FEBRERO 2004


La actualidad y el futuro de los hijos unigénitos

 

Por LI JINGXIA

Hace ya diez años que trabajo como periodista, pero nunca he dedicado tanto tiempo a un artículo como a éste. Me tomó tres años escribir apenas varios miles de caracteres. Los escribí sacándolos de lo más profundo de mi alma, porque con cada trazo que dejaba sobre la página exponía a la luz pública hasta qué punto se transformaron mis relaciones sentimentales con mi hija.

Soy madre de una hija única y creo competente en mis funciones como tal. En el tercer año de la escuela secundaria de primer ciclo, mi hija suspendió la asignatura de política. Para ayudarla, dediqué dos meses a resumir primero los cuantiosos datos políticos en unas palabras o frases, para luego recitarlas junto a ella. Al final, pudo aprenderse de memoria todos los datos de más de 700 páginas sin equivocarse ni siquiera en un carácter. Obtuvo una nota de 99 en el examen de política para entrar en la escuela secundaria de segundo ciclo.

En el año en que ella se preparaba para sus exámenes de acceso a la universidad, me levantaba todos los días a las cinco de la madrugada para ir al mercado matutino y comprar las verduras más frescas. Luego corría de vuelta a casa cargada con cinco o seis bolsas plásticas llenas y me ponía a cocer los alimentos. Mientras mi hija se arreglaba, el desayuno ya estaba servido sobre la mesa y su almuerzo listo en la fiambrera. Como en aquellos días mi marido estaba trabajando en otra ciudad, cuidar bien de nuestra hija se convirtió en mi deber ineludible. Sabía que para ella pasar los exámenes y entrar en la universidad eran el primer paso importante en su vida. Hice todo lo posible por ofrecerle servicios de retaguardia sin escatimar esfuerzos.

Mi hija no me decepcionó. Fue admitida a la Universidad de Beijing. Después de cuatro años de estudios en ese centro de enseñanza superior, cursó el posgraduado, y ahora está haciendo el doctorado. Según crece su bagaje académico cada día, así se ensancha la brecha psicológica entre ella y yo. Cuando mi hija estudiaba en la escuela segundaria, escribió en su diario: “Por ocuparse de mis progresos en el estudio y la felicidad familiar, mi mamá anda compitiendo con el sol y la luna. Ella es el sostén de la casa. A mi mamá le gusta reír, pero a fuerza de cansada, su cara se va surcando de arrugas y disminuye su risa. Quisiera esforzarme para retener su risa”. En aquel entonces siempre me enorgullecía al decir a mis amigos o colegas que mi hija y yo éramos amigas, hermanas, y maestra y alumna. Ella me contaba todo lo que le sucedía, todo lo que pensaba. No me ocultó siquiera cuál muchacho la perseguía. Pero ahora, todo ha cambiado. Aunque sigue estudiando concienzudamente y demuestra amor filial, me decepcionan sus opiniones sobre algunos problemas, me confunde su concepto del futuro y me asombran sus pensamientos sobre el trabajo, el casamiento y la vida. Nuestras conversaciones tienen cada día menos en común. Las veces nos disgustamos; otras cambiamos de tema constantemente. A veces me enfado, pero ella parece más enojada que yo. Hubo momentos en que no pude controlar las lágrimas ante ella, y otros en que lloré silenciosamente a sus espaldas. Me hacía constantes autocríticas en busca de una causa que nunca logré encontrar. Mi marido me consoló diciéndome: “No te preocupes. Así es esta generación. Nuestra hija ya sobresale entre ellos”.

Sus palabras me inspiraron a escribir este artículo.

Síntesis de cualidades

El niño es el centro de la familia de tres miembros

A medida que se pone en práctica la política familiar, los hijos únicos ocupan una proporción cada día más elevada entre la población infantil y juvenil china. Según datos del Centro de Estudios de Información Demográfica, en 1995 China tenía 320 millones de familias con hijo único, cuyo número llegó a 66 millones. La mayoría de los hijos únicos viven en la ciudad. Como por lo general sus padres recibieron buena educación y llevan una vida holgada, pueden disfrutar de mejores servicios médicos y más oportunidades educativas, en comparación con los que integran familias de prole múltiple. Los unigénitos tienen más posibilidades de convertirse en el cuerpo principal de la sociedad y de moldear como nadie, con su capacidad para el autodesarrollo, el futuro del país. Sus personalidades también podrían definir la fisonomía espiritual del pueblo chino.

