MAYO
2004


Trabajadores rurales, población marginal de la ciudad

Por nuestro reportero LI WUZHOU

No saben adónde van

El Gobierno chino publicó recientemente que cerca de 130 millones de campesinos (la mitad de la población nacional de EE.UU.) han entrado en las ciudades buscando empleos, número que ha superado al de la mano de obra urbana, convirtiéndose en la principal fuerza de trabajo industrial de China.

Todos los que conocen bien China saben que ésta es una importante señal que simboliza el cambio de la sociedad china. En los países asiáticos la concepción de campesino es totalmente diferente a la occidental, donde se considera una profesión. Allí reciben una buena educación y se dedican a la producción agrícola mecanizada y de gran envergadura. Son obreros agrícolas y disfrutan de igualdad con los obreros industriales de la ciudad. Sin embargo, los campesinos de China, por lo general, tienen un bajo nivel educativo, utilizan principalmente la fuerza física para labrar una pequeña parcela (la tierra cultivada por un campesino de China no supera un mu). En la lengua china, “campesino” no sólo es una concepción profesional, también es una identidad. Cuando labran la tierra en el campo, son campesinos, pero cuando vienen a la ciudad a dedicarse al trabajo no agrícola, siguen siendo campesinos y no pueden disfrutar de derechos políticos, ni de garantías sociales iguales a las de los ciudadanos.

Esta gran cantidad de gente afluye a la ciudad ofreciendo por un lado, numerosa mano de obra barata y a la vez, lanzan un reto al sistema de registro civil y garantías sociales que China ha adoptado durante casi medio siglo.

Crean riqueza para la ciudad y también para sí mismos

Li Cheng, de 22 años, es un guardia de seguridad de la calle Zhongguancun, conocida en Beijing por la venta de productos electrónicos. Li es de tez clara y habla muy bien el mandarín. Si no se mira su carné de campesino, es difícil distinguir entre él y los jóvenes de la ciudad.

Li Cheng está satisfecho con su vida en Beijing. “Llevo cuatro años viviendo en Beijing. No quiero irme de aquí. Aunque mi sueldo mensual es de sólo 500 yuanes, no necesito gastarlo en comida ni en vivienda. Puedo ahorrar 400 yuanes al mes después de deducir los gastos imprescindibles”. A pesar de que este sueldo no puede compararse con el de los beijineses, es mucho más que el acumulado en un año por toda su familia cultivando la tierra. Debido a las incesantes calamidades naturales como las inundaciones, sequías o plagas de insectos, no es fácil obtener buenas cosechas. “Y cuando la cosecha es buena, ¿cuánto cereal se produce en una parcela de menos de un mu per cápita?” Pregunta Li. El precio de las semillas, los fertilizantes y los pesticidas no bajan, pero el de los cereales lo hace una y otra vez. Aparte de todo esto, las labores agrícolas se han mecanizado en el campo y ya dejan de necesitar tanta mano de obra. Los jóvenes que viven en la misma aldea de Li en Henan, casi todos salieron a trabajar en el distrito o en la capital provincial o lejos como él, a Beijing, o a las regiones del delta del río Yangtsé y el río Zhujiang.

Henan, el pueblo de Li Cheng, es la primera provincia en exportación de mano de obra de China. Según las estadísticas, 13.000.000 personas salieron de Henan para trabajar en las ciudades en 2003, una tercera parte de la mano de obra rural de toda la provincia. Anhui es la segunda provincia al respecto, con más de 7.000.000 migratorios de los 27.000.000 trabajadores rurales de la provincia.

China tiene ahora una población de 1.300.000.000 personas, de la que 900.000.000. son campesinos. Las empresas de los distritos o las aldeas resuelven sin problemas emplear a decenas de millones de habitantes rurales. La producción agrícola necesita más de cien millones, así que todavía hay cerca de trescientos o cuatrocientos millones de personas de mano de obra excedente en el campo, preparados para emigrar a la ciudad. Obviamente el número de 130 millones es sólo el inicio.

Según análisis de los especialistas, la transferencia de la mano de obra agrícola sobrante a otros sectores es un paso inevitable en el proceso de industrialización y urbanización de China, común en los países en vías de desarrollo.

Los campesinos trabajan en la ciudad, lo que impulsa el desarrollo de la economía rural. En 2003, las aldeas de Henan recibieron de sus trabajadores emigrados una remesa de 52.800 millones de yuanes; los trabajadores emigrados de Anhui crearon para la tierra donde viven un PIB equivalente al de toda la provincia, y enviaron al pueblo natal un fondo de cerca de 30.000 millones de yuanes, más elevado que el ingreso financiero de la provincia de Anhui. Los campesinos aprovechan este dinero para mejorar su vida, construirse una vivienda y también para hacer escuelas y construir carreteras. Muchos de los que habían trabajado en el exterior volvieron al campo para iniciar sus propios negocios, llevando nuevas ideas para el desarrollo de los pueblos.

