MARZO 2004


Escuchando cuitas tras los barrotes

Por LIU XIAOLING

Jia Chunsheng trabaja de asesor psicológico en la Cárcel No. 2 de Beijing, donde se encuentran delincuentes en su mayoría condenados a cadena perpetua o con suspensión de la pena capital. Debido a la prolongada estancia en prisión, la ruptura familiar o a la inadaptación a la vida carcelaria, muchos presos se sienten deprimidos y ansiosos, además de presentar diversas psicopatías.

El deber de Jia Chunsheng es ayudar a los reclusos a adaptarse mejor al ambiente de la cárcel. Tomando en cuenta la situación particular de cada preso, el especialista adopta el tratamiento requerido que le permita influir  sobre la personalidad del mismo y ayudarle a recuperar la salud mental.  Incluso para aquellos que no presentan patologías, la consulta psicológica les permite disminuir los impulsos antisociales, estimulándoles a observar la ley.

Hace diez años

Corría el año 1992. Para hacer más llevadero el encierro de los presos, la dirección del precinto organizó la proyección de un filme en el auditorio del centro. Centenares de reclusos tomaron asiento en silencio.

De repente, alguien gritó a voz en cuello: “¡Quiero volver a casa!” Todas las miradas se concentraron en un lugar que quedaba bajo la supervisión de Jia Chunsheng, quien se apresuró a dar atención al preso.

Un incidente de este tipo en prisión puede desatar la agitación generalizada si no se le trata a tiempo, dando lugar a desórdenes de consecuencias imprevisibles. Jia Chunsheng diagnosticó aberración mental al caso referido, y por mucho tiempo siguió con aquel grito clavado en la memoria.

Tanto que en lo adelante, empezó a prestar atención al problema psicológico de los presos. Comprendió lo inevitable de que el largo término de encarcelamiento genere psicopatías, porque la privación de libertad no deja muchas opciones a la mente. Justo en ese momento, la cárcel lo envió a participar en el curso de capacitación psicológica, organizado por la Dirección Municipal de Prisiones.

Cuando se acerca el día de la liberación

Un preso condenado por robo pasó largo tiempo tras los barrotes. Su  estado de ánimo fue básicamente normal durante este período. Sin embargo, cuando estaba a punto de ser excarcelado se tornó ansioso y  preocupado en exceso. No podía conciliar el sueño en la noche, perdía la memoria y se aislaba del resto de los reclusos. Decidió entonces pedir ayuda a Jia Chunsheng.

El asesor supo que aquel preso era de espíritu sanguíneo. De niño, desobedecía con frecuencia a sus adultos, por lo cual le regañaban y pegaban a menudo. En tal ambiente creció terco y rebelde. De mayor abandonó el hogar  y se fue a hacer negocios con sus amigos por el sur del país. Antes de ser encarcelado, convivió con una chica con la cual procreó un hijo. Ahora el niño está al cuidado de su abuela paterna, mientras que la novia sigue trabajando en el sur.

Pero el problema es que este hombre tenía otra novia, con quien también mantenía buenas relaciones. Durante su tiempo de encarcelamiento, las dos mujeres le escribieron cartas y mantuvieron contactos con él. Su dilema residía en con quién debía quedarse al quedar libre. Una decisión difícil que los años de encierro le hicieron sopesar con responsabilidad. ¿Qué hacer para que ninguna de las mujeres resultara dañada?

Al aplicársele la prueba de Síntomas de Autodiagnóstico SCL90 (examen usado ampliamente en psicología) el preso dejó ver siete síntomas de los diez enlistados.

En casos como el descrito, Jia Chunsheng aplica el método de hacer que el entrevistado se abra de par en par, compartiendo con el asesor sus pensamientos más íntimos, lo cual, a la postre, redunda en innegable desahogo para el recluso. Para ello, Jia Chunsheng siempre está listo, sin mirar la hora. Sobre la situación descrita considera que el prisionero a punto de salir se siente aplastado por las dudas y la incertidumbre. ¿Qué hacer después de 10 años alejado de la sociedad, un tiempo en el cual hasta el oficio se puede olvidar?  

Estado de ánimo pesimista

Aunque Jia Chunsheng es consultor psicológico, a los ojos de los presidiarios sigue siendo un cuadro del gobierno, un administrador de la cárcel. Entre el administrador y el administrado parece haber un abismo infranqueable.

Un preso comentó a un periodista que al principio los presidiarios ni siquiera se dignaban a mirar a Jia Chunsheng. Aunque éste tomó la iniciativa de ir a la prisión a hablar con ellos, nadie mostró interés sumarse  a sus solicitudes y rehuían su presencia. Muchos quejaron en privado que Jia estaba buscando los tres pies al gato.

