¿Llegará el desarrollo económico a
la agricultura?
Por Zhang Xueying
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Los trabajadores de origen campesino siguen de cerca
las políticas del Gobierno relacionadas con sus intereses
inmediatos |
Después de cincuenta años de sacrificios en la industrialización y en
la urbanización, las zonas rurales de China se han quedado
atrás en el veloz desarrollo económico. Problema que no
ha mejorado a pesar de los continuos esfuerzos realizados
por el Gobierno chino en los últimos años. En el 2004, se
aprobaron una serie de medidas sobre tributación, registro
residencial y uso de tierras con el fin de resolver eficazmente
este problema.
En su Informe sobre la Labor Gubernamental dado a conocer ante la Asamblea
Popular Nacional celebrada en el mes de marzo, el Primer
Ministro Wen Jiabao enfatizó en la necesidad de elevar los
ingresos de los campesinos. Para tal efecto, lanzó una serie
de medidas pragmáticas, tales como bajar el impuesto agrícola
tres puntos porcentuales, eliminar por completo este impuesto
dentro de cinco años y subvenir de manera directa a los
campesinos con una inversión de 10.000 millones de yuanes
y un aumento de 30.000 millones de yuanes con respecto al
año pasado en el fondo especial de asistencia agrícola,
lo que superará los 150.000 millones de yuanes, suma equivalente
a 300 yuanes por cada uno de los 900 millones de campesinos
que existen en China.
Los expertos consideran que se trata de las
únicas medidas capaces de producir un nuevo impulso en la
producción agrícola, después del sistema de responsabilidad
basada en la contratación familiar en función del rendimiento
que liberó la fuerza productiva rural en la década de 1970.
Los campesinos son
el grupo más vulnerable
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Roturando las tierras baldías |
Las reformas rurales llevadas a cabo entre 1978 y 1989 abandonaron el
modo de producción agrícola colectiva de la época de Mao
Zedong y repartieron las tierras a los campesinos, quienes
podían labrarlas durante 15 años por cuenta propia. Gracias
a ello, el valor de la producción agrícola aumentó en un
86 por ciento y el ingreso per cápita de los campesinos
subió bruscamente un 192 por ciento.
Desde 1984, el desarrollo económico ha dado prioridad a la urbanización
de los terrenos. La manufactura y la exportación, así como
la privatización de los bienes raíces, permitieron aumentar
rápidamente los ingresos de los residentes urbanos, aunque
los campesinos no lograron ningún beneficio en este proceso.
En realidad, los campesinos soportan dos cargas, pues, por un lado producen
la mayor cantidad posible de cereales a un precio bastante
bajo y, por otro, pagan un impuesto realmente pesado sustentando
los gastos administrativos locales. China es el único país
que cobra impuestos agrícolas en el mundo.
Como consecuencia de lo arriba mencionado, el ingreso neto per cápita
de los campesinos se vio reducido de manera progresiva entre
1998 y 2000, suponiendo el 35 por ciento del ingreso per
cápita de los urbanos, es decir, 2.622 yuanes contra 8.500.
La bipolarización de los ingresos entre los
urbanos y los campesinos no solamente restringió el poder
adquisitivo de los últimos, sino que también afectó seriamente
su entusiasmo por la producción agrícola. Dang Guoying,
experto del Instituto de Investigación para el Desarrollo
Rural de la Academia de Ciencias Sociales de China, sostiene
que dar un fuerte apoyo a los campesinos en el período de
transición de la economía “supone conseguir el desarrollo
estable y la prosperidad sostenida de toda la sociedad china”.
Más ingresos y menos impuestos
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Atesorando cada parcela en bien
de los descendientes |
De 1990 a 2001, el Gobierno Central emitió anualmente una serie de circulares
y disposiciones para aliviar las cargas tributarias de los
campesinos. Hasta el año 2003, los impuestos agrícolas disminuyeron
en 13.700 millones de yuanes. Según un funcionario del Departamento
de Administración Económica del Ministro de Agricultura,
en las once provincias piloto se han disminuido más de un
30 por ciento las cargas fiscales, llegando en algunos casos
al 80 por ciento.
No obstante, el problema sigue siendo muy grave, pues la disminución
del cobro de impuestos afecta directamente a los ingresos
fiscales de los gobiernos cantonales y de los comités de
aldeas, a quienes les resulta difícil mantener un funcionamiento
normal. En consecuencia, no pueden amortizar los préstamos
contraídos, carecen de fondos para las empresas públicas
y la educación, e incluso no pueden pagar a tiempo los sueldos
de los funcionarios locales.
Según Chen Xiwen, funcionario de alto rango encargado de los asuntos
rurales, como consecuencia de las políticas anteriores,
el Estado designó un presupuesto de 1.500 millones de yuanes
a las inversiones en infraestructuras, sanidad pública y
enseñanza en las zonas rurales, así como al subsidio agrario
sobre los cereales y la soja. Ello tiene como objetivo frenar
la disminución de la producción cereal durante cinco años
consecutivos y aliviar la presión derivada de la escasez
de grano.
El rápido crecimiento demográfico del campo hace cada día más difícil
el aumento de los ingresos dependientes únicamente de la
producción agrícola. En el año 1986, la superficie de tierra
cultivada por familia fue de 0,61 hectáreas, y en el 2000,
esa cifra se redujo a tan sólo 0,07 hectáreas. Sin embargo,
esta tierra sustenta una población 2,5 veces mayor a la
de hace cincuenta años, mientras que sólo se necesitan unos
150 millones de mano de obra en el sector agrícola. A la
larga, es inevitable la emigración de la población rural
a las ciudades.
Una encuesta realizada por el Ministerio de
Agricultura revela que el año pasado el ingreso neto per
cápita de la población flotante fue de 3.768 yuanes, mientras
que el gasto en artículos de uso duradero subió un 17 por
ciento, es decir, 92,4 yuanes por familia por término medio.
Las políticas vigentes
son la clave
Con
el fin de garantizar el aumento sostenido de los ingresos
de los campesinos y eliminar la discriminación de los trabajadores
rurales en las ciudades, el Gobierno chino está regulando
las políticas vigentes para frenar el sobrecalentamiento
de algunos sectores industriales, tales como la siderurgia,
el cemento y el inmobiliario, y orientar los fondos al campo.
El departamento central de finanzas
ha designado fondos para educación profesional de los trabajadores
de origen campesino, rompiendo así con la práctica habitual
en la que los inmigrantes participaban en cursos de capacitación
por cuenta propia. Esta medida tiene como objetivo ayudar
a la inmigración de mano de obra sobrante del campo en las
ciudades.
Además,
China está reformando el sistema de empadronamiento con
el objetivo de materializar la migración libre de la población.
De acuerdo con Hu Angang, catedrático en economía de la
Universidad Tsinghua, “China necesita realizar una revolución
para liberar a los campesinos, de modo que se desaten del
yugo de la tierra, poniendo coto a la separación, contraposición
y aislamiento entre la ciudad y el campo. Es imperativo
eliminar el sistema de identificación urbana y rural, de
manera que los campesinos tengan las mismas oportunidades
de desarrollo que los habitantes de las zonas urbanas”.
Teniendo
en cuenta la gran población y la escasa tierra cultivable
de China, el Gobierno va a aplicar el sistema de protección
de tierras cultivadas más estricto del mundo, la cual requiere
una programación general del uso de la tierra y un control
más serio. Sobre todo, hay que elevar el nivel de compensación
de la adquisición de tierras para fines lucrativos y resolver
como es debido el problema de supervivencia de los campesinos,
así como su empleo y garantía social.
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