Los autorizados señalan que los campesinos vienen a trabajar a la ciudad no sólo por la necesidad de emplearse, sino también por la necesidad del desarrollo urbano. Constituye un importante canal para aumentar el ingreso de los campesinos, y contribuye al mantenimiento de la superioridad del bajo coste de las industrias manufactureras y de servicios en China.

Según un censo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, en 2.600 empresas de Beijing, Tianjin, Shenzhen y otras 26 ciudades en total, el sueldo mensual medio de un trabajador rural es de 660 yuanes, mucho más bajo que el de un trabajador urbano.

Población marginal de la ciudad

Numerosos campesinos llegan a las ciudades en busca de trabajo después de la Fiesta de la Primavera

La investigación de un grupo de estudiosos señala que el empleo y el flujo de mano de obra a las ciudades chinas, supone que los trabajadores rurales se hayan convertido en más del 50 por ciento de la población flotante. La mayoría de ellos muestran el deseo de vivir permanentemente en la ciudad donde trabajan y menos del 10 por ciento quiere volver al campo donde se encuentra su registro familiar.

Sin embargo, ¿pueden vivir y trabajar en la ciudad como quieren?

La discriminación de algunos habitantes urbanos hiere una y otra vez a Li Cheng, advirtiéndole a menudo que es un campesino y que no pertenece a esta ciudad. “Es imposible tener un puesto igual al de los habitantes de la ciudad, el término `campesino´ que simboliza nuestra identidad, se ha convertido en una palabra irónica. Llaman `campesino´ a las personas que no tienen educación, de pensamiento anticuado, sin sentido del humor y que no presta atención a la higiene personal ”. Los trabajadores rurales que viven en las ciudades hacen el trabajo más duro, el que los habitantes urbanos no desean hacer, y reciben el título de “obreros campesinos” y tampoco reciben igualdad de trato ni de remuneración. Además de no disponer de seguros y garantías, tienen que pagar una cantidad a un fondo de auspicio de la escuela si desean que sus hijos estudien en la ciudad. Trabajan horas extras y no las cobran, se dedican a los trabajos más peligrosos o perjudiciales para la salud sin la protección elemental. Cuando se enferman, tienen un accidente en el trabajo o se quedan heridos o inválidos, generalmente se les echa a la calle sin ninguna compensación.

Una investigación demuestra que más del 40 por ciento de los trabajadores rurales reconocen francamente que se sienten deprimidos por la falta de relaciones sexuales durante largos períodos de tiempo. Cerca del 50 por ciento de estos obreros suelen ir al cine del bar a ver películas pornográficas para matar el tiempo libre por las noches.

Los personajes del ámbito legal opinan que desde el tradicional sistema social, los trabajadores rurales casi no pueden encontrar un modo para proteger sus derechos en la ciudad y los diferentes mecanismos de la sociedad urbana tampoco se establecen considerando a este grupo especial, más bien al revés, siempre están restringidos por las distintas leyes locales de tinte discriminatorio.

“A mí me gustan los rascacielos, los centros comerciales, los ríos de coches y el bullicio de aquí”. Yan’er, de 26 años, lleva ocho años trabajando en la ciudad de Shenzhen y no quiere volver a su pueblo natal de Guangxi. “Los caminos de nuestra aldea siempre se vuelven cenagosos después de la lluvia, y se corta a menudo el abastecimiento de electricidad a la aldea. No tengo nada que hacer allí y me aburro”.

Para vivir en la ciudad tienes que tener un trabajo. Pero las líneas de montaje sólo quieren a muchachas de 18 a 24 o 25 años de edad y ella siempre es rechazada. Y además, está soltera y no puede encontrar a su media naranja en la ciudad. Los jóvenes de la ciudad no quieren casarse con ella. Y ella no quiere casarse con los trabajadores rurales porque sus ingresos son muy bajos, y los hombres del pueblo que nunca han salido de la aldea son muy rústicos. Así es como Yan’er. Se ha convertido en un miembro más de este grupo que no quiere volver al campo y que tampoco posee habilidades especiales para tener asegurada su vida en la ciudad.

Sun Yongqiang ha vivido siete años en Beijing y debe de ser uno de los pocos que han encontrado su sitio en la ciudad, pasó de ser chofer de triciclo, a camarero y actualmente es el gerente de un restaurante mediano en Hefeng. Sus ingresos anuales alcanzaron los 40.000 yuanes, el promedio de Beijing. A pesar de todo, su identidad de campesino tampoco le permite disfrutar de fundación pública para la vivienda, sin la cual no puede pedir un préstamo al banco para comprarse una casa. El dueño del restaurante tampoco le paga ningún seguro social. Siendo gerente todavía vive junto con su mujer y su hijo de dos años en una vieja casa de sólo diez metros cuadrados. Aunque gasta el dinero con mucho cuidado, sólo puede ahorrar unos 1.500 yuanes al mes, muy poco en comparación con el elevado precio de la vivienda de Beijing.

