La
actualidad y el futuro de los hijos unigénitos
Por
LI JINGXIA
Hace
ya diez años que trabajo como periodista, pero nunca he
dedicado tanto tiempo a un artículo como a éste. Me tomó
tres años escribir apenas varios miles de caracteres.
Los escribí sacándolos de lo más profundo de mi alma,
porque con cada trazo que dejaba sobre la página exponía
a la luz pública hasta qué punto se transformaron mis
relaciones sentimentales con mi hija.
Soy madre de una
hija única y creo competente en mis funciones como tal.
En el tercer año de la escuela secundaria de primer ciclo,
mi hija suspendió la asignatura de política. Para ayudarla,
dediqué dos meses a resumir primero los cuantiosos datos
políticos en unas palabras o frases, para luego recitarlas
junto a ella. Al final, pudo aprenderse de memoria todos
los datos de más de 700 páginas sin equivocarse ni siquiera
en un carácter. Obtuvo una nota de 99 en el examen de
política para entrar en la escuela secundaria de segundo
ciclo.
En el año en que ella se preparaba para sus exámenes de acceso a la universidad,
me levantaba todos los días a las cinco de la madrugada
para ir al mercado matutino y comprar las verduras más
frescas. Luego corría de vuelta a casa cargada con cinco
o seis bolsas plásticas llenas y me ponía a cocer los
alimentos. Mientras mi hija se arreglaba, el desayuno
ya estaba servido sobre la mesa y su almuerzo listo en
la fiambrera. Como en aquellos días mi marido estaba trabajando
en otra ciudad, cuidar bien de nuestra hija se convirtió
en mi deber ineludible. Sabía que para ella pasar los
exámenes y entrar en la universidad eran el primer paso
importante en su vida. Hice todo lo posible por ofrecerle
servicios de retaguardia sin escatimar esfuerzos.
Mi hija no me decepcionó. Fue admitida a la Universidad de Beijing. Después
de cuatro años de estudios en ese centro de enseñanza
superior, cursó el posgraduado, y ahora está haciendo
el doctorado. Según crece su bagaje académico cada día,
así se ensancha la brecha psicológica entre ella y yo.
Cuando mi hija estudiaba en la escuela segundaria, escribió
en su diario: “Por ocuparse de mis progresos en el estudio
y la felicidad familiar, mi mamá anda compitiendo con
el sol y la luna. Ella es el sostén de la casa. A mi mamá
le gusta reír, pero a fuerza de cansada, su cara se va
surcando de arrugas y disminuye su risa. Quisiera esforzarme
para retener su risa”. En aquel entonces siempre me enorgullecía
al decir a mis amigos o colegas que mi hija y yo éramos
amigas, hermanas, y maestra y alumna. Ella me contaba
todo lo que le sucedía, todo lo que pensaba. No me ocultó
siquiera cuál muchacho la perseguía. Pero ahora, todo
ha cambiado. Aunque sigue estudiando concienzudamente
y demuestra amor filial, me decepcionan sus opiniones
sobre algunos problemas, me confunde su concepto del futuro
y me asombran sus pensamientos sobre el trabajo, el casamiento
y la vida. Nuestras conversaciones tienen cada día menos
en común. Las veces nos disgustamos; otras cambiamos de
tema constantemente. A veces me enfado, pero ella parece
más enojada que yo. Hubo momentos en que no pude controlar
las lágrimas ante ella, y otros en que lloré silenciosamente
a sus espaldas. Me hacía constantes autocríticas en busca
de una causa que nunca logré encontrar. Mi marido me consoló
diciéndome: “No te preocupes. Así es esta generación.
Nuestra hija ya sobresale entre ellos”.
Sus palabras me inspiraron a escribir este artículo.
Síntesis
de cualidades
 |
El niño es el centro de la familia de tres miembros |
A medida que se pone en práctica la política familiar, los hijos únicos
ocupan una proporción cada día más elevada entre la población
infantil y juvenil china. Según datos del Centro de Estudios
de Información Demográfica, en
1995 China tenía 320 millones de familias con hijo único,
cuyo número llegó a 66 millones. La mayoría de los hijos
únicos viven en la ciudad. Como por lo general sus padres
recibieron buena educación y llevan una vida holgada,
pueden disfrutar de mejores servicios médicos y más oportunidades
educativas, en comparación con los que integran familias
de prole múltiple. Los unigénitos tienen más posibilidades de convertirse en el cuerpo
principal de la sociedad y de moldear como nadie, con
su capacidad para el autodesarrollo, el futuro del país.
Sus personalidades también podrían definir la fisonomía
espiritual del pueblo chino.
