JUNIO
2004


El rico legado de los comerciantes de Shanxi

Por Huo Jianying

Puerta de Rishengchang

La avenida del Oeste de la antigua ciudad amurallada de Pingyao, provincia de Shanxi, no es una calle ancha ni larga. Es, sin embargo, una calle concurrida llena de tiendas tradicionales que forma parte del Patrimonio Cultural de la Humanidad.

De entre todas las casas del centro histórico, destaca una residencia cuadrada, a donde entra y de donde sale una gran cantidad de gente. Sobre la entrada principal hay colgado un letrero con las inscripciones doradas Casa de Cambio Rishengchang. Por debajo del techo hay colgados diversos rótulos en forma de lingotes de oro y plata -usados como moneda en la antigua China- y otras monedas antiguas, demostrando que efectivamente se trataba de una casa de cambio. Sin embargo, los que ahora entran en ella no llevan billetes en las manos, sino entradas. La actual casa de cambio, la cual no puede ser comparada con la que existía en su mejor época de esplendor, ha empezado, por primera vez desde hace mucho tiempo, a generar beneficios económicos.

A los visitantes que pasean por esta bella residencia, similar a las mansiones privadas, les cuesta imaginar que hubo un tiempo en el que fue un centro financiero de gran importancia para la economía del imperio Qing (1644-1911). Es prácticamente imposible imaginar cómo Lei Lütai, gerente de la entidad, pudo llevar la contabilidad de más de diez millones de liangs de plata (20 liangs equivalen aproximadamente a un kilo) y gestionar la administración de decenas de sucursales en todo el país en una sencilla habitación de menos de veinte metros cuadrados.

No obstante, en comparación con el cada vez más decadente imperio Qing del siglo XIX, los ricos comerciantes de Shanxi, representados por Rishengchang, componían un brillante grupo social lleno de vitalidad.

Residencias singulares

Hace muchos años, cuando uno mencionaba la provincia de Shanxi, acudía a la mente la imagen de una tierra amarilla y seca. Hasta la década de 1960, la primera impresión que uno recordaba de Shanxi le llegaba, precisamente, del olor del vinagre en las calles y del carbón negro del ambiente -no en vano esta provincia es famosa por su producción de vinagre y de carbón. Por su parte, la pobreza y el atraso en las tecnologías modernas han confundido la historia de la provincia y han ocultado el brillo de los comerciantes durante un período considerablemente largo.

Caseta de madera donde se guardaban los tesoros de la familia Qiao

Hasta la década de 1980, los comerciantes de Shanxi no volvieron tener interés entre la gente, siendo sus tiendas y sus viviendas lo que más llamó la atención. Así, el letrero Casa de Cambio Rishengchang fue colgado de nuevo. Sin embargo, lo que más impresionó a todos fue descubrir los encantos de la maravillosa Residencia de la familia Qiao, situada en el distrito de Qixian. Aquí fue donde el renombrado director de cine chino Zhang Yimou filmó su película La Linterna Roja, obra que trata la historia de amor y odio de una familia feudal en cuyo seno vivían muchas concubinas.

Lo que conmovió al público no fue sólo la impresionante interpretación de los personajes y la intrincada historia -la cual no tienen nada que ver con auténticos dueños de la casa-, sino también la delicadeza y la perfección de esta antigua residencia. Esta mansión ejemplar ayudó a aumentar la fama del director Zhang Yimou, a la vez que el éxito de la película favoreció la difusión de esta residencia, lo que ha desencadenado un interés creciente por visitarla. Debido a sus proporciones, tamaño y a su configuración laberíntica, se necesita medio día para visitarla por completo.

Dos años después de ese gran éxito, otras mansiones empezaron también a atraer la atención y el interés de los turistas, así destacan la Residencia de la familia Qu o la Residencia de la familia Wang, ésta última, majestuosa y elegante, está situada en la ladera de una montaña del distrito de Lingshi y de mayor tamaño a la de los Qiao.

