JUNIO
2004


Solteras de oro en las ciudades chinas

Por LU ZHU

Liu Li, de 29 años y doctorada en jurisprudencia, trabaja como investigadora en una famosa institución académica de China. Su agenda diaria es muy completa, pues aún tiene una tesis que terminar, un libro que leer, un informe de consulta sobre derechos que entregar a una compañía al día siguiente, y completar una traducción de un libro antes de final de mes. Además, tiene pensado participar en el examen de nivel de inglés que le permitiría el acceso a una universidad extranjera el próximo año.

Recientemente su novio, empleado de un bufete de abogados con unos altos ingresos económicos, le dio un ultimátum. Debido a que la ha esperado durante cinco años y a que ya se le ha acabado la paciencia, le dijo que si no se casaban pronto, dejarían de ser novios. Tras pensárselo unos días, Liu Li decidió no casarse con él. “No necesito el matrimonio, porque tengo mucho que hacer y estoy muy bien viviendo sola”, dijo con cierto orgullo.

Hace diez e incluso cinco años, escaseaban las solteras como Liu. Sin embargo, en las grandes ciudades de China, como Beijing y Shanghai, cada vez hay más chicas que no desean casarse. Se trata de mujeres que gozan, generalmente, de un alto ingreso, con un título académico de prestigio, y un importante puesto de trabajo, de tal forma que están consideradas como el “clan de las solteras de oro”.

La independencia económica y la tolerancia de la sociedad

Relajándose en una excursión en grupo

En un país como China, con una tradición tan antigua y donde se presta suma importancia a la ética familiar, el matrimonio lo era todo para las mujeres y estaba directamente relacionado con la felicidad en su vida, de tal modo que la mujer soltera y divorciada era menospreciada. Sin embargo, esta mentalidad está cambiando y cada vez hay más mujeres que eligen la soltería.

Según las estadísticas, en 1990 el número de solteros en Beijing entre 30 y 50 años era, aproximadamente, de 100.000, mientras que este número superó los 500.000 en 2003, y de ellos, más del 60 por ciento eran mujeres. Su situación varía dependiendo de cada una, así las hay que tienen una apariencia ordinaria y una condición económica normal, tienen altas expectativas en cuanto al matrimonio y no quieren casarse con un hombre corriente; otras no se casan por su particular carácter y por su apariencia poco agraciada; y otras son las denominadas “solteras de oro”, las cuales gozan de dinero y de una posición social elevada. El resultado de la encuesta, realizada recientemente en seis ciudades chinas, como Beijing y Shanghai, demuestra que un 89,94 por ciento de las mujeres de alto nivel académico se muestra a favor de la vida en soltería.

Algunos especialistas señalan que el número creciente de solteras demuestra, por un lado, el sentido independiente cada vez más fuerte de la mujer china, especialmente en lo económico, y, por otro, la tolerancia de la opinión pública que permite diversas formas de vida y respeta las elecciones personales de cada individuo.

El aumento de las solteras también se relaciona estrechamente con la transformación de la sociedad china. En la época de la economía planificada, la gente estaba limitada a muchas restricciones, tales como el sistema de registro civil, el archivo de trabajo y el contrato salarial. A la gente le resultaba difícil vivir bajo el sistema de distribución de viviendas, el cual asignaba un hogar sólo a las parejas casadas. Los solteros, sin importar su edad, tenían que vivir en dormitorios colectivos.

Esto hizo que muchas parejas se precipitaran a casarse y así obtener una residencia. En algunos casos, los matrimonios se pactaban únicamente para acceder a la vivienda. Ahora este sistema de distribución ha sido eliminado, con lo que quien desea adquirir un apartamento debe acudir al mercado inmobiliario y pagarlo con sus propios medios. A pesar de que todavía hay gran cantidad de mujeres de ingresos bajos y medianos que prefieren casarse para tener su propio hogar, las que son capaces de comprar una vivienda siguen viviendo solas.

