellas. Así, la terraza de Baishui, lugar sagrado de la antigua religión dongba, el Pequeño Palacio Potala, el templo Songzanlin, la iglesia católica Cizhong y muchos otros lugares, son testigos únicos de este antiguo reino libre.

Es imprescindible la visita al Templo Songzanlin durante su viaje por Shangri-La. Durante la temporada de cosecha, se puede observar en el camino una escena bucólica real reproducida en la famosa pintura del artista francés Millet Jean Francois llamada Les Glaneuses (Las recogedoras de espigas de trigo), donde los campos de qingke (un tipo de cebada de la meseta) están incrustados en las montañas, unas mujeres tibetanas, vestidas de azul y con un pañuelo rojo en la cabeza, trabajan la tierra y los armazones de madera para secar el qingke se yerguen en el campo.

El templo budista Songzanlin es el mayor de su tipo en Yunnan, pero en un campo lleno de flores silvestres de 33 hectáreas, asemeja una reproducción en miniatura del Templo Taer. Construido en una ladera al norte del distrito de Zhongdian, sus muros rosados, techos purpúreos y banderas amarillas se realzan mutuamente, sobrecogiendo sobremanera a los visitantes.

Subiendo por los escalones, el misterio del templo bañado por la luz del sol poniente inspira cariño y temor a la vez al sentirnos tan cercanos a Buda. De las columnas del templo cuelgan diversos tangka, pinturas que interpretan la vida humana de acuerdo con la teoría budista. Mirando estas obras y escuchando murmullos de rezo, las ideas embrolladas acumuladas durante mucho tiempo en la ciudad bulliciosa desaparecen para ser sustituidas por la paz y la pureza.

n