“Convertirnos en patrones es la única salida para nosotros los campesinos”. Dijo Sun Yongqiang. Pero ¿cuándo podrá ser patrón? No lo sabe Todavía.

Las nuevas políticas protegen los derechos de los trabajadores rurales

Toda la familia que se traslada a la ciudad comienza una vida totalmente nueva

Xiong Deming, una mujer de una aldea del distrito de Yunyang, ciudad de Chongqing, fue elegida junto con Long Yongtu, secretario general del Foro Asiático de Bo’ao y junto con Ding Lei, el principal millonario de China y creador de la página web NetEase, fueron elegidos personajes CCTV de la Economía China de 2003. Entre los premiados ella era la más pobre y de título académico más bajo. Se convirtió en el centro de atención pública porque el año pasado, cuando Wen Jiabao, Primer Ministro del país, fue a Chongqing para hacer una inspección y pasó por su puerta, ella abordó al Primer Ministro para informarle de la demora del pago del salario de 2.300 yuanes de su marido.

Además de vivir marginados en la ciudad, estos trabajadores también sufren más por el hecho de que la mayoría de ellos aún no puede traer el pago de su arduo trabajo a casa. Debido a la falta de protección legal para este grupo recién surgido en la sociedad, es común que se demore el pago de sus sueldos.

Según la investigación de Li Qiang, famoso sociólogo de China, de entre cuatro trabajadores rurales de Beijing hay uno que no cobró su salario o cuyo pago se demoró en 2002. Más de una tercera parte de ellos se ha encontrado en el apuro de no tener ni un centavo en el bolsillo debido a diferentes causas.

Gui Yanchao, de 43 años, campesino de una aldea del distrito de Dawu, provincia de Hubei, es un obrero con peor suerte que el marido de Xiong Deming. Hace diez años, encabezando a 25 paisanos, salió de su pueblo natal para Shenyang a trabajar en la construcción. Firmaron un contrato formal entre las dos partes. Sin embargo, cuando terminó la obra, no pudo lograr la remuneración económica. Como le daba vergüenza volver a ver a sus paisanos, se quedó en Shenyang para cobrar el dinero. Diez años después, nunca ha regresado a ver a su mujer ni a sus hijos, y vive en Shenyang de cargar a los turistas con un triciclo. Nunca pensó que pasaría de esta manera los diez años más preciosos de su vida.

Un caso como el de Xiong Deming ha provocado que toda la sociedad china quiera que se le paguen los salarios a estos obreros de todo el país. Los gobiernos locales han recibido la orden de ayudar a que cobren y de castigar con severidad a las compañías que no les han pagado. El departamento relacionado del Gobierno Municipal de Beijing declaró que de ahora en adelante las empresas de construcción que retrasen el pago de sus sueldos a estos trabajadores serán expulsadas del mercado.

Este problema tan común existe en China debido no tanto a la inmoralidad de la empresa que los contrata, como al problema de la raíz de la identidad especial de los trabajadores rurales. Un ciudadano puede pedir de manera justa y contundente al gobierno que le garantice sus derechos e intereses, pero uno de estos obreros no puede hacer lo mismo. El modo de resolver este problema consiste en eliminar las diferentes estipulaciones discriminatorias que se establecieron con el fin de obstaculizar la entrada de los campesinos a las ciudades. Bajo la economía planificada de China se aplicó siempre la política de restricción en relación con la entrada de los campesinos a las ciudades. Después de la reforma y apertura y de que la economía nacional se transformase en una de mercado, los campesinos dejaron la tierra y empezaron a buscar trabajo en la ciudad, pero las políticas correspondientes todavía no se han modificado.

A medida que los medios de comunicación prestan cada día más atención a este grupo marginado, son más fuertes las voces que exigen que mejore su situación, que baje el umbral que obstaculiza la entrada de los campesinos a la ciudad y que se les conceda el mismo trato a los trabajadores rurales que a los habitantes urbanos. El Gobierno Central está ideando una nueva política para resolver este problema. El caso de Xiong Deming es sólo la mecha.

En la actualidad se ha abolido la diferencia entre el registro civil del campo y el de la ciudad, concediendo al mismo trato a todos los habitantes de Jiangsu y de otras provincias económicamente desarrolladas. En Beijing, Shanghai, Shenzhen y otras grandes ciudades se han fundado un número considerable de escuelas para admitir de forma especial a los hijos de estos obreros, y en algunas de ellas podrán comprarse pensiones o disfrutar de seguros para accidentes laborales.

La Comisión de Planificación Estatal y el Ministerio de Hacienda han publicado conjuntamente la anulación de algunos de los impuestos especiales que cobran a estos trabajadores.

“Creemos que a medida que se profundice en la reforma y la sociedad progrese, la palabra `trabajador rural´ irá desapareciendo de la memoria de la gente como muchos otros términos...” dice un artículo del Diario de los Obreros, uno de los periódicos más importantes de China, en su primer número este año.

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