ABRIL 2004


Solución para huérfanos de pacientes del SIDA

Por GAO YAOJIE

Gao Yaojie (izquierda) explicando conocimientos sobre el SIDA

Gao Yaojie, de 77 años de edad, es especialista en oncología ginecológica y catedrática retirada del Instituto de Medicina Tradicional China de Henan. Empezó a dedicarse voluntariamente a la prevención y tratamiento del SIDA en 1996. Durante los pasados siete años, ha recorrido más de cien aldeas y visitado más de mil enfermos de SIDA de la provincia de Henan. Escribió y publicó por cuenta propia el libro Prevención y Tratamiento del Sida, del cual se han distribuido gratuitamente cerca de 300.000 ejemplares. El material de promoción Conocimientos sobre Prevención del Sida, redactado por ella misma e impreso por su cuenta, ha visto hasta ahora la salida de 16 números, con una tirada global de 610.000 ejemplares. A partir de 2000, trasladó su atención al auxilio de huérfanos de los enfermos de SIDA y ha subvencionado a 164 de ellos sin obtener recompensa. El Consejo Ejecutivo Global de la Salud le otorgó en 2001 el Premio Jonathan Mann para la Salud y Derechos Humanos Globales, como reconocimiento a sus contribuciones al mejoramiento de la salud pública y la prevención del SIDA; en 2002 fue elegida “Estrella de Asia” por el Semanario Comercial, y una de los “25 Héroes de Asia” por el semanario TIMES; en 2003 obtuvo el premio Ramon Magsaysay de Servicio Público. Kofi Annan, Secretario General de la ONU, alabó su labor como figura pública en las actividades de educación y propaganda para la prevención del SIDA en las zonas rurales de China.

Mientras me desempeñaba como médica del departamento de ginecología, conocí a la primera enferma de SIDA en abril de 1996, en la consulta de clínica. En sus últimos estertores, la enferma me suplicaba patéticamente: “Doctora Gao, lo único que hice fue una transfusión de sangre, ¿podré  curarme? ¡No quiero morir! Tengo marido e hijo, no pueden pasar sin mí......” Sus palabras se quedaron grabadas para siempre en lo más profundo de mi mente.

Cada enfermo de SIDA que muere suele dejar de uno a tres huérfanos, en su mayoría en edad escolar. Queda entonces como asunto pendiente el cómo sobrevivirán los herederos, o si serán aceptados por el sistema educacional. Si no van a la escuela ahora, es probable que queden iletrados y luego ciegos ante la ley, lo que amenazará la seguridad de la sociedad.

Muchos se preguntan cual es el tema más acuciante en el panorama de lucha contra el SIDA. Desde mi punto de vista es el problema de los huérfanos. Todo lo demás queda subordinado a ello. Si no se le presta atención, estaremos sembrando la semilla de la catástrofe nacional.

Carencias más allá del dinero

Hace dos años se creía que los huérfanos de enfermos de SIDA se quedarían con otros parientes después de la muerte de sus padres, para lo cual todo cuanto se necesitaba era un respaldo financiero. Con esto en mente, les  envié por distintas vías un total de más de 80.000 yuanes entre el segundo semestre de 1999 y el primero del 2002.

Para mi sorpresa y amarga decepción, supe que la mayor parte de mi dinero nunca llegó a manos de aquellos huérfanos. En el 2001 remití 1.100 yuanes por correo a los hermanos Gao Li y Gao Yan, de Henan. Sin embargo, el tío   de ambos cobró la suma y luego la perdió apostando en una casa de juegos de azar, mientras que los dos niños llevaban tres meses sin tener ni siquiera un poco de sal para comer. El tío se apoderó hasta de la harina y la briqueta que el gobierno les otorgó como ayuda, además de la lámpara y el medidor eléctrico. Mandé también a Feng Tuanwei 600 yuanes para sus gastos escolares de tres semestres, pero descubrí al final que el niño no logró ir a la escuela ni un día, y que pasó todo el tiempo excavando arena en un banco del río para ganar el sustento.

Algunos tutores obligan a los niños a trabajar, o les hacen mendigar dinero. A los 13 ó 14 años de edad, son obligados a laborar en duras condiciones. Muchos de ellos cargan y descargan piedras o arena en el lugar de construcción, o excavan arena en bancos de ríos. La situación de las niñas es peor. Algunos adultos solteros hacen todo lo posible para poseerlas. Y otros las engañan diciendo que quieren reclutarlas como obreras.