Yan Hong, de 33 años, doctorada en literatura y profesora universitaria, tiene un ingreso estable. Al contarnos su punto de vista sobre el matrimonio nos dijo que la soltería “es un estado de vida y algunas personas la prefieren porque no quieren complicarse la existencia criando hijos ni perdiendo calidad de vida. Algunos viven solos porque no tienen más remedio, aunque la mayoría de la gente vive conforme al desarrollo natural de la vida sin hacer elecciones a la fuerza”.

Yan añadió que la vida de soltera “tiene sus ventajas y desventajas, al igual que la vida conyugal. En nuestra vida diaria surgen con frecuencia problemas. Para mí, las alegrías y las penas ocupan la mitad respectivamente. El casarme y no casarme me da lo mismo, y no afectan ni a mi felicidad ni a mi confianza”.

Las solteras ricas, son difíciles de casar

En la China actual, el tercer tipo de solteras es aquel compuesto por las que, por diversas circunstancias, se ven obligadas a vivir en soltería.

Los datos demuestran que las solteras que viven en las grandes ciudades presentan las siguientes características: un alto nivel profesional, un título académico superior al de licenciado, unos ingresos elevados –de entre 50.000 a 500.000 yuanes anuales-, una alta posición social, son trabajadoras de sectores muy solicitados y ocupan un cargo de directiva media o superior.

Su gran inteligencia, su poderío económico y su inalcanzable posición social, constituyen una de las principales razones por las que permanecen solteras. Según la mentalidad tradicional china, el hombre debe casarse con una mujer inferior a él en todos los aspectos, mientras que la mujer tiene que buscarse un novio más destacado que ella. Esta es la razón por la que a las mujeres de éxito les cuesta tanto encontrar un hombre conveniente.

Desde 1978, año en el que se reestableció el sistema de admisión de postgraduados, han aparecido cada vez más mujeres de un alto nivel educativo. Con el aumento de la admisión de los estudiantes universitarios en los últimos años, el número de los doctorados registrados en 2003 superó los cien mil, de ellos, una quinta o cuarta parte fueron realizados por mujeres. Esta no es una cifra en absoluto pequeña. Aún todavía, la gente tiene ciertos prejuicios sobre las mujeres de un alto nivel educativo, considerando que, debido a que no son suficientemente guapas, no les queda otro remedio que dedicarse a los estudios. Se cree que cuanto mayor sea su nivel académico, más arrogantes son, de tal forma que los hombres no desean buscar una doctora como novia.

Una noticia publicada en Internet reveló que una doctora de la ciudad de Nanjing ocultó sus antecedentes académicos cuando se registró en una agencia matrimonial con el fin de no desanimar a los posibles candidatos. “Francamente, no me importa que el nivel de estudios del hombre sea inferior al mío, aunque a ellos sí les importa mi educación”, comentó Aihua, soltera de 30 años, quien tiene preocupados tanto a sus padres como parientes y amigos.

Duan Mei, famosa periodista de más de 40 años de edad, sigue estando soltera. Tiene ganas de casarse, pero el problema es con quién. Trabajando tantos años como periodista ha entrevistado a muchos personajes célebres, adquiriendo amplios conocimientos y una visión más profunda que la de algunos hombres, por lo que los hombres comunes y corrientes no le atraen y los hombres sobresalientes que conoce ya tienen familia. “Prefiero no tener pareja a casarme con alguien que no me atraiga”, nos dijo Duan Mei, quien ha perdido ya todo interés por el matrimonio. A pesar de todo, no le faltan amigos íntimos, por lo general, hombres casados a quienes también les gusta tener una amiga con quien conversar. Duan nunca espera contraer matrimonio con uno de estos hombres y ellos tampoco mencionan este tema.

La edad es otro de los grandes problemas de las solteras. Algunas jóvenes han pasado muchos años dedicándose exclusivamente al trabajo y gozando de la vida sin considerar el matrimonio, pero al sobrepasar los treinta les resulta más difícil encontrar novio. Esto es así, porque el hombre puede buscar una mujer diez años menor que él, cosa que en el caso contrario no ocurre. Muchas personas, tanto hombres como mujeres, no aceptan que la novia sea mayor que el novio.