Una calle de la Finca de la familia Chang

De entre todas ellas sobresale la recientemente restaurada Finca de la familia Chang, similar a un pequeño poblado y dotada con más de cuatro mil habitaciones, cincuenta edificios, dos calles y un jardín a estilo del sur del país.

Los patios residenciales de Shanxi son singulares en el país. En el distrito de Qixian, donde se encuentra la Residencia del clan Qiao, hay 17 patios con una superficie superior a los mil metros cuadros, mientras que en otros puntos de la provincia se conservan más de un millar de patios en buen estado. Pese a su diversa localización y a sus distintos estilos arquitectónicos, estos elegantes patios residenciales tienen un punto en común, todos ellos pertenecen a famosas familias de comerciantes que vivieron hace unos cien y doscientos años.

Espíritu emprendedor y valentía ante los peligros

El primer paso que dieron los comerciantes de Shanxi para alcanzar el éxito fue salir de la provincia. A esta circunstancia se le llamó “ir a Xikou”, poblado situado en el distrito de Youyu, al norte de la provincia de Shanxi y paso obligado hacia la pradera de Mongolia Interior y hacia el noroeste de China, y a esta peligrosa ruta se le conoció como el “Paso Mortal del Tigre”.

Shanxi, donde viven muchas etnias desde la antigüedad, era un centro comercial compuesto por campesinos del centro de China y por nómadas pastores del norte de la Gran Muralla. Los habitantes de dicha provincia tenían la tradición de salir de la tierra natal, lugares pobres y apartados, para hacer negocios en el exterior, por lo que para atravesar la pradera debían recorrer el camino más peligroso.

Más allá del Paso Mortal del Tigre, se haya una pradera poco poblada y un desierto sin límites. Muchos de los que se adentraron en esa zona no regresaron nunca debido a las duras condiciones climáticas, caracterizadas por el intenso calor en verano y una temperatura en invierno de unos 40° C bajo cero, además de por los hambrientos chacales y lobos, así como por los crueles bandidos. Después de cientos de años, aún se pueden encontrar huesos abandonados en esas tierras áridas, pese a que el camino conduce a un amplio mercado lleno de oportunidades comerciales.

Qiao Guifa, antepasado de la familia del mismo apellido, no tuvo más remedio que arriesgar su vida y marcharse al Paso Mortal del Tigre. Después de llegar a Baotou, en Mongolia Interior, trabajó como peón albañil y, tras ganar algo de dinero, abrió un pequeño negocio que al principio no fue rentable. Poco después, tuvo que regresar a su tierra natal para dedicarse de nuevo al cultivo de la tierra y le encargó a un paisano suyo, apellidado Qin, que cuidara su negocio.

Debido a que la cosecha en el año 1755 fue muy abundante, el precio de los cereales bajó considerablemente. Por ello, Qin adquirió una gran cantidad de soja con la que produjo alimentos de varios tipos. La gran sequía del año siguiente hizo que el precio de la soja subiera rápidamente, de tal forma que Qin ganó mucho dinero. Cuando Qiao Guifa volvió a Baotou, el negocio que le había dejado encargado a su vecino Qin había adquirido cierta envergadura. Qiao invirtió el dinero de las ganancias en la construcción de una nueva casa en su tierra natal, empezando así la formación y el desarrollo de lo que hoy conocemos como la Residencia de la familia Qiao. Tras los cambios realizados por varias generaciones, la mansión superó los 8.700 metros cuadrados, extensión compuesta por veinte patios y más de 300 habitaciones.

Qiao concentró sus negocios principalmente en Baotou, monopolizando así casi todas las actividades comerciales de esta ciudad. En su época de mayor apogeo, los negocios de Qiao no sólo cubrieron una gran parte de China, sino que se desarrollaron también por el exterior, logrando un capital superior a los diez millones de liangs de plata. En el pueblo, incluso circuló el dicho que aseguraba que “Primero aparecieron los negocios de Qiao y luego la ciudad de Baotou”.