Es por ello que considero que el apoyo económico no es suficiente para ayudar a los huérfanos del SIDA. Falta sobre todo más preocupación y amor de la sociedad, la ternura de la familia y la oportunidad de recibir educación.

Adopción

Los estrechos vínculos que se han creado entre SIDA y sexo y muerte, la pandemia ha dejado de ser un problema simplemente médico para situarse en el centro mismo de la intríngulis social, al punto de aproximarse a la sociología, la ética y la ciencia médica. Frente al SIDA, que causa mayores estragos que otras patologías, muchos se sienten nerviosos y adoptan una actitud discriminatoria y humillante hacia los enfermos y sus parientes. Lo cierto es que el SIDA también es una enfermedad, y el enfermo de SIDA también es un ser humano, especialmente la mayoría de los enfermos del centro de China, que no han tenido responsabilidad en su contagio. Estos se infectaron con transfusiones de sangre contaminada, pero sus niños son saludables e inocentes. Entre más de 160 huérfanos que he apoyado, ninguno fue contagiado, aunque todos sus padres murieron de SIDA. Esto demuestra con creces que no existe una propagación obligatoria del SIDA en la familia.

Al ver los huérfanos de los pacientes del SIDA, Gao Yaojie no puede contener sus lágrimas

Muchos proponen que el Gobierno abra un orfanato para ellos. Pero a mí no me parece bien. En primer lugar, nuestro país todavía no es suficientemente  rico. Es difícil ayudar a todos los niños con los medios del Gobierno. Además, tras sufrir una vida de hambre y frío, y pasar los días vegetando, muchos huérfanos han adoptado una actitud hostil hacia la sociedad. Si se les concentra en un mismo lugar, pueden producirse consecuencias negativas imprevisibles. Los contras avasallan a los pros.

Un pariente mío de la provincia de Shandong vino a visitarme y expresó el deseo de adoptar a Gao Chuang. En junio de 2002, a Gao Chuang se le cambió el nombre por el de Chen Xianghe y se convirtió en alumno de la Escuela Primaria Baiji del Distrito de Caoxian, Shandong. De esta manera, seis huérfanos del SIDA de Henan fueron adoptados sucesivamente por familias de Shandong. Para ellos comenzó una vida normal.

Creo que el mejor método para resolver el problema de los huérfanos del SIDA es estimular la adopción. Cuidados por una familia normal, estos huérfanos pueden tener la oportunidad de comunicarse normalmente con sus amiguitos y compañeros de estudio. Con el paso del tiempo, olvidarán el dolor histórico y se concentrarán en los estudios. Por supuesto, hay que escoger cuidadosamente la familia adoptiva. En este sentido me he anotado tres exquisitos: los miembros de la familia son de buen corazón y dignos de confianza; la familia cuenta con unas condiciones económicas aceptables; quieren subvencionarle al menos los estudios secundarios del segundo ciclo, o sea, amor, comida y educación.

Dificultades pendientes

Muchas dificultades surgen en el proceso de adopción. Hay rumores que se erigen como serias impedimentas a la adopción y se propagan como reguero de pólvora. Se dice que algunos venden los huérfanos a traficantes de seres humanos para ganar intereses. Estos comentarios son sumamente lesivos para las familias adoptivas y las entidades de gobierno de los lugares donde residen estas familias. Es una senda cubierta de espinos.

Algunos padres enfermos me escribieron pidiendo que cuidara a sus hijos. Pero lo más lamentable es que estos niños suelen negarse a admitir el hecho de que sus padres se han contagiado. Todo por miedo a ser discriminado por sus compañeros de estudios. Todos estos prejuicios incrementan las dificultades para llevar a cabo nuestro trabajo de apoyo. Hace poco, me entrevisté con la Vice Primera Ministra Wu Yi, quien me preguntó por las dificultades en la ayuda a los huérfanos del SIDA. Contesté que el primer problema es eliminar las mentiras. Si se dice la verdad, el problema se resolverá radicalmente.

Estoy consciente de que no puedo ayudar a todos los huérfanos del SIDA, pero si tan siquiera logro ayudar a uno ya vale la pena.

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