JUNIO
2004


Danillo: un amigo que pone todo el corazón en la amistad chino-brasileña

Por Tang Mingxin

Autor Tang Mingxin

En noviembre del 2003 recibí un e-mail que me envió el Sr. Danillo Santos desde Río de Janeiro, Brasil. En él me informaba que la Asociación de Amistad Chino—Latinoamericana enviaría una delegación a Brasil, encabezada por el Sr. Cheng Siwei, Vicepresidente del Comité Permanente de la Asamblea Popular Nacional de China y presidente de dicha Asociación, a fin de hacerle entrega de la Medalla de la Amistad Chino—Latinoamericana. No pude contener mi emoción al conocer tan grata noticia, porque Danillo merecía ese honor. Es un viejo amigo del pueblo chino, pues ha compartido nuestras penas y alegrías a lo largo de los últimos 40 años. Lo llamamos, con cariño y respeto, “el amigo de todos los tiempos”.

Cheng Siwei otorgando la Medalla a Danillo

Danillo nació en 1934 en Recife y culminó sus estudios en la Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Río en 1959.  A partir de entonces, y hasta 1966, ejerció su profesión de abogado en el GRUPO BUNGER BORN en Río de Janeiro. Su primer contacto con China aconteció cuando una misión del Consejo Chino por el Fomento del Comercio Internacional llegó a Río de Janeiro con motivo de la participación de nuestro país en la Feria Internacional del Estado de Nitroi, que en ese momento se estaba organizando. En aquel entonces, aún no existían relaciones diplomáticas entre las dos naciones y la Nueva China era poco conocida entre el pueblo brasileño. Además, las fuerzas hostiles a la República Popular China difundían informaciones tergiversadas sobre la realidad del país.  Sin embargo, Danillo, un joven con ideas progresistas y un defensor de la justicia, sentía admiración por la causa de la liberación del pueblo chino. Por esa razón, mostró un gran placer al conocer de la llegada de la primera misión proveniente de China y aceptó sin vacilación el encargo de ayudarla en las gestiones legales, a efectos de emprender una serie de preparativos para la Feria y garantizar su participación.

Alrededor de ese período comenzó a producirse una mejoría en las relaciones chino—brasileñas. En 1961, el entonces Vicepresidente brasileño Joao Goulart realizó una visita a nuestro país -la primera de una alta figura política latinoamericana a la República Popular China.  En 1962 Joao Goulart asumió la presidencia de Brasil, y las relaciones entre los dos países adquirieron mayor impulso. Prueba de ello fueron los acercamientos bilaterales que se produjeron, incluyendo sucesivos intercambios de visitas de personalidades de diferentes sectores y los primeros contactos comerciales. Como hechos destacados, podemos mencionar el envío del periodista Wang Weizhen de la agencia de noticias Xin Hua de China para abrir una oficina permanente en Río de Janeiro y el establecimiento de una representación en Brasil del Consejo Chino por el Fomento del Comercio Internacional, en junio de 1963. Mientras tanto, se efectuaban visitas recíprocas de estudiantes, profesores universitarios, arquitectos, abogados y profesionales de los sectores de la cultura y el deporte. En el contexto de esas primeras actividades de intercambio amistoso entre China y Brasil siempre estuvo presente la figura de Danillo. Acudía frecuentemente al aeropuerto o al hotel apenas llegaban las delegaciones chinas, a fin de ayudar en la coordinación de los programas y ofrecer oportunas consultas jurídicas para el desarrollo de sus actividades.