Al ser capaces de emprender actividades por propia decisión, los hijos
únicos suelen tomar la iniciativa y mostrar un carácter
muy independiente. Tratan de encontrar algo que les interese
e intentan hacerlo bien. Tampoco se sentirán presionados a integrarse a otros
grupos de niños, y requerirán de una continuada, y por
momentos excesiva, atención ajena. Desde muy niños, han
sido el centro de la familia, incluidos los abuelos. Toman
parte en la conversación de sus padres y éstos también
quieren preguntarles sus opiniones,
considerándoles parte importante de la familia.
Poco a poco, los hijos únicos van ganando un grado de
autoridad igual, a veces mayor, que la de sus padres.
Disfrutan demasiado temprano de la democracia.
Desde principios del siglo XX, los hijos únicos se han convertido en
un fenómeno social en todo el mundo. En algunos países,
el 30 ó 40 por cientos de los niños son hijos únicos.
Algunas instituciones han realizado investigaciones comparativas
de las cualidades sintéticas de los adolescentes chinos
y japoneses. Llegaron a la conclusión de que los adolescentes
japoneses cuentan con mejor capacidad para subsistir,
trabajar y vivir independientemente que los de China,
cuyos representantes son hijos únicos. Los nipones son
incluso de mayor estatura. Sun Xiaoyun, director del Centro
de Estudios sobre la Adolescencia de China cree que la
causa de estas diferencias reside en el tipo de educación,
no en la calidad de hijo unigénito. Los padres chinos
aman demasiado a sus hijos. Sólo saben dejarles que estudien,
pero no les enseñan a desarrollarse en las diversas situaciones
que plantea la cotidianidad.
Los adolescentes de esta generación tienen una visión más amplia que
nunca. En esta época informatizada, existen canales muy
diversificados para obtener conocimientos, lo que permite
a esta generación disfrutar de una alta sensibilidad para
captar el saber y la iniciativa de exploración. Pertrechados
de alta conciencia sobre la igualdad, la ley, la protección
medioambiental y la economía mercantil, nunca son remisos
a publicar opiniones personales y a procurar el progreso
de la sociedad. Tienen sus propios ideales y metas de
vida, aunque nunca tan altisonantes o hueras como los
de sus padres.
La investigación del Centro de Estudios sobre la Adolescencia de China
en 1996 y 1997 indica que los hijos únicos tienen cinco
ventajas en el desarrollo de la personalidad: disfrutan
de autoconfianza, quieren ayudar a los demás, desean la
amistad, procuran positivas oportunidades de autodesarrollo
y tienen amplio interés.
Pero también existen algunos defectos. Por ejemplo, carecen
de fuerza impulsora para superar las dificultades que
les separan del éxito; pueden herir más fácilmente a amigos
y personas cercanas y carecen de sentido de la diligencia
y el ahorro. Hay padres de hijos únicos que han detectado
problemas increíbles en sus descendientes después que
estos han entrado en la universidad, aunque eran muy buenos
alumnos en la primaria y secundaria. A veces se trata
de inadaptación al ambiente de convivencia en el dormitorio,
incapacidad para mantener relaciones sociales, o se vuelven
inescrupulosos en la competencia con los demás, entre
otros temas. No son extrañas en los medios informativos
chinos tampoco las noticias sobre suicidios de recién
graduados de posgrado o doctorado. Zheng Xinrong, doctora
en pedagogía de
la Universidad Pedagógica de Beijing considera que los
problemas de estos estudiantes se mantenían latentes,
ocultos por sus buenas calificaciones, y sus padres y
maestros solían confiar en que los positivos resultados
académicos les hacían buenos en todos los aspectos. Sus
defectos de carácter no se manifiestan hasta que vive
independientemente en el campo universitario.
Sin embargo, todos los problemas de hijos únicos no obedecen de forma
exclusiva a ser unigénitos, sino a particularices del
ambiente y la falta de una educación científica. Por fortuna,
cada vez hay mayor preocupación en la sociedad por atender
a las cualidades sintéticas de este grupo.
Trabajo
 |
Cultivar espíritu colectivo es
muy importante para los hijos únicos |
Al carecer por lo regular de altas dosis de responsabilidad colectiva
y considerarse centro del mundo, los hijos únicos suelen
padecer dificultades cuando se suman a la esfera laboral,
la cual exige una mayor cuota de dedicación y espíritu
colectivo en comparación con la escuela.
Recientemente, numerosos empresarios que asistían a una feria de empleo en la provincia de Shanxi, se mostraron
renuentes a contratar
a los recién graduados universitarios, alegando que éstos no tienen experiencia laboral y que, por otro lado, en su mayoría
son hijos únicos con desajustes temperamentales, falta
de modestia y poco interés por el trabajo. Debido al desconocimiento
de la mejor manera de lidiar con ellos, los empresarios
optan por no utilizarlos. Esta opinión es compartida por
al menos un maestro presente en la feria de empleos. Los
hijos únicos siempre suponen múltiples y nuevos problemas
para los administradores de los centros de trabajo, en
particular por su desapego a la disciplina o los límites
del sistema administrativo de la entidad; también por
su tendencia a imponer sus propias normas de conducta,
la falta de conciencia colectiva y sus excesivos melindres,
que les hacen rechazar cualquier crítica a su actuación.
