Escarceos
amorosos en la Red
Por
XIAO DOU
A
raíz de la aparición de las “salas de charla por Internet”,
surgieron múltiples sitios dedicados exclusivamente a
propiciar “citas sentimentales en la Red,” las que a su
vez originaron el “enamoramiento virtual”. Se trata de
un fenómeno particular de la era de la informática, que
lo mismo da lugar a matrimonios felices que a la comisión
de delitos. Esta dualidad ha alimentado un debate público
que vale la pena seguir.
Increíble como puede parecer, esta práctica está
cambiando los patrones de comportamiento tradicionales.
Una encuesta efectuada entre mujeres estadounidenses revela
que los sitios virtuales de citas sentimentales se han
convertido en la forma más moderna de mantener intercambios
con los hombres. Súmese a ello que las transformaciones
por las que ha atravesado la ética sexual han producido resultados cuestionables
para muchos: las infecciones venéreas tras un lance sexual
de una noche, la infidelidad conyugal, el sexo prematrimonial,
etc...Recientemente, la Academia de
Ciencias de la Provincia de Sichuan concluyó su
primera investigación entre jóvenes sobre sus vínculos
con Internet. Dicha encuesta, con mil preguntas, puso
sobre el tapete la relación entre la juventud y la Red.
De los 2.986 encuestados, un 50,6 por ciento no tiene
confianza en el amor que se obtiene por medio de Internet.
Ello obedece a que normalmente los internautas ocultan
su verdadera identidad; sólo 12,98 por ciento afirma que
nunca se identifica al navegar en la Red, mientras que
63 por ciento se sienten solitarios al navegar. ¿Qué es
el “amor virtual,” una bendición o un castigo? Los usuarios
sostienen distintas opiniones al respecto:
Los pros: una forma novedosa
de conseguir matrimonio
Para un sector del público “establecer una relación
sentimental por Internet” y
conocerse por medio de la Red son dos cosas diferentes.
En realidad, la Red, igual que las cartas, el teléfono
y las fiestas, no son más que un medio de contacto entre
los potenciales amantes. Nada hace al amor distinto en
estas circunstancias. Lo que ha cambiado son los métodos
para acercarse. La Red desempeña el papel de agencia matrimonial.
Por otro lado, esta forma significa una ruptura con los
límites de tiempo y lugar, permitiendo un más libre y
amplio intercambio. No importa dónde se encuentre la persona,
ni su nacionalidad, sólo cuentan los lazos afectivos que
se puedan establecer. Puede que dentro de algunos años
nos resulte lo más común del mundo. Un revuelo similar
se produjo cuando la prensa escrita publicó los primeros
anuncios de búsqueda de pareja. Pero hoy, ¿quién se escandaliza
por este método?
Los contras: es como una comida rápida
Algunos viven convencidos de que la Red satisface
todas sus necesidades. Cualquier persona, incluso los
menores de edad, puede buscar su afecto ideal y planear
su futuro amoroso en un mundo virtual, aunque al final
todo no sea más que una fantasía. Los usuarios más vinculados
a este medio para buscar relaciones sentimentales tienen
como promedio de diez a veinte años. La parte oscura del
asunto descansa en las aberraciones que algunos ocultan
tras una aparente piel de cordero. Hay algo más que irresponsabilidad
y abuso de confianza en los casos de delincuentes que
han engañado a chicas, robándolas, violándolas y hasta
asesinándolas. Esta falta de garantía a la hora de establecer
relaciones supone un punto negro que oscurece cualquier
buena intención.
Los pros: es un banquete de la época informática
Desde hace mucho tiempo ha sido lugar común decir:
“En la Red, nadie sabe quién es quien”. Aunque las encuestas
muestran que más de la mitad de los internautas desconfía
de las relaciones sentimentales logradas en la Red, casi
todos siguen enganchados a la misma. Sin importar el probable
fracaso del intento, el mero hecho de sumarse a la búsqueda
virtual de la felicidad compensa cualquier desvelo. En
la vida cotidiana, las aspiraciones suelen chocar contra
el imperturbable muro de la realidad, mientras que en
la Red uno puede crearse un universo ficticio que en apariencia
resulta coronado por el éxito. En esa atmósfera virtual
los usuarios mantienen una comunicación abierta que les
deja agradables efectos, amén de resultar ambiente propicio para explayarse sin
cortapisas y declarar sus intenciones amatorias a otros.
Los contras: es como un tomate transgénico
En el espacio virtual desaparecen las restricciones
que solían lastrar en otras épocas los contactos interpersonales.
Debido a la falta de la supervisión de la opinión pública,
la moral se pone a un lado con toda comodidad, y la superficialidad
y banalidad ganan terreno en detrimento del sentido de
la responsabilidad: sólo importa el placer. Lo que otrora
enaltecía el espíritu se supedita a la urgencia de las
funciones orgánicas primarias. Hombres y mujeres por igual
separan el enlace amoroso del concepto de fidelidad. La
relación romántica queda al borde del abismo, sin sustento
espiritual que la salve. Todo semeja un tomate transgénico:
se pierde el gusto original.
Los pros: también hay verdadero amor
Pero
no por lo antes expuesto se debe considerar que el amor
ha muerto en la Red. Quienes defienden la opción virtual
tercian diciendo que en Internet sí existe el verdadero
amor, y que éste puede concluir con un feliz matrimonio.
Estos defensores recuerdan que
antes de la aparición de Internet, ya había delitos como
el chantaje económico y la trata de blancas, bajo pretexto
de buscar novios y arreglar matrimonios. ¿Es acaso plausible
que los mismos desaparezcan de manera automática para
los internautas? Si decimos profundizar en la raíz de
los incidentes, la lógica nos impedirá declarar al medio
como chivo expiatorio. Habría que preguntarse si no hay
tantos o más criminales fuera de
la Red que en ella.
Los
contras: una trampa cazabobos
Hay quienes creen que enamorarse por Internet
es un juego peligroso. Rechazamos que los estafadores
del afecto experimenten placer exacerbando el dolor de
otros. Son manipuladores
que conocen al dedillo cómo conmover a la otra parte,
y controlan el proceso del sentimiento, hasta lograr que
la víctima incauta caiga en sus fauces. Tras el corto
período de dulzura, viene el dolor y el sufrimiento. Si
en la vida real solemos afirmar que “se conoce la cara
de una persona, pero no su corazón,” ¿qué puede quedar para
un
ambiente ficticio, dónde ni siquiera el rostro del interlocutor
queda a la vista? ¿Cómo distinguir lo bueno de lo malo?
Súmese a ello que cierto número de personas casadas se
deja arrastrar por lo novedoso y participa en este juego.
En la distancia todo es bello. La pareja habitual queda
en desventaja ante el fascinante universo que promete
aquella que aguarda en lontananza. Como consecuencia surgen
las infidelidades y el abandono de pareja. Y qué decir
de tantas transacciones carentes de ética que tienen lugar
bajo el manto de un aparente noviazgo, y que convierten
a la Red en un antro cualquiera...
En el debate sobre el amor virtual hay mucho por
donde cortar. Seguirán existiendo detractores y defensores.
Condenar dicha práctica en sí misma equivale a perder
la fe en el amor. Otra cosa bien distinta es ignorar los
delitos. Como bien señala un sociólogo: “No importa si
para enamorarte acudes a la Red, lo que no debes olvidar
es que el método utilizado nunca debe cambiar la esencia
del amor”.