Sin embargo, no todo marchaba viento en popa. De repente ocurrió un brusco cambio en la situación política de Brasil. El 31 de marzo de 1964 se produjo un golpe de Estado, urdido por el grupo militar Los Gorilas. El periodista Wang Weizhen y los tres ayudantes de la Oficina de la agencia de noticias Xin Hua, así como el Delegado Adjunto de la Representación del Consejo Chino por el Fomento del Comercio Internacional, Wang Yaoting, y sus cuatro ayudantes, fueron arrestados por el supuesto delito de subversión. La noticia del arresto de los 9 funcionarios chinos conmovió al mundo. De inmediato, el gobierno chino se dio a la tarea de rescatarlos y le encargó al Dr. Pinto, abogado brasileño de gran virtud y  prestigio, la defensa de los detenidos. Danillo, quien era apenas un joven abogado de 30 años, actuó como ayudante del Dr. Pinto, quien ya tenía 72 años, y se presentó (¿) ante el juez como importante testigo del caso. De esta manera, participó activamente en el rescate de los nueve camaradas chinos injustamente recluidos. Lleno de ira, Danillo me contó cómo, conjuntamente con el Dr. Pinto, salió a defender a los nueve amigos chinos, mostrando ante el tribunal gran cantidad de documentos y hechos irrefutables para comprobar que los nueve chinos llegaron a Brasil con la autorización del gobierno brasileño, que emprendieron sus respectivos trabajos de información noticiosa y de contactos comerciales cumpliendo los trámites legales, y que en todo momento habían respetado las disposiciones del estado brasileño. Por lo tanto, estaban facultados para ejercer sus funciones, y habían obrado legal y abiertamente. El hecho de que, con las fotos de los cohetes antiguos de China difundidas por la oficina de Xin Hua para exponer el desarrollo de las ciencias en la antigua China, las autoridades brasileñas los acusaran de realizar actividades subversivas y de espionaje aduciendo que los chinos estaban estudiando la fabricación de cohetes para destruir a Brasil, y que mostraran el Mapa-Guía de ese país que los chinos habían comprado en la librería local como prueba de su conspiración para desplegar una guerra de guerrillas, era totalmente absurdo y absolutamente insostenible. Al cabo de más de un año de ardua lucha, los nueve chinos finalmente salieron de sus celdas. Cuando fue a despedirlos al aeropuerto, Danillo declaró ante la prensa que los nueve chinos no tenían antecedentes (penales?) y que eran completamente inocentes, y les estrechó fuertemente la mano uno a uno, repitiendo esta frase: “De seguro volveremos a vernos algún día”. Ciertamente, desde entonces, esa afirmación se arraigó profundamente en el corazón de Danillo.

En agosto de 1974, China y Brasil establecieron relaciones diplomáticas. A partir de esa fecha, las relaciones bilaterales entraron en una etapa de sano desarrollo. Esto  causó gran satisfacción en Danillo. En una carta dirigida a la Asociación de Amistad del Pueblo Chino con el Extranjero expresó con gran emoción: “Por fin se disiparon los nubarrones y vemos el cielo azul. Trabajemos conjuntamente con redoblada energía para impulsar la amistad entre nuestros dos países, entre nuestros pueblos hermanos”.  Esto lo probó Danillo con sus intensas actividades.

Certificado y medalla de la Amistad Chino-latinoamerica

Poco después de la llegada a Brasil de los funcionarios de nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores que formaban el Grupo Preparatorio para la apertura de la embajada, Danillo se reunió con ellos. Al verlos, su primera frase fue la siguiente: “Hace nueve años, al despedirme de los nueve amigos chinos injustamente detenidos, cuando dije que de seguro volveríamos a vernos algún día, muchos no lo creyeron, y dudaron. Pero, finalmente, hoy día, los hechos comprueban aquella afirmación. Como suelen decir los chinos, ‘con la perseverancia todo se alcanza’”. Acto seguido, Danillo intensificó su labor de asesoría jurídica y su cooperación con nuestro Grupo Preparatorio en la búsqueda de terrenos adecuados para construir la futura sede diplomática china. Después, por encargo de nuestro gobierno, Danillo firmó, en calidad de abogado, el Contrato de Construcción de la Embajada China en Brasil, abriendo de esta manera el camino para la inmediata ejecución de esta obra. A Danillo le gusta comparar la causa de la amistad con una constante carrera de relevos. Por eso, no sabe lo que es el descanso.  De inmediato, encaminó sus esfuerzos a la creación de lazos de amistad entre ciudades brasileñas y chinas, sirviendo de mediador para concretar el hermanamiento entre la ciudad de Río de Janeiro y el Municipio de Beijing y entre el Estado de Río de Janeiro y el Municipio de Tianjing. Además, abrió, junto con varios socios, la primera empresa privada latinoamericana en China, por lo que se le considera el Emprendedor.

