El
rico legado de los comerciantes de Shanxi
Por
Huo Jianying
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Puerta de Rishengchang |
La avenida del Oeste de la antigua ciudad amurallada de Pingyao, provincia
de Shanxi, no es una calle ancha ni larga. Es, sin embargo,
una calle concurrida llena de tiendas tradicionales que
forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
De entre todas las casas del centro histórico, destaca una residencia
cuadrada, a donde entra y de donde sale una gran cantidad
de gente. Sobre la entrada principal hay colgado un letrero
con las inscripciones doradas Casa de Cambio Rishengchang. Por debajo
del techo hay colgados diversos rótulos en forma de lingotes
de oro y plata -usados como moneda en la antigua China-
y otras monedas antiguas, demostrando que efectivamente
se trataba de una casa de cambio. Sin embargo, los que
ahora entran en ella no llevan billetes en las manos,
sino entradas. La actual casa de cambio, la cual no puede
ser comparada con la que existía en su mejor época de
esplendor, ha empezado, por primera vez desde hace mucho
tiempo, a generar beneficios económicos.
A los visitantes que pasean por esta bella residencia, similar a las mansiones
privadas, les cuesta imaginar que hubo un tiempo en el
que fue un centro financiero de gran importancia para
la economía del imperio Qing (1644-1911). Es prácticamente
imposible imaginar cómo Lei Lütai, gerente de la entidad,
pudo llevar la contabilidad de más de diez millones de
liangs de plata (20 liangs equivalen aproximadamente a un kilo) y gestionar la administración
de decenas de sucursales en todo el país en una sencilla
habitación de menos de veinte metros cuadrados.
No obstante, en comparación
con el cada vez más decadente imperio Qing del siglo XIX,
los ricos comerciantes de Shanxi, representados por Rishengchang,
componían un brillante grupo social lleno de vitalidad.
Residencias singulares
Hace muchos años, cuando uno mencionaba la provincia
de Shanxi, acudía a la mente la imagen de una tierra amarilla
y seca. Hasta la década de 1960, la primera impresión
que uno recordaba de Shanxi le llegaba, precisamente,
del olor del vinagre en las calles y del carbón negro
del ambiente -no en vano esta provincia es famosa por
su producción de vinagre y de carbón. Por su parte, la
pobreza y el atraso en las tecnologías modernas han confundido
la historia de la provincia y han ocultado el brillo de
los comerciantes durante un período considerablemente
largo.
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Caseta de madera donde se guardaban los tesoros de la
familia Qiao |
Hasta la década de 1980, los comerciantes de Shanxi
no volvieron tener interés entre la gente, siendo sus
tiendas y sus viviendas lo que más llamó la atención.
Así, el letrero Casa de Cambio Rishengchang fue colgado de nuevo. Sin embargo, lo
que más impresionó a todos fue descubrir los encantos
de la maravillosa Residencia de la familia Qiao, situada
en el distrito de Qixian. Aquí fue donde el renombrado
director de cine chino Zhang Yimou filmó su película La Linterna Roja, obra que trata la historia
de amor y odio de una familia feudal en cuyo seno vivían
muchas concubinas.
Lo que conmovió al público no fue sólo la impresionante
interpretación de los personajes y la intrincada historia
-la cual no tienen nada que ver con auténticos dueños
de la casa-, sino también la delicadeza y la perfección
de esta antigua residencia. Esta mansión ejemplar ayudó
a aumentar la fama del director Zhang Yimou, a la vez
que el éxito de la película favoreció la difusión de esta
residencia, lo que ha desencadenado un interés creciente
por visitarla. Debido a sus proporciones, tamaño y a su
configuración laberíntica, se necesita medio día para
visitarla por completo.
Dos años después de ese gran éxito, otras mansiones
empezaron también a atraer la atención y el interés de
los turistas, así destacan la Residencia de la familia
Qu o la Residencia de la familia Wang, ésta última, majestuosa
y elegante, está situada en la ladera de una montaña del
distrito de Lingshi y de mayor tamaño a la de los Qiao.