Al ser capaces de emprender actividades por propia decisión, los hijos únicos suelen tomar la iniciativa y mostrar un carácter muy independiente. Tratan de encontrar algo que les interese e intentan  hacerlo bien. Tampoco se sentirán presionados a integrarse a otros grupos de niños, y requerirán de una continuada, y por momentos excesiva, atención ajena. Desde muy niños, han sido el centro de la familia, incluidos los abuelos. Toman parte en la conversación de sus padres y éstos también quieren preguntarles sus opiniones,  considerándoles parte importante de la familia. Poco a poco, los hijos únicos van ganando un grado de autoridad igual, a veces mayor, que la de sus padres. Disfrutan demasiado temprano de la democracia.

Desde principios del siglo XX, los hijos únicos se han convertido en un fenómeno social en todo el mundo. En algunos países, el 30 ó 40 por cientos de los niños son hijos únicos. Algunas instituciones han realizado investigaciones comparativas de las cualidades sintéticas de los adolescentes chinos y japoneses. Llegaron a la conclusión de que los adolescentes japoneses cuentan con mejor capacidad para subsistir, trabajar y vivir independientemente que los de China, cuyos representantes son hijos únicos. Los nipones son incluso de mayor estatura. Sun Xiaoyun, director del Centro de Estudios sobre la Adolescencia de China cree que la causa de estas diferencias reside en el tipo de educación, no en la calidad de hijo unigénito. Los padres chinos aman demasiado a sus hijos. Sólo saben dejarles que estudien, pero no les enseñan a desarrollarse en las diversas situaciones que plantea la cotidianidad.

Los adolescentes de esta generación tienen una visión más amplia que nunca. En esta época informatizada, existen canales muy diversificados para obtener conocimientos, lo que permite a esta generación disfrutar de una alta sensibilidad para captar el saber y la iniciativa de exploración. Pertrechados de alta conciencia sobre la igualdad, la ley, la protección medioambiental y la economía mercantil, nunca son remisos a publicar opiniones personales y a procurar el progreso de la sociedad. Tienen sus propios ideales y metas de vida, aunque nunca tan altisonantes o hueras como los de sus padres.

La investigación del Centro de Estudios sobre la Adolescencia de China en 1996 y 1997 indica que los hijos únicos tienen cinco ventajas en el desarrollo de la personalidad: disfrutan de autoconfianza, quieren ayudar a los demás, desean la amistad, procuran positivas oportunidades de autodesarrollo y tienen amplio interés. Pero también existen algunos defectos. Por ejemplo, carecen de fuerza impulsora para superar las dificultades que les separan del éxito; pueden herir más fácilmente a amigos y personas cercanas y carecen de sentido de la diligencia y el ahorro. Hay padres de hijos únicos que han detectado problemas increíbles en sus descendientes después que estos han entrado en la universidad, aunque eran muy buenos alumnos en la primaria y secundaria. A veces se trata de inadaptación al ambiente de convivencia en el dormitorio, incapacidad para mantener relaciones sociales, o se vuelven inescrupulosos en la competencia con los demás, entre otros temas. No son extrañas en los medios informativos chinos tampoco las noticias sobre suicidios de recién graduados de posgrado o doctorado. Zheng Xinrong, doctora en  pedagogía de la Universidad Pedagógica de Beijing considera que los problemas de estos estudiantes se mantenían latentes, ocultos por sus buenas calificaciones, y sus padres y maestros solían confiar en que los positivos resultados académicos les hacían buenos en todos los aspectos. Sus defectos de carácter no se manifiestan hasta que vive independientemente en el campo universitario.

Sin embargo, todos los problemas de hijos únicos no obedecen de forma exclusiva a ser unigénitos, sino a particularices del ambiente y la falta de una educación científica. Por fortuna, cada vez hay mayor preocupación en la sociedad por atender a las cualidades sintéticas de este grupo.

Trabajo

Cultivar espíritu colectivo es muy importante para los hijos únicos

Al carecer por lo regular de altas dosis de responsabilidad colectiva y considerarse centro del mundo, los hijos únicos suelen padecer dificultades cuando se suman a la esfera laboral, la cual exige una mayor cuota de dedicación y espíritu colectivo en comparación con la escuela.

