Escuchando
cuitas tras los barrotes
Por
LIU XIAOLING
Jia
Chunsheng trabaja de asesor psicológico en la Cárcel No.
2 de Beijing, donde se encuentran delincuentes en su mayoría
condenados a cadena perpetua o con suspensión de la pena
capital. Debido a la prolongada estancia en prisión, la
ruptura familiar o a la inadaptación a la vida carcelaria,
muchos presos se sienten deprimidos y ansiosos, además
de presentar diversas psicopatías.
El deber de Jia Chunsheng es ayudar a los reclusos a adaptarse mejor al
ambiente de la cárcel. Tomando en cuenta la situación
particular de cada preso, el especialista adopta el tratamiento
requerido que le permita influir sobre la personalidad del mismo y ayudarle
a recuperar la salud mental.
Incluso para aquellos que no presentan patologías,
la consulta psicológica les permite disminuir los impulsos
antisociales, estimulándoles a observar la ley.
Hace diez años
Corría el año 1992. Para hacer más llevadero el encierro de los presos,
la dirección del precinto organizó la proyección de un
filme en el auditorio del centro. Centenares de reclusos
tomaron asiento en silencio.
De repente, alguien gritó a voz en cuello: “¡Quiero volver a casa!” Todas
las miradas se concentraron en un lugar que quedaba bajo
la supervisión de Jia Chunsheng, quien se apresuró a dar
atención al preso.
Un incidente de este tipo en prisión puede desatar la agitación generalizada
si no se le trata a tiempo, dando lugar a desórdenes de
consecuencias imprevisibles. Jia Chunsheng diagnosticó
aberración mental al caso referido, y por mucho tiempo
siguió con aquel grito clavado en la memoria.
Tanto que en lo adelante, empezó a prestar atención al problema psicológico
de los presos. Comprendió lo inevitable de que el largo
término de encarcelamiento genere psicopatías, porque
la privación de libertad no deja muchas opciones a la
mente. Justo en ese momento, la cárcel lo envió a participar
en el curso de capacitación psicológica, organizado por
la Dirección Municipal de Prisiones.
Cuando se acerca el día de
la liberación
Un preso condenado por robo pasó largo tiempo tras los barrotes. Su
estado de ánimo fue básicamente normal durante
este período. Sin embargo, cuando estaba a punto de ser
excarcelado se tornó ansioso y
preocupado en exceso. No podía conciliar el sueño
en la noche, perdía la memoria y se aislaba del resto
de los reclusos. Decidió entonces pedir ayuda a Jia Chunsheng.
El asesor supo que aquel preso era de espíritu sanguíneo. De niño, desobedecía
con frecuencia a sus adultos, por lo cual le regañaban
y pegaban a menudo. En tal ambiente creció terco y rebelde.
De mayor abandonó el hogar y se fue a hacer negocios con sus amigos por
el sur del país. Antes de ser encarcelado, convivió con
una chica con la cual procreó un hijo. Ahora el niño está
al cuidado de su abuela paterna, mientras que la novia
sigue trabajando en el sur.
Pero el problema es que este hombre tenía otra novia, con quien también
mantenía buenas relaciones. Durante su tiempo de encarcelamiento,
las dos mujeres le escribieron cartas y mantuvieron contactos
con él. Su dilema residía en con quién debía quedarse
al quedar libre. Una decisión difícil que los años de
encierro le hicieron sopesar con responsabilidad. ¿Qué hacer
para que ninguna de las mujeres resultara dañada?
Al aplicársele la prueba de Síntomas de Autodiagnóstico SCL90 (examen
usado ampliamente en psicología) el preso dejó ver siete
síntomas de los diez enlistados.
En casos como el descrito, Jia Chunsheng aplica el método de hacer que
el entrevistado se abra de par en par, compartiendo con
el asesor sus pensamientos más íntimos, lo cual, a la
postre, redunda en innegable desahogo para el recluso.
Para ello, Jia Chunsheng siempre está listo, sin mirar
la hora. Sobre la situación descrita considera que el
prisionero a punto de salir se siente aplastado por las
dudas y la incertidumbre. ¿Qué hacer después de 10 años alejado de la sociedad, un tiempo en el cual hasta el oficio se puede
olvidar?
Estado de ánimo pesimista
Aunque Jia Chunsheng es consultor psicológico, a los ojos de los presidiarios
sigue siendo un cuadro del gobierno, un administrador
de la cárcel. Entre el administrador y el administrado
parece haber un abismo infranqueable.
Un preso comentó a un periodista que al principio los presidiarios ni
siquiera se dignaban a mirar a Jia Chunsheng. Aunque éste
tomó la iniciativa de ir a la prisión a hablar con ellos,
nadie mostró interés sumarse a sus solicitudes y rehuían su presencia. Muchos
quejaron en privado que Jia estaba buscando los tres pies
al gato.