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Una calle de la Finca de la familia Chang |
De entre todas ellas sobresale la recientemente restaurada
Finca de la familia Chang, similar a un pequeño poblado
y dotada con más de cuatro mil habitaciones, cincuenta
edificios, dos calles y un jardín a estilo del sur del
país.
Los patios residenciales de Shanxi
son singulares en el país. En el distrito de Qixian, donde
se encuentra la Residencia del clan Qiao, hay 17 patios
con una superficie superior a los mil metros cuadros,
mientras que en otros puntos de la provincia se conservan
más de un millar de patios en buen estado. Pese a su diversa
localización y a sus distintos estilos arquitectónicos,
estos elegantes patios residenciales tienen un punto en
común, todos ellos pertenecen a famosas familias de comerciantes
que vivieron hace unos cien y doscientos años.
Espíritu
emprendedor y valentía ante los peligros
El primer paso que dieron los comerciantes de Shanxi
para alcanzar el éxito fue salir de la provincia. A esta
circunstancia se le llamó “ir a Xikou”, poblado situado
en el distrito de Youyu, al norte de la provincia de Shanxi
y paso obligado hacia la pradera de Mongolia Interior
y hacia el noroeste de China, y a esta peligrosa ruta
se le conoció como el “Paso Mortal del Tigre”.
Shanxi, donde viven muchas etnias desde la antigüedad,
era un centro comercial compuesto por campesinos del centro
de China y por nómadas pastores del norte de la Gran Muralla.
Los habitantes de dicha provincia tenían la tradición
de salir de la tierra natal, lugares pobres y apartados,
para hacer negocios en el exterior, por lo que para atravesar
la pradera debían recorrer el camino más peligroso.
Más allá del Paso Mortal del Tigre, se haya una pradera
poco poblada y un desierto sin límites. Muchos de los
que se adentraron en esa zona no regresaron nunca debido
a las duras condiciones climáticas, caracterizadas por
el intenso calor en verano y una temperatura en invierno
de unos 40° C bajo cero, además de por los hambrientos
chacales y lobos, así como por los crueles bandidos. Después
de cientos de años, aún se pueden encontrar huesos abandonados
en esas tierras áridas, pese a que el camino conduce a
un amplio mercado lleno de oportunidades comerciales.
Qiao Guifa, antepasado de la familia del mismo apellido,
no tuvo más remedio que arriesgar su vida y marcharse
al Paso Mortal del Tigre. Después de llegar a Baotou,
en Mongolia Interior, trabajó como peón albañil y, tras
ganar algo de dinero, abrió un pequeño negocio que al
principio no fue rentable. Poco después, tuvo que regresar
a su tierra natal para dedicarse de nuevo al cultivo de
la tierra y le encargó a un paisano suyo, apellidado Qin,
que cuidara su negocio.
Debido a que la cosecha en el año 1755 fue muy abundante,
el precio de los cereales bajó considerablemente. Por
ello, Qin adquirió una gran cantidad de soja con la que
produjo alimentos de varios tipos. La gran sequía del
año siguiente hizo que el precio de la soja subiera rápidamente,
de tal forma que Qin ganó mucho dinero. Cuando Qiao Guifa
volvió a Baotou, el negocio que le había dejado encargado
a su vecino Qin había adquirido cierta envergadura. Qiao
invirtió el dinero de las ganancias en la construcción
de una nueva casa en su tierra natal, empezando así la
formación y el desarrollo de lo que hoy conocemos como
la Residencia de la familia Qiao. Tras los cambios realizados
por varias generaciones, la mansión superó los 8.700 metros
cuadrados, extensión compuesta por veinte patios y más
de 300 habitaciones.
Qiao concentró sus negocios principalmente
en Baotou, monopolizando así casi todas las actividades
comerciales de esta ciudad. En su época de mayor apogeo,
los negocios de Qiao no sólo cubrieron una gran parte
de China, sino que se desarrollaron también por el exterior,
logrando un capital superior a los diez millones de liangs de plata. En el pueblo, incluso
circuló el dicho que aseguraba que “Primero aparecieron
los negocios de Qiao y luego la ciudad de Baotou”.