Recientemente, numerosos empresarios que asistían a una feria de  empleo en la provincia de Shanxi, se mostraron renuentes a  contratar a los recién graduados universitarios, alegando que éstos  no tienen experiencia laboral y que, por otro lado, en su mayoría son hijos únicos con desajustes temperamentales, falta de modestia y poco interés por el trabajo. Debido al desconocimiento de la mejor manera de lidiar con ellos, los empresarios optan por no utilizarlos. Esta opinión es compartida por al menos un maestro presente en la feria de empleos. Los hijos únicos siempre suponen múltiples y nuevos problemas para los administradores de los centros de trabajo, en particular por su desapego a la disciplina o los límites del sistema administrativo de la entidad; también por su tendencia a imponer sus propias normas de conducta, la falta de conciencia colectiva y sus excesivos melindres, que les hacen rechazar cualquier crítica a su actuación. Los graduados del pasado eran modestos y resistentes a las penalidades y al trabajo. Trabajaban arduamente desde el nivel básico. Sin embargo, los graduados de hoy día exigen mucho al trabajo. No quieren hacer esfuerzos, a menos que se correspondan con sus propias necesidades. Cualquier insatisfacción puede terminar en su despido.

Por lo general los hijos únicos vienen de familias de condiciones favorables. Nunca han sufrido la presión de luchar por la subsistencia. No necesitan hacer concesiones para ganarse la vida. Pero como seres sociales que son, según la mentalidad tradicional, tienen que aprender primero a adaptarse al ambiente exterior, lo cual no implica borrar la individualidad, sino perfeccionarla por medio de este proceso imprescindible.

Al mismo tiempo, se produce una transformación en las empresas. Aparte de atraer a más talentos, ofreciéndoles mejor remuneración, empiezan a prestar atención a la inversión en el mejoramiento del ambiente laboral, en crear una cultura empresarial y en cultivar lazos afectivos con el personal. Si los empleados viven convencidos que su relación con la empresa es puramente financiera, la misma  tampoco tendrá beneficios. Según se incrementa la cifra de hijos únicos que entran al mercado laboral, las empresas se verán obligadas a introducir métodos más avanzados de administración.

Casamiento y familia

La primera generación de hijos únicos de China ya comienza a  organizar la familia. Los conceptos tradicionales de China están cambiando silenciosamente.

Según estadísticas del Comisión de Planificación de la Natalidad y Demografía de China, hasta el 2003 el país tenía registrados a más de 80 millones de hijos únicos. Wang Jie, investigador adjunto de la Academia de Ciencias Sociales de Tianjin cree que la unión de los hijos únicos constituirá el grueso de los casamientos de China en lo adelante. La familia china será más pequeña y de relaciones más simples. Pero, frente al problema de casamiento, los hijos únicos gozan de más libertad. Ya no ven el matrimonio como obligación, pues lo consideran una más entre las opciones de la vida. Escogen el cónyuge y la fecha de la boda de acuerdo con su poder económico y su necesidad emocional.

Un responsable del Registro de Matrimonio del Distrito de Xihu, provincia de Jiangxi, afirma que en los pasados dos años se han registrado cerca de 3.500 parejas de hijos únicos cada año, mientras que el índice de divorcio entre ellos ha alcanzado el 20 por ciento. Este índice, que todavía resulta sintomático de la conducta de una mayoría de la población general, va conformando sin embargo una tendencia típica de los hijos únicos, con su modo peculiar de ver la unión conyugal. Hubo incluso un caso de pareja que solicitó el divorcio tan sólo tres días después de haber registrado el matrimonio. La causa más frecuente del divorcio de los hijos únicos es no haberse conocido bien mutuamente antes de casarse. El choque económico también es importante.

“En lo tocante al matrimonio, los hijos únicos han marchado a contracorriente desde hace unos años. Aun cuando estudian en la universidad, ya empiezan a alquilar cuartos fuera del campus para ‘construir’ su propia familia. Aquí pueden experimentar el placer del sexo y también la ternura de los sentimientos familiares. Pero nadie garantiza la durabilidad de esta relación. La misma puede ser larga, pero también efímera. Todo dependerá de la solidez en los  sentimientos de cada parte. La posibilidad de ‘degustar’ el matrimonio antes de casarse, hace que muchos jóvenes cambien su concepto matrimonial”, dice un estudiante universitario.

En cuanto a la boda, el tradicional banquete se ha convertido un estereotipo a los ojos del hijo único. Desean más un ambiente exótico y romántico. Un viaje de luna de miel, una serie de fotografías para la posteridad y una ceremonia en la iglesia les son más cercanos.

Los recién promulgados Reglamentos de Administración del Registro de Matrimonio derogan previos procesos obligatorios, como someterse al examen físico y pedir al lugar de trabajo la certificación de soltería. De ello se deduce que los jóvenes de hoy día cuentan con más libertad, pero también deberán enfrentar más problemas derivados de esa misma libertad. La piedra angular de una familia feliz sigue siendo la responsabilidad y la moralidad.

Los hijos únicos están cambiando la China de hoy. Es una situación totalmente nueva en la historia del país, la cual requiere de un estudio e investigación más completos.

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