Una
gota de agua refleja la vida acomodada
Por
ZONG HONGYING
Tengo
ya más de un año sin volver a mi pueblo natal. Hace poco
mi abuelo me llamó por teléfono y me informó alegremente
que la aldea va a equipar todas las casas con televisión
por cable y gas en los primeros meses del próximo año,
después de haber conectado el suministro de agua potable
el año pasado.
Al saber la noticia
sentí un gozo enorme en lo más recóndito del corazón.
Puede que a alguien en la ciudad no le parezca nada del
otro jueves tener una casa con suministro de agua y gas
y televisión por cable, pero en mi pueblo natal, en el
norte de la provincia de Jiangsu, una de las regiones
más pobres del país, se trata de un acontecimiento conmovedor.
El suministro
del agua potable por tuberías dio comienzo al proyecto
para una vida modestamente acomodada. Eso se me ocurrió
con la historia del agua que me había contado mi abuelo.
Dijo que dentro de una gota de agua se conserva todo el
mar, y que en una gota de agua también se puede percibir
el difícil pero exitoso desarrollo de China, en su tránsito
de la pobreza y el atraso a la vida modestamente acomodada.
Después de la
fundación de la Nueva China, mi abuelo fue enviado a la
Guerra de Resistencia a la Agresión Norteamericana y de
Ayuda a Corea. En medio de un contraataque enemigo, su
unidad se vio cercada y sin municiones ni víveres. Los
soldados pasaron tanto tiempo sin beber agua que estaban
a punto de desfallecer. Así, no tuvieron otra opción que
echar mano a la nieve en un intento por llenar el vientre
y matar la sed. Una vez en el estómago, la nieve se iba
derritiendo gradualmente hasta hacerse agua. “¡No ha sido
fácil tener una China pacífica!” suele decir entre suspiros
mi abuelo cada vez que contempla los días de nevada.
Tras licenciarse
del ejército, mi abuelo se convirtió en contador de su
aldea. En aquel entonces, los aldeanos debían ir hasta
el río cargando cubos para buscar agua. Aunque ésta no
estaba muy limpia, era la única fuente de vida de los
lugareños. Una vez, al tomar el agua del río, todos los
aldeanos cayeron con diarreas. Al final, mi abuelo tomó
la decisión de asignar una cantidad de dinero del fondo
aldeano para invitar a un perforador del pueblo vecino
y excavar el primer pozo de la aldea. Desde entonces los
aldeanos tuvieron agua limpia.
Así pasaron decenas
de años. Se excavaron sucesivamente un pozo tras otro
en la aldea. A finales de la década de los años de 70,
China aplicó en el campo el sistema de responsabilidad
por contrata con remuneración en función del rendimiento,
lo que hizo elevarse el nivel de vida rural. Todos los
aldeanos empezaron a tener delante de la casa un pozo
familiar. Recuerdo el día en que vinieron a excavar el pozo para nuestra familia;
mi abuelo compró muchos petardos y los hizo estallar como
celebración.
El tiempo pasa
volando y de pronto llegamos al año 2002. Por entonces,
la radio de la aldea repetía día tras día el mismo mensaje
a los aldeanos para que colocaran la tubería de agua potable,
porque el agua del pozo contiene muchas bacterias y no
es saludable ni higiénica. Además, la añosa extracción
del agua subterránea provocaría el derrumbe de la estructura
geológica.
Muchos aldeanos
hicieron los propuestos y a finales del 2002 toda la aldea
logró estar conectada al suministro de agua potable. Al
ver el chorro de agua saliendo del grifo, el abuelo rio
como un niño.
Dijo
que ya estaba viejo y no podía hacer nada a favor del
proyecto de vida modestamente acomodada del país, por
eso depositaba todas sus esperanzas en mí. Debido a la
lejanía del pueblo natal y a las ingentes presiones de
la vida urbana, todos los miembros de la familia se oponían
a que viniera a Beijing. Todos menos el abuelo. Porque
mi querido abuelo creía que al ser el corazón del país,
esta ciudad esperaba por el aporte patriótico de su nieta.
Hoy me he establecido
definitivamente en Beijing. En esta gran ciudad donde
se concentran innumerables talentos, me siento siempre
desorientada. Sin embargo, cada vez que recuerdo la historia
del agua, el sueño fiel y perseverante de mi abuelo, me
gana el alivio. A mi manera, estoy haciendo lo poco que
puedo para ayudar en la construcción de la patria. La
vida modestamente acomodada es una causa y un sueño. Quiero
contribuir con mi grano de arena al brillante porvenir
de la patria.