Estrategia de administración inspirada en la rectitud

Balanza que usaban los comerciantes de Shanxi para pesar el oro y la plata

Aparte de la tenacidad ante una vida dura, la valentía frente a las dificultades y la posesión de un olfato agudo a la hora de captar las oportunidades de negocio, otro factor importante que explica el éxito de los comerciantes de Shanxi es su adhesión a la doctrina confucionista, disciplina de amplia influencia en la época feudal de China. Los seguidores de este pensamiento creían que la bondad, la honradez y la credibilidad constituían no sólo el principio moral del comportamiento, sino también la base para la correcta administración de un negocio.

Guan Yu, general famoso, santo adorado por su fidelidad y natural de la provincia de Shanxi, era para los comerciantes de esa región el abanderado de la credibilidad. Su persona ha servido para persistir en el sentido de la honradez y de la rectitud en un sector tan cambiante como el de los negocios, salvaguardando así la dignidad de esta bandera, con el fin de estar siempre en una posición invencible.

Para venerar a Guan Yu, los comerciantes construyeron multitud de templos en su memoria, lugares sagrados donde, incluso hoy en día, siguen llegando a adorar su imagen. Las estatuas de Guan Yu, levantadas por los propios habitantes de Shanxi, no llevan armas en las manos, sino libros de historia, destacando así la importancia de la educación y la justicia para el pueblo.

Una frase antigua de China afirma que “Al caballero le gusta la riqueza, pero lo consigue observando ley”, idea que también representa la ética del buen comportamiento, de la correcta administración de un negocio y de evitar actuaciones ilícitas.

A principios del siglo XX, China se encontraba en un período de guerras entre caudillos militares, circunstancia que, junto con el prorrateo y el saqueo, hizo que la Casa de Cambio Dadetong, abierta por un comerciante de Shanxi, sufriera enormes pérdidas.

En aquel momento, dentro de la provincia circulaba la moneda Jin -abreviatura de Shanxi-, y con el fracaso de los caudillos militares de la región, la moneda local sufrió una gran devaluación, lo que situó la tasa de cambio entre la moneda Jin y la moneda nueva en una diferencia de 25 contra uno.

Como una casa de cambio bien podía aprovechar esta situación para obtener pingües beneficios, sin embargo, frente a la multitud inquietante, Qiao Yinxia, patrón de la Casa de Cambio Dadetong, decidió pagar a sus clientes con la nueva moneda según la cantidad de depósito sin importar si el depósito era grande o pequeño. Esto hizo que la entidad perdiera casi todas sus reservas, acumulando un déficit equivalente a más de 300.000 liangs de plata.

A pesar de todo, Qiao Yinxia aseguró a sus familiares que aunque si declararse en bancarrota, a ellos no les faltaría ni ropa y ni comida. Sin embargo, para muchos otros prestamistas, esta circunstancia supuso la ruina. Desde la antigüedad, sacrificar sus propios intereses en aras de otros era una virtud transmitida de generación en generación, y la heroica empresa de Dadetong no fue un hecho aislado.

Durante comienzos del siglo XX y debido a las guerras que parecían no tener fin, las tres sucursales de Beijing de la Casa de Cambio Rishengchang fueron saqueadas, se perdieron las cuentas y desapareció el dinero. Las personas que huían de las calamidades, volvieron y cambiaron el recibo de depósito por plata. La casa de cambio, sin vacilación, reunió fundos y pagó por completo a sus clientes según las cantidades estipuladas en los recibos presentados, pese a la falta de cuentas originales. Esto hizo que ganara la confianza y el prestigio entre los prestamistas, pues la gente no tenía más remedio que depositar plata y gran cantidades de dinero y joyas en las casas de cambio o en una sociedad sin seguro ni garantías económicas, donde todo dependía de la credibilidad y de la confianza entre el prestamista y el cliente.