Una vez, Jia leyó por casualidad un poema en el cuaderno de un preso: “Vienen y van la primavera y el invierno; bajo el sol poniente el río corre hacia el este; nada en el mundo es digno de añoranza; en el cementerio florecen flores espléndidas”. Los sentimientos de tristeza y desesperación que le transmitieron la composición le conmovieron profundamente. Fue al encuentro del preso, quien se convenció de su sinceridad y le contó su historia. Estando en la cárcel, su mujer le planteó el divorcio, con lo cual el mundo se le derrumbó en una noche. Presa de la depresión, su salud  empeoró por días, rechazando como nunca antes la prisión.

Aunque Jia Chunsheng no pudo ofrecerle ayuda concreta, le escuchó con sinceridad, tratándole como a una persona normal y amigo. Después de innumerables conversaciones, el estado de ánimo de este preso cambió mucho. Este es otro de sus poemas: “El tiempo discurre sin tregua; la vida merece que se ignore la tristeza; nunca es tarde reparar el redil aunque se hayan perdido algunas ovejas; detrás de los montes escarpados aguarda la tranquilidad del valle”.

Nunca toma notas

En el octubre del presente año, Jia Chunsheng envió a todos los presos a su cuidado la siguiente carta:

“…todos nosotros sabemos que en el camino de la vida es inevitable sufrir catástrofes y derrotas. Hoy un alto muro les separa de la libertad, lo que podría considerarse el peor de los sufrimientos, la derrota suprema. Mi deseo es ayudarles con mis consultas psicológicas. Si me necesitan les escucharé sin reparo, les ofreceré mi ayuda profesional, les asistiré como lo haría un amigo o un hermano”. En la carta adjuntó su horario de  trabajo y el modo de contactarle. De inmediato 30 presos expresaron sus deseos de pasar por la consulta psicológica.

Después de tratar a un preso, cuyas confesiones guarda con celo, siempre estudia el caso y abre un “expediente de psicoterapia”, que luego pasa al  responsable de galeras que supervisa a dicho preso. Según la investigación del periodista, la consulta y el tratamiento psicológicos de Jia Chunsheng  ayudaron a muchos presos evitando problemas por conductas contrarias a la disciplina administrativa carcelaria. En años recientes, no se ha producido ningún caso de violación grave de la disciplina entre los más de 400 reclusos atendidos por Jia.

Resolver problemas concretos

Jia Chunsheng indica que las desgracias familiares suelen ser los principales problemas que aquejan a los presos sometidos a largos encierros.

Wu Wei fue condenado a pena capital suspendida por herir con premeditación. En estos últimos dos meses, cuando su mujer viene a visitarlo, le sugiere la idea de divorciarse. Puede convivir con la idea. Su mujer sólo tiene 30 años de edad, pero él va a pasar decenas, incluso veintitantos años en la cárcel. Quiere que ella pueda empezar una nueva vida. Sin embargo, si se divorcian, ¿quién cuidará del pequeño hijo de ambos?

Jia Chunsheng escucha con atención la narración de Wu Wei, sin inmutarse ante las reiteradas referencias a su mujer, su hijo y su familia. Con tales confesiones, Jia percibe el arrepentimiento del delincuente y la preocupación que le supone el futuro. Le responde: “Aunque no puedo tomar la decisión por tí, quiero ayudarte a aclarar los pensamientos. El problema central es el niño. Se trata de buscar la solución que no le perjudique”.

Según Jia Chunsheng, casos como el de Wu Wei son frecuentes en la cárcel. Para los que no están en esta situación, es difícil imaginar que un hombre sufra tanto por aparentes pequeñeces domésticas. Pero quien sufre encierro siente que las puertas se le cierran. Entonces necesita de ayuda psicológica”.

Ayuda mutua para la salud mental

Jia Chunsheng aprovecha las sesiones de terapia como forma de relajamiento conductivo e intervención en crisis psicológica, con la cual ha ayudado a más de 80 presos a superar psicopatías. Con el fin de lograr un mejor conocimiento de los presos ha redactado estudios que luego ha distribuido entre la población penal, además de impartir clases sobre  salud mental, en las cuales contesta las preguntas planteadas por los presos.

A tales efectos ha organizado un grupo de “ayuda mutua”, cuyos miembros son voluntarios. En mural de la prisión abrió una columna especial, en la cual estimula a los presos a dibujar caricaturas para transmitir conocimientos de psicología. Los miembros del grupo de “ayuda mutua” crearon una obra de teatro titulada “Bloqueo”, la cual interpretaron en el auditorio de la cárcel para que los presos se vieran reflejados en los personajes ficticios y reconocieran sus propios problemas, como forma de buscar soluciones a cada caso.

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