Diqing,
la
auténtica Shangri-La
Por LIU HUANZHI
y WANG NAN



La novela Horizontes Perdidos del escritor británico James
Hilton fue publicada hace 60 años. El Shangri-La que menciona
en su obra lleva al lector a un paraíso terrenal lleno
de ensueños. Hollywood la adaptó para el cine y Shangri-La
se dio a conocer en todo el mundo.
Mucha
gente viaja por China, Nepal, la India y otras regiones
en busca de este emocionante y enigmático lugar. El Shangri-La
de la novela de James Hilton es, en realidad, la prefectura
autónoma de Diqing, que abarca los distritos de Shangri-Lasuo,
Weixi y Deqin.
Partiendo
del aeropuerto de Chengdu vía Kunming, el avión no tardó
más de una hora en llegar al aeródromo Shangri-La de Diqing.
Diqing
significa en tibetano “lugar de buen agüero” y es la única
prefectura autónoma de la etnia tibetana de la provincia
de Yunnan y una de las diez prefecturas autónomas similares
de China. Se encuentra en la conjunción de las provincias
de Yunnan y Sichuan y de la región autónoma del Tíbet.
Es el paso estratégico entre Yunnan y el Tíbet y el enclave
principal de la antigua Ruta del Té y del Caballo. El
84 por ciento de su población está compuesta por minorías
étnicas, entre las que los tibetanos ocupan una tercera
parte.
Mirando
alrededor de este pequeño aeropuerto situado en la meseta,
unas nubes cuelgan silenciosamente como una cortina de
la mitad de las montañas. Qezhala, gobernador de la prefectura
de Diqing, manifestó que Shangri-La “no sólo pertenece
a Diqing ni a Yunnan, sino que es de China y de toda la
humanidad, pues se trata del hogar espiritual de los seres
humanos”.
De sus palabras rebosa una pasión hacia su pueblo natal. “Diqing
cuenta con recursos turísticos de alta calidad y también
con una buena oportunidad de desarrollo, sin embargo,
su entorno ecológico está degradado y su economía social,
atrasada”, dijo el gobernador.
Shangri-La
no debe ser sólo un lugar bello y misterioso, una utopía
o un paraíso que siempre anda buscando la humanidad, sino
también una llave hacia un brillante futuro que los tibetanos
han perseguido tenazmente desde hace miles de años y un
lugar ejemplar donde conviven en plena armonía el hombre
y la naturaleza.
Yangla,
el polo norte de Yunnan
El
verdadero paraíso es el cantón Yangla, uno de los rincones
más aislados de Diqing. Como una cuña insertada entre
las montañas erguidas a lo largo de las fronteras de Sichuan
y el Tíbet, Yangla está situado en un lugar inaccesible,
conocido como el “polo norte de Yunnan”.
Yangla es
uno de los cantones más pobres de Yunnan. El camino más
fácil y más corto para llegar a Yangla requiere que una
persona recorra 37 kilómetros a pie en, por lo menos,
dos días.
Durante los últimos años, miles de toneladas de cemento, tubos de
acero y artículos de uso diario han sido transportados
a caballo o a hombros hasta este lugar. Para hacerlo,
se debe atar un extremo de un tubo de acero, de cinco
pulgadas de diámetro y seis metros de largo, a los lomos
de un caballo y el otro, al hombro de una persona. Los
dos deben caminar juntos paso a paso.
Nimaji, subdirector del cantón, afirmó que nadie excepto los nativos
de Yangla puede soportar tales penalidades. Aún en la
década de 1970, esta gente fue protagonista de una hazaña
heróica que causó sensación en las aldeas vecinas.
Así, adquirieron un buldózer y lo llevaron en camión hasta el final
de la carretera. Luego, desmontaron la máquina y la transportaron
pieza a pieza atravesando las montañas nevadas como si
fueran unas hormigas que trasladaban una casa. Finalmente,
la montaron de nuevo y ahora la usan para construir terrazas
de arroz. Gracias a este buldózer, centenares de hectáreas
de tierra baldía se han convertido en campos fértiles.
