ABRIL 2004


Una gota de agua refleja la vida acomodada

Por ZONG HONGYING

Tengo ya más de un año sin volver a mi pueblo natal. Hace poco mi abuelo me llamó por teléfono y me informó alegremente que la aldea va a equipar todas las casas con televisión por cable y gas en los primeros meses del próximo año, después de haber conectado el suministro de agua potable el año pasado.

Al saber la noticia sentí un gozo enorme en lo más recóndito del corazón. Puede que a alguien en la ciudad no le parezca nada del otro jueves tener una casa con suministro de agua y gas y televisión por cable, pero en mi pueblo natal, en el norte de la provincia de Jiangsu, una de las regiones más pobres del país, se trata de un acontecimiento conmovedor.

El suministro del agua potable por tuberías dio comienzo al proyecto para una vida modestamente acomodada. Eso se me ocurrió con la historia del agua que me había contado mi abuelo. Dijo que dentro de una gota de agua se conserva todo el mar, y que en una gota de agua también se puede percibir el difícil pero exitoso desarrollo de China, en su tránsito de la pobreza y el atraso a la vida modestamente acomodada.

Después de la fundación de la Nueva China, mi abuelo fue enviado a la Guerra de Resistencia a la Agresión Norteamericana y de Ayuda a Corea. En medio de un contraataque enemigo, su unidad se vio cercada y sin municiones ni víveres. Los soldados pasaron tanto tiempo sin beber agua que estaban a punto de desfallecer. Así, no tuvieron otra opción que echar mano a la nieve en un intento por llenar el vientre y matar la sed. Una vez en el estómago, la nieve se iba derritiendo gradualmente hasta hacerse agua. “¡No ha sido fácil tener una China pacífica!” suele decir entre suspiros mi abuelo cada vez que contempla los días de nevada.

Tras licenciarse del ejército, mi abuelo se convirtió en contador de su aldea. En aquel entonces, los aldeanos debían ir hasta el río cargando cubos para buscar agua. Aunque ésta no estaba muy limpia, era la única fuente de vida de los lugareños. Una vez, al tomar el agua del río, todos los aldeanos cayeron con diarreas. Al final, mi abuelo tomó la decisión de asignar una cantidad de dinero del fondo aldeano para invitar a un perforador del pueblo vecino y excavar el primer pozo de la aldea. Desde entonces los aldeanos tuvieron agua limpia.

Así pasaron decenas de años. Se excavaron sucesivamente un pozo tras otro en la aldea. A finales de la década de los años de 70, China aplicó en el campo el sistema de responsabilidad por contrata con remuneración en función del rendimiento, lo que hizo elevarse el nivel de vida rural. Todos los aldeanos empezaron a tener delante de la casa un pozo familiar. Recuerdo el día en que  vinieron a excavar el pozo para nuestra familia; mi abuelo compró muchos petardos y los hizo estallar como celebración.

El tiempo pasa volando y de pronto llegamos al año 2002. Por entonces, la radio de la aldea repetía día tras día el mismo mensaje a los aldeanos para que colocaran la tubería de agua potable, porque el agua del pozo contiene muchas bacterias y no es saludable ni higiénica. Además, la añosa extracción del agua subterránea provocaría el derrumbe de la estructura geológica.

Muchos aldeanos hicieron los propuestos y a finales del 2002 toda la aldea logró estar conectada al suministro de agua potable. Al ver el chorro de agua saliendo del grifo, el abuelo rio como un niño. 

Dijo que ya estaba viejo y no podía hacer nada a favor del proyecto de vida modestamente acomodada del país, por eso depositaba todas sus esperanzas en mí. Debido a la lejanía del pueblo natal y a las ingentes presiones de la vida urbana, todos los miembros de la familia se oponían a que viniera a Beijing. Todos menos el abuelo. Porque mi querido abuelo creía que al ser el corazón del país, esta ciudad esperaba por el aporte patriótico de su nieta.

Hoy me he establecido definitivamente en Beijing. En esta gran ciudad donde se concentran innumerables talentos, me siento siempre desorientada. Sin embargo, cada vez que recuerdo la historia del agua, el sueño fiel y perseverante de mi abuelo, me gana el alivio. A mi manera, estoy haciendo lo poco que puedo para ayudar en la construcción de la patria. La vida modestamente acomodada es una causa y un sueño. Quiero contribuir con mi grano de arena al brillante porvenir de la patria.

n