La
moda del clan de las píldoras
Por
LIANG SHUANG
Al
hablar del clan de píldora, la primera impresión que nos
asalta es que se trata de un grupo de enfermos o psicópatas.
Sin embargo, después de conocerlos bien es probable que
te reconozcas a ti mismo
en alguno de ellos.
La mayoría de los miembros
del clan de la píldora son mujeres de “cuello blanco”.
Están bien educadas y viven en la abundancia material.
Dan prioridad a la calidad de vida y persiguen mejorar
su salud física y psicológica, haciendo de este cometido
una obligación de la vida diaria. Para ello toman cada
día diferentes medicamentos, aunque prefieren decir que
lo que ingieren, tras establecer una cuidadosa clasificación
de las mismas, son pastillas energéticas, reconstituyentes
y embellecedoras.
Las pastillas energéticas pueden
sustituir la comida, complementando el efecto de los alimentos
en el desarrollo corporal. Las pastillas reconstituyentes
se usan para limpiar el cuerpo de
basuras metabólicas y otros elementos tóxicos.
Y las de embellecimiento, obviamente, son medicamentos
para aumentar la inmunidad y fortificar el organismo.
La
moda no es lo más importante
Jiang Fang es una típica profesional,
según los dictados del “cuello blanco”. Viste traje a
la última moda y sus modales exudan gentileza. Su éxito
profesional le ha permitido gozar de independencia económica.
Frecuenta el gimnasio y el salón de belleza. Aunque ya
cumplió treinta años, se le ve llena de energía, con la
capacidad de amanecer lozana tras una de sus frecuentes
francachelas nocturnas.
Trabaja en una compañía de
adiestramiento. Como estudió biología y tiene conocimientos
médicos básicos, sabe qué pastillas buscar para embellecerse
y proteger su salud, las cuales toma a diario. Este es
asimismo su tema de conversación obligado con amigos y
colegas. En el gimnasio, suele compartir sus inquietudes
con otras personas que también han estudiado biología
o ciencias médicas. Como todos toman algún tipo de medicamento
para mantenerse saludables, se llaman a sí mismos el “clan
de las píldoras”.
Comenta Jiang Fang: “Son muchas
las personas que toman
medicamentos para fortificar la salud sin estar
enfermos, pero la mayoría no sabe qué tipo de medicina
le conviene, sino que se somete a ciegas a la publicidad.
Esto es irrazonable y carece de base científica. Las medicinas
deben tomarse de modo casuístico. Claro, las vitaminas
son buenas para todos, pero para que surtan efecto hay
que tomarlas con criterio discriminador”.
No son pocos los que creen
que los del clan de las píldoras son antojadizos y esclavos
de la moda, y que sus vidas no tienen nada que ver con
las de la gente sencilla. Pero, veamos cómo un miembro
del clan de las píldoras convenció a una abuela de compartir
con ella su teoría científica.
“Una vez, encontré a dos vecinos
de edad avanzada, Zhang y Li, en el elevador. Zhang dijo
que tenía calambres en la pierna por aquellos días y no
sabía por qué. Li le sugirió usar pantalón guateado, porque
creía que Zhang sufría de resfrío. ¡Pero apenas estábamos
a primeros del
octubre! No pude controlarme y me entrometí en su conversación,
‘¿Por qué no toma algunas tabletas de calcio, de tipo
absorbible? Con la edad avanzada se pierde cada día más
calcio, por eso, hay que recuperarlo todos los días’.
Zhang estaba medio convencida, a la vez que me miraba
indecisa. Le dije: ‘Tengo muchas medicinas de este tipo.
Si quiere, le regalo algunas. ¡Pruébelas! Si funcionan,
compre más, si no, tampoco le harán daño’. Más tarde fui
a su casa, donde le entregué dosis para una semana”.
“Una semana después, cuando
ya casi me había olvidado del asunto, la abuela Zhang
tocó a mi puerta. Me informó con mucha alegría que después
de tomar aquellas tabletas de calcio, no le dieron más
calambres en la pierna. Vino a agradecerme y también a
preguntar dónde podía compararlas. Lo más interesante
fue que la abuela Li vino con ella. Me consultó qué medicinas
debía tomar para la hipertensión. Les expliqué que el
tratamiento médico y la fortificación de la salud son
dos cosas diferentes. ‘Si se tiene la tensión arterial
alta, hay que ir al médico, pero si lo que se quiere es
aumentar la inmunidad contra las enfermedades, sí puedo
dar algunas recomendaciones’. Al escuchar mis palabras,
las dos abuelas se reían y suspiraban: ‘¡Ustedes son muy
científicos!’”
Jiang Fang asume el tema de
la medicina con un talante muy profesional. No sólo puede
juzgar si alguien debe o no tomar medicinas, sino que
también es capaz de recomendar qué medicinas tomar de
acuerdo al estado espiritual de cada cual. En una entrevista
de apenas media hora, me “diagnosticó” y me recomendó
tomar algo de vitamina E, la cual, aseveró, me ayudaría
a mantener la juventud y resolver algunos problemas dermatológicos.
