MAYO
2004


Mapa de tierra, una obra que destila afecto

Por NING MENG

Hace poco, el mapa que el ciudadano shenyanés Gu Lipeng realizó en tierra para representar las capitales provinciales y ciudades de China, a una escala de uno por cinco millones, mereció ser incluidos en el libro de récords mundiales de Guinness. Se trata del único elaborado en barro.

34 piezas de barro, 34 sentimientos

que han visto el mapa se han percatado de su particular estilo. El  mismo destaca ante todo por el uso de diversos colores de la tierra, sin mezcla de ningún tipo. Son matices naturales del barro. Por ejemplo, el color del barro al sur del río Yangtsé, en localidades como Guangdong, Guangxi, Guizhou, Hainan, son de un rojo claro y especial: algunos son rojo escarlata, otros tiran al rosado. Las 34 piezas de tierra fueron recolectadas por Gu Lipeng en las capitales provinciales: La de Liaoning fue sacada de la tierra de Shenyang, la ciudad de Beijing, de la tierra de la Ciudad Prohibida y del Templo del Cielo, y la de Tíbet, de la del Palacio Potala.

Siempre que obtiene barro en un lugar, Gu Lipeng solicita un certificado de autenticidad. Durante los siete años que ha dedicado a esta tarea, ha conseguido 34 certificados, lo que ha dado lugar a un prolongado proceso. La idea original no era alcanzar un récord mundial de Guinness, pues en su origen había motivo de orden sentimental y personal. Un tío de Gu Lipeng fue general del Partido Guomindang y murió en la guerra de resistencia contra el ejército japonés. Sin embargo, la  familia del militar desconocía su suerte y estuvieron buscando información sobre él por espacio de unos diez años, hasta que supieron la triste verdad con la ayuda de Song Xilian, oficial de alto rango del Guomindang y miembro del Comité Permanente de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh). A partir de entonces nació una entrañable amistad entre la familia Gu y el Sr. Song.

En una ocasión Gu visitó al Sr. Song quien residía en EE.UU. para expresar su agradecimiento. El débil anciano Song, sostenido por su mujer, le dijo: “Eres descendiente del mártir. Me alegra mucho  tu visita. Aunque nunca he estado en el Nordeste, conozco una canción de allá”. A continuación, Song entonó una canción cuya letra decía: “Mi casa está al lado del río Songhua….” El emocionado Gu Lipeng cantó con él, sin poder contener las lágrimas, mientras  pensaba que la buena memoria del anciano Song le permitía seguir evocando a  su  difunto tío, al Nordeste de China y a toda la nación. Después los dos mantuvieron una conversación íntima. Al despedirse, convinieron en verse en Beijing ese mismo año, cuando el anciano Song participara en las sesiones de la CCPPCh.

De regreso, Gu llevaba clavadas en la mente las palabras del Sr. Song. Se obsesionaba  pensando qué regalo le daría en la próxima visita en Beijing. Después de devanarse los sesos, le vino la idea de preparar un mapa especial del territorio chino.

En un viaje al Parque Oceánico de Hong Kong, Gu se sintió atraído casualmente por las flores y la tierra, de donde sacó un puñado de barro que guardó con cuidado en  su pañuelo. Al principio, quería hacer dos mapas, uno para él y otro para el anciano Song en señal del respeto.

Apenas regresó a su natal Shenyang, Gu Lipeng comenzó la elaboración del mapa de tierra. En esos menesteres estaba cuando una mala noticia interrumpió su labor. El anciano Song Xilian había muerto de enfermedad en Nueva Cork, poco tiempo después de la visita. El fallecimiento de Song Xilian dejó a Gu Lipeng sumido en una profunda tristeza. Durante un período perdió el interés por elaborar el mapa, hasta que un día reverdeció la idea, sintiendo que sería forma ideal de perpetuar la memoria del anciano Song, además de servir como alimento a la nostalgia de los chinos de ultramar, pues todos somos descendientes del dragón. Puso entonces nuevos bríos a su tarea. Primero invitó a varios técnicos para que transformaran una placa de cobre en un mapa de China y delimitaran sobre el mismo las ciudades. Después, emprendió la afanosa labor de recoger las muestras de tierra de todas las provincias aprovechando los viajes. En los lugares que  no pudo ir, pidió ayuda a sus amigos. Así, hasta el segundo semestre de 1999, cuando Gu Lipeng consiguió reunir tierra de 34 provincias y ciudades del país. Sólo quedaba pendiente Taiwan.

El río Yangtsé y el Amarillo, marcados por los collares de oro y plata

Gu empezó  a pegar las  muestras de tierra sobre el mapa. En este proceso el color y la calidad de la tierra son dos puntos claves. Para que el barro quedara firmemente pegado y, a la vez, se correspondiera con el original, Gu Lipeng gastó más de mil yuanes comprando diversos pegamentos, hasta dar con el que le satisfacía.

Al que se empeña Dios lo premia. Gu Lipeng concluyó por fin el primer mapa de barro del mundo, que desde hace tres años cuelga en una pared de su casa. Para destacar los dos ríos más importantes de China: el Yangtsé y el Amarillo, conformó el primero con collares de plata y el otro con oro. Sin un céntimo en los bolsillos, Gu no tuvo otro remedio que acudir a su mujer, quien le entendía perfectamente y se comprometió a ayudarle. Con su apoyo y más de diez collares, terminó el trabajo.

La tierra de Taiwan

En septiembre de 1999, por medio de un amigo suyo, Gu Lipeng conoció a Cai Kun, quien  labora en aerolíneas y se comprometió a traerle tierra de Taiwan. Un día de noviembre, Cai Kun le llamó diciendo: “Ahora mismo tomo el avión a Shenyang para darte el barro de Kaohsiung,  de la Isla de Taiwan”. Al oírlo, Gu gritó con emoción: “Gracias, amigo, muchas gracias”. La tierra de Taiwan, que había tenido a Gu Lipeng esperando por  largo tiempo, había llegado por fin a Shenyang. Al cogerla, Gu Lipeng no se pudo contener y la besó: era un elemento  de suma importancia para completar el mapa del país. Para entonces habían pasado siete años y Gu se había gastado la friolera de más de 60.000 yuanes. Más tarde Gu Lipeng obtuvo la patente. Cada vez que mira su obra, se siente orgulloso de ver la extensión del territorio chino, y le parece estar recorriendo cada pulgada del país. A  sugerencia de sus amigos, solicitó el récord mundial de Guinness y consiguió la aprobación.

Hoy su mayor placer es apreciar el mapa minuciosamente, evocando cada día empleado en la elaboración de un mapa que destila emoción.

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