Las autoridades
del gobierno provincial de Yunnan no han dejado de inventar
nuevas fórmulas diseñadas a ayudar a Yangla a salir de
la pobreza.
Los lugareños
nos dijeron que nada de lo que sucedía en Diqing podía
escapársele a Wang Xueren, vicegobernador encargado del
trabajo de ayuda a los pobres de la provincia. Wang frecuenta
Shangri-La, Deqin y otros distritos pobres de la zona
para examinar la puesta en práctica de las políticas y
los proyectos relacionados con este fin y conocer la situación
de reajuste estratégico de la estructura económica rural.
Conversa y discute con los campesinos tibetanos sobre
cómo alcanzar la meta de llevar una vida modestamente
acomodada en las regiones más pobres.
También pone
énfasis en que las regiones menos favorecidas deben aprovechar
todas las oportunidades que se presenten para resolver
cuanto antes el problema de la supervivencia, tomando
el desarrollo económico como tarea prioritaria.
El vicegobernador
escucha una y otra vez la información sobre el trabajo
de ayuda a los necesitados y urge a la Comisión Provincial
de Asuntos de Minorías Étnicas y la Oficina de Ayuda a
los Pobres realizar investigaciones y estudios específicos
y formular políticas apropiadas. Al enterarse de que todavía
faltan 480.000 yuanes del fondo para el subsidio gubernamental
destinado a compensar las zonas de cultivo perdidas por
culpa de la construcción de la carretera, ordenó entregar
a los campesinos dicha cantidad “lo más pronto posible”.
Aunque de
vez en cuando sufre desperfectos, la carretera de Yangla
se extiende hasta el distrito e incluso a la ciudad de
la prefectura. En un futuro cercano, se concluirá la construcción
de otra carretera tendida a lo largo del río Jinsha y
los habitantes de Yangla dejarán de escalar las montañas
nevadas.
Lao Xi, director
del cantón nos dijo suspirando que en este caso “más vale
trasladar una casa que mover una montaña y más vale construir
una casa que trasladarse”.
Wujin Zholma,
de 36 años de edad, tiene como única posesión una “casa”
sin techo construida por el gobierno y una cama montada
temporalmente en un rincón. Sin embargo, cuando le preguntamos
por su futuro, nos contestó optimista que con la ayuda
del gobierno “todo va a mejorar, por lo que no tengo ningún
miedo”.
Para mejorar
las condiciones en la vivienda de los lugareños, el gobierno
de la prefectura invirtió 400.000 yuanes, sumando a los
800.000 yuanes reunidos por las propias familias campesinas,
en la construcción de nuevas viviendas, muchas de las
cuales ya han sido terminadas.
El gobierno también brinda un apoyo vigoroso al desarrollo de los
yacimientos de cobre. Gracias a los esfuerzos mancomunados,
Yangla espera ser el mayor centro de producción de ese
mineral. La central hidroeléctrica de Danda se pondrá
en funcionamiento a finales del presente año, con una
red eléctrica que cubrirá 58 aldeas. Debido a las mejoras
en comunicación, sistema de agua y electricidad, la tasa
de matrícula escolar entre los niños de Yangla ha experimentado
un incremento, pasando en unos años del 20 al 98 por ciento.
Diálogo
entre el hombre y la naturaleza
En Diqing
encontramos las montañas nevadas y los glaciares más grandiosos
y singulares de las latitudes bajas del mundo. Sólo en
el distrito de Shangri-La, por ejemplo, hay 470 montañas
blancas con una altura superior a los 4.000 metros sobre
el nivel del mar.
La montaña
nevada Meili atraviesa todo el distrito con sus trece
cumbres ondulantes y su pico Kagebo, el más alto de la
zona con una altitud de 6.740 metros, todavía virgen,
pues, por ahora, nadie lo ha conquistado. Además, está
considerada como una de las nueve montañas sagradas del
budismo tibetano.
