Trabajadores rurales, población marginal
de la ciudad
Por
nuestro reportero LI WUZHOU
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No saben adónde van |
El Gobierno chino publicó recientemente
que cerca de 130 millones de campesinos (la mitad de la
población nacional de EE.UU.) han entrado en las ciudades
buscando empleos, número que ha superado al de la mano
de obra urbana, convirtiéndose en la principal fuerza
de trabajo industrial de China.
Todos los que conocen bien
China saben que ésta es una importante señal que simboliza
el cambio de la sociedad china. En los países asiáticos
la concepción de campesino es totalmente diferente a la
occidental, donde se considera una profesión. Allí reciben
una buena educación y se dedican a la producción agrícola
mecanizada y de gran envergadura. Son obreros agrícolas
y disfrutan de igualdad con los obreros industriales de
la ciudad. Sin embargo, los campesinos de China, por lo
general, tienen un bajo nivel educativo, utilizan principalmente
la fuerza física para labrar una pequeña parcela (la tierra
cultivada por un campesino de China no supera un mu).
En la lengua china, “campesino” no sólo es una concepción
profesional, también es una identidad. Cuando labran la
tierra en el campo, son campesinos, pero cuando vienen
a la ciudad a dedicarse al trabajo no agrícola, siguen
siendo campesinos y no pueden disfrutar de derechos políticos,
ni de garantías sociales iguales a las de los ciudadanos.
Esta gran cantidad de gente
afluye a la ciudad ofreciendo por un lado, numerosa mano
de obra barata y a la vez, lanzan un reto al sistema de
registro civil y garantías sociales que China ha adoptado
durante casi medio siglo.
Crean riqueza para la ciudad y también para sí mismos
Li Cheng, de 22 años, es un
guardia de seguridad de la calle Zhongguancun, conocida
en Beijing por la venta de productos electrónicos. Li
es de tez clara y habla muy bien el mandarín. Si no se
mira su carné de campesino, es difícil distinguir entre
él y los jóvenes de la ciudad.
Li Cheng está satisfecho con
su vida en Beijing. “Llevo cuatro años viviendo en Beijing.
No quiero irme de aquí. Aunque mi sueldo mensual es de
sólo 500 yuanes, no necesito gastarlo en comida ni en
vivienda. Puedo ahorrar 400 yuanes al mes después de deducir
los gastos imprescindibles”. A pesar de que este sueldo
no puede compararse con el de los beijineses, es mucho
más que el acumulado en un año por toda su familia cultivando
la tierra. Debido a las incesantes calamidades naturales
como las inundaciones, sequías o plagas de insectos, no
es fácil obtener buenas cosechas. “Y cuando la cosecha
es buena, ¿cuánto cereal se produce en una parcela de
menos de un mu per cápita?” Pregunta Li. El precio
de las semillas, los fertilizantes y los pesticidas no
bajan, pero el de los cereales lo hace una y otra vez.
Aparte de todo esto, las labores agrícolas se han mecanizado
en el campo y ya dejan de necesitar tanta mano de obra.
Los jóvenes que viven en la misma aldea de Li en Henan,
casi todos salieron a trabajar en el distrito o en la
capital provincial o lejos como él, a Beijing, o a las
regiones del delta del río Yangtsé y el río Zhujiang.
Henan, el pueblo de Li Cheng,
es la primera provincia en exportación de mano de obra
de China. Según las estadísticas, 13.000.000 personas
salieron de Henan para trabajar en las ciudades en 2003,
una tercera parte de la mano de obra rural de toda la
provincia. Anhui es la segunda provincia al respecto,
con más de 7.000.000 migratorios de los 27.000.000 trabajadores
rurales de la provincia.
