JUNIO
2004


¿Llegará el desarrollo económico a la agricultura?

Por Zhang Xueying

Los trabajadores de origen campesino siguen de cerca las políticas del Gobierno relacionadas con sus intereses inmediatos

Después de cincuenta años de sacrificios en la industrialización y en la urbanización, las zonas rurales de China se han quedado atrás en el veloz desarrollo económico. Problema que no ha mejorado a pesar de los continuos esfuerzos realizados por el Gobierno chino en los últimos años. En el 2004, se aprobaron una serie de medidas sobre tributación, registro residencial y uso de tierras con el fin de resolver eficazmente este problema.

En su Informe sobre la Labor Gubernamental dado a conocer ante la Asamblea Popular Nacional celebrada en el mes de marzo, el Primer Ministro Wen Jiabao enfatizó en la necesidad de elevar los ingresos de los campesinos. Para tal efecto, lanzó una serie de medidas pragmáticas, tales como bajar el impuesto agrícola tres puntos porcentuales, eliminar por completo este impuesto dentro de cinco años y subvenir de manera directa a los campesinos con una inversión de 10.000 millones de yuanes y un aumento de 30.000 millones de yuanes con respecto al año pasado en el fondo especial de asistencia agrícola, lo que superará los 150.000 millones de yuanes, suma equivalente a 300 yuanes por cada uno de los 900 millones de campesinos que existen en China.

Los expertos consideran que se trata de las únicas medidas capaces de producir un nuevo impulso en la producción agrícola, después del sistema de responsabilidad basada en la contratación familiar en función del rendimiento que liberó la fuerza productiva rural en la década de 1970.

Los campesinos son el grupo más vulnerable
Roturando las tierras baldías

Las reformas rurales llevadas a cabo entre 1978 y 1989 abandonaron el modo de producción agrícola colectiva de la época de Mao Zedong y repartieron las tierras a los campesinos, quienes podían labrarlas durante 15 años por cuenta propia. Gracias a ello, el valor de la producción agrícola aumentó en un 86 por ciento y el ingreso per cápita de los campesinos subió bruscamente un 192 por ciento.

Desde 1984, el desarrollo económico ha dado prioridad a la urbanización de los terrenos. La manufactura y la exportación, así como la privatización de los bienes raíces, permitieron aumentar rápidamente los ingresos de los residentes urbanos, aunque los campesinos no lograron ningún beneficio en este proceso.

En realidad, los campesinos soportan dos cargas, pues, por un lado producen la mayor cantidad posible de cereales a un precio bastante bajo y, por otro, pagan un impuesto realmente pesado sustentando los gastos administrativos locales. China es el único país que cobra impuestos agrícolas en el mundo.

Como consecuencia de lo arriba mencionado, el ingreso neto per cápita de los campesinos se vio reducido de manera progresiva entre 1998 y 2000, suponiendo el 35 por ciento del ingreso per cápita de los urbanos, es decir, 2.622 yuanes contra 8.500.

La bipolarización de los ingresos entre los urbanos y los campesinos no solamente restringió el poder adquisitivo de los últimos, sino que también afectó seriamente su entusiasmo por la producción agrícola. Dang Guoying, experto del Instituto de Investigación para el Desarrollo Rural de la Academia de Ciencias Sociales de China, sostiene que dar un fuerte apoyo a los campesinos en el período de transición de la economía “supone conseguir el desarrollo estable y la prosperidad sostenida de toda la sociedad china”.

Más ingresos y menos impuestos

Atesorando cada parcela en bien de los descendientes

De 1990 a 2001, el Gobierno Central emitió anualmente una serie de circulares y disposiciones para aliviar las cargas tributarias de los campesinos. Hasta el año 2003, los impuestos agrícolas disminuyeron en 13.700 millones de yuanes. Según un funcionario del Departamento de Administración Económica del Ministro de Agricultura, en las once provincias piloto se han disminuido más de un 30 por ciento las cargas fiscales, llegando en algunos casos al 80 por ciento.

No obstante, el problema sigue siendo muy grave, pues la disminución del cobro de impuestos afecta directamente a los ingresos fiscales de los gobiernos cantonales y de los comités de aldeas, a quienes les resulta difícil mantener un funcionamiento normal. En consecuencia, no pueden amortizar los préstamos contraídos, carecen de fondos para las empresas públicas y la educación, e incluso no pueden pagar a tiempo los sueldos de los funcionarios locales.

Según Chen Xiwen, funcionario de alto rango encargado de los asuntos rurales, como consecuencia de las políticas anteriores, el Estado designó un presupuesto de 1.500 millones de yuanes a las inversiones en infraestructuras, sanidad pública y enseñanza en las zonas rurales, así como al subsidio agrario sobre los cereales y la soja. Ello tiene como objetivo frenar la disminución de la producción cereal durante cinco años consecutivos y aliviar la presión derivada de la escasez de grano.

El rápido crecimiento demográfico del campo hace cada día más difícil el aumento de los ingresos dependientes únicamente de la producción agrícola. En el año 1986, la superficie de tierra cultivada por familia fue de 0,61 hectáreas, y en el 2000, esa cifra se redujo a tan sólo 0,07 hectáreas. Sin embargo, esta tierra sustenta una población 2,5 veces mayor a la de hace cincuenta años, mientras que sólo se necesitan unos 150 millones de mano de obra en el sector agrícola. A la larga, es inevitable la emigración de la población rural a las ciudades.

Una encuesta realizada por el Ministerio de Agricultura revela que el año pasado el ingreso neto per cápita de la población flotante fue de 3.768 yuanes, mientras que el gasto en artículos de uso duradero subió un 17 por ciento, es decir, 92,4 yuanes por familia por término medio.

Las políticas vigentes son la clave

Con el fin de garantizar el aumento sostenido de los ingresos de los campesinos y eliminar la discriminación de los trabajadores rurales en las ciudades, el Gobierno chino está regulando las políticas vigentes para frenar el sobrecalentamiento de algunos sectores industriales, tales como la siderurgia, el cemento y el inmobiliario, y orientar los fondos al campo.

El departamento central de finanzas ha designado fondos para educación profesional de los trabajadores de origen campesino, rompiendo así con la práctica habitual en la que los inmigrantes participaban en cursos de capacitación por cuenta propia. Esta medida tiene como objetivo ayudar a la inmigración de mano de obra sobrante del campo en las ciudades.

Además, China está reformando el sistema de empadronamiento con el objetivo de materializar la migración libre de la población. De acuerdo con Hu Angang, catedrático en economía de la Universidad Tsinghua, “China necesita realizar una revolución para liberar a los campesinos, de modo que se desaten del yugo de la tierra, poniendo coto a la separación, contraposición y aislamiento entre la ciudad y el campo. Es imperativo eliminar el sistema de identificación urbana y rural, de manera que los campesinos tengan las mismas oportunidades de desarrollo que los habitantes de las zonas urbanas”.

Teniendo en cuenta la gran población y la escasa tierra cultivable de China, el Gobierno va a aplicar el sistema de protección de tierras cultivadas más estricto del mundo, la cual requiere una programación general del uso de la tierra y un control más serio. Sobre todo, hay que elevar el nivel de compensación de la adquisición de tierras para fines lucrativos y resolver como es debido el problema de supervivencia de los campesinos, así como su empleo y garantía social.

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