Situado en
la franja mineralizada rica en metales no ferrosos de
los ríos Jinsha, Lancang y Nujiang, Diqing cuenta con
recursos minerales muy ricos, sobre todo de cobre, cuya
reserva ocupa uno de los primeros puestos del país.
El clima
de Diqing se caracteriza por las cuatro estaciones coexistentes
en una montaña y los diferentes climas observados en cinco
kilómetros a la redonda, razón por la cual Diqing tiene
más de 4.800 variedades de vegetales y 1.400 especies
de animales.
Con las montañas
nevadas, los terrenos bajos y frondosos, los ríos grandes,
las gargantas profundas y los lagos cristalinos, Diqing
figura entre las diez regiones de mayor diversificación
de recursos biológicos del mundo, conocido como el “reino
natural de las plantas y los animales”, el “jardín natural
de las montañas” y el “depósito de genes botánicos”.
Al entrar
en Shangri-La, te rodea enseguida una atmósfera inmortal
presidida por la inmensa pradera, las flores por doquier,
los rebaños de ovejas y bueyes, las montañas ondulantes,
las construcciones imponentes encontradas en los montes,
las torres blancas erguidas a la entrada de las aldeas,
los templos con techo dorado emergidos entre los humos
del incienso, etc.
Un viaje
por Shangri-La es un alivio para el corazón y para la
mente, un diálogo directo entre el hombre y la naturaleza
y un momento de percepción del interior de uno mismo.
El paisaje atractivo invita a los turistas a sentir un
gran respeto por esta tierra y por el creador de la naturaleza.
La belleza de la altiplanicie es sagrada. En Napahai,
un lago duerme silenciosamente en la meseta a casi 4.000
metros sobre el nivel del mar. Este es el hábitat natural
de las grullas de cuello negro, aves bajo protección estatal
de primera categoría.
En el viaje por Diqing se ven
a menudo los montículos Maní, levantados en piedra,
cada uno esculpido con imágenes de Buda o con oraciones
de seis sílabas. Para los que llegamos del interior del
país, los montículos Mani, las torres blancas y
los banderines budistas en las aldeas son todo un misterio
digno del mayor de los respetos.
La cultura de Shangri-La resulta rica y variada, aunque las culturas
han, tibetana, naxi e incluso la protestante occidental
dejaron también aquí sus huellas. Así, la terraza de Baishui,
lugar sagrado de la antigua religión dongba, el
Pequeño Palacio Potala, el templo Songzanlin, la iglesia
católica Cizhong y muchos otros lugares, son testigos
únicos de este antiguo reino libre.
Es imprescindible la visita al Templo Songzanlin durante su viaje
por Shangri-La. Durante la temporada de cosecha, se puede
observar en el camino una escena bucólica real reproducida
en la famosa pintura del artista francés Millet Jean Francois
llamada Les Glaneuses (Las recogedoras
de espigas de trigo), donde los campos de qingke
(un tipo de cebada de la meseta) están incrustados en
las montañas, unas mujeres tibetanas, vestidas de azul
y con un pañuelo rojo en la cabeza, trabajan la tierra
y los armazones de madera para secar el qingke
se yerguen en el campo.
El templo budista Songzanlin es el mayor de su tipo en Yunnan, pero
en un campo lleno de flores silvestres de 33 hectáreas,
asemeja una reproducción en miniatura del Templo Taer.
Construido en una ladera al norte del distrito de Zhongdian,
sus muros rosados, techos purpúreos y banderas amarillas
se realzan mutuamente, sobrecogiendo sobremanera a los
visitantes.
Subiendo por los escalones, el misterio del templo bañado por la
luz del sol poniente inspira cariño y temor a la vez al
sentirnos tan cercanos a Buda. De las columnas del templo
cuelgan diversos tangka, pinturas que interpretan
la vida humana de acuerdo con la teoría budista. Mirando
estas obras y escuchando murmullos de rezo, las ideas
embrolladas acumuladas durante mucho tiempo en la ciudad
bulliciosa desaparecen para ser sustituidas por la paz
y la pureza.