En diciembre de 1985 visité Brasil como miembro de la Delegación de la Asociación de Amistad del Pueblo Chino con el Extranjero y fuimos calurosamente recibidos por Danillo y un grupo de amigos brasileños. Cuando Danillo fue al aeropuerto tenía fiebre y llevaba los medicamentos en el bolsillo. En una cena de despedida hice uso de la palabra, y señalé que los habitantes de Río tenían mucha razón cuando decían que el que no conociera a Río, no conocía Brasil. Verdaderamente, los atractivos sitios y bellos paisajes de la ciudad nos causaron muy buena impresión, pero más nos impresionó el calor humano de los amigos de esta encantadora urbe. Luego expresé que nos sentíamos incómodos porque la fecha de nuestra visita había coincidido con la celebración de las fiestas de Navidad y Año Nuevo, y que estábamos desviando a los amigos brasileños de sus encuentros familiares. Inesperadamente, Danillo rompió a reír, diciéndonos que nos habíamos olvidado de las palabras de Confucio, el gran pensador chino, cuando dijo: “La llegada de los amigos que vienen de lejos siempre trae una inmensa alegría”. Es mayor el motivo de complacencia, agregó, si la visita coincide con la celebración de alguna fiesta, para conocer mejor las tradiciones y costumbres del lugar. Precisamente por esa razón, dijo, estoy planeando mi próxima visita a China para la Fiesta de la Primavera -el comienzo del Año Nuevo lunar, a fin de disfrutar junto con los amigos chinos de la alegría de las fiestas, disparar petardos y fuegos artificiales, saborear los deliciosos ravioles, y caminar por las calles para ver los multicolores puestos de venta de las ferias.

Poco después de nuestra visita, Danillo se reunió con un grupo de amigos entusiasmados con la formación de una asociación de amistad Brasil—China, y en junio de 1986, cuando volvió a visitar nuestro país, nos trajo la grata noticia: “Ya está constituida formalmente la Asociación de Amistad Chino-Brasileña”. La Asociación, con un comité directivo compuesto de cinco miembros, estaba presidida por él. Nos dijo que ahora, contando con la fuerza colectiva de esa sociedad, las actividades amistosas se desarrollarían con mayor ímpetu. Entonces, organizó una serie de programas, como la Semana de Cine Chino, la Exposición Cultural y Fotográfica de China, charlas y conferencias sobre la realidad china, etc. Mención especial merece el acto de bienvenida de gran magnitud organizado por la Asociación junto con distintos sectores sociales de Río, en ocasión de la importante visita de altos funcionarios del Gobierno chino. Danillo, con su talento para ampliar los horizontes de trabajo y conocedor de la popularidad del fútbol en China., les sugirió a las autoridades deportivas de nuestro país el envío de jóvenes a Brasil para que recibieran capacitación técnica y entrenamiento en esta disciplina. De ahí nació la primera cooperación entre China y Brasil en este terreno, lo que, según se conoce, obtuvo buenos resultados. Mientras tanto, Danillo continuaba trabajando para impulsar el intercambio de visitas de representantes de los tres poderes, (ejecutivo, legislativo y judicial), personalidades del sector de la cultura, empresarios y comerciantes entre los dos países. Por todo lo anterior, cada vez que se habla de los vínculos amistosos entre China y Brasil, son muchas las personas que elogian a Danillo por sus contribuciones.