China tiene ahora una población
de 1.300.000.000 personas, de la que 900.000.000. son
campesinos. Las empresas de los distritos o las aldeas
resuelven sin problemas emplear a decenas de millones
de habitantes rurales. La producción agrícola necesita
más de cien millones, así que todavía hay cerca de trescientos
o cuatrocientos millones de personas de mano de obra excedente
en el campo, preparados para emigrar a la ciudad. Obviamente
el número de 130 millones es sólo el inicio.
Según análisis de los especialistas,
la transferencia de la mano de obra agrícola sobrante
a otros sectores es un paso inevitable en el proceso de
industrialización y urbanización de China, común en los
países en vías de desarrollo.
Los campesinos trabajan en
la ciudad, lo que impulsa el desarrollo de la economía
rural. En 2003, las aldeas de Henan recibieron de sus
trabajadores emigrados una remesa de 52.800 millones de
yuanes; los trabajadores emigrados de Anhui crearon para
la tierra donde viven un PIB equivalente al de toda la
provincia, y enviaron al pueblo natal un fondo de cerca
de 30.000 millones de yuanes, más elevado que el ingreso
financiero de la provincia de Anhui. Los campesinos aprovechan
este dinero para mejorar su vida, construirse una vivienda
y también para hacer escuelas y construir carreteras.
Muchos de los que habían trabajado en el exterior volvieron
al campo para iniciar sus propios negocios, llevando nuevas
ideas para el desarrollo de los pueblos.
Los autorizados señalan que
los campesinos vienen a trabajar a la ciudad no sólo por
la necesidad de emplearse, sino también por la necesidad
del desarrollo urbano. Constituye un importante canal
para aumentar el ingreso de los campesinos, y contribuye
al mantenimiento de la superioridad del bajo coste de
las industrias manufactureras y de servicios en China.
Según un censo del Ministerio
de Trabajo y Seguridad Social, en 2.600 empresas de Beijing,
Tianjin, Shenzhen y otras 26 ciudades en total, el sueldo
mensual medio de un trabajador rural es de 660 yuanes,
mucho más bajo que el de un trabajador urbano.
Población marginal de la ciudad
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Numerosos campesinos llegan a las ciudades
en busca de trabajo después de la Fiesta de la Primavera |
La investigación de un grupo
de estudiosos señala que el empleo y el flujo de mano
de obra a las ciudades chinas, supone que los trabajadores
rurales se hayan convertido en más del 50 por ciento de
la población flotante. La mayoría de ellos muestran el
deseo de vivir permanentemente en la ciudad donde trabajan
y menos del 10 por ciento quiere volver al campo donde
se encuentra su registro familiar.
Sin embargo, ¿pueden vivir
y trabajar en la ciudad como quieren?
La discriminación de algunos
habitantes urbanos hiere una y otra vez a Li Cheng, advirtiéndole
a menudo que es un campesino y que no pertenece a esta
ciudad. “Es imposible tener un puesto igual al de los
habitantes de la ciudad, el término `campesino´ que simboliza
nuestra identidad, se ha convertido en una palabra irónica.
Llaman `campesino´ a las personas que no tienen educación,
de pensamiento anticuado, sin sentido del humor y que
no presta atención a la higiene personal ”. Los trabajadores
rurales que viven en las ciudades hacen el trabajo más
duro, el que los habitantes urbanos no desean hacer, y
reciben el título de “obreros campesinos” y tampoco reciben
igualdad de trato ni de remuneración. Además de no disponer
de seguros y garantías, tienen que pagar una cantidad
a un fondo de auspicio de la escuela si desean que sus
hijos estudien en la ciudad. Trabajan horas extras y no
las cobran, se dedican a los trabajos más peligrosos o
perjudiciales para la salud sin la protección elemental.
Cuando se enferman, tienen un accidente en el trabajo
o se quedan heridos o inválidos, generalmente se les echa
a la calle sin ninguna compensación.
Una investigación demuestra
que más del 40 por ciento de los trabajadores rurales
reconocen francamente que se sienten deprimidos por la
falta de relaciones sexuales durante largos períodos de
tiempo. Cerca del 50 por ciento de estos obreros suelen
ir al cine del bar a ver películas pornográficas para
matar el tiempo libre por las noches.
