FEBRERO 2004


Escarceos amorosos en la Red

Por XIAO DOU 

A raíz de la aparición de las “salas de charla por Internet”, surgieron múltiples sitios dedicados exclusivamente a propiciar “citas sentimentales en la Red,” las que a su vez originaron el “enamoramiento virtual”. Se trata de un fenómeno particular de la era de la informática, que lo mismo da lugar a matrimonios felices que a la comisión de delitos. Esta dualidad ha alimentado un debate público que vale la pena seguir.

Increíble como puede parecer, esta práctica está cambiando los patrones de comportamiento tradicionales. Una encuesta efectuada entre mujeres estadounidenses revela que los sitios virtuales de citas sentimentales se han convertido en la forma más moderna de mantener intercambios con los hombres. Súmese a ello que las transformaciones por las que ha atravesado la ética sexual han producido resultados cuestionables para muchos: las infecciones venéreas tras un lance sexual de una noche, la infidelidad conyugal, el sexo prematrimonial, etc...Recientemente, la Academia de  Ciencias de la Provincia de Sichuan concluyó su primera investigación entre jóvenes sobre sus vínculos con Internet. Dicha encuesta, con mil preguntas, puso sobre el tapete la relación entre la juventud y la Red. De los 2.986 encuestados, un 50,6 por ciento no tiene confianza en el amor que se obtiene por medio de Internet. Ello obedece a que normalmente los internautas ocultan su verdadera identidad; sólo 12,98 por ciento afirma que nunca se identifica al navegar en la Red, mientras que 63 por ciento se sienten solitarios al navegar. ¿Qué es el “amor virtual,” una bendición o un castigo? Los usuarios sostienen distintas opiniones al respecto:

Los pros: una forma novedosa de conseguir matrimonio

Para un sector del público “establecer una relación sentimental por Internet” y  conocerse por medio de la Red son dos cosas diferentes. En realidad, la Red, igual que las cartas, el teléfono y las fiestas, no son más que un medio de contacto entre los potenciales amantes. Nada hace al amor distinto en estas circunstancias. Lo que ha cambiado son los métodos para acercarse. La Red desempeña el papel de agencia matrimonial. Por otro lado, esta forma significa una ruptura con los límites de tiempo y lugar, permitiendo un más libre y amplio intercambio. No importa dónde se encuentre la persona, ni su nacionalidad, sólo cuentan los lazos afectivos que se puedan establecer. Puede que dentro de algunos años nos resulte lo más común del mundo. Un revuelo similar se produjo cuando la prensa escrita publicó los primeros anuncios de búsqueda de pareja. Pero hoy, ¿quién se escandaliza por este método?

Los contras: es como una comida rápida

Algunos viven convencidos de que la Red satisface todas sus necesidades. Cualquier persona, incluso los menores de edad, puede buscar su afecto ideal y planear su futuro amoroso en un mundo virtual, aunque al final todo no sea más que una fantasía. Los usuarios más vinculados a este medio para buscar relaciones sentimentales tienen como promedio de diez a veinte años. La parte oscura del asunto descansa en las aberraciones que algunos ocultan tras una aparente piel de cordero. Hay algo más que irresponsabilidad y abuso de confianza en los casos de delincuentes que han engañado a chicas, robándolas, violándolas y hasta asesinándolas. Esta falta de garantía a la hora de establecer relaciones supone un punto negro que oscurece cualquier buena intención.

Los pros: es un banquete de la época informática

Desde hace mucho tiempo ha sido lugar común decir: “En la Red, nadie sabe quién es quien”. Aunque las encuestas muestran que más de la mitad de los internautas desconfía de las relaciones sentimentales logradas en la Red, casi todos siguen enganchados a la misma. Sin importar el probable fracaso del intento, el mero hecho de sumarse a la búsqueda virtual de la felicidad compensa cualquier desvelo. En la vida cotidiana, las aspiraciones suelen chocar contra el imperturbable muro de la realidad, mientras que en la Red uno puede crearse un universo ficticio que en apariencia resulta coronado por el éxito. En esa atmósfera virtual los usuarios mantienen una comunicación abierta que les deja agradables efectos, amén de resultar ambiente propicio para explayarse sin cortapisas y declarar sus intenciones amatorias a otros.

Los contras: es como un tomate transgénico

En el espacio virtual desaparecen las restricciones que solían lastrar en otras épocas los contactos interpersonales. Debido a la falta de la supervisión de la opinión pública, la moral se pone a un lado con toda comodidad, y la superficialidad y banalidad ganan terreno en detrimento del sentido de la responsabilidad: sólo importa el placer. Lo que otrora enaltecía el espíritu se supedita a la urgencia de las funciones orgánicas primarias. Hombres y mujeres por igual separan el enlace amoroso del concepto de fidelidad. La relación romántica queda al borde del abismo, sin sustento espiritual que la salve. Todo semeja un tomate transgénico: se pierde el gusto original.

Los pros: también hay verdadero amor

Pero no por lo antes expuesto se debe considerar que el amor ha muerto en la Red. Quienes defienden la opción virtual tercian diciendo que en Internet sí existe el verdadero amor, y que éste puede concluir con un feliz matrimonio. Estos defensores recuerdan que antes de la aparición de Internet, ya había delitos como el chantaje económico y la trata de blancas, bajo pretexto de buscar novios y arreglar matrimonios. ¿Es acaso plausible que los mismos desaparezcan de manera automática para los internautas? Si decimos profundizar en la raíz de los incidentes, la lógica nos impedirá declarar al medio como chivo expiatorio. Habría que preguntarse si no hay tantos o más criminales fuera de la Red que en ella.

Los contras: una trampa cazabobos

Hay quienes creen que enamorarse por Internet es un juego peligroso. Rechazamos que los estafadores del afecto experimenten placer exacerbando el dolor de otros. Son  manipuladores que conocen al dedillo cómo conmover a la otra parte, y controlan el proceso del sentimiento, hasta lograr que la víctima incauta caiga en sus fauces. Tras el corto período de dulzura, viene el dolor y el sufrimiento. Si en la vida real solemos afirmar que “se conoce la cara de una persona, pero no su corazón,” ¿qué puede quedar para un ambiente ficticio, dónde ni siquiera el rostro del interlocutor queda a la vista? ¿Cómo distinguir lo bueno de lo malo? Súmese a ello que cierto número de personas casadas se deja arrastrar por lo novedoso y participa en este juego. En la distancia todo es bello. La pareja habitual queda en desventaja ante el fascinante universo que promete aquella que aguarda en lontananza. Como consecuencia surgen las infidelidades y el abandono de pareja. Y qué decir de tantas transacciones carentes de ética que tienen lugar bajo el manto de un aparente noviazgo, y que convierten a la Red en un antro cualquiera...

En el debate sobre el amor virtual hay mucho por donde cortar. Seguirán existiendo detractores y defensores. Condenar dicha práctica en sí misma equivale a perder la fe en el amor. Otra cosa bien distinta es ignorar los delitos. Como bien señala un sociólogo: “No importa si para enamorarte acudes a la Red, lo que no debes olvidar es que el método utilizado nunca debe cambiar la esencia del amor”.

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