FEBRERO 2004


La moda del clan de las píldoras

Por LIANG SHUANG

Al hablar del clan de píldora, la primera impresión que nos asalta es que se trata de un grupo de enfermos o psicópatas. Sin embargo, después de conocerlos bien es probable que te reconozcas a ti mismo  en alguno de ellos.

La mayoría de los miembros del clan de la píldora son mujeres de “cuello blanco”. Están bien educadas y viven en la abundancia material. Dan prioridad a la calidad de vida y persiguen mejorar su salud física y psicológica, haciendo de este cometido una obligación de la vida diaria. Para ello toman cada día diferentes medicamentos, aunque prefieren decir que lo que ingieren, tras establecer una cuidadosa clasificación de las mismas, son pastillas energéticas, reconstituyentes y embellecedoras.

Las pastillas energéticas pueden sustituir la comida, complementando el efecto de los alimentos en el desarrollo corporal. Las pastillas reconstituyentes se usan para limpiar el cuerpo de  basuras metabólicas y otros elementos tóxicos. Y las de embellecimiento, obviamente, son medicamentos para aumentar la inmunidad y fortificar el organismo.

La moda no es lo más importante

Jiang Fang es una típica profesional, según los dictados del “cuello blanco”. Viste traje a la última moda y sus modales exudan gentileza. Su éxito profesional le ha permitido gozar de independencia económica. Frecuenta el gimnasio y el salón de belleza. Aunque ya cumplió treinta años, se le ve llena de energía, con la capacidad de amanecer lozana tras una de sus frecuentes francachelas nocturnas.

Trabaja en una compañía de adiestramiento. Como estudió biología y tiene conocimientos médicos básicos, sabe qué pastillas buscar para embellecerse y proteger su salud, las cuales toma a diario. Este es asimismo su tema de conversación obligado con amigos y colegas. En el gimnasio, suele compartir sus inquietudes con otras personas que también han estudiado biología o ciencias médicas. Como todos toman algún tipo de medicamento para mantenerse saludables, se llaman a sí mismos el “clan de las píldoras”.

Comenta Jiang Fang: “Son muchas las personas que toman  medicamentos para fortificar la salud sin estar enfermos, pero la mayoría no sabe qué tipo de medicina le conviene, sino que se somete a ciegas a la publicidad. Esto es irrazonable y carece de base científica. Las medicinas deben tomarse de modo casuístico. Claro, las vitaminas son buenas para todos, pero para que surtan efecto hay que tomarlas con criterio discriminador”.

No son pocos los que creen que los del clan de las píldoras son antojadizos y esclavos de la moda, y que sus vidas no tienen nada que ver con las de la gente sencilla. Pero, veamos cómo un miembro del clan de las píldoras convenció a una abuela de compartir con ella su teoría científica.

“Una vez, encontré a dos vecinos de edad avanzada, Zhang y Li, en el elevador. Zhang dijo que tenía calambres en la pierna por aquellos días y no sabía por qué. Li le sugirió usar pantalón guateado, porque creía que Zhang sufría de resfrío. ¡Pero apenas estábamos a primeros  del octubre! No pude controlarme y me entrometí en su conversación, ‘¿Por qué no toma algunas tabletas de calcio, de tipo absorbible? Con la edad avanzada se pierde cada día más calcio, por eso, hay que recuperarlo todos los días’. Zhang estaba medio convencida, a la vez que me miraba indecisa. Le dije: ‘Tengo muchas medicinas de este tipo. Si quiere, le regalo algunas. ¡Pruébelas! Si funcionan, compre más, si no, tampoco le harán daño’. Más tarde fui a su casa, donde le entregué dosis para una semana”.

“Una semana después, cuando ya casi me había olvidado del asunto, la abuela Zhang tocó a mi puerta. Me informó con mucha alegría que después de tomar aquellas tabletas de calcio, no le dieron más calambres en la pierna. Vino a agradecerme y también a preguntar  dónde podía compararlas. Lo más interesante fue que la abuela Li vino con ella. Me consultó qué medicinas debía tomar para la hipertensión. Les expliqué que el tratamiento médico y la fortificación de la salud son dos cosas diferentes. ‘Si se tiene la tensión arterial alta, hay que ir al médico, pero si lo que se quiere es aumentar la inmunidad contra las enfermedades, sí puedo dar algunas recomendaciones’. Al escuchar mis palabras, las dos abuelas se reían y suspiraban: ‘¡Ustedes son muy científicos!’”

Jiang Fang asume el tema de la medicina con un talante muy profesional. No sólo puede juzgar si alguien debe o no tomar medicinas, sino que también es capaz de recomendar qué medicinas tomar de acuerdo al estado espiritual de cada cual. En una entrevista de apenas media hora, me “diagnosticó” y me recomendó tomar algo de vitamina E, la cual, aseveró, me ayudaría a mantener la juventud y resolver algunos problemas dermatológicos.