Durante nuestra visita a Brasil en 1985, le pedimos a Danillo que coordinara una entrevista con la famosa actriz brasileña Roselia Santos, quien representó el papel de Izula (ISAURA), la protagonista de la telenovela La Esclava. Al ser transmitida por la televisión china fue bien acogida por el público, que elogió a Roselia por su magnífica actuación. Lamentablemente, no pudimos entrevistarla, debido a que Roselia tuvo que viajar a otra ciudad para una filmación urgente. Sin embargo, nos dejó unas líneas con un caluroso saludo. En abril de 1986, Roselia visitó nuestro país, invitada por el Comité para el Otorgamiento de Premios de la Televisión China, pues había ganado el máximo premio que ésta concede: el Águila Dorada. Durante estancia, Roselia fue muy bien acogida en todos los lugares que visitó. Esta noticia se difundió ampliamente por todo Brasil. Danillo me escribió para decirme que el fenómeno de Roselia constituía un símbolo del creciente acercamiento y mejor entendimiento entre nuestros dos pueblos y que era un magnífico fruto del intercambio cultural bilateral.

El 22 de noviembre del 2003 tuvo lugar en el Jockey Club Brasileño de Río de Janeiro un acto solemne con motivo de la entrega de la Medalla de la Amistad Chino-Latinoamericana y Certificado al Sr. Danillo Santos. Como justamente señaló en la ceremonia el Sr. Wang Hongqiang, Secretario General de la Asociación de Amistad Chino-Latinoamericana, esta medalla se confiere a personalidades que se han dedicado durante años al desarrollo de la amistad con China, por sus sobresalientes contribuciones a la causa de la amistad entre los pueblos de América Latina y China y por haber desempeñado cargos de dirección en instituciones que tienen lazos de amistad con nuestro país. El Sr. Danillo Santos es un viejo amigo que abriga profundos sentimientos de amistad hacia el pueblo chino y ha hecho destacados aportes al fomento del entendimiento mutuo y la amistad entre los dos pueblos. Ahora desempeña el cargo de Presidente del Centro Comercial, Cultural y de Amistad Brasil-China y sigue empeñándose en el desarrollo de la causa de la amistad chino-brasileña, de modo que merece este honor. Obviamente emocionado por el otorgamiento de la medalla, Danillo respondió con frases impactantes: A lo largo de más de cuatro décadas, hemos aprendido a tocar el piano, moviendo los diez dedos para interpretar una melodía de paz, amor y hermandad. Ya hemos cosechado los frutos de esa melodía, pues 15 ciudades de Brasil y China se han hermanado. Nuestra experiencia de estos años de relaciones amistosas comenzó en 1963 cuando conocí a hombres de valor extraordinario dirigidos por un gran amigo de Brasil, el Sr. Wang Yaoting. A pesar de los incidentes que ocurrieron seguimos firmes en nuestra convicción, tal como hicieron las Nueve Estrellas de China. Aprendimos el espíritu del lema planteado por el Presidente Mao Zedong en su famosa obra “Servir Al Pueblo”, es decir, trabajar sin interés personal y con total dedicación al beneficio del pueblo. Así logramos avanzar paso a paso, siguiendo el ejemplo del viejo tonto que removió las montañas. No importaba que las montañas nos impidieran el paso. Si trabajábamos generación tras generación, alcanzaríamos nuestro gran objetivo: construir un gigantesco e indestructible edificio de amistad chino-brasileña, porque después de mi muerte, seguirían los hijos, y después de los hijos, los nietos, y así sucesivamente. Hoy, tenemos por delante un brillante futuro. China avanza a pasos agigantados. Siento gran admiración y respeto por los dirigentes chinos como Mao Zedong, Zhou Enlai y Deng Xiaoping, quienes hicieron cambiar radicalmente la fisonomía de atraso y miseria de la vieja China. Ahora, China dedica sus esfuerzos a la profundización de las reformas económicas y sociales en la construcción de una sociedad moderna. Vemos con todo placer que el futuro de las relaciones chino-brasileñas será más resplandeciente.

Al meditar en casa sobre este discurso de Danillo, mis ojos tropezaron con la maceta de una planta de pau brasil que me trajo Danillo como regalo, después de un largo viaje de 20,000 kilómetros. Cuando me la dio, me dijo que esa planta típica de Brasil, siempre verde y llena de vigor, era el símbolo de nuestra amistad. Ciertamente, esa hermosa planta, que se ha arraigado en la tierra y ha ido creciendo poco a poco, es como la amistad chino-brasileña, que avanza cada día con nuevos esplendores gracias a los esfuerzos de nuestros pueblos.

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