Aparentemente, las solteras gozan de una vida menos controlada, pero también sufren una mayor presión familiar. “Necesito el matrimonio por la presión social y para complacer los deseos de mis padres, aunque no quiero casarme simplemente para cumplir con el compromiso social”, manifestó Yan Hong. Así pues, no regresó a su casa durante la Fiesta de la Primavera, con el fin de evitar los incesantes comentarios de sus padres y parientes. Para ellos, el que permanezca aún soltera es algo vergonzoso, por lo que Yan Hong no tuvo más remedio que huir de la familia durante unas fiestas cargadas de significado.

La vida moderna

Tener amigos es un buen método para incorporarse a la vida social

Generalmente, a las solteras jóvenes les gusta llevar una vida moderna y acomodada. Ellas, con una edad que ronda los treinta, tienen más dinero y tiempo libre en comparación con otros grupos sociales. Al no tener cargas familiares ni preocupaciones de futuro, suelen consumir según su antojo. Este grupo de personas es, en realidad, el que mayor influencia recibe de la publicidad y la prensa. Los economistas denominan a este nuevo modelo económico como la “economía de las solteras”.

En las grandes ciudades como Beijing y Shanghai, hay decenas de miles de solteras que entran cada día a modernas oficinas, centros comerciales, bares y gimnasios. Ellas, vestidas con la última moda y maquilladas con gran esmero, son la fuerza promotora del consumo social, lo que ha atraído la atención de los empresarios. Dicen que algunas marcas de fama mundial y productos de lujo entraron masivamente en el mercado chino pensando exclusivamente en este grupo de consumidores.

Pero para ellas, al igual que para la mayoría de familias chinas, el mayor gasto supone la compra de una vivienda. Como relata la novela Mi propia casa, escrita por Virginia Woolf, una escritora debe poseer por lo menos una casa propia donde poder escribir con tranquilidad y cierta cantidad de dinero que le garantice una independencia. Debido a que la mujer generalmente tiene menos posibilidades de heredar, las solteras procuran ganar más para comprar una vivienda propia, que le proporcione no sólo un espacio independiente, sino también cierta seguridad, estabilidad y dignidad personal. Además, suele ser una buena inversión económica.

Una encuesta demuestra que el número de mujeres que compraron una vivienda a su nombre en el primer semestre de 2001 representó un 52 por ciento superior con respecto al mismo período de 2000. Al percibir esta información, las empresas del sector inmobiliario, que hasta ahora pensaban que los hombres eran sus mejores clientes, adoptaron una serie de medidas favorables para atraer a las mujeres, como por ejemplo, la promoción de viviendas pequeñas.

La venta de viviendas tipo Soho -diseñadas para los solteros- tuvo un gran éxito en 2003, ya que cubrió una necesidad de mercado y aprovechó la oportunidad comercial. El 20 de abril de ese año, se vendieron, en un solo día, cerca de 300 apartamentos, a pesar de que el precio por cada metro cuadrado fue entre 7.000 y 9.000 yuanes, cifra superior al del resto de viviendas de la ciudad de Beijing. Entre los compradores, una parte importante perteneció a mujeres solteras.

Además del de la vivienda, estas mujeres tienen otros gastos, tales como matar el tedio en cualquiera de las cafeterías de la cadena estadounidense Starbucks que hay por toda la ciudad; comprar cosméticos y perfumes de marcas francesas en centros comerciales de lujo; o practicar tenis en una cancha, donde el gasto de una hora equivale al salario de todo un día de un obrero.

Según el resultado de una encuesta, lo que más les gusta hacer a las solteras es ir de compras, seguido de viajar durante las vacaciones, hacer cursos de arte y música, practicar deporte, acudir a salas de baile, practicar yoga e ir al cine o a un buen restaurante. Ahora las mujeres se han convertido en el pilar central del consumo, y las solteras, especialmente las “solteras de oro” son muy bien acogidas en los establecimientos comerciales.

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