FEBRERO 2004


Máscaras mexicanas: Rostros de la historia

Diversas máscaras

La máscara es un objeto artístico y cultural presente a todo lo largo de la historia de la humanidad. Desde las primeras sociedades paleolíticas hasta las más completas y avanzadas civilizaciones, acudir a la representación de un rostro a través de la manipulación de diversos materiales—madera, piedra, barro, cuero, textiles, plásticos-ha sido una constante y, valdría decir, una obsesión de los seres humanos. Su lugar en la historia de la cultura es tan remoto como el uso del fuego, la invención de las herramientas o el descubrimiento de la agricultura. No obstante su origen inmemorial, la producción de máscaras ha llegado hasta nuestros días traspasando milenios, civilizaciones y geografías. Su presencia es tan vasta y admite tal cantidad de registros que las máscaras son lo mismo un objeto de estudio antropolótico, una expresión del arte universal y una forma privilegiada para el despliegue de la imaginación popular.

México no es la excepción. Por el contrario, la máscara ha sido un vehículo primordial para la expresión y la representación del ser mexicano a lo largo de los siglos. A través de la construcción de máscaras que representan dioses, demonios, animales, seres fantásticos, personajes históricos, santos, hombres y mujeres comunes, los mexicanos de ayer y hoy buscan respuestas a su compleja identidad.

Las máscaras mexicanas, como un espejo atroz y maravilloso en el que se refleja los mil rostros de la historia mexicana, explican al país desde su más profunda condición. Son un registro valioso del paso tiempo y en su creación se mezclan las diversas tradiciones y herencias culturales que conforman los mexicanos.

Se inaugura la Exhibición del Arte de Máscara Mexicana en la Biblioteca La Capital de Beijing

Mientras que las sociedades prehispánicas fabricaban máscaras principalmente con fines funerarios y rituales, con la llegada de los europeos y la Conquista los indígenas incorporaron a sus máscaras los nuevos dogmas religiosos del cristianismo, para garantizar de algún modo la continuación de sus propias creencias. Detrás de la máscara de un santo, o un demonio del inmaginario católico europeo, el indígena mexicano resguardó su propia visión del mundo y le incorporó caracteríticas únicas. De esta manera, la máscara cumplió por vía doble su función histórica: como objeto para la representación artística de una visión particular del mundo, y como resguardo que esconde una realidad detrás de otra.

Este fenómeno de sincretismo explica la mayor parte de las festividades carnavalescas de México, en donde las máscaras juegan un papel fundamental. No sólo la tradición prehispánica y eurpea se incorporaron en este proceso, también es posible advertir supervivencias de elementos africanos y árabes. Así por ejemplo, las máscaras que se utilizan para el carnaval de Moros y Cristianos es una trasposición que viajó desde el sur de España y que en cada pequeño pueblo de México adquierió una particularidad propia.

Otro elemento destacable es el del culto a la muerte de las culturas prehispánicas, que sobrevivió a la Conquista y se incorporó como uno de los elementos centrales de la cultura popular de México. Ello explica la fuerte presencia de calaveras y alusiones a la muerte de las máscaras mexicanas, que en México simboliza al mismo tiempo un hecho trágico y festivo, tal y como lo señaló Octavio Paz: “Muerte y vida, júbilo y lamento, canto y aullido, se alían en la celebración de los muertos”.

Lo sagrado y lo profano, el carnaval y el ritual, la celebración y el duelo, la teatralidad y el mito, están presentes en la diversidad de las máscaras mexicanas de esta exposición, pertenecientes a la colección privada de las hermanas Adriana y Georgina Luna Parra, dos investigadoras mexicanas profundamente interesadas en el tema.

El 29 de noviembre, Joel N. Juan-Qui Vega, renombrado pianista de México ofreció una excelente solo a los oyentes beijineses. Además de las obras de los grandes compositores como Mozarte, el pianista tocó también obras de compositores mexicanos como Hermilio Hernandez y Francisco Xavier Vivanco, así como el suite chino del Destacamento Rojo de Mujeres, que granjearon prolongados aplausos.

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