Estrategia
de administración inspirada en la rectitud
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Balanza que usaban los comerciantes de Shanxi
para pesar el oro y la plata |
Aparte de la tenacidad ante una vida dura, la valentía
frente a las dificultades y la posesión de un olfato agudo
a la hora de captar las oportunidades de negocio, otro
factor importante que explica el éxito de los comerciantes
de Shanxi es su adhesión a la doctrina confucionista,
disciplina de amplia influencia en la época feudal de
China. Los seguidores de este pensamiento creían que la
bondad, la honradez y la credibilidad constituían no sólo
el principio moral del comportamiento, sino también la
base para la correcta administración de un negocio.
Guan Yu, general famoso, santo adorado por su fidelidad
y natural de la provincia de Shanxi, era para los comerciantes
de esa región el abanderado de la credibilidad. Su persona
ha servido para persistir en el sentido de la honradez
y de la rectitud en un sector tan cambiante como el de
los negocios, salvaguardando así la dignidad de esta bandera,
con el fin de estar siempre en una posición invencible.
Para venerar a Guan Yu, los comerciantes construyeron
multitud de templos en su memoria, lugares sagrados donde,
incluso hoy en día, siguen llegando a adorar su imagen.
Las estatuas de Guan Yu, levantadas por los propios habitantes
de Shanxi, no llevan armas en las manos, sino libros de
historia, destacando así la importancia de la educación
y la justicia para el pueblo.
Una frase antigua de China afirma que “Al caballero
le gusta la riqueza, pero lo consigue observando ley”,
idea que también representa la ética del buen comportamiento,
de la correcta administración de un negocio y de evitar
actuaciones ilícitas.
A principios del siglo XX, China se encontraba en un
período de guerras entre caudillos militares, circunstancia
que, junto con el prorrateo y el saqueo, hizo que la Casa
de Cambio Dadetong, abierta por un comerciante de Shanxi,
sufriera enormes pérdidas.
En aquel momento, dentro de la provincia circulaba
la moneda Jin -abreviatura de Shanxi-, y con el fracaso
de los caudillos militares de la región, la moneda local
sufrió una gran devaluación, lo que situó la tasa de cambio
entre la moneda Jin y la moneda nueva en una diferencia
de 25 contra uno.
Como una casa de cambio bien podía aprovechar esta
situación para obtener pingües beneficios, sin embargo,
frente a la multitud inquietante, Qiao Yinxia, patrón
de la Casa de Cambio Dadetong, decidió pagar a sus clientes
con la nueva moneda según la cantidad de depósito
sin importar si
el depósito era grande o pequeño. Esto hizo que la entidad
perdiera casi todas sus reservas, acumulando un déficit
equivalente a más de 300.000 liangs de plata.
A pesar de todo, Qiao Yinxia aseguró a sus familiares
que aunque si declararse en bancarrota, a ellos no les
faltaría ni ropa y ni comida. Sin embargo, para muchos
otros prestamistas, esta circunstancia supuso la ruina.
Desde la antigüedad, sacrificar sus propios intereses
en aras de otros era una virtud transmitida de generación
en generación, y la heroica empresa de Dadetong no fue
un hecho aislado.
Durante comienzos del siglo XX y
debido a las guerras que parecían no tener fin, las tres
sucursales de Beijing de la Casa de Cambio Rishengchang
fueron saqueadas, se perdieron las cuentas y desapareció
el dinero. Las personas que huían de las calamidades,
volvieron y cambiaron el recibo de depósito por plata.
La casa de cambio, sin vacilación, reunió fundos y pagó
por completo a sus clientes según las cantidades estipuladas
en los recibos presentados, pese a la falta de cuentas
originales. Esto hizo que ganara la confianza y el prestigio
entre los prestamistas, pues la gente no tenía más remedio
que depositar plata y gran cantidades de dinero y joyas
en las casas de cambio o en una sociedad sin seguro ni
garantías económicas, donde todo dependía de la credibilidad
y de la confianza entre el prestamista y el cliente.
