Solteras de oro en las ciudades
chinas
Por LU ZHU
Liu
Li, de 29 años y doctorada en jurisprudencia, trabaja
como investigadora en una famosa institución académica
de China. Su agenda diaria es muy completa, pues aún tiene
una tesis que terminar, un libro que leer, un informe
de consulta sobre derechos que entregar a una compañía
al día siguiente, y completar una traducción de un libro
antes de final de mes. Además, tiene pensado participar
en el examen de nivel de inglés que le permitiría el acceso
a una universidad extranjera el próximo año.
Recientemente su novio, empleado de un bufete
de abogados con unos altos ingresos económicos, le dio
un ultimátum. Debido a que la ha esperado durante cinco
años y a que ya se le ha acabado la paciencia, le dijo
que si no se casaban pronto, dejarían de ser novios. Tras
pensárselo unos días, Liu Li decidió no casarse con él.
“No necesito el matrimonio, porque tengo mucho que hacer
y estoy muy bien viviendo sola”, dijo con cierto orgullo.
Hace
diez e incluso cinco años, escaseaban las solteras como
Liu. Sin embargo, en las grandes ciudades de China, como
Beijing y Shanghai, cada vez hay más chicas que no desean
casarse. Se trata de mujeres que gozan, generalmente,
de un alto ingreso, con un título académico de prestigio,
y un importante puesto de trabajo, de tal forma que están
consideradas como el “clan de las solteras de oro”.
La independencia económica
y la tolerancia de la sociedad
 |
Relajándose en una excursión
en grupo |
En un
país como China, con una tradición tan antigua y donde
se presta suma importancia a la ética familiar, el matrimonio
lo era todo para las mujeres y estaba directamente relacionado
con la felicidad en su vida, de tal modo que la mujer
soltera y divorciada era menospreciada. Sin embargo, esta
mentalidad está cambiando y cada vez hay más mujeres que
eligen la soltería.
Según las estadísticas, en 1990 el número de solteros en Beijing entre
30 y 50 años era, aproximadamente, de 100.000, mientras
que este número superó los 500.000 en 2003, y de ellos,
más del 60 por ciento eran mujeres. Su situación varía
dependiendo de cada una, así las hay que tienen una apariencia
ordinaria y una condición económica normal, tienen altas
expectativas en cuanto al matrimonio y no quieren casarse
con un hombre corriente; otras no se casan por su particular
carácter y por su apariencia poco agraciada; y otras son
las denominadas “solteras de oro”, las cuales gozan de
dinero y de una posición social elevada. El resultado
de la encuesta, realizada recientemente en seis ciudades
chinas, como Beijing y Shanghai, demuestra que un 89,94
por ciento de las mujeres de alto nivel académico se muestra
a favor de la vida en soltería.
Algunos especialistas señalan que el número creciente de solteras demuestra,
por un lado, el sentido independiente cada vez más fuerte
de la mujer china, especialmente en lo económico, y, por
otro, la tolerancia de la opinión pública que permite
diversas formas de vida y respeta las elecciones personales
de cada individuo.
El
aumento de las solteras también se relaciona estrechamente
con la transformación de la sociedad china. En la época
de la economía planificada, la gente estaba limitada a
muchas restricciones, tales como el sistema de registro
civil, el archivo de trabajo y el contrato salarial. A
la gente le resultaba difícil vivir bajo el sistema de
distribución de viviendas, el cual asignaba un hogar sólo
a las parejas casadas. Los solteros, sin importar su edad,
tenían que vivir en dormitorios colectivos.
Esto
hizo que muchas parejas se precipitaran a casarse y así
obtener una residencia. En algunos casos, los matrimonios
se pactaban únicamente para acceder a la vivienda. Ahora
este sistema de distribución ha sido eliminado, con lo
que quien desea adquirir un apartamento debe acudir al
mercado inmobiliario y pagarlo con sus propios medios.
A pesar de que todavía hay gran cantidad de mujeres de
ingresos bajos y medianos que prefieren casarse para tener
su propio hogar, las que son capaces de comprar una vivienda
siguen viviendo solas.