Los personajes del ámbito legal
opinan que desde el tradicional sistema social, los trabajadores
rurales casi no pueden encontrar un modo para proteger
sus derechos en la ciudad y los diferentes mecanismos
de la sociedad urbana tampoco se establecen considerando
a este grupo especial, más bien al revés, siempre están
restringidos por las distintas leyes locales de tinte
discriminatorio.
“A mí me gustan los rascacielos,
los centros comerciales, los ríos de coches y el bullicio
de aquí”. Yan’er, de 26 años, lleva ocho años trabajando
en la ciudad de Shenzhen y no quiere volver a su pueblo
natal de Guangxi. “Los caminos de nuestra aldea siempre
se vuelven cenagosos después de la lluvia, y se corta
a menudo el abastecimiento de electricidad a la aldea.
No tengo nada que hacer allí y me aburro”.
Para vivir en la ciudad tienes
que tener un trabajo. Pero las líneas de montaje sólo
quieren a muchachas de 18 a 24 o 25 años de edad y ella
siempre es rechazada. Y además, está soltera y no puede
encontrar a su media naranja en la ciudad. Los jóvenes
de la ciudad no quieren casarse con ella. Y ella no quiere
casarse con los trabajadores rurales porque sus ingresos
son muy bajos, y los hombres del pueblo que nunca han
salido de la aldea son muy rústicos. Así es como Yan’er.
Se ha convertido en un miembro más de este grupo que no
quiere volver al campo y que tampoco posee habilidades
especiales para tener asegurada su vida en la ciudad.
Sun Yongqiang ha vivido siete
años en Beijing y debe de ser uno de los pocos que han
encontrado su sitio en la ciudad, pasó de ser chofer de
triciclo, a camarero y actualmente es el gerente de un
restaurante mediano en Hefeng. Sus ingresos anuales alcanzaron
los 40.000 yuanes, el promedio de Beijing. A pesar de
todo, su identidad de campesino tampoco le permite disfrutar
de fundación pública para la vivienda, sin la cual no
puede pedir un préstamo al banco para comprarse una casa.
El dueño del restaurante tampoco le paga ningún seguro
social. Siendo gerente todavía vive junto con su mujer
y su hijo de dos años en una vieja casa de sólo diez metros
cuadrados. Aunque gasta el dinero con mucho cuidado, sólo
puede ahorrar unos 1.500 yuanes al mes, muy poco en comparación
con el elevado precio de la vivienda de Beijing.
“Convertirnos en patrones es
la única salida para nosotros los campesinos”. Dijo Sun
Yongqiang. Pero ¿cuándo podrá ser patrón? No lo sabe Todavía.
Las nuevas políticas protegen los derechos de los trabajadores rurales
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Toda la familia que se traslada a la ciudad
comienza una vida totalmente nueva |
Xiong Deming, una mujer de
una aldea del distrito de Yunyang, ciudad de Chongqing,
fue elegida junto con Long Yongtu, secretario general
del Foro Asiático de Bo’ao y junto con Ding Lei, el principal
millonario de China y creador de la página web NetEase,
fueron elegidos personajes CCTV de la Economía China de
2003. Entre los premiados ella era la más pobre y de título
académico más bajo. Se convirtió en el centro de atención
pública porque el año pasado, cuando Wen Jiabao, Primer
Ministro del país, fue a Chongqing para hacer una inspección
y pasó por su puerta, ella abordó al Primer Ministro para
informarle de la demora del pago del salario de 2.300
yuanes de su marido.
Además de vivir marginados
en la ciudad, estos trabajadores también sufren más por
el hecho de que la mayoría de ellos aún no puede traer
el pago de su arduo trabajo a casa. Debido a la falta
de protección legal para este grupo recién surgido en
la sociedad, es común que se demore el pago de sus sueldos.