Los graduados del pasado eran modestos y resistentes a
las penalidades y al trabajo. Trabajaban arduamente desde
el nivel básico. Sin embargo, los graduados de hoy día
exigen mucho al trabajo. No quieren hacer esfuerzos, a
menos que se correspondan con sus propias necesidades.
Cualquier insatisfacción puede terminar en su despido.
Por lo general los hijos únicos vienen de familias de condiciones favorables.
Nunca han sufrido la presión de luchar por la subsistencia.
No necesitan hacer concesiones para ganarse la vida. Pero
como seres sociales que son, según la mentalidad tradicional, tienen que aprender
primero a adaptarse al ambiente exterior, lo cual no implica
borrar la individualidad, sino perfeccionarla por medio
de este proceso imprescindible.
Al mismo tiempo, se produce una transformación en las empresas. Aparte de atraer a más talentos, ofreciéndoles
mejor remuneración, empiezan a prestar atención a la inversión
en el mejoramiento del ambiente laboral, en crear una
cultura empresarial y en cultivar lazos afectivos con
el personal. Si los empleados viven convencidos que su
relación con la empresa es puramente financiera, la misma tampoco tendrá beneficios. Según se incrementa
la cifra de hijos únicos que entran al mercado laboral,
las empresas se verán obligadas a introducir métodos más
avanzados de administración.
Casamiento
y familia
La primera generación de hijos únicos de China ya comienza a organizar la familia. Los conceptos tradicionales
de China están cambiando silenciosamente.
Según estadísticas del Comisión de Planificación de la Natalidad y Demografía
de China, hasta el 2003 el país tenía registrados a más
de 80 millones de hijos únicos. Wang Jie, investigador
adjunto de la Academia de Ciencias Sociales de Tianjin
cree que la unión de los hijos únicos constituirá el grueso
de los casamientos de China en lo adelante. La familia
china será más pequeña y de relaciones más simples. Pero,
frente al problema de casamiento, los hijos únicos gozan
de más libertad. Ya no ven el matrimonio como obligación,
pues lo consideran una más entre las opciones de la vida.
Escogen el cónyuge y la fecha de la boda de acuerdo con
su poder económico y su necesidad emocional.
Un responsable del Registro de Matrimonio del Distrito de Xihu, provincia
de Jiangxi, afirma que en los pasados dos años se han
registrado cerca de 3.500 parejas de hijos únicos cada
año, mientras que el índice de divorcio entre ellos ha
alcanzado el 20 por ciento. Este índice, que todavía resulta
sintomático de la conducta de una mayoría de la población
general, va conformando sin embargo una tendencia típica
de los hijos únicos, con su modo peculiar de ver la unión
conyugal. Hubo incluso un caso de pareja que solicitó
el divorcio tan sólo tres días después de haber registrado
el matrimonio. La causa más frecuente del divorcio de
los hijos únicos es no haberse conocido bien mutuamente
antes de casarse. El choque económico también es importante.
“En lo tocante al matrimonio, los hijos únicos han marchado a contracorriente
desde hace unos años. Aun cuando estudian en la universidad,
ya empiezan a alquilar cuartos fuera del campus para ‘construir’
su propia familia. Aquí pueden experimentar el placer
del sexo y también la ternura de los sentimientos familiares.
Pero nadie garantiza la durabilidad de esta relación.
La misma puede ser larga, pero también efímera. Todo dependerá
de la solidez en los
sentimientos de cada parte. La posibilidad de ‘degustar’
el matrimonio antes de casarse, hace que muchos jóvenes
cambien su concepto matrimonial”, dice un estudiante universitario.
En cuanto a la boda, el tradicional banquete se ha convertido un estereotipo
a los ojos del hijo único. Desean más un ambiente exótico
y romántico. Un viaje de luna de miel, una serie de fotografías
para la posteridad y una ceremonia en la iglesia les son
más cercanos.
Los recién promulgados Reglamentos de Administración del Registro de
Matrimonio derogan previos procesos obligatorios, como
someterse al examen físico y pedir al lugar de trabajo
la certificación de soltería. De ello se deduce que los
jóvenes de hoy día cuentan con más libertad, pero también
deberán enfrentar más problemas derivados de esa misma
libertad. La piedra angular de una familia feliz sigue
siendo la responsabilidad y la moralidad.
Los hijos únicos están cambiando la China de hoy. Es una situación totalmente
nueva en la historia del país, la cual requiere de un
estudio e investigación más completos.