Yan
Hong, de 33 años, doctorada en literatura y profesora
universitaria, tiene un ingreso estable. Al contarnos
su punto de vista sobre el matrimonio nos dijo que la
soltería “es un estado de vida y algunas personas la prefieren
porque no quieren complicarse la existencia criando hijos
ni perdiendo calidad de vida. Algunos viven solos porque
no tienen más remedio, aunque la mayoría de la gente vive
conforme al desarrollo natural de la vida sin hacer elecciones
a la fuerza”.
Yan añadió que la vida de soltera
“tiene sus ventajas y desventajas, al igual que la vida
conyugal. En nuestra vida diaria surgen con frecuencia
problemas. Para mí, las alegrías y las penas ocupan la
mitad respectivamente. El casarme y no casarme me da lo
mismo, y no afectan ni a mi felicidad ni a mi confianza”.
Las solteras ricas,
son difíciles de casar
En la China
actual, el tercer tipo de solteras es aquel compuesto
por las que, por diversas circunstancias, se ven obligadas
a vivir en soltería.
Los datos demuestran que las solteras que viven en
las grandes ciudades presentan las siguientes características:
un alto nivel profesional, un título académico superior
al de licenciado, unos ingresos elevados –de entre 50.000
a 500.000 yuanes anuales-, una alta posición social, son
trabajadoras de sectores muy solicitados y ocupan un cargo
de directiva media o superior.
Su gran inteligencia, su poderío económico y su inalcanzable
posición social, constituyen una de las principales razones
por las que permanecen solteras. Según la mentalidad tradicional
china, el hombre debe casarse con una mujer inferior a
él en todos los aspectos, mientras que la mujer tiene
que buscarse un novio más destacado que ella. Esta es
la razón por la que a las mujeres de éxito les cuesta
tanto encontrar un hombre conveniente.
Desde 1978, año en el
que se reestableció el sistema de admisión de postgraduados,
han aparecido cada vez más mujeres de un alto nivel educativo.
Con el aumento de la admisión de los estudiantes universitarios
en los últimos años, el número de los doctorados registrados
en 2003 superó los cien mil, de ellos, una quinta o cuarta
parte fueron realizados por mujeres. Esta no es una cifra
en absoluto pequeña. Aún todavía, la gente tiene ciertos
prejuicios sobre las mujeres de un alto nivel educativo,
considerando que, debido a que no son suficientemente
guapas, no les queda otro remedio que dedicarse a los
estudios. Se cree que cuanto mayor sea su nivel académico,
más arrogantes son, de tal forma que los hombres no desean
buscar una doctora como novia.
Una noticia publicada
en Internet reveló que una doctora de la ciudad de Nanjing
ocultó sus antecedentes académicos cuando se registró en una agencia matrimonial con
el fin de no desanimar a los posibles candidatos.
“Francamente, no me importa que el nivel de estudios del
hombre sea inferior al mío, aunque a ellos sí les importa
mi educación”, comentó Aihua, soltera de 30 años, quien
tiene preocupados tanto a sus padres como parientes y
amigos.
Duan Mei, famosa periodista de más de 40 años de edad,
sigue estando soltera. Tiene ganas de casarse, pero el
problema es con quién. Trabajando tantos años como periodista
ha entrevistado a muchos personajes célebres, adquiriendo
amplios conocimientos y una visión más profunda que la
de algunos hombres, por lo que los hombres comunes y corrientes
no le atraen y los hombres sobresalientes que conoce ya
tienen familia. “Prefiero no tener pareja a casarme con
alguien que no me atraiga”, nos dijo Duan Mei, quien ha
perdido ya todo interés por el matrimonio. A pesar de
todo, no le faltan amigos íntimos, por lo general, hombres
casados a quienes también les gusta tener una amiga con
quien conversar. Duan nunca espera contraer matrimonio
con uno de estos hombres y ellos tampoco mencionan este
tema.
La edad es otro de los grandes problemas de las solteras.
Algunas jóvenes han pasado muchos años dedicándose exclusivamente
al trabajo y gozando de la vida sin considerar el matrimonio,
pero al sobrepasar los treinta les resulta más difícil
encontrar novio. Esto es así, porque el hombre puede buscar
una mujer diez años menor que él, cosa que en el caso
contrario no ocurre. Muchas personas, tanto hombres como
mujeres, no aceptan que la novia sea mayor que el novio.