Según la investigación de Li
Qiang, famoso sociólogo de China, de entre cuatro trabajadores
rurales de Beijing hay uno que no cobró su salario o cuyo
pago se demoró en 2002. Más de una tercera parte de ellos
se ha encontrado en el apuro de no tener ni un centavo
en el bolsillo debido a diferentes causas.
Gui Yanchao, de 43 años, campesino
de una aldea del distrito de Dawu, provincia de Hubei,
es un obrero con peor suerte que el marido de Xiong Deming.
Hace diez años, encabezando a 25 paisanos, salió de su
pueblo natal para Shenyang a trabajar en la construcción.
Firmaron un contrato formal entre las dos partes. Sin
embargo, cuando terminó la obra, no pudo lograr la remuneración
económica. Como le daba vergüenza volver a ver a sus paisanos,
se quedó en Shenyang para cobrar el dinero. Diez años
después, nunca ha regresado a ver a su mujer ni a sus
hijos, y vive en Shenyang de cargar a los turistas con
un triciclo. Nunca pensó que pasaría de esta manera los
diez años más preciosos de su vida.
Un caso como el de Xiong Deming
ha provocado que toda la sociedad china quiera que se
le paguen los salarios a estos obreros de todo el país.
Los gobiernos locales han recibido la orden de ayudar
a que cobren y de castigar con severidad a las compañías
que no les han pagado. El departamento relacionado del
Gobierno Municipal de Beijing declaró que de ahora en
adelante las empresas de construcción que retrasen el
pago de sus sueldos a estos trabajadores serán expulsadas
del mercado.
Este problema tan común existe
en China debido no tanto a la inmoralidad de la empresa
que los contrata, como al problema de la raíz de la identidad
especial de los trabajadores rurales. Un ciudadano puede
pedir de manera justa y contundente al gobierno que le
garantice sus derechos e intereses, pero uno de estos
obreros no puede hacer lo mismo. El modo de resolver este
problema consiste en eliminar las diferentes estipulaciones
discriminatorias que se establecieron con el fin de obstaculizar
la entrada de los campesinos a las ciudades. Bajo la economía
planificada de China se aplicó siempre la política de
restricción en relación con la entrada de los campesinos
a las ciudades. Después de la reforma y apertura y de
que la economía nacional se transformase en una de mercado,
los campesinos dejaron la tierra y empezaron a buscar
trabajo en la ciudad, pero las políticas correspondientes
todavía no se han modificado.
A medida que los medios de
comunicación prestan cada día más atención a este grupo
marginado, son más fuertes las voces que exigen que mejore
su situación, que baje el umbral que obstaculiza la entrada
de los campesinos a la ciudad y que se les conceda el
mismo trato a los trabajadores rurales que a los habitantes
urbanos. El Gobierno Central está ideando una nueva política
para resolver este problema. El caso de Xiong Deming es
sólo la mecha.
En la actualidad se ha abolido
la diferencia entre el registro civil del campo y el de
la ciudad, concediendo al mismo trato a todos los habitantes
de Jiangsu y de otras provincias económicamente desarrolladas.
En Beijing, Shanghai, Shenzhen y otras grandes ciudades
se han fundado un número considerable de escuelas para
admitir de forma especial a los hijos de estos obreros,
y en algunas de ellas podrán comprarse pensiones o disfrutar
de seguros para accidentes laborales.
La Comisión de Planificación
Estatal y el Ministerio de Hacienda han publicado conjuntamente
la anulación de algunos de los impuestos especiales que
cobran a estos trabajadores.
“Creemos que a medida que se
profundice en la reforma y la sociedad progrese, la palabra
`trabajador rural´ irá desapareciendo de la memoria de
la gente como muchos otros términos...” dice un artículo
del Diario de los Obreros, uno de los periódicos
más importantes de China, en su primer número este año.