Mapa de
tierra, una obra que destila afecto
Por
NING MENG
Hace
poco, el mapa que el ciudadano shenyanés Gu Lipeng realizó
en tierra para representar las capitales provinciales
y ciudades de China, a una escala de uno por cinco millones,
mereció ser incluidos en el libro de récords mundiales
de Guinness. Se trata del único elaborado en barro.
34
piezas de barro, 34 sentimientos
que han visto el mapa se
han percatado de su particular estilo. El
mismo destaca ante todo por el uso de diversos
colores de la tierra, sin mezcla de ningún tipo. Son matices
naturales del barro. Por ejemplo, el color del barro al
sur del río Yangtsé, en localidades como Guangdong, Guangxi,
Guizhou, Hainan, son de un rojo claro y especial: algunos
son rojo escarlata, otros tiran al rosado. Las 34 piezas
de tierra fueron recolectadas por Gu Lipeng en las capitales
provinciales: La de Liaoning fue sacada de la tierra de
Shenyang, la ciudad de Beijing, de la tierra de la Ciudad
Prohibida y del Templo del Cielo, y la de Tíbet, de la
del Palacio Potala.
Siempre
que obtiene barro en un lugar, Gu Lipeng solicita un certificado
de autenticidad. Durante los siete años que ha dedicado
a esta tarea, ha conseguido 34 certificados, lo que ha dado
lugar a un prolongado proceso. La idea original no era alcanzar
un récord mundial de Guinness, pues en su origen había motivo
de orden sentimental y personal. Un tío de Gu Lipeng fue
general del Partido Guomindang y murió en la guerra de resistencia
contra el ejército japonés. Sin embargo, la familia del
militar desconocía su suerte y estuvieron buscando información
sobre él por espacio de unos diez años, hasta que supieron
la triste verdad con la ayuda de Song Xilian, oficial de
alto rango del Guomindang y miembro del Comité Permanente
de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino (CCPPCh).
A partir de entonces nació una entrañable amistad entre
la familia Gu y el Sr. Song.
En
una ocasión Gu visitó al Sr. Song quien residía en EE.UU.
para expresar su agradecimiento. El débil anciano Song,
sostenido por su mujer, le dijo: “Eres descendiente del
mártir. Me alegra mucho tu visita. Aunque nunca he estado
en el Nordeste, conozco una canción de allá”. A continuación,
Song entonó una canción cuya letra decía: “Mi casa está
al lado del río Songhua….” El emocionado Gu Lipeng cantó
con él, sin poder contener las lágrimas, mientras pensaba
que la buena memoria del anciano Song le permitía seguir
evocando a su difunto tío, al Nordeste de China y a
toda la nación. Después los dos mantuvieron una conversación
íntima. Al despedirse, convinieron en verse en Beijing
ese mismo año, cuando el anciano Song participara en las
sesiones de la CCPPCh.
De
regreso, Gu llevaba clavadas en la mente las palabras
del Sr. Song. Se obsesionaba pensando qué regalo le daría
en la próxima visita en Beijing. Después de devanarse
los sesos, le vino la idea de preparar un mapa especial
del territorio chino.
En
un viaje al Parque Oceánico de Hong Kong, Gu se sintió
atraído casualmente por las flores y la tierra, de donde
sacó un puñado de barro que guardó con cuidado en su
pañuelo. Al principio, quería hacer dos mapas, uno para
él y otro para el anciano Song en señal del respeto.
Apenas
regresó a su natal Shenyang, Gu Lipeng comenzó la elaboración
del mapa de tierra. En esos menesteres estaba cuando una
mala noticia interrumpió su labor. El anciano Song Xilian
había muerto de enfermedad en Nueva Cork, poco tiempo después
de la visita. El fallecimiento de Song Xilian dejó a Gu
Lipeng sumido en una profunda tristeza. Durante un período
perdió el interés por elaborar el mapa, hasta que un día
reverdeció la idea, sintiendo que sería forma ideal de perpetuar
la memoria del anciano Song, además de servir como alimento
a la nostalgia de los chinos de ultramar, pues todos somos
descendientes del dragón. Puso entonces nuevos bríos a su
tarea. Primero invitó a varios técnicos para que transformaran
una placa de cobre en un mapa de China y delimitaran sobre
el mismo las ciudades. Después, emprendió la afanosa labor
de recoger las muestras de tierra de todas las provincias
aprovechando los viajes. En los lugares que no pudo ir,
pidió ayuda a sus amigos. Así, hasta el segundo semestre
de 1999, cuando Gu Lipeng consiguió reunir tierra de 34
provincias y ciudades del país. Sólo quedaba pendiente Taiwan.
El
río Yangtsé y el Amarillo, marcados por los collares de
oro y plata
Gu
empezó a pegar las muestras de tierra sobre el mapa. En
este proceso el color y la calidad de la tierra son dos
puntos claves. Para que el barro quedara firmemente pegado
y, a la vez, se correspondiera con el original, Gu Lipeng
gastó más de mil yuanes comprando diversos pegamentos, hasta
dar con el que le satisfacía.
Al
que se empeña Dios lo premia. Gu Lipeng concluyó por fin
el primer mapa de barro del mundo, que desde hace tres años
cuelga en una pared de su casa. Para destacar los dos ríos
más importantes de China: el Yangtsé y el Amarillo, conformó
el primero con collares de plata y el otro con oro. Sin
un céntimo en los bolsillos, Gu no tuvo otro remedio que
acudir a su mujer, quien le entendía perfectamente y se
comprometió a ayudarle. Con su apoyo y más de diez collares,
terminó el trabajo.
La
tierra de Taiwan
En
septiembre de 1999, por medio de un amigo suyo, Gu Lipeng
conoció a Cai Kun, quien labora en aerolíneas y se comprometió
a traerle tierra de Taiwan. Un día de noviembre, Cai Kun
le llamó diciendo: “Ahora mismo tomo el avión a Shenyang
para darte el barro de Kaohsiung, de la Isla de Taiwan”.
Al oírlo, Gu gritó con emoción: “Gracias, amigo, muchas
gracias”. La tierra de Taiwan, que había tenido a Gu Lipeng
esperando por largo tiempo, había llegado por fin a Shenyang.
Al cogerla, Gu Lipeng no se pudo contener y la besó: era
un elemento de suma importancia para completar el mapa
del país. Para entonces habían pasado siete años y Gu se
había gastado la friolera de más de 60.000 yuanes. Más tarde
Gu Lipeng obtuvo la patente. Cada vez que mira su obra,
se siente orgulloso de ver la extensión del territorio chino,
y le parece estar recorriendo cada pulgada del país. A
sugerencia de sus amigos, solicitó el récord mundial de
Guinness y consiguió la aprobación.
Hoy
su mayor placer es apreciar el mapa minuciosamente, evocando
cada día empleado en la elaboración de un mapa que destila
emoción.
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