También dijo: “Yo tomo varias píldoras todos los días. Aunque nuestro cuerpo puede absorber la nutrición que aportan los alimentos, las diferentes constituciones físicas y edades influyen las veces en el surgimiento de incapacidades para absorber una parte de la nutrición, la cual resulta imprescindible para la buena salud. Las insuficiencias nutricionales constituyen la causa del envejecimiento. Por lo tanto, si lo permiten las condiciones económicas, hay que complementar los elementos nutritivos con las píldoras”. Jiang Fang escoge las pastillas con esmero. “Nosotros, los del clan de las píldoras, no somos un grupo de adictos que se juntan para cocinarse en su propia salsa. Nuestra meta final es mantener la salud, tanto corporal como síquica”.

Convenciendo al marido terco

Aunque los del clan de las píldoras no son médicos profesionales, suelen estar pertrechados de ciertos conocimientos sobre ciencias médicas y una serie de teorías peculiares. Creen que el cuerpo humano está compuesto por diferentes elementos fundamentales. Todo lo que comemos diariamente, afirman, se convertirá en estos elementos después de digerirse, por eso el cuerpo puede obtenerlos simplemente con las píldoras que están compuestas de dichos elementos. Además, insisten en que la comida produce metabolitos  venenosos indigeribles, que tienen que ser expelidos del cuerpo, mientras que las píldoras nutritivas no presentan estos problemas negativos.

Cabe aclarar, empero, que para hacerse miembro del clan de las píldoras, hay que estar respaldado de cierta garantía económica. Según dicen, sus miembros se gastan por lo regular centenares de yuanes al mes, lo que resulta mucho más caro que el consumo regular de alimentos.

Juddy es directora de nivel medio de una compañía extranjera. Su marido no comprendía por qué ella tomaba medicinas continuamente, por lo que con frecuencia le lanzaba alguna que otra ironía. Afirma el  marido: “Si somos parte de la naturaleza, y tenemos que vivir en armonía con ella, lo mejor es comer lo que se quiere. Si la comida contiene todos los nutrientes necesarios, está de más tomar componentes adicionales”.

A ella también le parecieron razonables sus palabras. Pero, como le gustan las verduras y sufre de diarrea por afecciones del sistema digestivo, no puede darse el lujo de comer lo que quiere, como sí puede hacer su marido. No le queda, por tanto, más remedio que continuar tomando medicinas. Pero ocurrió que en cierta ocasión, su marido se hirió la boca cuando comía. Bajo protesta del hombre, Juddy le hizo tomar unas tabletas de vitamina. Al día siguiente, el dolor por la lesión había desaparecido. Al marido le parecía increíble, porque según su experiencia, curar la úlcera bucal requiere de al menos una semana. De allí en adelante, el cónyuge de Juddy también toma de vez en cuando las vitaminas.

Al evocar cómo se sumó al clan de píldoras, Juddy afirma que ella solía mostrarse más reacia aún que su marido respecto a la ingestión de píldoras. Sin embargo, se sentía muy presionada por el trabajo y a menudo debía acompañar a los clientes a comer, además de padecer de hipotensión y constantes mareos. Le urgía por consiguiente reajustar su estado de salud. Sin embargo, cada visita al médico terminaba con igual diagnóstico: “Usted no tiene nada”. Juddy estaba consciente de habitar un terreno intermedio entre en la buena salud y la patología: el estado subsaludable, que con frecuencia menciona la prensa. Por fortuna, una amiga suya le hizo tomar vitaminas y otras tabletas. Al principio no sentía la diferencia, pero unos meses después mejoró mucho la calidad de su sueño. Poco a poco empezó a tomar píldoras conscientemente.

A medida que intercambia experiencias con los miembros veteranos del clan, conoce más sobre fortificación de la salud. Ahora su marido también ha entrado en el círculo. El cónyuge afirma: “Antes creía que mi esposa padecía alguna enfermedad psíquica por tomar medicinas todos los días. Pero ahora sé que no sólo tiene muy buena salud física, sino que también está muy bien en el campo psicológico”.

Lo natural es lo más importante

Xiao Xin trabaja como redactor de una editorial. Es uno de los pocos hombres en el clan de las píldoras. A primera vista se percibe que es un hombre exquisito. Está casado y tiene un hijo. Aunque trabaja en  los medios informativos, es licenciado en medicina. Aprovecha todos sus conocimientos médicos para fortalecer la salud. Su mujer es farmacéutica y, a la vez, un fiel miembro del clan de las píldoras. Ella casi no come arroz ni carne, sino muchas frutas y verduras. Las necesidades de alta energía las cubre con píldoras. Xiao Xin me contó una historia interesante y que me ha dado mucho que pensar.

“Una vez, me confesó, mi mujer tenía que salir al extranjero. Lo urgente del asunto no le permitía arreglar la maleta con tranquilidad. Cuando llegó al destino, descubrió que había olvidado unas píldoras que tomaba todos los días. Se quedó de una pieza. Me llamó por teléfono muy deprimida. Dijo que no sabía cómo pasar el restante medio mes allá. Su aprensión me hizo reír. El hábito de consumir píldoras le había hecho olvidar cómo viven los demás. ‘Pues si no hay píldoras, come comida. ¿Acaso te morirás de hambre sin tus medicamentos?’ Mi mujer tampoco pudo evitar echarse a reír”.

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