Compartimento de las penas y las adversidades

Otro aspecto digno de elogio es la estima que tienen los comerciantes de Shanxi hacia la ayuda mutua.

A finales del siglo XVII, la familia Chang de Yuci emprendió la ruta hacia Xikou para dedicarse a los negocios, lo que hizo que tras lograr el éxito pasara de ser un mero vendedor ambulante a un comerciante de prestigio que tenía empresas tanto dentro como fuera del país.

Escultura de madera situada sobre la puerta

En una ocasión, la familia Chang sufrió problemas de administración y para pagar las deudas contraídas tuvo que retirar su capital invertido en el comercio Tianhengyu, subordinado a ella. Wang Shenglin, gerente de Tianhengyu, pidió ayuda al comercio Dashengkui, quien le prestó 30.000 liangs de plata para que su propietario retirara todo el capital y las ganancias con el fin de superar las dificultades. Tras esta situación, Tianhengyu siguió la operación con préstamos bajo el nombre de Tianhengyong. La subsistencia de Tianhengyu se atribuyó a la buena credibilidad de Wang Shenglin y al apoyo de los amigos comerciantes. Más tarde, cuando Dashengkui entró en crisis, Wang Shenglin le envió 20.000 monedas de plata para ayudarle. Sin embargo, Dashengkui no quiso aceptarlas porque temía que no sería capaz de devolverlas en el futuro. En ese momento la contestación de Wang Shenglin fue: “Sin el apoyo hace veinte años de Dashengkui, Tianhengyu habría desaparecido, por lo que tampoco existiría Tianhengyong, mi deber es ayudar ahora”.

Entre los comerciantes de Shanxi muchos de ellos han pasado por la experiencia de salir airosos de una situación difícil. Ellos son conscientes de que cuando se hacen negocios no se pueden apartar de las normas básicas de la moral y del comportamiento, por lo que ayudar a los demás a superar las dificultades es una forma más de subsistencia y de desarrollo destinado a lograr el beneficio mutuo.

Así, los que sacan partido de las dificultades ajenas, los que arrojan piedras al que se ha caído en un pozo, y los que prefieren el interés personal a la justicia, no sólo hacen daño a los demás sino que también se hacen daño a sí mismos.

Este comportamiento fiel y riguroso ha sido el tema central de muchas historias sobre los comerciantes de esta provincia. Cuentan las leyendas que quien debía 20.000 liangs de plata, tenía que aprovechar la fiesta del Año Nuevo para saludar chocando la cabeza contra el suelo ante su acreedor, y éste, en un acto de cortesía, accedía a eximirle del pago de la deuda. El que debía más de mil monedas de plata, devolvía una azada y una cesta de frutas, y el acreedor, con una sonrisa en el rostro, aceptaba el obsequio como prenda de pago. La gente ahora no presta atención a los detalles de estas historias, aunque les encanta transmitirlas debido a que según el concepto tradicional, se menospreciaba el ser rico y cruel, y se alababa a los que en un acto de generosidad ayudaban a los necesitados. Los comerciantes de éxito de la provincia de Shanxi conocían la importancia de este concepto en la administración.

Ahora nos parece casi un milagro la conservación de tantos patios residenciales de Shanxi tras cientos de años de viento, lluvia, guerras y conmociones sociales. Hay muchas causas, pero, en cierto sentido, ha sido el espíritu nacional tradicional arraigado profundamente en la mente de los chinos lo que los ha protegido.

Sus antiguos moradores, hacían los negocios con sumo cuidado, se comportaban de forma discreta y, cuando se enriquecían, nunca olvidaban su tierra natal; mientras los que vivían fuera de ellas eran justos y distinguían claramente entre la bondad y el odio y nunca se amedrentaban ante las adversidades.

De esta forma, hoy en día, inmensas residencias, importantes casas de cambio y multitud de tiendas han vuelto a abrir sus puertas para acoger a la gente del siglo XXI.

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