Compartimento
de las penas y las adversidades
Otro aspecto digno de elogio es la estima que tienen
los comerciantes de Shanxi hacia la ayuda mutua.
A finales del siglo XVII, la familia Chang de Yuci
emprendió la ruta hacia Xikou para dedicarse a los negocios,
lo que hizo que tras lograr el éxito pasara de ser un
mero vendedor ambulante a un comerciante de prestigio
que tenía empresas tanto dentro como fuera del país.
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Escultura de madera situada sobre la puerta |
En una ocasión, la familia Chang sufrió problemas de
administración y para pagar las deudas contraídas tuvo
que retirar su capital invertido en el comercio Tianhengyu,
subordinado a ella. Wang Shenglin, gerente de Tianhengyu,
pidió ayuda al comercio Dashengkui, quien le prestó 30.000
liangs de plata para que su propietario
retirara todo el capital y las ganancias con el fin de
superar las dificultades. Tras esta situación, Tianhengyu
siguió la operación con préstamos bajo el nombre de Tianhengyong.
La subsistencia de Tianhengyu se atribuyó a la buena credibilidad
de Wang Shenglin y al apoyo de los amigos comerciantes.
Más tarde, cuando Dashengkui entró en crisis, Wang Shenglin
le envió 20.000 monedas de plata para ayudarle. Sin embargo,
Dashengkui no quiso aceptarlas porque temía que no sería
capaz de devolverlas en el futuro. En ese momento la contestación
de Wang Shenglin fue: “Sin el apoyo hace veinte años de
Dashengkui, Tianhengyu habría desaparecido, por lo que
tampoco existiría Tianhengyong, mi deber es ayudar ahora”.
Entre los comerciantes de Shanxi muchos de ellos han
pasado por la experiencia de salir airosos de una situación
difícil. Ellos son conscientes de que cuando se hacen
negocios no se pueden apartar de las normas básicas de
la moral y del comportamiento, por lo que ayudar a los
demás a superar las dificultades es una forma más de subsistencia
y de desarrollo destinado a lograr el beneficio mutuo.
Así, los que sacan partido de las dificultades ajenas,
los que arrojan piedras al que se ha caído en un pozo,
y los que prefieren el interés personal a la justicia,
no sólo hacen daño a los demás sino que también se hacen
daño a sí mismos.
Este comportamiento fiel y riguroso ha sido el tema
central de muchas historias sobre los comerciantes de
esta provincia. Cuentan las leyendas que quien debía 20.000
liangs de plata,
tenía que aprovechar la fiesta del Año Nuevo para saludar
chocando la cabeza contra el suelo ante su acreedor, y
éste, en un acto de cortesía, accedía a eximirle del pago
de la deuda. El que debía más de mil monedas de plata,
devolvía una azada y una cesta de frutas, y el acreedor,
con una sonrisa en el rostro, aceptaba el obsequio como
prenda de pago. La gente ahora no presta atención a los
detalles de estas historias, aunque les encanta transmitirlas
debido a que según el concepto tradicional, se menospreciaba
el ser rico y cruel, y se alababa a los que en un acto
de generosidad ayudaban a los necesitados. Los comerciantes
de éxito de la provincia de Shanxi conocían la importancia
de este concepto en la administración.
Ahora nos parece casi un milagro la conservación de
tantos patios residenciales de Shanxi tras cientos de
años de viento, lluvia, guerras y conmociones sociales.
Hay muchas causas, pero, en cierto sentido, ha sido el
espíritu nacional tradicional arraigado profundamente
en la mente de los chinos lo que los ha protegido.
Sus antiguos moradores, hacían los negocios con sumo
cuidado, se comportaban de forma discreta y, cuando se
enriquecían, nunca olvidaban su tierra natal; mientras
los que vivían fuera de ellas eran justos y distinguían
claramente entre la bondad y el odio y nunca se amedrentaban
ante las adversidades.
De esta forma, hoy en día, inmensas residencias, importantes
casas de cambio y multitud de tiendas han vuelto a abrir
sus puertas para acoger a la gente del siglo XXI.