También dijo: “Yo tomo varias
píldoras todos los días. Aunque nuestro cuerpo puede absorber
la nutrición que aportan los alimentos, las diferentes
constituciones físicas y edades influyen las veces en
el surgimiento de incapacidades para absorber una parte
de la nutrición, la cual resulta imprescindible para la
buena salud. Las insuficiencias nutricionales constituyen
la causa del envejecimiento. Por lo tanto, si lo permiten
las condiciones económicas, hay que complementar los elementos
nutritivos con las píldoras”. Jiang Fang escoge las pastillas
con esmero. “Nosotros, los del clan de las píldoras, no
somos un grupo de adictos que se juntan para cocinarse
en su propia salsa. Nuestra meta final es mantener la
salud, tanto corporal como síquica”.
Convenciendo al marido terco
Aunque
los del clan de las píldoras no son médicos profesionales,
suelen estar pertrechados de ciertos conocimientos sobre
ciencias médicas y una serie de teorías peculiares. Creen
que el cuerpo humano está compuesto por diferentes elementos
fundamentales. Todo lo que comemos diariamente, afirman,
se convertirá en estos elementos después de digerirse,
por eso el cuerpo puede obtenerlos simplemente con las
píldoras que están compuestas de dichos elementos. Además,
insisten en que la comida produce metabolitos
venenosos indigeribles, que tienen que ser expelidos
del cuerpo, mientras que las píldoras nutritivas no presentan
estos problemas negativos.
Cabe aclarar, empero, que para
hacerse miembro del clan de las píldoras, hay que estar
respaldado de cierta garantía económica. Según dicen,
sus miembros se gastan por lo regular centenares de yuanes
al mes, lo que resulta mucho más caro que el consumo regular
de alimentos.
Juddy es directora de nivel
medio de una compañía extranjera. Su marido no comprendía
por qué ella tomaba medicinas continuamente, por lo que
con frecuencia le lanzaba alguna que otra ironía. Afirma
el marido: “Si
somos parte de la naturaleza, y tenemos que vivir en armonía
con ella, lo mejor es comer lo que se quiere. Si la comida
contiene todos los nutrientes necesarios, está de más
tomar componentes adicionales”.
A ella también le parecieron
razonables sus palabras. Pero, como le gustan las verduras
y sufre de diarrea por afecciones del sistema digestivo,
no puede darse el lujo de comer lo que quiere, como sí
puede hacer su marido. No le queda, por tanto, más remedio
que continuar tomando medicinas. Pero ocurrió que en cierta
ocasión, su marido se hirió la boca cuando comía. Bajo
protesta del hombre, Juddy le hizo tomar unas tabletas
de vitamina. Al día siguiente, el dolor por la lesión
había desaparecido. Al marido le parecía increíble, porque
según su experiencia, curar la úlcera bucal requiere de
al menos una semana. De allí en adelante, el cónyuge de
Juddy también toma de vez en cuando las vitaminas.
Al evocar cómo se sumó al clan de píldoras, Juddy afirma
que ella solía mostrarse más reacia aún que su marido
respecto a la ingestión de píldoras. Sin embargo, se sentía
muy presionada por el trabajo y a menudo debía acompañar
a los clientes a comer, además de padecer de hipotensión
y constantes mareos. Le urgía por consiguiente reajustar
su estado de salud. Sin embargo, cada visita al médico
terminaba con igual diagnóstico: “Usted no tiene nada”.
Juddy estaba consciente de habitar un terreno intermedio
entre en la buena salud y la patología: el estado subsaludable,
que con frecuencia menciona la prensa. Por fortuna, una
amiga suya le hizo tomar vitaminas y otras tabletas. Al
principio no sentía la diferencia, pero unos meses después
mejoró mucho la calidad de su sueño. Poco a poco empezó
a tomar píldoras conscientemente.
A medida que intercambia experiencias
con los miembros veteranos del clan, conoce más sobre
fortificación de la salud. Ahora su marido también ha
entrado en el círculo. El cónyuge afirma: “Antes creía
que mi esposa padecía alguna enfermedad psíquica por tomar
medicinas todos los días. Pero ahora sé que no sólo tiene
muy buena salud física, sino que también está muy bien
en el campo psicológico”.
Lo
natural es lo más importante
Xiao Xin trabaja como redactor
de una editorial. Es uno de los pocos hombres en el clan
de las píldoras. A primera vista se percibe que es un
hombre exquisito. Está casado y tiene un hijo. Aunque
trabaja en los
medios informativos, es licenciado en medicina. Aprovecha
todos sus conocimientos médicos para fortalecer la salud.
Su mujer es farmacéutica y, a la vez, un fiel miembro
del clan de las píldoras. Ella casi no come arroz ni carne,
sino muchas frutas y verduras. Las necesidades de alta
energía las cubre con píldoras. Xiao Xin me contó una
historia interesante y que me ha dado mucho que pensar.
“Una vez, me confesó, mi mujer
tenía que salir al extranjero. Lo urgente del asunto no
le permitía arreglar la maleta con tranquilidad. Cuando
llegó al destino, descubrió que había olvidado unas píldoras
que tomaba todos los días. Se quedó de una pieza. Me llamó
por teléfono muy deprimida. Dijo que no sabía cómo pasar
el restante medio mes allá. Su aprensión me hizo reír.
El hábito de consumir píldoras le había hecho olvidar
cómo viven los demás. ‘Pues si no hay píldoras, come comida.
¿Acaso te morirás de hambre sin tus medicamentos?’ Mi
mujer tampoco pudo evitar echarse a reír”.