Aparentemente, las solteras
gozan de una vida menos controlada, pero también sufren
una mayor presión familiar. “Necesito el matrimonio por
la presión social y para complacer los deseos de mis padres,
aunque no quiero casarme simplemente para cumplir con
el compromiso social”, manifestó Yan Hong. Así pues, no
regresó a su casa durante la Fiesta de la Primavera, con
el fin de evitar los incesantes comentarios de sus padres
y parientes. Para ellos, el que permanezca aún soltera
es algo vergonzoso, por lo que Yan Hong no tuvo más remedio
que huir de la familia durante unas fiestas cargadas de
significado.
La vida moderna
 |
Tener amigos es un buen método
para incorporarse a la vida social |
Generalmente, a las solteras jóvenes les gusta llevar
una vida moderna y acomodada. Ellas, con una edad que
ronda los treinta, tienen más dinero y tiempo libre en
comparación con otros grupos sociales. Al no tener cargas
familiares ni preocupaciones de futuro, suelen consumir
según su antojo. Este grupo de personas es, en realidad,
el que mayor influencia recibe de la publicidad y la prensa.
Los economistas denominan a este nuevo modelo económico
como la “economía de las solteras”.
En las grandes ciudades
como Beijing y Shanghai, hay decenas de miles de solteras
que entran cada día a modernas oficinas, centros comerciales,
bares y gimnasios. Ellas, vestidas con la última moda
y maquilladas con gran esmero, son la fuerza promotora
del consumo social, lo que ha atraído la atención de los
empresarios. Dicen que algunas marcas de fama mundial
y productos de lujo entraron masivamente en el mercado
chino pensando exclusivamente en este grupo de consumidores.
Pero para ellas, al
igual que para la mayoría de familias chinas, el mayor
gasto supone la compra de una vivienda. Como relata la
novela Mi propia
casa, escrita por Virginia Woolf, una escritora debe
poseer por lo menos una casa propia donde poder escribir
con tranquilidad y cierta cantidad de dinero que le garantice
una independencia. Debido a que la mujer generalmente
tiene menos posibilidades de heredar, las solteras procuran
ganar más para comprar una vivienda propia, que le proporcione
no sólo un espacio independiente, sino también cierta
seguridad, estabilidad y dignidad personal. Además, suele
ser una buena inversión económica.
Una encuesta demuestra
que el número de mujeres que compraron una vivienda a
su nombre en el primer semestre de 2001 representó un
52 por ciento superior con respecto al mismo período de
2000. Al percibir esta información, las empresas del sector
inmobiliario, que hasta ahora pensaban que los hombres
eran sus mejores clientes, adoptaron una serie de medidas
favorables para atraer a las mujeres, como por ejemplo,
la promoción de viviendas pequeñas.
La venta de viviendas
tipo Soho -diseñadas
para los solteros- tuvo un gran éxito en 2003, ya que
cubrió una necesidad de mercado y aprovechó la oportunidad
comercial. El 20 de abril de ese año, se vendieron, en
un solo día, cerca de 300 apartamentos, a pesar de que
el precio por cada metro cuadrado fue entre 7.000 y 9.000
yuanes, cifra superior al del resto de viviendas de la
ciudad de Beijing. Entre los compradores, una parte importante
perteneció a mujeres solteras.
Además del de la vivienda,
estas mujeres tienen otros gastos, tales como matar el
tedio en cualquiera de las cafeterías de la cadena estadounidense
Starbucks que hay por toda la ciudad; comprar cosméticos
y perfumes de marcas francesas en centros comerciales
de lujo; o practicar tenis en una cancha, donde el gasto
de una hora equivale al salario de todo un día de un obrero.
Según el resultado de
una encuesta, lo que más les gusta hacer a las solteras
es ir de compras, seguido de viajar durante las vacaciones,
hacer cursos de arte y música, practicar deporte, acudir
a salas de baile, practicar yoga e ir al cine o a un buen restaurante. Ahora las mujeres se han
convertido en el pilar central del consumo, y las solteras,
especialmente las “solteras de oro” son muy bien acogidas
en los establecimientos comerciales.