Una vez, Jia leyó por casualidad un poema en el cuaderno de un preso:
“Vienen y van la primavera y el invierno; bajo el sol
poniente el río corre hacia el este; nada en el mundo
es digno de añoranza; en el cementerio florecen flores
espléndidas”. Los sentimientos de tristeza y desesperación
que le transmitieron la composición le conmovieron profundamente.
Fue al encuentro del preso, quien se convenció de su sinceridad
y le contó su historia. Estando en la cárcel, su mujer
le planteó el divorcio, con lo cual el mundo se le derrumbó
en una noche. Presa de la depresión, su salud
empeoró por días, rechazando como nunca antes la
prisión.
Aunque Jia Chunsheng no pudo ofrecerle ayuda concreta, le escuchó con
sinceridad, tratándole como a una persona normal y amigo.
Después de innumerables conversaciones, el estado de ánimo
de este preso cambió mucho. Este es otro de sus poemas:
“El tiempo discurre sin tregua; la vida merece que se
ignore la tristeza; nunca es tarde reparar el redil aunque
se hayan perdido algunas ovejas; detrás de los montes
escarpados aguarda la tranquilidad del valle”.
Nunca toma notas
En el octubre del presente año, Jia Chunsheng envió a todos los presos
a su cuidado la siguiente carta:
“…todos nosotros sabemos que en el camino de la vida es inevitable sufrir
catástrofes y derrotas. Hoy un alto muro les separa de
la libertad, lo que podría considerarse el peor de los
sufrimientos, la derrota suprema. Mi deseo es ayudarles
con mis consultas psicológicas. Si me necesitan les escucharé
sin reparo, les ofreceré mi ayuda profesional, les asistiré
como lo haría un amigo o un hermano”. En la carta adjuntó
su horario de trabajo y el modo de contactarle. De inmediato
30 presos expresaron sus deseos de pasar por la consulta
psicológica.
Después de tratar a un preso, cuyas confesiones guarda con celo, siempre
estudia el caso y abre un “expediente de psicoterapia”,
que luego pasa al responsable
de galeras que supervisa a dicho preso. Según la investigación
del periodista, la consulta y el tratamiento psicológicos
de Jia Chunsheng ayudaron
a muchos presos evitando problemas por conductas contrarias
a la disciplina administrativa carcelaria. En años recientes,
no se ha producido ningún caso de violación grave de la
disciplina entre los más de 400 reclusos atendidos por
Jia.
Resolver problemas concretos
Jia
Chunsheng indica que las desgracias familiares suelen
ser los principales problemas que aquejan a los presos
sometidos a largos encierros.
Wu Wei fue condenado a pena capital suspendida por herir con premeditación.
En estos últimos dos meses, cuando su mujer viene a visitarlo,
le sugiere la idea de divorciarse. Puede convivir con
la idea. Su mujer sólo tiene 30 años de edad, pero él
va a pasar decenas, incluso veintitantos años en la cárcel.
Quiere que ella pueda empezar una nueva vida. Sin embargo,
si se divorcian, ¿quién cuidará del pequeño hijo de ambos?
Jia Chunsheng escucha con atención la narración de Wu Wei, sin inmutarse
ante las reiteradas referencias a su mujer, su hijo y
su familia. Con tales confesiones, Jia percibe el arrepentimiento
del delincuente y la preocupación que le supone el futuro.
Le responde: “Aunque no puedo tomar la decisión por tí,
quiero ayudarte a aclarar los pensamientos. El problema
central es el niño. Se trata de buscar la solución que
no le perjudique”.
Según Jia Chunsheng, casos como el de Wu Wei son frecuentes en la cárcel.
Para los que no están en esta situación, es difícil imaginar
que un hombre sufra tanto por aparentes pequeñeces domésticas.
Pero quien sufre encierro siente que las puertas se le
cierran. Entonces necesita de ayuda psicológica”.
Ayuda mutua para la salud mental
Jia Chunsheng aprovecha las sesiones de terapia como forma de relajamiento
conductivo e intervención en crisis psicológica, con la
cual ha ayudado a más de 80 presos a superar psicopatías.
Con el fin de lograr un mejor conocimiento de los presos
ha redactado estudios que luego ha distribuido entre la
población penal, además de impartir clases sobre salud mental, en las cuales contesta las preguntas planteadas por
los presos.
A tales efectos ha organizado un grupo de “ayuda mutua”, cuyos miembros
son voluntarios. En mural de la prisión abrió una columna
especial, en la cual estimula a los presos a dibujar caricaturas
para transmitir conocimientos de psicología. Los miembros
del grupo de “ayuda mutua” crearon una obra de teatro
titulada “Bloqueo”, la cual interpretaron en el auditorio
de la cárcel para que los presos se vieran reflejados
en los personajes ficticios y reconocieran sus propios
problemas, como forma de buscar soluciones a cada caso.